Aquí estoy otra noche más sin poder dormir.

Me parece algo tedioso decirle a mi cerebro que se ponga en modo avión por un rato y me deje descansar.

Pero la verdad es que intento en vano, así que prefiero escribir las cosas que me pasan por la cabeza.

Además de los mil problemas de la cotidianidad, que son abrumadores y no encuentro sentido alguno en escribir sobre ellos.

Me apasiona un poco más poder escribir sobre el caos que domina mi corazón.

Porque, aunque no lo creas, eres la persona que hace que haya caos en mi mente, en mi corazón e incluso en mi alma.

¿En qué momento permití que te volvieras tan importante en mi vida como para dejarte dominar lo poco que tenía de cordura?

¿En qué momento te permití desmantelar mis defensas, esa muralla que ponía entre los demás y mi corazón?

¿Cómo te dejé entrar a ese lugar tan sagrado?

Y sabes qué es lo peor: te dejé entrar ahí y lo único que has hecho es clavarme dagas en lugares que ya te había advertido que me habían lastimado.

Abriendo viejas heridas que hicieron otras personas, pero desgarrando mucho más de lo que antes habían hecho.

Soy un cliché andante, y sí, soy una persona patética.

Lo único que me queda es sacarte de mi corazón a fuerzas, porque no sé qué me duele más, si tenerte en mi corazón o fuera de él.