One-Shot Dark Souls III
"El fuego se apaga y los lords se van sin tronos..."
Viejos dichos de eras antiguas describiendo el final de los tiempos, en un ciclo interminable para mantener viva la Era del Fuego iniciada por Lord Gwyn.
La oscuridad se traga todo a su paso y el frió de las sombras parece más afilado que la hoja de cualquier espada fina de la titanita más pura que se haya visto en todo Lordran, Drangleic y Lothric... El Abismo engulle todo a su paso y no toma prisioneros, tomando la humanidad de todo lo que ve.
Víctimas de Oolacile son reflejadas en el dolor de aquellos que perecen sin piedad ante su merced...
Pero, héroes de incontables eras se han levantado, su misión en vida y en muerte detener su avance.
Sir Artorias de los Caballeros de Gwyn, el Caminante del Abismo establece el ejemplo de un gran guerrero decidido a sacrificar todo por vencer, incluso a amigos... Su alguna vez monstruoso poder, ahora solamente recalca memorias de alguna vez un poderoso imperio.
El Rey de Marfil que yergue su trono frente a las puertas del Abismo y detener su avance, muere quemado y subyugado al mismo destino que su predecesor.
Lothric, el último Gran Reino que queda en pie, es protegido por aguerridos guerreros dignos a Gwyn, pero incluso ellos saben que el fin está cerca, muy cerca...
Pero, ¿De verdad la lucha se debe detener por la muerte?
Aquellos que de verdad piensan liderar una nueva era del fuego no pueden ser limitados por los débiles hilos de la carne humana y por la defensa de simples huesos, el sacrificio de varios valdrá por los futuros de jóvenes con el consuelo de que alguien se atrevió a seguir adelante.
El Abismo es fuerte, pero no más fuerte que nosotros...
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"Hermanos, unidos por la Sangre del Lobo, somos la legión de no muertos de Farron, y detendremos este vil futuro sin estancar, el fuego nos guía hacia un futuro brillante, sin oscuridad... El Abismo es goloso, se traga todo sin consentimiento y por él se han perdido vidas muy valiosas, nuestros hermanos inclusive"
Filas interminables de cascos plateados con forma cónica, trajes de cuero y tela roja manchada por carmesí, hombreras, rodilleras, coderas, de reluciente cromo. Una bufanda cubre sus rostros y un cuello marrón unido por suave hilo blanco, botas resistentes de color negro. El viento levanta el polvo y el sol se refleja en sus ojos, las partículas se desprenden de sus confiables espadas y dagas marcadas por la batalla.
"¡No hay Reino tan grande ni oscuridad que nos detenga!"
Sus pupilas resplandecen en un brillante rojo, sus capas ondean como banderas de un ejercito inquebrantable.
"¡Como Artorias el Caminante del Abismo, nuestras espadas en mano izquierda, dagas en mano derecha, avanzaremos sin obstrucción, nuestras almas rugen con llamas de Lords!"
Todos rugen con fuerza, levantando sus armas al aire y pisoteando el suelo con fuerza, pequeños temblores por su vigor; la fuerza de su grupo era como nadie había visto en toda la historia, hombres, Huecos, marcados por el pecado del hombre y maldecidos por la inmortalidad, sus almas incorruptas exclaman victoria, exclaman que el fin de la era del Abismo llega.
"¡¿Quiénes somos?!"
"¡La Legión de No Muertos de Farrón, Vigilantes del Abismo!"
"¡¿Nuestra Misión?!"
"¡Erradicar el Abismo para siempre, sin importar el sacrificio!"
"¡Sin deternernos!"
"¡Sin detenernos!"
Marchan en ruta a la cima de la colina, el eclipse sobre ellos alude al desangramiento del Sol, un cúmulo de castillos hasta que se acaba la vista, víctimas de sus espadas... A sus pies, la montaña a escalar para llegar a la primera flama.
Una hilo de líquido gelatinoso y fangoso, proveniente de cadáveres potrefactos, se levantan en silencio, Darkwraiths les llaman, peones del abismo, cubiertos por una capucha de color negro y con un esqueleto por rostro, llevando una espada gruesa y pesada, tintada y manchada por la maldición de aquel que la blande.
La Legión les mira con indiferencia, y el líder a la cabeza, hace la seña de sus compatriotas, apuntando su espada, y apoyando su daga sobre su antebrazo.
"Mueran, seres oscuros"
Ambos bandos cargan contra el otro, los Vigilantes con movimientos rápidos como el viento y los Darkwraiths, brutos y poderosos. El choque hace temblar el propio cielo, el derrame de sangre no se hace esperar.
Metal contra metal, la fuerza de verdaderos Lords... Y aun así, no pueden evitar caer, uno por uno... Decapitados, degollados, eviscerados, y con un festival de órganos pintando el ambiente.
"¡La Sangre del Lobo es fuerte hermanos, no se rindan!"
Pero su alma es más fuerte que la carne, y el calor de sus almas se enciende en una brillante explosión, con sus armas iluminadas en fuego victorioso y empujando hacia delante, atacan y persisten, los seres malignos cayendo victimas del filo de las espadas más finas de Farron.
Lo que parecieron horas fueron días de incesante combate, los inmortales resurgen y siguen combatiendo, huecos o no, su orgullo va más allá de lo que cualquier maldición pueda obstruir; los Darkwraiths merman en cantidad, consecuentemente en poder... El mundo presencia una batalla como algo nunca antes visto, de proporciones sin precedentes.
Y al final de todo... Lo logran, heridos, desfigurados, perdidos en sed de sangre... La colina debe ser escalada.
"Levantaos hermanos... Esta es nuestra misión... Es nuestra maldición, y fiel consagración ante la historia, pusimos gloria a la Sangre del Lobo, a nuestro ancestro Artorias, y la humanidad podrá seguir por nuestro digno sacrificio"
"La Sangre del Lobo... Nos acompaña"
La voz no les escapa la boca, están agotados, si pudieran, la muerte sería una dulce alternativa... Pero deben proseguir, es su deber.
Escalando el fin del mundo hacia la Primera Llama, las flores rosas revoloteando alrededor, dando plena vista al eclipse que marca el fin de los tiempos... Caminan, arrastrándose, algunos caen al suelo por el cansancio, exhaustos.
Y al estar frente a esa pequeña brasa, pueden ver la fuerza de lords pasados, que no quieren terminar apagados, en una era de oscuridad...
"Juntaos hermanos... Es el momento"
Todos sueltan sus armas sin más, algunos gateando, tosiendo y tratando de inhalar la mayor cantidad de aire posible.
Se juntan frente a la llama, un camino de sangre tras de ellos, cadáveres de sus hermanos, reunidos para el momento final de sus vidas, que en algún momento pudo ser eterna. Todos extienden sus manos, en el hombro de cada uno, los caidos se levantan para ofrecer lo ultimo de ellos.
El líder, abre sus brazos ante la brasa.
"Ofrezcan sus almas hermanos... Iluminemos este mundo de nuevo, el Abismo no renacerá"
Todos cierran los ojos, sus cuerpos se queman y son engullidos en un infierno voraz, gritos de agonía mientras el líder ofrece todo a la Primera Llama, el cielo se ilumina de nuevo y sus gritos se escuchan a lo largo y ancho de la tierra de los vivos y los no vivos.
El castillo de Lothric es testigo a el renacimiento de una nueva era del fuego, y dos hermanos solo pueden pensar... ¿Qué les depara?
Los vigilantes caen al suelo en cenizas, el líder aun alimentando el fuego con todo lo que tiene, y desplomándose a sus rodillas, sus camaradas desfallecen...
"¡Fue un honor, luchar a su lado!"
Y con eso, los Vigilantes del Abismo, la legión de no muertos de Farron, los guerreros destructores de reinos enteros y aquellos que destruían la oscuridad del Abismo y su influencia... Se unen a los rangos de anteriores Lords de la Ceniza, Yhorm el Gigante, Aldritch el Santo de lo Profundo, Gwyn el Lord de la Ceniza, y muchos, muchos más...
... Pero las campanas volverán a sonar, y los Lords serán despertados de sus sueños, para revivir el fuego, como siempre ha sido, y como siempre será.
¿Y el Abismo?
Renace como una hierba mala... Demostrando, que el fuego, no será eterno...
"El fuego se apaga y los lords se van sin tronos..."
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