TRAVESURAS EN LA BIBLIOTECA
~Las travesuras son mejores si son peligrosas~
Aquel día había decidido ir a visitar a su pareja en su preparatoria como sorpresa. Era medio día cuando lo estaba buscando y aunque deseaba verlo pronto, su búsqueda se prolongó algunas momentos más.
En cuanto lo vio a lo lejos entre los pasillos vacíos y solitarios pensó que era la mejor oportunidad para jugarle una pequeña "broma" dentro de su escuela.
Se escondió en un salón y escribió el mensaje dónde lo citaba a dos salones más lejos del que se encontraba.
De sus bolsillos sacó las tijeras que portaba desde aquel día que se vieron por primera vez propiedad del peliverde y una sábana que encontró en ese lugar.
La acomodó sobre su cabeza, le hizo un par de huecos para los ojos y en cuanto lo vio pasar esperó a que entrara en dicha aula. Discreto y sin hacer ruido se fue detrás de él cerrando la puerta lentamente y sin ruido.
Cuando ya estaba listo levantó los brazos con tijeras en mano y le advirtió —Si logras escapar de mí, no te comeré pero si fallas te haré el amor aquí en la escuela— realmente sus intenciones solo era pasar un tiempo divertido con él pero si podía hacer alguna travesura lo haría.
Kouki caminaba despreocupadamente por los pasillos del instituto. Llevaba unas cuantas hojas por encargo de un profesor, ya había hecho lo pedido así que solo le restaba guardar la parte correspondiente en el aula del consejo estudiantil y la biblioteca. Pan comido.
O eso era lo que pensaba.
Sintió entonces el vibrar de su teléfono y aquella melodía que solo una sola persona tenía en sus contactos, una muy especial. Al principio sonrió al recordarlo pero después se espantó ¿Quizá le había pasado algo? Después de todo era un msj de texto, usualmente su novio le llamaba.
Leyó con rapidez sorprendiéndose de saber que se encontraba en su instituto y aún más porque estaba relativamente cerca de donde se encontraba.
Camino lo más rápido que pudo ya que para variar estaba prohibido correr en los pasillos, aunque le pareció extraño no toparse con algún compañero del curso. Llego al aula indicada, abriendo la puerta corrediza, se asomó pero en un principio no noto a nadie por la tenue oscuridad en la que el lugar estaba sumido.
—Sei... ¿Estás aquí?—
Golpeo con la palma de su mano su frente, obviamente lo estaba si le había enviado ese mensaje desde ahí. Escucho la puerta cerrarse y salto en su posición. Dejo los papeles en una de las sillas vacías, llevando una de sus manos a su boca para acallar el grito que casi suelta cuando vio a su pareja con sus amadas; -Esperaba no más que el- tijeras en mano. Además de esa sabana cubriéndole al completo.
— ¡¿Q-Que?! — Dio un traspié y casi cae por el susto, mordiendo sus labios al ver lo hilarante que se ve su novio asi vestido, aguantando una carcajada, alejándose lentamente al saber que locura pensaba su pareja —A-Aquí no se puede Sei...—
Decir que sus mejillas no enrojecieron seria mentir, además de que con la sentencia habían aparecido imágenes nada decentes en su mente ¡Toda era la culpa de su absoluta pareja! Pero no se dejaría atrapar con facilidad, es más; no quería ser atrapado. Aunque en el fondo sabía que se engañaba sí mismo.
Como pudo recupero el equilibrio y lo pensó, tenía las de ganar, era el quien estudiaba ahí y conocía el lugar casi como la palma de su mano, además de que no creía que su pareja se arriesgara a ser visto con esa cosa encima. Aunque ahora dudaba de ciertas cosas al no ver a nadie más en los pasillos.
Envalentonado aun asi salió disparado por el lado contario justo hasta la otra puerta y salió. Escudriño el pasillo notando que efectivamente no había nadie en las cercanías y se dirigió al lado contrario de dónde provenía, cerca había un aula siempre llena de implementos de limpieza y sillas sin usar. Pero ese no era su destino final. Había una puerta que daba directo al pasillo de la biblioteca. Y si eso no funcionaba no le quedaría más que subir al techo, aunque comúnmente se decía que ese era territorio era de los de tercer año y pocos eran los de otros grados que se atrevían a subir.
—Demonios, olvide los documentos—
Esperaba que nadie los tocara, estaban seguros ahí por ahora, después volvería a recogerlos. Aunque no iba a negar que la persecución le encendía, quería ganar pero una parte de sí mismo quería perder.
Kouki había entendido a que quería "jugar" y por supuesto que no estaba dispuesto a perder.
Dejó que tomara la decisión que más conveniente en ese momento y en cuanto le vio correr sonrió aún con la manta encima.
Akashi esperó que avanzara unos cuantos metros de distancia y siguió a su presa en la misma dirección con gran velocidad y sin ser ruidoso o dejándose ver como "fantasma" corriendo por la escuela.
El primer lugar al que llegaron fue el salón de limpieza y por poco lo tomaba pero parecía que su novio estaba dispuesto a no rendirse y eso le excitaba mucho más de como lo pensó, pero no tenía planeada una derrota mas en su lista.
El corazón de Kouki latía desbocado por la adrenalina de la cacería, en varias ocasiones miro por sobre su hombro, viendo la determinación de su pareja en la mirada, en cada elegante paso. No cedería a una perdida y mucho menos el mismo.
Llego a la biblioteca, con algunos percances en el camino. A pesar de sus trucos, el emperador de Rakuzan no cayó en ninguno de ellos. Entro intentando hacer el menor ruido posible, teniendo como meta llegar a la puerta de la bibliotecaria, esa que daba cerca del pasillo de la salida, Kouki pensó que era bueno ser parte del comité de la biblioteca, si no nunca habría sabido de la existencia de esa puerta.
Siguieron su camino hasta la biblioteca donde al entrar no había muchos estudiantes en las mesas y solo una señora mayor acomodando los libros, que por suerte no vio al emperador ni al castaño entrar con brusquedad.
Pero en cambio, Kouki al notar a la encargada de ese día del acomodo de libros olvidados confundió los pasillos, yendo sin recordar a lo que era un callejón sin salida.
En cuanto se dio cuenta de su error ya era demasiado tarde. Caminaba de un lado a otro tanteando la pared de libros que le impedían su escape. ¿Por qué no existía uno que pudiera mover y le mostrase una salida secreta o algo asi?
Se tensó en anticipación a lo que sucedería al ser atrapado en cuanto escucho la voz ronca y extasiada por la victoria de su pareja, volteando con lentitud mientras se apegaba a los libros en un intento por ser parte del mobiliario. Estaba agitado y con algo de sudor por el nerviosismo y la carrera, limpiándose unas pocas gotas de sudor con la manga de su camisa.
—Kouki ¿sabes lo que significa? — preguntó caminando lentamente hasta él mientras poco a poco quedaba acorralado contra una pared de libros —Reclamaré mi premio, pero debo admitir que hiciste un buen trabajo al evitarme en el salón de limpieza, tiraste algunas cosas para evitar que te persiguiera pero aun así logré alcanzarte— alzó las manos levantando un poco la manta que tenía encima, lo suficiente para comenzar a besarlo con lujuria, pues su respiración aunque aún era agitada necesitaba sentirlo.
Llegaron al final del camino, Akashi se encontraba devorando a su presa mientras la manta aún permanecía sobre su cabeza y con una de sus manos sostenía las muñecas de su novio y con la otra levantaba el uniforme que cubría su espalda.
—Er... ¿Q-Que tengo una segunda oportunidad para correr?— le dijo en cuanto tuvo algo de tiempo para respirar.
Pero claramente había perdido la partida, más cuando su novio le acorralo y beso de manera apasionada, aunque estaba avergonzado y con temor a ser descubiertos. No iba a negar que el beso no solo le dejo sin aliento si no que le consumía en un calor desbordante al cual no se estaba negando.
La sabana blanca les cubría discretamente y quien les viera pensaría; si no ponía mucha atención a los movimientos, que cubrían los libros para una limpieza. Después de todo el mismo había utilizado ese método en algunas ocasiones tiempo atrás, cuando debían hacer cambio de anaqueles por libros viejos y sin mucho uso.
Tampoco se había percatado que su novio había puesto una silla al inicio del pasillo y fuera quien fuera y viera, pensaría inmediatamente en esa teoría.
Gimió al sentir los dedos contrarios acariciar su espalda directamente sobre su piel, enviando escalofríos de placer culposo por toda su espina dorsal a cierta parte de su anatomía.
El morbo de ser descubiertos haciendo cosas indebidas le calentó, respondiendo con aun más intensidad a los besos calientes que recibía de su pareja, acallando sus jadeos en los labios ajenos. Mientras inconscientemente se acomodaba mejor entre sus brazos, rezando por que no los descubrieran porque aunque le avergonzara estaba dispuesto a continuar hasta el final.
Mientras Akashi recorría la espalda del castaño con una de sus manos, la que se encontraba libre desabrochó botón por botón la camisa blanca que portaba.
Los sonidos húmedos que producían sus besos Kouki los sentía como si salieran a través de un megáfono, pero sabía que no era así. Los dedos de su novio tocaban su piel cada que un botón salía de su ojal y eso le llenaba de escalofríos directos a su parte baja.
Se podía escuchar en aquel silencioso lugar el cómo lo devoraba, la emoción de ser descubiertos le excitaba más y de tan solo pensarlo su miembro se encontraba firme.
Rápidamente y abrupto interrumpió los besos húmedos por algo más "emocionante".
Con la manta encima cubriendo sus travesuras bajó hasta su pantalón, dónde sus manos acariciaban por encima de la ropa la parte privada del castaño.
—No grites mucho o nos descubrirán— sugirió y en un acto como si fuera de magia se deshizo del pantalón y el boxer del menor.
Mordía sus labios intentando no hacerse daño a sí mismo cuando sintió las traviesas manos de su novio irle dejando semi desnudo. Intentaba no ser ruidoso pero cada beso y caricia le había encendido, además naturalmente de estar haciendo cosas prohibidas en la biblioteca.
Bueno, no es que fueran prohibidas, hacerlo en la biblioteca era lo prohibido.
—Voltéate e inclínate— susurró y para ayudarlo a moverse con cuidado de que no cayera e inclinarse dejando a la vista la pequeña entrada.
Intento mirar por sobre su hombro, esperaba que no hubiera nadie a esas horas en la biblioteca, Kouki no recordaba bien qué hora era asi que esperaba y estuvieran en clases y bueno, a Seijuuro no le importaba.
La sentencia inundo su cuerpo de placer, sabía que no debía pero no podía si no solo obedecer, con cuidado de no caer por su propia ropa atorada en sus pies hizo lo que le habían pedido, rozando sin querer la entrepierna más que lista de su pareja. Gimió un poco más fuerte de lo que habría querido apoyando una de sus manos en el librero y la otra en sus labios cerrando los ojos.
Se retorció en su lugar cuando sintió la mano ajena presionar su erección, con un delicioso vaivén que le enloquecía. Si abría nuevamente la boca lo único que saldría de ella seria gemidos rotos sin sentido, que ya le era muy difícil contenerlos con los labios juntos.
Empujo su trasero a la entrepierna de su novio, deleitándose al sentirle, quería que perdiera el control, porque a el mismo le quedaba muy poco. Un apretón le hizo gemir algo alto, sintiendo la adrenalina al pensar que alguien los pudiese escuchar.
—Ahhh... Seijuuro... po-por favor...— susurro lo más bajo que pudo y lo más entendible debido al placer.
De forma lasciva se relamió los labios e igualmente comenzó a torturarlo para hacerlo gemir de forma provocativa dentro de la biblioteca y con sus manos masajeaba su entrepierna sin pudor.
Seijuuro sabía que incluso la decencia ya había abandonado a su amado castaño con sus actos indecentes. Había estado temprano esa mañana muy tranquilo dejando unos papeles en la biblioteca de Rakuzan y sin querer escucho esa pequeña conversación entre un par de chicas, hablando de lo excitante que podría ser hacerlo con sus parejas en un lugar como la biblioteca, uno en el que no se permitía hablar alto y mucho menos hacer ese tipo de cosas.
Así que no lo pensó dos veces y ahora se encontraba en esa situación, dando fe que de hecho sí que era lo más loco que alguna vez pudiera haber hecho.
Pero quien podía negarse a la sensualidad que su chihuahua emanaba, viéndose sexy y apetitoso con las caderas levantadas, moviéndose insinuante en su ya dura erección.
Sintiendo como se aferraba a la poca cordura que le quedaba mordiendo sus dedos para evitar dejar salir sonidos demasiado altos.
Tampoco era que Seijuuro fuera tan descarado, bien se había asegurado de que la señora media sorda encargada de los libros fuera la única en la biblioteca, además de que con ayuda de sus guardaespaldas; a los que por cierto tendría que subirles el sueldo, la sacaran de manera discreta con alguna distracción, cosa que no le diría a su querido cachorro.
─Ahhh...─
Ese gemido había sido especialmente alto y como no serlo si tenía ya tres dedos dentro de su Kouki, moviéndolos con avidez, deseando ya estar dentro de su apretado canal, sintiendo lo exquisitamente estrecho que sabía estaría.
─Seijuuro... en-entra...─
Sí; en definitiva ya no le importaba que lo escucharan. Sin pensarlo dos veces, saco sus dedos de la entrada de su castaño, halando un poco sin querer la sabana que cubría sus hombros al limpiar sus dedos del lubricante que había prevenido traer, notando como parte de su cabellera quedaba expuesta.
Entro de una sola estocada, tapando con una de sus manos la boca de su pareja, atenuando el grito que soltó por la repentina penetración, mordiendo el hombro semi-desnudo para acallar sus propios gemidos, para después besar la zona hasta llegar al lóbulo color canela, lamerlo y acercarse al oído.
─Dentro tuyo se siente tan bien Kouki... ¿Te gusta sentirme dentro? ¿Cómo lo quieres? Anda, dime─
No espero a que este le respondiera, moviéndose de manera lenta, en parte para no causarle dolor y para enloquecerlo con la exagerada lentitud.
─Sei... Sei... Duro, me gu-gusta duro─
El emperador no necesito de más respuesta, sus embestidas subieron de nivel, notando con satisfacción como Kouki se aferraba al librero, dejando sus uñas marcadas en algunos de los libros, sabiendo que; quien viera esa portada se preguntaría que hacían ahí las marcas de unas uñas de esa manera, llenándose de orgullo al satisfacerle hasta perder incluso la decencia. El pelirrojo besaba cada centímetro de la piel expuesta de la espalda, besando y marcando, sintiendo como su propia excitación crecía, dando de lleno en ese punto que sabía le haría llegar a la cima de manera rápida.
Solo fueron cuestiones de unos pocos minutos de moverse de manera desenfrenada, acallando cada suspiro, gemido y grito de satisfacción ahora ya con ambas manos en la boca ajena, para sentir y escuchar como sus testículos golpeaban la piel de las nalgas de Kouki.
Unas embestidas más y Kouki termino por apretar su entrada, quedándose muy quieto mientras ensuciaba parte de su ropa y el librero con su semen, sintiendo como la fuerza le abandonaba, mientras el emperador mordía una vez más su hombro, dejando su propio semen en el interior de su pareja.
Con sumo cuidado volteo a su castaño besándole los labios, dejando la sábana blanca olvidada en el suelo.
─Eres exquisito Kouki...─ le dijo de manera algo agitada por la reciente actividad, recibiendo un beso en los labios como respuesta, admirando el rostro sonrojado, mejillas llenas de lágrimas, sus labios llenos de saliva que le escurría a un lado del mentón.
Viéndolo más... devorable.
─Sei... mal-malvado...─ Kouki le respondía lamiendo sus labios.
Seijuuro no pudo evitarlo, atrayéndole una vez más a su regazo ahí en el suelo de la biblioteca, haciendo malabares para deshacerse completamente de sus pantalones y los contrarios, penetrándole de una rápida estocada gimiendo ambos en medio de un beso que sabía a prohibido.
─Esto es tu culpa. Vamos Kouki, muévete... ─
Kouki muerde sus labios, sintiéndose travieso, empuja al emperador a quedar espalda contra el librero, aferrándose a los hombros mientras le mira y levanta su trasero, dejándose caer con fuerza en el miembro que le invade, mordiendo sus labios mientras hace la cabeza hacia atrás. Impone entonces una cadencia de movimientos.
Algunas veces rápido y otras lento, besándose cada que pueden y perdiendo el aliento.
─Estoy seguro que estaba aquí, lo vi hace unos días, no creo que lo hayan acomodado ya en su lugar─
Kouki se tensa automáticamente al escuchar la voz femenina tras la puerta de la biblioteca, al ser un lugar casi insonoro el sonido llego hasta sus oídos de manera clara. Sin embargo el movimiento solo logró arrancarle al emperador un gemido ronco y gutural.
La puerta se abre y rechina, escuchan unos pasos acercándose, aproximadamente a dos libreros de distancia.
Kouki muerde sus labios al ver la mirada ahora heterocromatica y la sonrisa macabra en los labios de su pareja, le dice que no con la mirada y mueve la cabeza de forma negativa, pero eso solo enciende al pelirrojo.
Pronto su espalda está en la alfombra de la biblioteca, la sábana blanca al menos evitara una rozadura en su piel, lleva ambas manos a sus labios, sintiendo el tibio vapor de la boca de su pareja al besarle el cuello.
─No esta... ¿Sera que este en el otro pasillo?─
─Ni idea ¿Y si volvemos después?─
─Necesito ese libro ahora y la bibliotecaria no está─
Las embestidas en el interior del castaño se intensifican, sintiéndole incluso más grueso de lo que esperaba, su miembro esta igual de hinchado y duro, masajeado por el duro abdomen del pelirrojo, goteando líquido seminal a raudales, sintiendo cada caricia en su interior potenciada a mil. Puede ver; al voltear el rostro, un par de zapatos a poca distancia, sintiendo las lágrimas de placer culposo rodar por sus mejillas, rogando medio consiente para no ser descubiertos.
─ ¡Oh! Aquí esta─
Escucha a pocos pasos, sintiendo a la par una certera embestida en su punto dulce.
─ ¿Que fue eso?─
─Quien sabe, dicen que aquí asustan─
─ ¡No digas eso, qué horror! Vámonos...─
Ambos terminan en un sonoro gemido a la par en la que se azota la puerta, haciendo que varios libros cayeran de su lugar.
Un indeterminado tiempo después, cierto chihuahua se haya en una enorme cama envuelto en sábanas suaves y blancas, ignorando a cierto león que le habla con diversión mal ocultada en la voz.
─Sé que te gusto Kouki─
Solo se escucha un bufido molesto y avergonzado en el fuerte de sabanas en la cama, notando un movimiento y unos ojos achocolatados asomarse furiosos.
─Anda, hay un despacho que quiero profanar─
Kouki sale por completo de su lugar para golpear a almohadazos a su amado pelirrojo.
─En el escritorio de tu padre no ¡Sei pervertido!─
Aunque a Kouki no le suene tan mal la idea.
Aunque ahora que se detenía a pensar un poco, sentía que algo se le olvidaba.
─ ¿Qué harán estos papeles aquí?─ el intendente se retiraba del aula que se supone debía estar vacía y cerrada, con papeles en mano decidido a dejárselos mejor al primer profesor que se encontrara ─Mocosos irresponsables... y pensar que debo aun limpiar el tiradero de la biblioteca ¿Qué habría sucedido ahí?─
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro