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NO MATES AL GATO

No les miento... tenia con esta historia por lo menos una semana... hasta que hoy inspiración medio volvio de sus vacaciones... 

Espero sea de su agrado.





No sabe si realmente es bueno o no tener secretos. Al menos secretos inocentes e inofensivos. Y justo en ese momento es que lo piensa sentado en la ventana del tercer piso de ese edificio a media construcción, con un pequeño y tierno gatito entre sus manos y "Esa" frase haciendo eco en sus oídos mientras todos le veían con la boca abierta sin pizca alguna de dejar el impacto pronto en sus rostros.

Pero ¿Cómo fue que Furihata Kouki termino en la ventana de un tercer piso de un edificio en construcción medio abandonado, en una esquina que se veía algo inestable y peligrosa, con un gato entre sus manos?

Todo comenzó con unos chicos de su edad, en una zona abandonada hacía varios años atrás, mientras el mismo reía cansado y tirado al suelo feliz por sus actos.

Pero en este momento concentrémonos en el presente, con el mismo nervioso sin querer bajar de su lugar. Bueno; unas horas antes de hecho.

Los conoció a mitad de ciclo escolar de secundaria, fue mera casualidad el hecho que se desviara de su camino habitual de regreso a casa. Después de todo se decía que por esos rumbos una pandilla hacía de las suyas, y la verdad no tenía ganas de que le robaran o hicieran cosas peores.

Fue... instantáneo. La fascinación de lo que vio y las ganas enormes de poder hacer aquello lo embargaron.

Lástima que era alguien demasiado tímido para su gusto así que día a día por al menos un mes se dedicó a ver e investigar de lo poco que veía. Hasta que en una de esa tantas incursiones, dos miembros de ese peculiar grupo le atraparon. Completamente dócil y temeroso se dejó arrastrar a un lugar que debía de ser su guarida siniestra, temiendo lo peor después de todo se decía que esta pandilla era sanguinaria.

Lo que vio... fue de todo menos eso.

Una enorme mesa de ping pong, un pequeño frigorífico lleno de bebidas energéticas, un horno de microondas, un jugo de naranja en medio de sus manos y un chico de por lo menos primero de preparatoria con una enorme sonrisa entre sus labios.

A pesar de que se veía como alguien peligroso.

Ellos eran de todo menos de lo que se decía. Amablemente le dijeron que si quería aprender debió habérseles acercado desde el principio. Que lamentablemente tenían mala reputación por otros equipos de la zona.

No pudo más que expresar su felicidad con una enorme sonrisa, diciéndoles que se esforzaría. Las reglas pronto le fascinaron, jamás pensó que sería de esa manera.

La principal y que se esforzaban por cumplir.

-Su práctica implica respetar a los ciudadanos y al entorno, nunca debe poner en peligro la vida del practicante y la de los demás.

-Para unirse al grupo, los nuevos miembros tenían que ser recomendados por un miembro existente y pasar unas pruebas con el fin de evaluar su motivación para incorporarse. Aunque con el solo hicieron una excepción al ver lo motivado que se le veía por aprender.

-Tenían conocimiento de sus propios límites. Odiaban cuando un miembro se lesionaba; todos eran amigos y por ello no soportaban la preocupación.

-La humildad era un principio importante.

-A ningún miembro del equipo se le permitió sentirse superior que el resto, por ejemplo, ejecutando un movimiento sólo para exhibirse ante alguien que no podía realizarlo.

-Si alguien afirmaba que había logrado un reto difícil y peligroso sin ayuda, tenía que probar sus afirmaciones haciendo el reto de nuevo. Cualquiera que mintiera violaba el principio de humildad. Además de que se le consideraba alguien orgulloso y sin cuidado de su seguridad. Eso en definitiva no estaba permitido.

-Había una completa confianza en el grupo, cada uno de ellos animaba a los demás y mostraba confianza a través de su comportamiento.

-Si un miembro violaba los principios, el grupo se reunía sin la presencia de la persona infractora para discutir diversos castigos. Cualquier persona considerada inadecuada podía ser apartada de forma temporal o incluso permanente con el fin de mantener las disciplinas, valores y principios.

Y su lema...

"Ser fuerte de mente cuerpo y sobre todo, de corazón para asi ser útil".

No quiso ni se permitiría decepcionarlos.

Se volvieron sus buenos amigos, sus sempai jamás le hicieron menos y siempre a pesar de no ser tan fuerte como hubiera querido lo animaban a no preocuparse a seguirlo intentando. No todos seguían las normas y vio con tristeza partir a algunos que creyeron que con intimidación se volverían dignos de ser admirados.

Asi pasaron dos años y estando a finales de segundo fue que sucedió. Ese día había sido particularmente fresco y la noche anterior había dejado el asfalto algo húmedo.

Llevaba tenis nuevos ya que los anteriores ya le eran incomodos. Kazuo un chico nuevo a pesar de tener la misma edad le suplico que le enseñara un movimiento que por más que intentaba no podía lograr hacer. Al llevar más años era considerado un sempai por el chico y eso de verdad lo avergonzaba asi que con tal de no escuchar esa palabra fue que decidió mostrarle.

Todo iba de maravilla, entre risas y risas hizo el movimiento un par de veces después de todo solo era un salto en el que se lanzaba por encima de uno de los tantos obstáculos que tenían, con los brazos por delante, sin tocarlo, para caer en el otro lado haciendo una rotación en el suelo.

Sencillo. El problema vino cuando a la tercera vez que se levantó del suelo. Tomo aire demasiado rápido haciendo que se mareara, fue a dar al piso de costado y cuando creyó que no tenía nada. El dolor lo invadió haciéndole gritar con fuerza.

Se lesiono el tobillo y sus amigos lo llevaron al hospital. Una vez allí, estando en una cama y su madre estaba tan preocupada que lloró mucho y él le prometió que no volvería a hacer eso en su vida. Así que se concentró en el deporte que solía jugar con su hermano, el básquet.

Le dolió abandonar eso que tanto le gustaba. Al menos por un tiempo Kazuo se sintió tan mal por presionarlo que incluso intento dejarlo también, pero no le permitió hacer.

Y asi en sus dos primeros años en Seirin fue que decidió no ponerse en peligro; según su madre claro está. Pero al termino d segundo año, mientras volvían de un entrenamiento en Kaijo vio un par de chicos en un parque intentando hacer el mismo salto que lo lesiono de manera perfecta.

La nostalgia lo invadió y decidido; al día siguiente visito a sus amigos... y comenzó todo de nuevo, aunque estos; a pesar de que sabía ya mucho le sobreprotegían un poco.


Había tenido ese sueño nuevamente, la sensación de libertad, de sentir que volaba. Pero era algo que tenía celosamente guardado, algo que sabía su madre se enterase le rompería el corazón y ella le rompería la cabeza asi que no era algo que quisiera.

Aun en su cama sin ganas de levantarse de ella; después de todo era un lindo sábado, se removió buscando su celular que sonaba insistentemente en el buro al lado de su cama. Sin ver contesto la llamada entrante, escuchando la tranquila voz del otro lado de la línea.

—Espero; Furihata-kun, que no allá olvidado la reunión de esta mañana —

— ¿Por qué tiene que ser tan temprano Kuroko? Aun quiero seguir durmiendo y no se me ha olvidado, cancele mis otros planes... por... ello...— rayos, había metido la pata, nadie sabía de sus saliditas los fines de semana cuando no había entrenamiento. Y desgraciadamente Kuroko era de los que no dejaban escapar nada cuando sentía curiosidad por algo.

—Mmm, ya veo. Como sea, pasaremos por ti en media hora—

Con eso y sintiendo un alivio al no verse lleno de preguntas incomodas se levantó de la cama. Fue a la ducha llevando la ropa que tenía previamente lista desde la noche anterior. Escuchando mientras se duchaba la entrada de unos cuantos mensajes.

~Eres cruel, es la tercera vez que nos dejas plantados

~La próxima vienes, porque vienes. Hay una nueva técnica que quiero mostrarte

~El idiota de Kazuo* de lesiono de nuevo. No quiere hacer caso a tus indicaciones ya que tú sabes lo que se siente

~ ¡Ven a meterlo en cintura!

Y asi rezaban los múltiples mensajes que habían invadido su bandeja de entrada. Dejando la toalla sobre su cuello después de secar su cabello se apresuró a responder. Se estaba prometiendo a sí mismo no fallar en una próxima ocasión, después de todo esos chicos también eran sus amigos y los tenía algo abandonados.

Ya estando casi listo; ya que su alborotado cabello no quería cooperar, escucho la llamada del timbre y segundos después la voz de su madre saludando a sus compañeros. Sabía que Kuroko vendría acompañado de Kagami, después de todo el tigre era alguien algo... la verdad muy territorial. Ahora que vivían juntos estando ya en el primer año de universidad y siendo ya una pareja formalizada, con más ganas sacaba sus instintos sobreprotectores.

Y mientras tanto el mismo suspirando por la misma persona por casi tres años seguidos. Pero asi estaba bien. Le sabía alguien inalcanzable y esperaba que pronto su corazón dejase de latir con esos sentimientos. Cosa que no creía probable.

Bajo las escaleras casi ahogándose con su saliva y dejando morir la sonrisa de su rostro al notar y mentalmente intentar recordar el hecho de que no había escuchado su voz pese a que hablaba cordialmente con su madre; a una tercera persona.

Ni más ni menos que Akashi Seijuuro. El hombre del que llevaba enamorado por tanto tiempo. Bajo la mirada sonrojándose con cada paso sin poder evitarlo, tomando con fuerza su mochila.

—Madre... ya nos marchamos, volveré tarde—

—De hecho señora Furihata, nos quedaremos en mi casa después, asi que Kouki no volverá esta noche—

—¡Ah! Pero qu...—

—No te preocupes Seijuuro-kun. Kouki cariño, no necesitas que tus amigos pidan permiso por ti, con que me avises con un mensaje está bien—

—Pero... pero...—

¿Qué diablos le sucedía? Es decir, eso fue realmente vergonzoso. No pudo pensar demasiado porque para cuando lo noto ya estaba sentado en un elegante auto, en el asiento del copiloto mientas un heterocromatico pelirrojo manejaba sin pena alguna.

Iba a protestar pero tanto la mirada bicolor como la celeste le instaron a cerrar la boca, suspiro y se dejó llevar.

¿Qué tan malo podía ser? A si, su corazón se estremecería de la pena de tenerle tan cerca pero sentirle tan lejos.

Por fin después de unos minutos de tranquila conducción llegaron a su destino, unas canchas cercanas a Seirin, a media distancia de hecho del lugar que solía frecuentar con sus otros amigos.

No fue necesario esperar demasiado a los demás miembros de la generación de los milagros, después de todo la mayoría ya estaba ahí con sus respectivas parejas.

Los juegos fueron a decir verdad; muy entretenidos. Amaba esas reuniones. No solo porque veía al dueño de su corazón; claro sin que este lo supiera. Si no que después de los años los lazos se habían hecho más fuertes siendo todos muy amigos. Además de que ya no temblaba y medio moría por entablar una conversación con Akashi. Bueno no tanto.

Con forme paso el tiempo y la tarde se hacía presente todos concordaron de que necesitaban alimentarse. Siempre tenían la costumbre de comer en el primer local que encontraran, algo asi como para salir de la rutina y esta vez le había tocado al gigante de los dulces escoger el destino. Pero como todos temían ser llevados a un lugar lleno de postres fue su pareja; Himuro Tatsuya, escoger el lugar. Este les había dicho que cerca de ahí cuando venían de camino había visto un lugar que se le hizo acogedor de comida italiana asi que todos se apresuraron a ir caminando hasta el lugar, después de todo estaba cerca.

Iba en una amena plática con el dúo de luz y sombra, sintiendo algo de escalofríos porque Akashi se les había unido a la banal plática, cosa que hacia su corazón estremecer.

— ¡Silencio!— escucho decir a un exaltado Takao, viendo a todos lados, cosa que todos instintivamente comenzaron a hacer. Fue cuando lo escucho.

El maullar de un gato. Un maullido bastante lastimero cabe destacar.

— ¡Ahí esta Shin-chan! ¡Hay que bajarlo!—

—Imposible-nanodayo. Oha Asa dice que los lugares abandonados me traerán mala suerte—

—Pero es obvio que no puede bajar ¿Mejor llamamos a los bomberos? Takao-kun—

El animalillo se encontraba en una esquina en un tercer piso de una obra a medias.

— ¿Cómo diablos llego hasta ahí? Además si llamamos a los bomberos por un simple gato seremos amonestados... creo—

—Eso es verdad Bakagami. Que alguien entre al lugar y ya. Pero ese no seré yo—

—Traigan alguna cosa larga, como un palo, no sé y solo túmbenlo, después de todo los gatos caen siempre en sus cuatro patas—

—Estás loco Kise-kun, es un tercer piso. Creo que si puede dañarse desde esa altura—

—Kise, no des ideas tan estúpidas...—

—Al menos las estoy dando ¿No?... las estoy dando... ¿Entendiste? ¡Sempai no me golpee!—

— ¡Cállate entonces!—

—Láncenle comida y déjenlo ahí—

Todos voltearon a ver a la persona que había dicho eso. Murasakibara quien comía un pastelillo sin signo alguno de mentir o retractarse sobre lo que había dicho.

—Eso es cruel Murasakibara-san... digo... perdón... lo siento—

— ¡No intimides a Ryo Murasakibara!—

— ¿Que? Yo tendría hambre después de tanto chillido—

—Atsushi, no creo que eso sea conveniente. Está muy alto. Además no podemos esperar a que vengan los trabajadores de la obra, es fin de semana y por lo que veo se tomaron unos días—

—Podría mandar traer una escalera pero eso tardaría demasiado tiempo— hablo por fin el emperador a su lado... muy cerca suyo

— ¡Pero muero de hambre!—

Gritaron al mismo tiempo tanto el moreno ex estudiante de Too y el ex-tigre de Seirin. Siendo vistos de manera reprobatoria por pensar antes en sus estómagos que en el gato atrapado en el edificio.

Asi que en un lapsus que hacía años no había sentido fue que paso. Mientras todos decían hasta las cosas más absurdas para rescatar al gato que no dejaba de chillar; como usar un dron con una cuerdita y lazar al gato, dicho esto por Kise. Hasta traer un perro. A lo que Kagami chillo quejándose de que de nada serviría.

No lo pensó. Solo salto con precisión la valla que impedía el paso de ajenos al lugar.

Identifico de manera rápida los puntos básicos con su mente y vista entrenada. Sus manos hicieron contacto con la superficie rugosa de una de las ventanas, balanceándose con la mano izquierda para lanzar su cuerpo a un estrecho alfeizar que conectaba a un balcón. Los balcones eran excelentes a la hora de escalar muros, asi que valiéndose de ellos coloco sus pies creando puntos de soporte entre la ventana que daba al segundo piso contra algunos pequeños huecos que encontró en su camino en las paredes.

Apoyándose con las manos en el balcón del segundo piso con las manos en paralelo durante el salto, para después pasar las piernas juntas y flexionadas entre las manos para caer en el otro lado haciendo una rotación en el suelo; bueno en un lado del techo, justo al lado del gato que se había erizado con el sonido del golpe que hizo al caer.

Sacudió el polvo de sus ropas, tomando al exaltado animal y metiéndolo con algo de dificultad a la mochila que portaba. La acomodo para que no se llevara algún golpe en el camino de regreso. Notando el silencio que fue roto con la frase que resonaba en sus oídos.

Realizo en minutos lo que a los espectadores les pareció una eternidad.

Llegando por fin al inicio de este asunto.

Porque el primero que mató el silencio fue Akashi, que solo dijo con su cara seria y habitual. Voz normal.

—Cásate conmigo—

—¿Eh?—

—Akashi-kun, tenías que ser un poco, solo un poco más sutil. Sabes—

— ¡¿Qué demonios Furi?! Baja de ahí maldición—

—Wow... solo, wow—

—Su flexibilidad es... y sus reflejos... ¡¿Cómo es que no se rompió algo con ese salto?!—

Y ahora estaba ahí, rojo como el infierno, sin querer bajar por el nerviosismo. Mientras todos le elogiaban y le regañaban. Además de la inquietante mirada de Akashi en su persona y la obvia fascinación que demostraba.

Un poco cansado de que ahora el griterío fuera en su dirección bajo con mucha, pero mucha lentitud ya que los nervios entre los elogios y los regaños lo ponían aun algo mas nervioso y estaba seguro de que no quería romperse nada más.

En cuanto estuvo en frente de todos sus amigos con las mejillas arreboladas mirando al suelo sin decir nada y el silencio de todos, saco al gato de su mochila mostrándoselos intentando romper la tensión.

— ¿Alguien quiere al gato?—

Después de un montón de regaños de la luz y la sombra y la forma descomunal en la que evadió la propuesta de matrimonio. Estaba ahora en un peor problema.

Se encontraba en la sala del departamento de Akashi en una zona apartada pero viendo como Kise y Takao se divertían con un ahora bien alimentado y bañado gato; mismo que dejo con los brazos todos arañados al par y sobre todo fuera de peligro.

Pero esa no era la extraña situación. Lo era más bien el hecho de que estaba sentado en el regazo del heterocromo, bien sujeto de la cintura y con el mentón recargado su el cuello.

¿Nervioso? No... ¿Como creen?

—Entonces Kouki ¿Ya escogiste el día de nuestra boda?—

—Pe-Pero que dice Akashi-san ¿Qué eso no era un-una broma?— estaba seguro que tanto sus mejillas como cuello y orejas estaban rojísimas.

—En lo absoluto Kouki... tu... audacia y obvia puesta en peligro me hizo replantear mis planes de conquista. Por nada del mundo permitiré volver a ver como expones tu trasero de esa manera de nuevo—

— ¡Akashi-san! Que co-cosas dice—

— ¡Por dios Kouki! ¡Era un tercer piso!—

Con una delicadeza que casi le hizo querer gritar que no era de vidrio fue volteado, quedando frente a frente de quien amaba. Bajo la mirada, siendo alzada por el mentón. De alguna manera sentía que le desnudaba hasta dejarle a flor de sentimiento.

—Kouki...De verdad me gustas, no sabes el horror que sentí cuando te vi haciendo esos... malabares. No pude evitar imaginar que... te perdía para siempre—

—Se llama Parkour Akashi-san... —

—Y todo por un maldito gato—

—No podía dejarlo ahí... —

Poco a poco recargo su frente en el hombro contrario, tomando la elegante camisa entre sus manos, el ruido de sus amigos y todo a su alrededor fue eliminado de sus oídos, en ese momento las suaves caricias que sentía en su espalda y sus respiraciones era todo lo que su mente registraba.

—Akashi-san también me gusta...—

Akashi le hizo levantar la mirada de su escondite, viendo la sonrisa orgullosa de este, poniéndose aún más si se podía rojo de la vergüenza.

—Lo se... ¿Quieres ser mi pareja y después o mañana casarte conmigo?—

—S-Si quiero...—

No pudo evitar reír ante tan extraña proposición. Poco a poco sus rostros se fueron uniendo, sentía el aroma del perfume de su ahora pareja con más nitidez. El tiempo se detuvo y a escasos milímetros de por fin probar esos ansiados labios un maullido y una intromisión en medio de sus cuerpos los separo.

Era el gato. Que no dejaba de analizar a Akashi; o eso sentía, de manera retadora. Misma que le devolvía sin escrúpulo alguno.

Quien les viera pensaría que animal y humano se mataban con la mirada el uno al otro

—Ahora que lo pienso— escucharon hablar al rubio del grupo — ¿No tiene un parecido ese gato con Akashicchi?—

— ¿Dónde quieres tu tumba Kise-kun?—

— ¡Que! Kurokocchi... —

—Akashi-san... No mates al gato—

Bueno, ya tendría otra ocasión en besar a su ahora novio. Por lo pronto debía evitar una batalla... y ver como hacía para que su madre le dejara adoptarlo, después de todo... el gato si le recordaba a Akashi Seijuuro.

Tal vez le pondría Aka.

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