En más de alguna ocasión, sobre todo cuando habían terminado de tener relaciones y el calor del momento se había disipado para dejarlos solo a ellos mimándose y regalándose dulces besos mientras hablaban de temas triviales, el asunto de "la mordida" había ocupado parte de sus conversaciones.

Ambos lo sabían, las circunstancias sociales en las que se veían envueltos y los problemas familiares (de Shinra) los imposibilitaban para pensar en siquiera tener cachorros, a corto plazo, por lo menos. Pero ambos habían demostrado el genuino interés por formar su propia familia.

Por ahora, cuando los instintos de alfa casi exigían el formar el lazo con su omega, Obi lograba mantener el control y aunque le mordiera, esta era demasiado superficial como para ser borrado un par de días después.

Tendrían paciencia porque sabían que la espera valdría la pena.