Shinra despertó unas horas más tarde luego de que Viktor le inyectara los supresores y le pusiera el collar de protección.

Vio a su alrededor, notando que ya el Sol estaba en lo alto del cielo y sus fuertes rayos ingresaban por la ventana a su lado.

Parpadeó, tratando de disipar un poco la neblina que cubría sus ojos luego de largas horas de sueño, hasta que por fin su vista se vio normalizada.

—¿Shinra?—escuchó la voz de Obi a sus espaldas. Tal parecía que el alfa acababa de llegar a la habitación, porque entre sus manos traía un montón de hojas bastante grande. Probablemente eran informes que debía revisar.

Lo vio dejar aquellos papeles sobre el escritorio ubicado a los pies de la cama y luego encaminarse hacia ella, sentándose junto a él.

Shinra se incorporó, sintiendo un leve mareo y su cuerpo aun bastante caliente, además de sentir su cuerpo mojado por todas partes.

—¿Cómo te sientes?

—Acalorado—respondió él, apoyando su cabeza en el hombro del alfa, inhalando su aroma y embriagándose con él.

Dios... su aroma era tan delicioso.

—¿Necesitas agua?—le ofreció, queriendo no enfocarse en cómo el dulce aroma a fresas de Shinra comenzaba a tener un leve tono picante, indicador de que el omega había comenzado a excitarse nuevamente.

—No—negó en un hilo de voz, comenzando a respirar aun más fuerte y acercando poco a poco su rostro hacia el cuello del alfa—Te necesito a ti.

—Shinra...

—¿Mm?—casi sonó a un jadeo, mientras intentaba apegarse aun más a él.

—No deberíamos.

—¿Por qué? Tengo el collar y los supresores tienen anticonceptivos—le refutó.

—Pero...

Shinra tomó un poco de distancia y le miró, haciendo un puchero con su boca y colocando su expresión más necesitada.

—Por favor...

Y Obi no pudo decirle que no a esos ojos de cachorro.