Un día después de que a Obi le llegara su celo, este se fue tan rápido como llegó. Esa era la ventaja de los alfas, que el celo no duraba más allá de 24 horas.

—Todo parece estar bien—dijo Shinra, peinando el pelo de Obi, quien estaba sentado a la orilla de la cama.

—Todo, menos el dolor de mi mandíbula—contestó, haciendo un movimiento con ella.

—Déjame ver.

Obi abrió su boca, dejando que Shinra revisara viera si tenía alguna anomalía.

Abrió sus ojos, sorprendido.

—Son tus colmillos—indicó—Están más grandes.

Obi cerró su boca y asintió.

—Supuse que sería eso—dijo, para luego lanzar un suspiro—Durante los celos de los alfas los colmillos y caninos crecen para ser aptos para marcar a un omega.

—Ya veo...—Shinra supo en seguida qué era lo que quería decir Obi—Entonces ahora que me conociste, tus dientes cambiaron permanentemente.

—Supongo—respondió.

—Entonces es probable que también me pase luego de mi celo.

Obi asintió con la cabeza.

—Habrá que esperar para verlo.

Eso puso un pelo ansioso a Shinra y Obi lo notó por la forma en la que la garganta del omega se movió al tragar y lo estática que quedó su expresión.

—Hey, no te preocupes—llevó su mano hasta la mejilla de Shinra, donde él dejo que su rostro se apoyara y le miró a los ojos—Sea lo que sea, todo estará bien.

—Lo sé, solo que es raro todo esto.

—Raro... ¿de malo?—preguntó el alfa.

Shinra negó con la cabeza.

—Solo raro—repitió—Todo esto es demasiado nuevo para mi.

—Entiendo.

Shinra levantó sus brazos y los colocó sobre los hombros de Obi, atrayéndolo a un cálido abrazo, el cual el otro no se negó.

—Sigamos aprendiendo juntos ¿si?

—Por supuesto que sí.