Cuando Obi despertó, un par de horas luego de recibir el supresor, notó que Shinra finalmente también había caído dormido junto a él.

No se habían movido de su posición, su cabeza seguía apoyada en el pecho de su omega y una de sus manos se mantenía sobre su cabeza.

Obi sonrió.

Siempre le ha gustado estar así, escuchando los suaves latidos de Shinra y el sentir cómo su pecho subía y bajaba en cada respiración. Además que habían momentos en los que se dejaba sentir un pequeño, muy leve y casi imperceptible ronroneo en el pecho de su omega y que estaba seguro que él mismo no sabía que podía hacer.

Era su pequeño secreto y que esperaba mantener para él durante un tiempo más, porque sabía que si Shinra se enteraba, la vergüenza se apoderaría de él y no podría disfrutar de su ronroneo con libertad como lo ha estado haciendo hasta ahora.