Tristes son las mañanas para estos seres, pues la guerra los ha separado y muchos perdieron el camino de regreso hacia el perdón. Muy pocas veces sus diferencias se acaban de discutir y tienen tiempo de charlar. No importa de que, si de la vida o la muerte, si del aroma del césped mojado o de las lavandas, si de la bella luz que el sol emana cada día o cuando las nubes lo tapan. No importaba.

Fue milagro el ver como un día, y con poco esfuerzo, pudieron juntarse en en suelo sin ser vistos por quien los castigo, para  tomar el té de la tarde.

-Que tal el de manzanilla? - pregunto Miguel.

-No me gusta.- contesto el Lucero- prefiero té verde.

-Entonces te verde sera -contesto risueño.

Mientras ambos hombres disfrutaban de la mutua compañía y se relataban historias viejas y revientes que alegraban el alma, el viento soplaba de manera no muy fuerte ni con poca energía. El día les sonreía a todos.

-El tiempo nos ha sonreído, compañero -dijo el Lucero.

-Debe avernos sonreído alguien mas.- contestó Miguel.

Lejos de aquellos compañeros ya unidos, el cuelo observaba desde las alturas como un viejo amor volvía a florecer como rosas en la lluvia.

Modo, con su piel rosada y labios pintados en carmesí, de pelo obscuro y sonrisa tranquila, se sentaba bajo un árbol y recogía una flor a la vez para armar otra corona para Rafa, quien estaba en sus rodillas reposando, y que con su bastón alejaba a las abejas que quisieran posarse en la piel de su amante.

Rafa extendió su mano hasta la mejilla de Modo, y este la tomo dándole un beso en el centro.

-Tus deseos deberán aguardar hasta que venga noviembre, pues no tienes permitido tocarme, amado.-dijo Rafa para luego darle un beso en la mejilla.

-Me siento en egiptó otra vez..-respondió triste Modo.

Mas lejos de aquella escena, un hombre pálido cual nieve, de cabello canoso y ojos rojos cual sangre, sale de su descanso en el mar. Liwyatan sale empapado de su letargo,mientras que Jibril lo espera con mantos en la orilla. El monstruo se acerca y el lo seca, mientras le entrega una sonrisa cálida, permitiendo a su desalmado corazón calentarse con su amabilidad.

-Haz de estar desesperado por compañía, si me esperaste tanto tiempo. - hablo Liwyatan.

-He estado ansioso por verte, por que tu lo has de estar de la misma manera.- volvió a a sonreír.

En las praderas, do de el sol alumbra mas, y los pájaros cantan sus historias al mundo, Uriel merienda junto a Baal, quien devora los panes y el vino que este ha preparado con esmero, dejándole a Uriel una sonrisa.

-Las abejas también te perseguirán después de esto.- comento el joven.

-Y a ti mil hombres armados si es que no te callas.

En el bosque de lo tesoros, miles de cuebascon tesoros escondidos han sido encontradas. Mammon se lleva a Chamuel hasta la mas profunda y obscura de todas, y en ella, le regala argollas, y este en agradecimiento, le da un lazo rosado y se lo enreda en el cabello.

-Haz de lucir bien cuando vayas a cobrar cuentas con esos hombres. -Le dice Chamuel.

-Y tu haz de ser menos cariñoso y bondadoso con aquellos que desperdician tu regalo. -dice triste el avaricioso hombre.

Hemos vuelto a la fiesta de te. Dentro del palacio mas grande de la historia, un hombre duerme. Duerme y duerme mientras otro lee un libro.

-Algún día haz de despertar, Belf. -le dice el hombre.

-Jofiel, cada vez que lo hago...tu revientas.

En otro cuarto, un vivero para ser exactos, se hayan miles de violetas, lavandas y jazmines. Mientras que un hombre las cuida, otro destruye con ira y rabia el patio trasero con una pala.

-Shatian, tu ira no te llevara a nada.

-Y que tus flores, Zad? -le responde en un grito.

-Volvamos al vivero. Ayudame o se marchitarán.

Lamentablemente al anochecer, todo acabo.
No sonaron mas campanas, no se oyeron mas risas, los regalos ya se habían usado, y el amor se esfumo.

Los viejos amigos volvieron a salir de noche a arruinar vidas ajenas, en casinos, hospitales y en hogares, mientras los demás los desterraban.

Lucero lloraba ven brazos de Shatian, preguntándose el porque de sus acciones. Este no hizo nada mas que darle consuelo.

Liwyatan regreso a su cueva submarina, esperando a su maestro para que jugara con el.

Baal se comió a todas las moscas que lo rodeaban, para luego darse un festín diferente con la carne de Modo, quien lloraba sin consuelo alguno y sin ánimos de recibir contacto de alguien mas.

Belf tuvo insomnio por primera vez en millones de años, mientras Mammon se hartaba de contar sus lingotes de oro.

El cielo rugía con furia, látigos se oyeron y sangre fue derramada como lluvia, mientras que el dolor y el lamento de 14 príncipes, era escuchado por todos.