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Sabrina Carpenter - Diamonds Are Forever

Escrito por: Sujeto123 (Fue escrita por Sujeto 1)

—Lo quiero. —dije con una sonrisa arrogante mirando el diamante incrustado en un collar de oro puro.

Me merezco ese fascinante collar, brillo incluso más que el diamante entre mis manos pero eso no quita el hecho de que lo puedo usar para presumir todo mi dinero y poder.

***

La fiesta iba de acuerdo al plan, la mansión se encontraba perfectamente decorada demostrando, otra vez, que nuestras fiestas son las mejores.

Camine moviendo mis caderas de forma sensual por toda la pista de baile mientras bebía del exquisito champagne observando a todos los invitados. Estaba tan concentrada presumiendo y mirando a la Familia Mc'Clare que no me fijé bien por dónde caminaba haciéndome chocar con uno de los meseros.

Chille al sentir el empalagoso líquido adentrarse a mi vestido, ¡Esto no podía estar pasándome! Mire furiosa al chico que estaba repartiendo champagne, este me miraba con asombro y una pizca de diversión.

¡¿Cómo se atreve?!

Agarré su brazo con fuerza y lo jale mientras caminaba rápidamente a la parte trasera de la mansión. Antes de irme por completo hice una seña a una de las de limpieza para el desastres que había hecho el mesero de cuarta. Ya afuera y sin dudarlo dos veces le di una fuerte cachetada.

—¡¿Cómo osas dejarme en ridículo frente a todos?! Y cómo si fuera poco, ¡Reírte en mi cara! —grite conteniendo las ganas de matarlo con mis propias manos. Él ni se inmutó, simplemente sonrió de lado y me miró con una ceja alzada.

—¿En serio quieres jugar a esto? —pregunta con un tono ¿Seductor? Hice una mueca de asco.

—¿De qué hablas idiota? —pregunte con el entrecejo fruncido viendo cómo se acercaba a mi lentamente.

—De esto. —dice sin más lanzandose hacia mi juntando nuestros labios. Quedé en shock al saborear la fresa en sus labios.

Me separé de golpe.

—Tu... Eres... —no lo podía creer, ¡Me había acostado con un mesero! ¡El chico que he estado buscando y la razón de esta fiesta es él! —No puede ser. — susurro atónita.

—Sí puede, otra cosa es que no lo quieras aceptar porque no soy de tu mismo estándar. Ni siquiera me acerco un poco he de admitir. —responde conteniendo una posible carcajada.

¿Y saben que hice al obtener esa respuesta? Huir, sí, huí de regreso a la mansión esquivando a todos hasta llegar a mi habitación dejándolo ahí abajo con las palabras en la boca.

Apenas llegué a la habitación me quite el vestido húmedo por el champagne quedando con solo mi ropa interior y el collar. Me acosté en mi gran cama mientras miraba el techo sin todavía aceptar lo que estaba pasando.

Tome entre mis manos el diamante sin despegar mi vista de él.

—Soy un diamante... Los diamantes son para siempre y mi amor es eterno también. —susurre antes de quedarme completamente dormida.

***

Una semana después

Me encontraba en el patio de la mansión, es de noche y se me había ocurrido la gran idea de tomar una manta y acostarme a ver las estrellas. Caled no me a vuelto a hablar desde la última vez en la fiesta, y sí, lo mandé a investigar para saber más sobre él.

Es hijo de una de las sirvientas, la cual, milagrosamente ese mismo día se le aumento el sueldo y se le dieron vacaciones.
Caled por su parte sigue trabajando cómo jardinero al igual que sigue ayudando a las sirvientas con las cosas que no pueden hacer. Era más que obvio que a el no le daría vacaciones, no lo quiero lejos de mi. Lo había intentado todo para acercarme a él sin parecer muy desesperada pero había fallado en todos mis intentos por desgracia.

—Te vas a enfermar aquí afuera. —retiro lo dicho. Me levanté de golpe al verlo parado a escasos centímetros de mi.

—¿Y? —pregunte con una ceja alzada. ¡Que insoportable soy! Con razón no me a prestado ni la más mínima atención esta semana. Veo cómo rueda los ojos para luego suspirar y sentarse al lado mío. —Caled yo... —estaba a punto de pedir disculpas por mi forma de contestar tan fea pero fui interrumpida antes.

—Deja de intentarlo Sofía, no lo vas a lograr. Al principio si me gustabas pero ya no, no puedo quererte mientras seas así. —dijo entrelazado sus manos en su regazo. —Estas acostumbrada a lujos que yo jamás te podría dar ni en esta ni en la otra vida. Tu personalidad, tu forma de ser opaca el diamante que eres y ni siquiera me voy a molestar en intentarlo porque se que fracasará. Así que te pido que dejes de intentarlo, porque yo hace días te di por perdida. Sigue con tu vida de lujos sin mi. —termina de decir con una mueca. No digo nada, no lo podía creer en serio él... ¿No está dispuesto a nada?

Él a no recibir respuesta de mi parte se levanta en silencio y se va, dejándome completamente sola con un punzada de dolor en el corazón.

—Supongo que solo querías que renunciara a todos estos diamantes por ti. —susurre sintiendo las tibias lágrimas caer por mis mejillas.




¿Del 1 al 10 cuánto le dan?

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