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BlackPink - Hope Not


Debo recalcar que, ésta es mi cuenta secundaria o algo así, ya por fin recupere mi cuenta original pero igual seguiré aquí por estas historias.

Está idea, de las historias basadas en músicas la tenía en mi cabeza desde hace mucho pero no me atrevía a publicar el libro; ahora no solo es mía sino que de todos los que están participando también. Así es cómo tenía planeado que fueran los capítulos:


—Datos:

Protagonista femenino: Celeste Colton, 17 Años, Cabello de color azul, tez blanca, Chica Tóxica.

Protagonista masculino: Alan William, 17 Años, Castaño, tez blanca, Chico Romántico.

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Narra Celeste

Me encontraba sentada al borde de mi venta, la suya quedaba al frente de la mía y sin poder evitarlo una punzada de dolor llego a mi pecho.

Alzo la vista y miro el cielo azul claro. Hasta el cielo me hace recordar él, a su mirada llena de amor... Mirada que jamás aprecie hasta ahora.

Muerdo mi labio inferior mientras negaba con la cabeza, no tiene sentido, soy una estúpida sin remedio.

Merezco sufrir por todo lo que le he hecho, pienso suspirando.

Giro mi cuerpo quedando de nuevo en mi habitación, apenas me separe de ventana la cerré al igual que sus cortinas blancas.

— ¡Celeste baja ha desayunar! — grita mi madre desde la planta baja. Hago una mueca de asco. Hasta desayunar se ha vuelto una tortura en mi vida.

Rápidamente me cambio de ropa colocándome unos jeans negros, una sudadera dos tallas más grande que la mía del mismo color y converse.  No me tome muchas molestias en arreglar mi cabello y salí de mi habitación a pasos apresurados.

Mi momento de despecho, arrepentimiento y depresión había durado más de lo que dura normalmente haciendo que no pueda desayunar mucho al llegar a bajo.

Mi madre me regaña con la mirada más no dice nada al ver que solo agarraba una manzana y galletas de todo lo que había preparado.

— Adiós Ma. — digo en apenas un susurro saliendo de la casa. Me quedo en la puerta de mi auto tratando de calmar los latidos descontrolados de mi corazón.

Una fuerte brisa mueve mi cabello alborotandolo más. Incluso cuando las cuatro estaciones cambian, yo no puedo. Sigo pesando en el dolor que le cause, en todos lo momentos que vivimos juntos.

Subo a mi auto y dejo todas mis cosas en el asiento del copiloto mientras me llevaba a la boca una de las galletas de avena.

Sonrío con la boca llena de galleta al ver la foto de él en el porta vasos cómo si nada hubiera pasado, cómo si nada más llegar al instituto él llegaría a mi lado para besarme o desearme un lindo día.

Dicen que no tiene sentido lamentarse pero seguiré pensado en él, porque ha sido el mejor y siempre lo será, pensé masticando.

Sin percatarme ya había llegado al instituto, estacione mi auto y dejo mis manos apretadas en el volante.

Inhalo, exhalo, inhalo, exhalo.

¿Porqué siempre es lo mismo cada mañana? ¿Algún día lo podré superar?

Con la cabeza pegada al volante la volteo y miro el paquete de galletas por la mitad.

Ya se me quitó el apetito.

Extiendo mis manos y tomo la mochila, por último la manzana. Si mi madre se entera que no estoy comiendo bien me ha matar.

Salgo del auto y suspiro. Varias personas se me habían quedado mirando mientras caminaba.

Creo que no soy la única que no lo supera.

Y, cómo si fuera poco lo vi. Tan perfecto como siempre. Apreté mi agarre en la mochila y seguí mi camino con la cabeza agachada.

***

— Maldita vida... — susurro buscando mi encendedor en mi mochila, resignada dejo la mochila en el suelo al lado de la banca. Estiro mis piernas dejándolas completamente extendidas.

La mañana había pasado lenta como es de costumbre y en este instante estábamos en receso, decidí que lo mejor que podía hacer era salir y tomar aire fresco antes de que tocaran la campana de regreso pero al parecer me equivoque.

— Miren a quien tenemos aquí, la tóxica del instituto. — dijo alguien con burla. Frunzo mi ceño, no había visto ha esta tipa en toda mi vida.

— ¿Disculpa? — pregunto levantando una de mis cejas, era lo único que había movido de mi cuerpo ya que no creí que valiera moverme en lo más mínimo por basura así.

— Lo que has escuchando tóxica, o no me digas que ya hasta eres sorda?  — pregunta con diversión, al lado de ella estaba otra chica, su cabello es castaño claro y tiene unos lindos ojos verdes.

Que envidia, hasta puedo oler su perfección desde aquí.

Por otro la chica que me estaba hablando es pelinegra que contrastan con sus ojos negros, nada fuera de lo usual.

— ¿Qué quieres? — pregunte mirando mis dedos en los cuales se encontraba mi cigarro intacto por la falta de mi encendedor.

— ¿Que qué quiero? Quiero que te vayas de aquí, del país y que te mueras si es posible. — dice con una sonrisa.

— ¡Rose! — exclama la chica a su lado horrorizada.

— Descuida, estoy en eso así que no tienes porque preocuparte. — dije con una sonrisa de lado.

— No, no, no! No le hagas caso a mi amiga, solo esta jugando. — me dijo la castaña con una sonrisa nerviosa.

— ¡No bromeo! Ella es la ex de tu novio Abril, es una perra por todo lo que ha hecho no crees? — pregunta con el entrecejo fruncido Rose.

Las miro confundida, yo he estado con muchos chicos más con ninguno de forma formal, excepto... Nononono, él no puede...

— ¿Eres novia de Alan? — pregunto sintiendo de nuevo la punzada de dolor en mi pecho.

— S-Sí... — dijo asiendo una mueca incomoda. Yo por mi parte ya no estaba tan relajada, yo me encontraba al frente de ella con la respiración agitada sintiendo mis ojos arder por las lágrimas que amenazaban con salir en cualquier momento.

No lo culpo, ella es perfecta y yo... Yo no soy nada al frente de ella.

— ¿Puedes prometerme algo? — le pregunto tragando nerviosa, lo sé, soy patética pero eso es lo que menos me importa ahora. Ella asiente con la cabeza confundida, su amiga estaba asiendo una mueca de asco al ver como estaba tan cerca de Abril. — Prometeme que lo cuidarás, que no serás como yo y apreciarás cada momento a su lado, él merece lo mejor, merece que lo valoren, m-mere... — no pude terminar cuando ya las lágrimas corrían por mis mejillas.

Tomándome desprevenida Abril me abrazo con fuerza. Yo solo ponía mirar al cielo sin dejar de llorar.

Mierda, duele más de lo que pensé.

***

Fría.

La noche se encontraba fría como es de esperarse, aunque tampoco creo que ayude mi vestimenta. Apenas tengo un vestido negro que se ajusta perfectamente a mi pequeño cuerpo, de calzado seguía usando mis converse sin problema alguno.

Le doy otra calada a mi cigarro mirando el cielo estrellado.

— ¿En serio creí que vendría después de todo? — me pregunte a mi misma mirando los trozos de espejo en el suelo, podía ver mi reflejo en ellos con gran facilidad.

El año pasado cuando Alan y yo terminamos en este lugar solíamos venir pero solo para ver las estrellas ya que no hablamos ni nada, era así todos los 5 de cada mes.

Tomo uno de los trozos de espejo y lo sostengo con fuerza entre mi mano, el dolor no tardo en llegar y las gotas de sangre tampoco. Mis ojos estaban cristalizados y al poco tiempo sentí las lágrimas caer.

— Lo siento t-tanto... No debí haber aparecido en tú vida... — dije acercando el trozo de espejo a mi antebrazo. — No debí haber jugado contigo... — hice la primera corta, no fue profunda pero si lo suficiente como para que empezara a sangrar. — No debí haber jodido tú vida. — otra cortada. — No debí haberte llevado conmigo a mi infierno, no debí permitir que decayeras. — otra más. — Perdón, perdón por todo, perdón por haberte ilusionado, por haberte llevado al borde de la muerte. — otra más, la sangre cubría todo mi brazo izquierdo y mis sollozos ya eran incontrolables. — Pero lo que más siento es... Ser tan egoísta y no haberte valorado, amor... — sin miedo alguno hice la última corta que daba mi sentencia de muerte.

La vena madre ya había sido cortada al igual que mis esperanzas de ser perdonada.





[Escrita el: 21/06/19]


Sí, hace mucho lo escribí cómo lo han podido notar. Mi cuenta original es: Sujeto123

Sin más que decir, me despido.

—Sujeto 1

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