Secretos políticos
Rubén saco un pequeña caja de cigarrillos, saco uno y lo prendió, mientras tanto yo lo miré fijamente, había algo que no me cuadraba, algo en esta historia está mal, se siente falsa. Mientras yo lo miraba, aunque en realidad no lo miraba, solo miraba a la nada pensando en su historia, él adelantó su mano y movió la caja de cigarrillos.
- ¿Quieres? – esas palabras me hicieron volver al mundo.
- no gracias, no fumo, nunca me gusto eso, gracias – él sonrió.
- bueno, más para mí – él fumo el cigarrillo y lo voto por la boca – tengo una pregunta Mario ¿En qué te gastas tu dinero? ¿Tienes algún vicio? Por ejemplo, la cerveza.
- no, la verdad es que no tengo vicio, todo con limite, si me gusta la cerveza, pero siempre con auto control.
- me gusta, un policía responsable, eso no se ve casi.
- qué historia más estúpida – yo volteé a ver a Walter – de que nos sirve esa historia – Rubén sonrió y volvió a fumar otro poco de su cigarrillo y votarlo por la boca.
- mucho más de lo que crees, tiene un potencial increíble que ustedes no saben, pero no los culpo, son jóvenes e incultos.
- eres un desgraciado – Walter lo miró con odio.
- sí, y me encanta – él se río.
- pero tengo una duda – todos en la habitación me miraron – si todo esto paso ¿Por qué no lo sabemos? Yo investigue tu vida y jamás has matado a alguien de esa manera – Rubén sonrió.
- no, o eso se supone, pero el tema es simple, es un secreto, la gente han dicho que he matado mil personas aproximadamente, pero no es así, son casi el doble, por qué yo antes era un sicario, eso ya deberían saberlo, pero ¿Han encontrado información de esa parte de mí? – todos nos miramos, era verdad, esos archivos siempre están resguardados y ni siquiera nuestra jefa los puede conseguir – lo que pasa es que hice contratos con algunas personas importantes, personas dentro de la política,
- ¿Quiénes? – Rubén sonrió.
- lo siento, pero soy hombre de palabras y prometí no decir su nombre.
- si eres tan hombre de palabra ¿Por qué nos contaste todo esto? Yo creo que estás incumpliendo tu palabra.
- no, aunque no lo crean, no lo hice, yo prometí que, si alguna vez se descubren lo que paso, no lo voy a meter, no nos conocíamos básicamente, dos desconocidos es lo único que íbamos a hacer, pero yo no prometí no decir lo que hice.
- y ¿Quién fue? – Rubén lo miró confundido.
- ¿Acaso no te quedo claro que soy hombre de palaba Pablo? – yo me aguanté un poco las ganas de reírme – no puedo decir quién es, prometí no hacerlo.
- haber si me quedó claro, tú has hecho tratos con políticos para eliminar gente.
- no solo eso, pero a la gente solo le importa los muertos, no se van a mover si no hay muertos o niños en la ecuación, bueno, también cuando les tocas muchos las pelotas, hasta que se cansan, pero, eso es muy raro de ver.
- no es cierto, la gente siempre está atenta, no es como tú dices, ellos se preocupan por su país y ciudad.
- algunos, claro está, siempre hay excepciones sobre este caso, pero una cosa es quejarse y otra muy diferente es hacer algo para cambiar, la gente normalmente se queja, en sus casas o trabajos, pero no se mueven, pero bueno, eso es mejor que lo que hacen.
- ¿Qué de tanto hacen? Tienes que ser especifico.
- ya saben, lo vivieron hoy Walter, caminar en las calles, jodiendo a los inocentes, sin ningún propósito.
- pero tú también jodiste a inocentes, a varios inocentes, varios inocentes – Walter hizo énfasis en la palabras varios.
- sí, sí, yo sé, pero yo no voy de amable, de buenas persona, yo soy un monstruo y me encanta y por eso estoy aquí, pero todos ellos son iguales a mí, joden inocentes de varias maneras, yo por lo menos sabía qué hacer y cómo hacerlo, pero ellos no saben lo que haces y mucho menos como hacerlo.
- se están expresando, solo eso, es expresión ¿Algún problema que se expresen? – Rubén se río.
- claro que no, que se expresen, pero con palabras, por qué si tus actos me afectan, a la mierda esa persona, yo soy más importante – Rubén se recostó en su silla – maldita escoria, no aprenden y yo no soy tan diferentes a ellos, soy una escoria peor, obviamente, obviamente, pero, sabía lo que hacía, el daño, todo, pero era por un bien mayor y mira, pude hacer algo y ustedes lo saben, pero ellos no lograran nada, se van a cansar y nada pasará, todo seguirá igual.
- te equivocas – Rubén me miró – la gente puede cambiar – él sonrió un poco.
- esperemos que sí, yo espero eso, pero, normalmente la historia se repite, una y otra, y otra, y otra vez.
- y adivino que quisiste cambiar eso.
- exactamente Mario, y yo lo único que quería hacer eso, por el único medio que siempre funciona, la violencia.
- pero no funciono, mírate, estás aquí, encerrado, solo y viejo.
- ¿Crees que no? – él se río – y bueno, tienes razón, soy viejo y solo, pero todos pasamos por eso, además, disfruto estar solo, además, realmente no estoy tan solo.
- eres un desgraciado.
- demasiado, mira, no sé cómo hacerte entender, me encanta que me llamen desgraciado, me gusta eso, demasiado.
- bien, como digas, solo... - Pablo se quedó en silencio.
- quieren que siga con la historia, y si quieres que diga el nombre de mi jefe, no se los diré, aunque me den la libertad, tengo principios y siempre los defenderé, siempre.
- bueno, pero fue solo una vez ¿Verdad? – Rubén se quedó callado y sonrió.
- obvio que no, pero con esa persona, sí, es muy, pero muy raro que yo haga contratos con la misma persona, pero siempre hay excepciones.
- ¿Cuál fue tu primer contrato entonces? – Rubén sonrió con un poco de nostalgia.
- que buenos tiempos aquellos, muy buenos, donde no me tenía que preocupar por mucho, el mundo era igual de mierda que el tenemos, incluso podría decir que peor que el que tenemos ahora, apagones por la noches y Gaviria lo que hizo fue cambiar la hora, me acuerdo muy bien, aunque bueno, eso fue varios años después, pero me acuerdo de esto y lo más hermoso, ir al cine cada cierto tiempo, con sillas de cuero, el sonido era malísimo, muy, muy malo, pero quizás lo mejor era que vendían cerveza en el cine y el mejor invento de mi infancia, el yoyo, tardes jugando con eso, aunque estaba en la universidad y no tenía tiempo para eso.
- creo que nos estamos alejando del tema – Rubén se río.
- lo siento Pablo, nostalgia, buena nostalgia, buenos tiempos, para mí, aunque no todo es de color de rosa, una vez, yo estaba muy pequeño, demasiado pequeño y salí a jugar, la pelota se salió de la cancha de futbol y me dijeron que la pasara, yo como buena persona que soy, lo hice, le pegue al balón, pero yo me caí de cara, le pegué tan fuerte que perdí el equilibrio y me pegué en la cabeza, aquí atrás – él se pegó detrás de la cabeza.
- y ¿Qué paso? ¿Te hospitalizaron? – logré interrumpir a Pablo, se veía impaciente, quería escuchar el asesinato, no esto, pero a mí me interesa todo.
- pues, fue donde mi tío y le dije eso, empecé a vomitar, mucho, no podía parar, vomitaba y vomitaba, al final me llevaron al hospital y me hospitalizaron, me miraron la cabeza y todo esto, luego me dijeron que tenía algo mal, no sé qué y me tuvieron unos días en el colegio, me dijeron que tenía que tomar unas pastillas blancas por toda la vida.
- eso no lo sabía, de hecho, no está en el expediente medico tuyo.
- no lo sé, no tengo ni idea por qué pasa esto, pero sí.
- ¿Por qué no te la he visto tomar esas pastillas todos estos días? – Rubén sonrió.
- nunca lo hice, los deje a las primeras semanas y mira, estoy bien, pude seguir con vida.
- ya veo por qué eres así, estás loco por culpa del golpe y jamás tomaste tus pastillas para recuperarte, te volviste un loco desgraciado – Rubén sonrió un poco, creo que Walter tiene un poco de razón, puede tener razón.
- quien sabe, quizás sí, quizás no, yo no soy experto en esto, pero si soy experto en mi historia, así que volvamos en lo que sé ¿Qué fue lo último que dije? – todos nos quedamos callados, recordando lo que dijo.
- eras un sicario e hiciste varios asesinatos por manos de políticos, pero eres un hombre de palabra, según tú y no nos quiere decir quien son, creo que nos vas a decir tu primer asesinato – Rubén sonrió satisfecho.
- bueno, por lo menos alguien puso atención – Rubén estiró su espalda – esperen, me acomodo mejor – él encorvo demasiado la espalda y le traqueó – bueno, es hora de empezar – él se puso hacia adelante, puso sus codos en sus rodillas y recostó su cabeza en sus brazos – pero antes, algo de contexto, algo sencillo – él tomo un poco de aíre – bueno, la verdad es que la persona que me contrato era un político muy grande, no era el presidente, pero tenía mucho poder – él paso su lengua por sus labios, refrescándolos – y bueno, me pagaron demasiado dinero, así que decidí matar a mi objetivo.
- ¿Quién era tu objetivo?
- tranquilo Walter, con paciencia todo se logra, aunque ya saben quién era, un periodista, algo famoso, yo no lo conocía y no me importaba, solo acepte, pero no importa quién era ese sujeto, sino la razón por la que lo maté, y unos días después los descubrí, por la mala – él se río un poco – lo que paso, es que descubrió un pequeño secreto de ese político, mi jefe en ese momento, su pequeño secreto era que se había acostado con dos niñas menores y ambas quedaron embarazadas, así que las oculto, posiblemente las mato y ocultó sus cuerpos, pero lo que importa es que ese periodista había encontrado pruebas de eso y si llega a ser público, sería el fin de él, y ahí es donde entro yo.
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