Maldad en la sangre
- el chico nuevo no murió, por suerte, quedó en coma permanente, por un tiempo, hasta que lo desconectaron.
- espera un puto minuto – Pablo estaba muy confundido, se notaba por su voz y su cara – si el chico nuevo está en coma y murió ¿Quién eras tú en esa historia? – Rubén sonrió.
- era Mark, yo era Mark – Pablo quería seguir hablando, pero él no le dejo – antes de que me preguntes, como sé que Max, alias el chico nuevo, hacía cuando estaba solo, no lo sé, es una suposición.
- ¿Nunca arrestaron a tu tío? – él se puso un poco triste.
- claro que sí, claro que sí, pero no por el padre de él, fue un par de años después, no me acuerdo cuantos, pero lo arrestaron, por contrabandista.
- era una escoria, como tú – Él lo miró con una sonrisa.
- hay Walter, Walter, Walter, acaso no lo sabes, soy colombiano, somos la representación de la maldad, en todo y tienen algo de razón, nosotros somos la representación de la violación, los españoles vinieron y no solo nos robaron el oro, también nos violaron, su sangre está en nosotros, crearon monstruos – él se río.
- ¿Odias a los españoles? – dije con curiosidad.
- no, ya no, el pasado, pasado, cambiaron y odiar a todos por algo que hicieron hombres en el pasado es estúpido, pero lo que yo quiero llegar, es que a nosotros los colombianos siempre tenemos esa maldad en la sangre, históricamente hablando, primero fuimos violados y salieron hijos mestizos, nos hicieron prisioneros y nos robaron el oro.
- sabes que solo seguían órdenes – dijo Pablo algo dudoso.
- puede que sí, puede que no, no lo sabemos con seguridad, ya que no estuvimos ahí, pero luego de eso, hicimos contrabando, no me acuerdo con que país, pero hacíamos contrabando para poder ganar dinero y estaba bien visto, por lo menos dentro del país, ya que nosotros somos una puta mina sin explotar, con el contrabando podíamos elegir a quien darle dinero.
- eso no es bueno, el contrabando no es bueno.
- y ¿Por qué? ¿Por qué es ilegal?
- sí, por eso mismo – Él sonrió, una sonrisa grande y burlesca, pero también con un poco de desagrado.
- antes era ilegal el amor homosexual, incluso en algunos países sigue siendo ilegal, entonces, como es ilegal, es malo y no debería hacerse, no debería ver homosexuales, los extinguimos, los matamos a esta enfermedad llamada amor – Rubén sonrió.
- no me voy a meter en ese tema.
- el problema es simple, no es el objeto, el problema no es la droga, no hay necesidad de que la droga sea ilegal.
- entonces la legalizamos y ya, todos fuman y nos vamos a la mierda – Rubén levantó la mano.
- te voy a detener ¿Sabes por qué el trabajo paga muy bien? ¿Por qué pagan tanto por droga? Además del efecto y como pega – todos nos quedamos callados – es por qué es ilegal, está esa adrenalina de lo legal, de esconderse para que no lo vean, así empiezan, pero es adictiva.
- ese es el problema, ahí está el problema, la adicción.
- el azúcar es adicto, el alcohol también, incluso la puta carne me provoca adicción, pero me enseñaron a controlarme, sí como mucho dulce, me muero, diabetes y cosas así, me enseñaron las consecuencias, eso se debe hacer con la droga.
- no nos manipularas, eso es peligro, tenemos que detener el producto, arrancarlo de raíz.
- sabes que te puedes drogar con pastillas médicas, incluso morir, la gente es el problema, no el objeto, otro ejemplo son las armas, el problema no es la arma, son las personas, deja el arma en el suelo y pídele que mate a alguien ¿El arma matará a alguien? No, por qué necesita un detonador, alguien que la accione.
- cómo digas – dijo Walter enojado.
- después de ese día, algo cambio, me temían, hacían todo lo que yo decía, sin titubear, antes lo hacían, pero, había veces que, alguien se levantaba e intentaba pegarme, antes quería simplemente vivir tranquilo, pero cuando paso lo de Max, no se volvieron a lastimar, era una utopía, entonces pensé ¿Por qué no hacerlo en grande? Meterle miedo a la gente y hacer que vivan como se debe.
- le quitas la libertad – él me miró y sonrió.
- sí, pero así vivían mejor, no más peleas, no más nada, el miedo los hacia comportar como gente buena, gente decente, solo se necesitó un poco de miedo y ya, todo acabo.
- pero no tenían libertad.
- y no se la merecen, y sí las tenía, podía hacer lo que quieran, pero si llegas a joder la paz, te jodo, te jodo hasta matarte, te mato.
- entonces ¿Todo lo que hiciste era para mejorar este mundo? – Walter se río, se estaba burlando de ellos – solo jodiste el mundo.
- es verdad, hice cosas horribles, pero teníamos que construir algo bien hecho, y para hacerlo, hay que destruir lo anterior, el miedo era lo primero, sí metíamos miedo a la gente, nadie haría maldad, todo sería perfecto.
- entonces, por eso matabas inocentes, torturabas y secuestrabas.
- miedo, era miedo, metía miedo, y lo logré, tuve un pueblito pacifico, donde todos eran amables y todo era legal, no había miedo hacia otras personas, solo hacia mí, solo a las consecuencias de sus malos actos, era hermoso.
- no era la manera.
- te equivocas Walter, si lo era, era la mejor manera, aunque era algo estricto, y jamás estaría en la política, era una revolución y no se iba a lograr con carteles en las calles de amor, de cambio, con una guerra, así se cambia el mundo, así se cambia todo – nadie dijo nada por algunos segundos – bueno, les contaré otra historia, pero necesito un trago – él se levantó de la silla que estaba sentada – la edad pega duro, cada vez me cuesta más levantarte.
- nos harías un favor sí solo te mueres – Rubén agarró una botella de cerveza.
- sí, ya que no consumiría nada de alimentos, y esa comida va a los niños pobre de África – dijo sarcásticamente – pero huir no es mi método, soy un guerrero y peleó hasta el final.
- ¿Cómo llegaste hasta aquí? Por qué lo único que nos diste es tú historia de origen de pensamiento, pero nunca el origen de tú poder, como llegaste al poder poco a poco – Rubén sonrió un poco.
- niño, me caes bien.
- ¿Gracias? – aunque no sabía de verdad tenía que agradecerle, de hecho, no sabía que decir y sentía la obligación de decir algo.
- y eso es otra historia, ya sabemos cómo será nuestro repartimiento, una historia ficticia – él guiño el ojo – y otra sobre mi vida, ya les conté sobre mí, ahora toca un historia ficticia – él tomo un sorbo de su cerveza y soltó un suspiro de satisfacción – esto es perfecto para prender mi cerebro sin que pierda el control, estar cuerdo y poder contar una historia clara y con coherencia, aunque no soy bueno en eso.
- rápido, que solo tenemos una hora.
- eso es suficiente tiempo.
- no te confíes, no te confíes, ya que solo tienes una semana – ambos miramos a Pablo, ya que estaba soltando información confidencial que no se puede soltar así por así.
- me da tiempo, vamos ya con dos y son ocho, vamos bien – él sonrió y tomo otro sorbo de su cerveza.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro