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Invitados inesperados

- y eso fue lo que hice todo el día, hasta que un oficial a la comisaría y me ayudo a levantar, el hombre sobrevivió por suerte y me dieron un tiempo en el hospital.

- ¿Qué paso con tu amiga? La que ahora es tu jefa – yo no pude evitar sonreír un poco.

- bueno, ella después de saber que él había muerto, nuestro amigo, se alejó de toda su vida pasada, literalmente, se encerró en su trabajo, dejo de verme y solo tenía una misión, hacer el mundo mejor para que las personas no sufran más, no quería únicamente venganza, quería y quiere un lugar mejor, y ella sabe que con estas grabaciones ayuda a gente, gente mal herida que quiere escuchar una última vez a esas personas que le lastimaron, a gente con curiosidad de tu vida, gente que quiere saber que le paso a sus hijos, que no pueden llorarle a una tumba con un cuerpo.

- y seguramente nunca lo harán – Rubén sonrió de una manera burlesca.

- ella se obsesiono con el crimen, con todo su trabajo y dejo su vida anterior, dejo el alcohol, ya no salía a tomar cada semana, se volvió tan buena y se convirtió en la jefa.

- y adivino que tú también te obsesionaste.

- sí, obviamente estudie toda mi vida, es algo interesante y malvada, y estar aquí y hablar contigo es un honor, cabe aclarar que yo te quiero ver muerto, bien muerto, que tu vida sea interesante no significa que yo quiero que la sigas viviendo – Rubén soltó una pequeña carcajada.

- qué bonito, ver que yo impulse a ser mejor a alguien, lástima que perdió la balanza y se concentró en uno más que otro.

- ¿Eso fue todo? – Rubén miro a Walter y sonrió un poco.

- básicamente, eso fue todo lo que hice, ataque a todas las comisarías de la ciudad, y ahí llego los oficiales duros, con armas mejores que ustedes y con tecnología superior, bastante funcional y así me fueron cazando uno a uno, poco a poco a mis compañeros, y así fui cayendo.

- y así terminaste aquí.

- exactamente Pablo, pero, aún falta una cosa, ya que hay una pequeña historia que no cuadra, algo que no cuadra muy bien, ya que, no fui arrestado por esos oficiales super duros, mejores que ustedes, fui arrestados por ustedes, lo que son los incompetentes – Rubén se quedó callado – sin ofender, por cierto.

- eso no arregla nada.

- vamos a hablar un poco, antes de mi última historia, una sorprendente historia y el fin de esto.

- no te vamos a extrañar – él sonrió.

- yo creo que sí Walter, yo les doy un motivo de vida a algunas personas, cuando me vaya ¿Tendrán motivos para vivir? Después de esto, no hay nada más emocionante durante mucho tiempo, cuando yo me muera, todos ustedes también, no física, sino mentalmente, yo soy la sal de la comida, sin eso, su vida vuelve simple, aburrida.

- bueno, eso es mejor que tener el miedo de morir.

- si, lo sé, es mejor, pero, después de esto, muchos van a dejar el traje, van a descansar, a no hacer nada más.

- no te vamos a extrañar – Rubén sonrió.

- yo sé que no, la verdad, ya que luego de un tiempo, va a ver otro enemigo, ya sea una persona, o un país, la ciudad, el país siempre va a tener un enemigo fijo, después de mí, habla otro, y luego otro, y otro, así hasta el fin, es el dedo acusatorio, el chivo expiatorio.

- bueno, vamos a terminar antes de que... - de repente una roca entró a la habitación.

- ¡¿Qué mierdas?! – Rubén sonrió.

- adivino, las cosas ya no son tan pacifistas ¿Verdad? – Yo me levanté y me acerqué a la ventana.

- cuidado, te pueden lastimar – yo vi la ventana y miré a algunas personas con rocas.

- ¿Qué ves?

- personas con rocas, creo que van a romper varias ventanas de aquí – Rubén empezó a silbar.

- mierda ¿Qué hacemos? – yo mire a Walter.

- esperar, no creo que la puerta esté abierta – Pablo se levantó y abrió la puerta.

- pues, no, no tiene seguro y si se puede abrir – Walter lo miró.

- es uno de tus trucos ¿Verdad? – Walter lo agarró de la camisa.

- ¿Trucos? – Rubén sonrió.

- no, yo no hice nada, estoy aquí metido, encerrado, sin nada que hacer.

- sé que mientes.

- ¿Enserio? ¿Por qué lo haría? Somos amigos.

- mentira, sé que planeas algo – Rubén sonrió y levantó las manos.

- me atrapaste, todo es un malévolo plan para sacarme, y en vez de llevar a personas armadas hasta los dientes, con autos blindados, mande a varias personas con rocas para romper ventanas, obviamente – Rubén se río.

- sé que eso no es normal, hay algo anormal aquí – Rubén le escupió en la cara.

- o mejor aún, contrate a esas personas para distraer a los oficiales de aquí, y yo aprovecho para caminar hacia la salida – Walter lo soltó y Rubén se cayó al suelo – es divertido, ya que yo estoy en control de ustedes.

- eso no es cierto.

- saben cómo me capturaron ¿Cierto? – todos nos miramos, era obvio.

- nosotros lo hicimos, la policía de aquí.

- exacto, pero ¿Sabes cómo quedaron los otros? Si mal no recuerdo eran varias patrullas, y solo quedo una, significando la muerte de muchos oficiales ¿Verdad? Cuantos murieron, para que me dieran el mejor hotel que he tenido, además creo que voy a romper el récord de la persona que más vivió en este lugar, con todos estos lujos – yo mire a Walter.

- no veo el momento cuando mueras – Rubén sonrió.

- yo tampoco espero ese momento, espero que todos estemos ahí.

- te lo puedo jurar – Rubén sonrió.

- gracias – alguien golpeó la puerta-

- ¡Tienen que irse! ¡Es una orden! – yo mire a mis compañeros, todos sabíamos que no teníamos otra opción.

- nos volveremos a ver.

Todos nos salimos de ahí, varios guardias nos rodearon y nos enseñaron el camino, ya que varias personas estaban molestando y, según el protocolo, tenían que cerrar todo y acabar con las visitas, llevando a estas a un lugar seguro, fuera de la cárcel. Nos llevaron a la puerta de atrás y nosotros nos salimos, el problema era que el auto seguía en frente, cosa que hacia una perdida de tiempo salir por atrás, ya que sí o sí tenemos que ir a delante y toparnos con esas personas; nosotros caminamos hasta llegar adelanté de la cárcel y vimos una pequeña pelea. Eran como diez personas contra veinte oficiales, lanzaron gas lacrimógeno y los oficiales aprovecharon a acercarse con sus escudos; yo deje de mirar por un momento esta pelea, sabía cómo iba a acabar, cosa que no debería sorprender, además era algo deprimente y sobre todo violento. Todos entramos al auto de la misma forma de siempre. Yo miré unos segundos por la ventana y vi a tres oficiales pegando con su porra a cuatro o cinco personas, mientras los demás que quedaban lanzaban rocas contra los oficiales.

- vámonos, de aquí, antes de que todo se ponga peor.

Todos nos dirigimos a la oficina de la jefa, aunque yo me quedé afuera, sabía que esto podía emporar en cualquier momento, me fui antes de que todo esto pasara, antes de que hablaran con la jefa. Me subí a mi camioneta y aceleré lo más rápido que pude, pero sin pasarme la ley de velocidad, me demoré unos veinte minutos en llegar a mi casa y detenerme, me sentía cansado y frustrado, no sé por qué, pero necesitaba unas horas en la cama. Caminé hacia mi casa, saqué las llaves de mi casa, cuando de repente me empieza a dar un dolor en la pierna izquierda, algo que yo sentía que algo no iba bien, era un aviso, o pura paranoia mía; miré a mi alrededor y no vi nada, todo estaba desierto, algo que me tranquilizo, pero al mismo tiempo me puso nervioso, algo muy contradictorio. Yo pensé que era pura paranoia mía, que todo esto solo era pura coincidencia y lo que vi ahora me generaba algo de miedo, de pensar que todo estaba contra mí, y seguramente todo esto se llenó por lo que había pasado estos días. Abrí las puertas de mi casa, tenía la mano en la pistola por si acaso. Camine un poco cuando escucho unos pequeños pasos, yo inmediatamente saqué mi pistola y me agaché, cerré la puerta, vi mi casa, estaba bien iluminada gracias al sol, no era necesario la luz de las bombillas, también todas las puertas estaban abiertas, cuando estaba casi seguro de que yo cerré todas o la gran mayoría de las puertas. Me levanté y camine con toda normalidad, actuando que no estaba pasando nada, camine justamente hacia mi cuarto, que era donde había escuchado los pasos. Tenía la pistola en la mano derecha, mi corazón aceleraba rápidamente, aunque estaba preparado a disparar; pero antes de poder entrar al cuarto, alguien me tacleo y me hizo caer al suelo, yo solté la pistola cuando toqué el suelo. Esa persona me empezó a atacar, dar golpes en la cara, yo lo único que hice fue cubrirme la cara con mis manos, cosa que era lo único que podía hacer en tan poco tiempo de reacción. Al final el se cansó y yo aproveché para darle un golpe en la barriga, eso provoco que me pudiera zafar de él. Me levanté e intenté ir por mi pistola, pero mi atacante sacó un cuchillo, yo me preparé para defenderme de él. Mi atacante corrió rápidamente donde mí e intentó cortarme en el cuello directamente, yo esquivé el ataqué y agarré las muñecas al sujeto y lo hice caer. Ambos caímos, al suelo, yo encima de él, en el golpe mi atacante soltó su cuchillo, yo lo agarré y se lo clavé en el cuello, matándolo. Me levanté, pero por desgracia no era el único, ya que cuando me levanté vi que había dos personas más, ambas me estaban apuntando a la cabeza. Era obvio que no podía ganar, primero eran dos contra uno, si ataco a uno de los dos, el otro me mata, segundo, lo único que tengo para defenderme es un arma cuerpo a cuerpo, ya que mi pistola está cerca de alcancé, y si por alguna razón pudiera alcanzarla, me matarían antes de poder tocarla, lo mejor era seguir sus órdenes.

- maldito pedazo de mierda – hasta ese momento yo no veo había dado cuenta por la adrenalina, creo, pero estas personas llevan la típica mascara negra de ladrones.

- tranquila, no dejes que tus impulsos te lleven, además ese pendejo se lo busco, fue a atacarlo para defenderte y mira como quedó – y ahí me di cuenta que uno era hombre y el otro era mujer.

- ¿Qué quieren? Adivino que no quieren dinero – en realidad no sabía, solo quería saber cuáles eran sus intenciones.

- es verdad, no queremos tu sucio dinero, en realidad queremos lo que puedes hacer, Rubén – yo sonreí, era algo obvio, mire sus armas y eran algo de buena calidad, un revolver bastante caro y hermoso, no sabría decir que marca era, pero eso me daba la pista que no trabajaban solos.

- ¿Qué quieren? – El hombre sonrió.

- fácil, entrar y matarlo, así de simple, así de sencillo.

- ¿Crees que eso es simple? ¿Crees que simplemente les digo que entren y ya? – Él se río, una risa algo ingenua.

- ¿Crees que nosotros vamos a entrar? Si claro – dijo sarcásticamente, con una sonrisa de desquiciado – eso lo hacen las personas que nos contrataron, nosotros solo somo el puente hacia ti, nada más.

- entiendo, pero ¿Cómo los contactaré?

- fácil, te daremos un papel – dijo la chica, con una voz fina y dulce, algo que no cuadraba con la situación.

- obviamente eso no es todo – interrumpió su compañero – vamos primero a hablar sobre cosas, asuntos pendientes, primero ¿Tienes una soga o cinta? – yo los miré algo raro, confundido, mi primer impulso era decir que sí, pero lo pensé mejor.

- bueno, tengo unas esposas en el armario, las puedes usar – el hombre miro a su compañera y le hizo señas para que fuera por ella.

- ahora, siéntate en la silla de allá – él me hizo señas de una silla detrás de mí, sillas de mi comedor.

- bueno, no dispares – yo me iba a girar, pero él dijo algo.

- no, espera, vota el cuchillo – yo le hice caso y lo tiré lejos de mí, pero relativamente cerca de la silla – ahora siéntate en una de las sillas – y eso fue lo que hice - ¡Ya agarraste las esposas! – la mujer apareció con las esposas en la mano.

- sí, son muy bonitas la verdad.

- ahora, pon tus manos detrás de... - yo hice lo que quería, era obvio lo que me van a hacer – gracias, ahora ponle las esposas – la chica me hizo eso, con cuidado.

- bueno, adivino que ahora me van a decir todo el plan.

- exactamente, lo único que tienes que hacer es dejar la puerta abierta mañana, no hay nada más que hacer, es un trabajo simple y fácil, nada más.

- ¿Qué puerta? ¿No será mejor una ventana? ¿Qué harán con las cámaras que ahí en el lugar? ¿La seguridad? – ellos no me respondieron, estaba claro que no tenían ni idea.

- la verdad, no sabemos, por eso vas a tener el número telefónico.

- ¿Qué pasa si me niego? – la chica me apuntó y le quitó el seguro a su arma.

- ¿Quieres que te lo explique? – su voz cambio un poco, ya no era tan dulce y amable, era algo ruda con un poco de confianza en sí misma.

- entiendo, pero si les digo que sí y luego no hago lo que dicen.

- pues venimos y te matamos, así de fácil, por no cumplir – el hombre sonrió confiado, como si me dieran miedo ellos.

- y ¿Si le digo a la policía lo que paso? Ya que, ustedes después de eso, se van para siempre.

- si le dices a alguien, te matamos, la persona que nos contrato tiene mucho poder.

- bueno, pero ¿Cómo sabrán que van quien le digo? – el hombro miro a su compañera, para luego mirarme.

- bueno, nosotros llegamos temprano para ponerte micrófonos en la casa y espiarte, pero llegaste temprano y paso todo esto.

- entiendo, sigan con su trabajo, no los molestaré más.

- esperamos que no, ya que no nos gusta hacer eso, nos contaron tanto de ti, y estoy seguro que con lo que nuestro jefe paga te convencerá – quería refutar eso, pero seguramente era una mala idea – no eres nuestro enemigo, eres un aliado para nosotros, sé que nos ayudaras, por qué no eres idiota.

- en eso tienes razón – el hombre sonrió.

- ves, ya nos empezamos a llevar bien – el hombre miró a la muchacha – bien es momento de acabar con nuestro trabajo, quédate aquí quieto.

- tranquilo, no causaré problemas – yo sonreí.

Ambos voltearon, sacaron de una pequeña maleta un taladro. Ambos me estaban dando la espalda y haciendo su trabajo, confiados que las esposas iban a hacer su trabajo y no me podían liberar, lo que ellos no sabían es que ya me habían enseñado a escapar de esta situación. Agarré mi dedo pulgar de la mano izquierda y me lo rompí, luego me quité las esposas y lentamente y sin hacer ruido, agarré el cuchillo en el suelo. Luego corrí rápidamente hacía uno de los dos sujetos y le clavé el cuchillo en el cuello, matándolo, luego me cubrí con su cuerpo y su compañero dudo en disparar, lo que yo aproveché para agarrar el arma y dispararle en el estómago dos veces y una en el pecho, con el arma de mi escudo humano.

- malditos – deje caer al chico y me acerqué a la otra – espero que te guste la comida de prisión.

- pensé que ibas a ser nuestro amigo – ella sonrió – al final si tenía razón, le eres leal.

- hasta mi última gota de sangre.

- si lo eres ¿Qué demonios haces ahí adentro? – yo sonreí.

- cosas confidenciales fuera de tu interés – yo le pateé una vez la cabeza – ahora, vamos a ver si puedes sobrevivir, aunque no creo.

Yo agarré el teléfono, miré por la ventana en busca de algún auto, pero no vi nada, todo estaba vació y solitario, me pregunto donde dejaron el auto o las motos en donde fueron, también puede pasar que haya un cuarto integrante que los trajo aquí, pero quizás la pregunta que más me inquietaba era ¿Cómo entraron en mi casa? Estoy casi seguro que cerré todo con llave. Marqué a la policía y espere un momento hasta que me respondieran, momento que aproveche como la única sobreviviente de ellos moría lentamente.

- policía ¿Cuál es tu emergencia?

- hola Gustavo.

- Mario, cuanto tiempo.

- mucho la verdad.

- ¿Qué necesitas? Si sabes que tienes una línea directa hacia nosotros y no tienes que esperar.

- posiblemente, pero necesito ayuda urgentemente, unos ladrones entraron en mi casa.

- adivino que ellos están a punto de morir o ya están muertos – yo iba a decir algo, pero el siguió – y es fácil saberlo, ya que tú estás hablando en este preciso momento.

- ¿Me ayudarías con eso? – Gustavo soltó una pequeña risa.

- en cinco minutos estamos.

- gracias, además necesito una forma de llegar a la comisaría, ya que esto va a ser una escena del crimen, lo que significa que no podré dormir en mi casa.

- claro, ya le informo a tu jefe, buena suerte.

- lo mismo.

Colgué el teléfono y me dirigí a mi cuarto, saque una pequeña mochila y metí ahí toda la ropa que pude, desde pijamas hasta jeans, ropa que me iba a poner los siguientes días, hasta que todo esto acabe, saqué lo vital, cepillo de dientes, cremas, desodorante y una pequeña caja de cigarrillos; obviamente mi cartera y también agarré los billetes de emergencia. A los lejos escuché que las sirenas, lo que significaba que venían ya para acá; agarré mis últimas cosas, como mi placa, pistola y un cuchillo, uno nunca sabe, también llevé mi celular y agarré un dulce de mi cocina. Caminé hacia la salida, y antes de abrir, me giré para ver a la persona, estaba aún respirando, con mucha dificultad, pero lo hacía, lo más probable es que muriera, pero quizás por un milagro del cielo sobrevive, aunque no creo que vaya a ser de la misma manera, ya que le disparé cerca del pulmón y estoy seguro que le pegue a su intestino delgado y que la bala no traspaso el cuerpo. Salí de mi casa y me senté en las escaleras, abrí el dulce y me lo metí a la boca, a los lejos se podían escuchar las sirenas acercándose hacia aquí. Espere unos tres o cuatro minutos más para que llegaran donde mí, varios oficiales entraron a la casa, yo les entregue la puerta y entraron a la casa, ahí la chica novata de la otra vez se me acerco con una sonrisa.

- hola Mario ¿Verdad? – yo sonreí.

- ese mismo.

- ¿Qué paso aquí? – yo la miré y sonreí, aún era demasiado nueva para saber que pasaba.

- fácil, me atacaron y yo los mate ¿Los otros están bien? – ella miro con atención hacia mi puerta.

- creo que sí, la jefa ya mando varios oficiales a sus casas para ver como están.

- ¿Cuántos años tienes?

- veintiséis, señor – casi veinte años menor que la jefe y siete años menor que yo.

- vaya, me alegro que estes con nosotros.

- el gusto es mío.

- ahora ¿Me podéis llevar a la comisaría? Como ves no podré dormir hoy aquí – ella sonrió y empezó a caminar hacia una patrulla, yo obviamente la seguí.

- tranquilo, yo te llevo, tu relájate, tienes suerte, ya que si eres un civil nos íbamos a demorar diez minutos más – yo sonreí.

- sí, y posiblemente solo iba a llegar la mitad de la gente – ella se río.

- quizás ¿Quieres hacer algo antes de llegar comisaría? – yo la miré.

- no puedo, obviamente nuestra jefa está muy preocupada por nosotros, necesito hablar con ella, entre más rápido mejor, y si no aparezco en la siguiente media hora, me cuelga en su oficina – ella se soltó una pequeña carcajada.

- entiendo, entonces, vamos para allá.

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