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Fantasmas del pasado

Ambos nos subimos al coche, ella adelanté y yo como copiloto, ella aceleró lo más rápido que pudo, superando por diez kilómetros la ley de velocidad, se sentía bastante bien.

- por cierto ¿Cómo haremos eso de la salida? Ya que no tengo tiempo de descanso – yo sonreí.

- no te preocupes, yo le puedo pedir a nuestra jefe un tiempo de descanso, que otros hagan el trabajo.

- ¿No es peligroso? – yo sonreí.

- no, aquí no ocurre casi nada – obviamente era una mentira, pero tengo que acepte – además, es normal tomar unas cuantas horas de descanso, mientras no te excedas, puedes descansar.

- y ¿Si alguien nos ve? – yo le sonreí.

- primero, no iremos de policía, obviamente, así que es imposible o casi imposible que nos reconozcan, segundo, en caso hipotético que nos conozcan, decimos la verdad, que me atacaron y me dieron horas de descanso.

- pero, no es algo muy ilógico, como vas a estar sentado tranquilo si te acaban de atacar, puede que vuelvan.

- esa es la fachada, de la fachada – ella me miró por un momento confundida, y luego miro enfrente de nuevo.

- no entiendo.

- me refiero, es que, si no lo creen, le diremos que estamos en cubierto por si alguien más viene a atacarnos.

- entonces seremos la carnada.

- exactamente, y por eso nos acompañarán algunos compañeros de cuartada y ya, las personas no dirán nada y no nos molestaran – ella sonrió.

- nunca pensé que mi papá tenía razón, él siempre decía que la policía siempre se toma su tiempo para llegar.

- es que es verdad, tenemos que prepararnos, saber a qué nos enfrentamos y eso, además nosotros conocemos las llamadas, las voces, sabemos cuándo algo es realmente urgente, si llama la señora de la casa C, sabemos que no debemos ni ir, quizás no patrullara vera a lo lejos, pero sabemos que miente y que no hay ni necesidad de ver, también de como hablan y el fondo, si escuchamos disparos del fondo, obviamente vamos a coger nuestras armas y chalecos y nos iremos al rescate lo más rápido que podamos.

Nadie dijo nada el resto de la comisaría, no sabía si había aceptado o no mi invitación, quería pensar que sí, pero no quería seguir preguntando sobre el tema y seguramente me diría que no; llegamos a la comisaría y ambos entramos, pero cada uno se fue para su lado, ella se fue para su oficina, me alzó la mano y sonrió y yo hice el mismo gesto que ella. Yo caminé y abrí la puerta, la jefa primero me vio con susto, me examino con sus ojos y a ver que estaba relativamente bien, se tranquilizó y sonrió.

- me alegra que estés bien.

- más o menos – levanté mi mano y ella vio mi dedo.

- ¡¿Por qué tienes el dedo así?! Y lo peor es que ¡No te has puesto nada para arreglártelo! – yo sonreí un poco.

- se me olvido totalmente, pase hablando con la nueva, que se me olvido.

- te voy a conseguir una férula ya – ella busco la radio y la prendió – necesito urgentemente una férula.

- eso no se consigue tan fácil.

- ya te llevamos uno – yo abrí los ojos.

- espera... - yo no sabía que decir.

- ¿Crees que eres la primera persona que sufrió de esto? Tengo varios instrumentos para prevenir – yo sonreí.

- adivino quien te dio el dinero para eso – ella me miró fijamente a los ojos, con una cara asesina.

- sabes que no soporto su nombre – yo me senté en mi asiento.

- lo sé, y sabes una cosa, extrañe esa actitud tuya, la sobre protectora, hace tiempo que no la veía – su cara de odio paso rápidamente a uno de melancolía.

- sabes que después de su muerte, me hice adicta al trabajo, así afronté el problema de su muerte, mejoré en mi trabajo y subí rápidamente aquí.

- pero, no tienes vida de aquí – ella sonrió.

- eso te explica por qué acepte, otra vez a tomar, cuando había dicho mil veces que no lo volvía a hacer – ella me guiño el ojo y yo sonreí.

- ya que terminaste tu trabajo, ahora terminaras tu vida.

- exactamente – alguien toco la puerta, yo me levanté y lo abrí.

- aquí está y toma esto – el chico me dio unas pastillas – cuando te duelan, te las tomas – yo le sonreí.

- gracias por todo – le cerré la puerta – me cayó bien ¿Quién es? – me puse la férula.

- un chico raro, arresta narcotraficantes y todos han dicho que él ha sido su vendedor habitual.

- entonces posiblemente me regalo droga.

- quizás sí, quizás no, pero posiblemente te ayude, no es mala persona, así que no te harán daño – yo sonreí.

- por cierto, voy a dejarte esto – le lancé mi mochila y ella la agarró – no voy a poder dormir en mi casa, entonces necesito dormir aquí.

- me lo esperaba, por eso te voy a preparar tu cama en el sofá.

- gracias, ahora necesito descanso.

- lo entiendo y tendrás.

- pero no solo eso, también necesito llevarme a la nueva – ella me miro confundida por un tiempo, luego su cara se transformó en una enojada, su cambio fue minúsculo, pero yo lo noté – tranquila, ella me invitó, yo no – ella me miro peor, no creo que fuera la mejor elección de palabras – no me gusta ok, es bonita, sí, pero no es lo suficiente para armar una relación – su cara no cambió, yo me quedé callado esperando una respuesta, respuesta que nunca vino – por favor deja de mirarme así – ella sonrió un poco – está bien, pero no sé demoren, no podré cubrirlos mucho tiempo.

- también voy a necesitar a una patrulla.

- adivino que vas a usar la técnica de policía en cubierto – yo sonreí.

- esa nunca falla.

- está bien, rápido – yo la abracé.

- extrañe a esa gruñona.

- suéltame o te pego un puño.

- esa misma – yo la solté antes de que me pegara – nos vemos después.

Yo salí de la habitación, con la férula puesta y las pastillas que me dio esa persona, camina hacia la novata y le hice señas para que me siguiera, ella se levantó y se acercó así mí.

- ¿Qué paso? ¿Por qué tienes eso? – yo me reí.

- ¿no notaste que tenía el dedo dislocado? – ella me miró asustada.

- ¡¿Qué?! – todos nos miraron en ese momento.

- eso ya no importa, ahora cámbiate.

- no tengo ropa de cambio – yo sonreí.

- tranquilo, tenemos ropa de cambio, no es bonita, pero tenemos.

- ¿Dónde? – yo me alejé un poco.

- espérame aquí – yo me detuve y me devolví – se me olvido preguntarte tu talla.

- S, mi talla es la S – yo sonreí y me alejé de ahí.

Corrí un poco hasta llegar con la ropa vieja y que se utiliza para regalar los más necesitados, cogí lo más bonito que había y las que tenían un buen olor. Fue una búsqueda difícil, pero al final lo pude lograr, agarré las prendas que íbamos a usar los dos y salí corriendo donde ella.

- volviste.

- lo siento, ahora, ponte esto – le lancé la ropa.

- ¿Qué demonios es eso? – ella olió la ropa y casi vomita.

- lo mejor que pude encontrar, y no te preocupes, tengo esto – saqué un pequeño perfume – me lo dieron para perfumar el traje – ella agarró rápidamente el perfume y lo echó a toda su ropa.

- mucho mejor – yo agarré el perfume y le puse un poco a mi ropa.

- listo, nos cambiamos y nos vamos.

Yo me fui al baño de hombres y me cambié, salí y miré a mi alrededor, ella no había salido aún; yo la esperé ahí parado por unos minutos, pero me cansé, así que me senté en una silla. Luego de un tiempo ella salió, yo me levanté y caminé donde ella, ahí ambos nos subimos al carro y manejamos hasta el restaurante más cercano. Detrás nuestro nos seguía una patrulla de policía, patrulla que nos va a cuidar, en caso necesario de necesitarlos. Llegamos al restaurante, pedimos mesa para dos y entramos, el restaurante no era lujoso, tampoco estaba lleno y mucho menos tenía mucho espacio, pero era simple y se podía sostener, lo más importante era que sabían cómo cocinar la carne y les quedaba espectacular. Yo pedí una baby beef con Coca-Cola, papas a la francesa y ensalada. Y mi compañera pidió una punta de anca, con ensalada y papas de casco, de tomar un juego de mango.

- bueno ¿Qué me cuentas de ti? – yo la miré.

- pues nada interesante, además de mi trabajo.

- lo sé, ya sé tu trabajo y es algo miedoso, aunque impresionante, ya que estás frente a frente con una bestia, un monstruo, una escoria – yo sonreí.

- es normal, es una persona común, o lo más común que se puede ser.

- lo bueno es que he escuchado que pronto va a morir, que quizás en dos días muere – yo la vi algo curioso y preocupado.

- ¿Quién te dice eso? Puede mentir.

- son especulaciones que tienen sus compañeros.

- lo más curioso, y quizás miedoso, es que tienen razón, o bueno, espero que tengan razón – yo miré a mi alrededor - ¿Vas a ver la ejecución? Ya que muchos oficiales van a ir.

- no lo sé, muchos están diciendo que vaya, que va a ser divertido, y que le avise a la jefe que voy a ir, ya que los puestos se van a acabar rápidamente – como si fuera un show o una película.

- sinceramente, no vayas, eso es algo muy aburrido y te puede dejar tocado, no es nada especial.

- la verdad no sé si ir, yo creo que mejor no.

- yo no quiero ir, pero me toca ir por compromiso, mis compañeros me obligan a ir, aunque antes que empiece, me les voy a volar y esperar afuera a que todo termine.

- creo que es lo mejor, aunque bueno, el misterio de la muerte, de ver como un monstro se muere, es deteniendo por fin, es algo bonito de ver, debe sentir un alivio.

- yo creo que las personas que estén ahí se van a sentir como en el cielo – ambos reímos.

- oye, pregunta, tú que conoces a la jefa ¿Siempre fue así? – yo la miré confundida.

- cuando dices así, te refieres a que casi nunca sale del escritorio y que normalmente es la última en salir de la comisaría y la primera en entrar.

- exactamente.

- no, antes no era así, antes salí a fiestas conmigo, éramos cercanos, buenos amigos, aunque ella tenga más años que yo, pero eso cambio un día, tan repentino.

- y ¿Qué paso?

- bueno, no sé si tú sabes la historia de las bombas en la comisaría.

- cuando mataron a la mayoría de policías, me acuerdo, ya que por esa razón empezaron a llegar oficiales del extranjero y empezaron a darles caza, a él y a sus seguidores.

- bueno, ella y yo somos uno de los afortunados que sobrevivimos, pero un amigo, amigo de los dos, murió por la bomba, estaba muy cerca de la explosión y murió, a partir de ahí ella se obsesiono por el trabajo, dejo todo de lado y no volvió a su vida normal, si me lo preguntas, huye del dolor, se entretiene en su trabajo para no ver el dolor que le causa esa muerte, la falta de su amigo, además que no quiere que nadie pase lo mismo que ella, intenta evitar que alguien viva todo eso.

- vaya.

- eso solo es una suposición, no te lo tomes tan enserio, puede que en realidad me equivoque, soy humano y me puedo equivocar – ella sonrió.

- comprendo, entiendo.

- de hecho, yo después de eso, caí en las drogas y el alcohol, estaba estancado, no salía de mi casa, no podía olvidar esa noche, cada maldito sueño era ese día, era horrible.

- ¿Cómo saliste de ahí? – yo sonreí un poco.

- yo no lo hice, me sacaron de ahí, un amigo mío, un gran amigo me saco de ahí, rompió la puerta de mi casa, me dio un par de puños y luego me ayudo a salir – ella se río.

- lo normal de un amigo.

- puede que sea un poco violento, pero sabía cómo hacerme mejora, me metió a ese grupo de anónimos, donde hablas tus problemas, donde todos dicen que son una miseria, que manejaban borrachos y atropellaron a alguien, historias tristes, historias donde las personas estaban destrozadas, yo me sentí mejor, al ver que mi vida era mucho mejor que ellos, que aún no puede ser peor, y si esas personas pudieron mejorar en un lugar peor que yo ¿Por qué no lo haría yo? Y así olvidé todo y seguí adelante.

- y ¿Qué paso con tu amigo? – por un momento yo me asuste, mire a mí al redor.

- él murió, cáncer de pulmón, fumaba como un tractor – yo solté una pequeña carcajada – sabía que se iba a morir, así que, bueno, no sufrió mucho, estaba muy drogado cuando eso paso, no sentía absolutamente nada.

- lo siento – él dijo bastante triste.

- no te preocupes, es parte de la vida, de polvo nacemos, y en polvo nos convertimos.

El mesero nos trajo la comida, al final nosotros nos comimos todo, nadie había dicho nada, aunque no era un momento incomodo, se sentía bien. Yo quería hablar, pero era de mala educación hablar con la boca llena de comida, además no sabía si quería hablar del pasado, no sabría si le iba a incomodar, lo mejor era primero comer, y luego seguir hablando. Salimos del restaurante, ella me agradeció por todo, que yo era muy amable y lo típico que se decía cuando alguien decía en esta situación. Ambos nos subimos al cuche y ella manejo, como siempre, pero mientras ella manejaba, pasando un poco la velocidad permitida, le decidí hacer una pregunta.

- y ¿Tú qué? – ella quiso mirarme, pero se arrepintió – ya sabes, yo hable de mí, pero no sé nada de mí.

- pues nada, no soy tan interesante como tú, solo que entré aquí por un problema, y es que no conseguí un mejor trabajo, un simple trabajo para mí, ya que era ser oficial o una mesera, y bueno, que aburrido era ser una mesera, esto es más divertido, y relajante, acabo de comer y no tuve ni que pagar – yo sonreí – y bueno, me enamoré una vez de mi prima – yo me volteé a mirarla.

- ¿Qué? – ella se sonrojó un poco.

- no diré nada, solo eso, no voy a dar más declaraciones.

- ósea, no me molesta, solo es raro, no conozco a casi nadie que se enamorará de la prima – esto era mentira, conozco a varios, pero me sorprendió el hecho que fuera lesbiana y se enamorará de la prima, solo le mentí para que se sintiera mejor.

- cosas que pasan – ella se río.

- pues a mí no me pasan – yo miré a la carretera.

- oye, Mario – yo la volteé para ver – algunas personas dicen que hay topos en la policía – yo me enderecé, esas palabras me pusieron tenso.

- ¿Topos?

- sí, topos, infiltrados – ya sabía la respuesta, pero aun así quería confirmar – la gente dice que Rubén, le pago a varios policías para ser sus infiltrados, y que tiene un gran plan para escapar – esto me generaba tensión.

- yo, no sé qué decirte, si es así, estamos jodidos, y me preocupa que piensen eso.

- ¿Por qué? – yo la miré, me quedé callado para pensar mejor mis palabras.

- paranoia, si eso llega a algo mayor, si más personas saben eso y se hacen esa idea, van a sospechar que alguien es un topo, así poco a poco se pierde la confianza entre nosotros, vamos a sospechar de nuestros compañeros, eso es ponerse contra nosotros y en este momento necesitamos estar más unidos que nunca.

- y ¿Si es verdad? – yo me lo puse a pensar un rato.

- se lo dices a la jefa, ten pruebas antes de acusar a alguien, tienes que estar seguro, pero no creo que su misión sea salir ¿Cómo lo harían? – ella se quedó callada.

- entrando a la fuerza.

- no lo creo, tenemos tanta fuerza ahí, es un bunker, imposible de penetrar, y si lo hacen, se demorarán, mucho, van a darnos tiempo a nosotros en entrar a la acción y defender.

- me parece bien, pero ¿Qué pasa si hacen un pequeño problema que nos obligué a actuar? – yo sonreí.

- pues, va a ser menos las personas que van a atacar, lo que significa menos hombres al rescate, lo que llevaría a menos probabilidades de ir para allá, además esa técnica ya lo uso, él nunca usa la misma técnica dos veces, va cambiando, y si eso pasa, ya sabemos que es una distracción, no debemos mandar a todos nuestros hombres para allí.

- vaya, así me convences, no tiene posibilidad – yo sonreí.

- tienes toda la razón, no tiene posibilidad de escapar, y si la tiene, no se la vamos a dejar tan fácil.

En ese momento se escuchó un rayo cerca de nosotros, avisando que una tormenta se acerca, por suerte no estábamos tan lejos de la comisaría; salimos del auto y corrimos a la comisaría, estaban cayendo unas cuantas gotas de lluvia. Ambos entramos al baño, con nuestra ropa y nos cambiamos, ella se despidió de mí y se fue a su escritorio; yo por mi parte entré al cuarto de la jefa.

- volviste – yo sonreí.

- ¿Me extrañaste? – ella estaba sentada haciendo algo en la computadora.

- para nada, es mejor cuando no estás.

- me equivoco medio segundo – ella evitó sonreír, pero yo lo noté.

- es, me equivoco cada medio segundo – yo me senté en el sofá.

- lo siento, no me acuerdo, aunque eran buenas canciones.

- las favoritas de él – vio cómo se deprimió rápidamente.

- lo sé, pero hay que seguir la vida, ya sabes, por él.

- no me vengas con eso, por favor, todos me pueden decir eso, menos tú – yo miré para arriba.

- es verdad, pero lo intenté.

- cuando no estás, la soledad, me aconseja mal – yo sonreí.

- cuando no estás, no se abre el paracaídas... - no sabía que seguía, esperaba que ella siguiera.

- y salto igual y me pierdo en habitaciones vacías – ella se río.

- ¿Mejor? – ella me miró a los ojos y sonrió.

- mejor – yo me acosté en mi sofá.

- ¿Qué juegas?

- ¿Por qué crees que estoy jugando algo? – yo no respondí, solo la miré a los ojos – solitario, estoy jugando solitario – yo sonreí – por cierto, tus compañeros están bien.

- lo sé, sabía que ellos no corrían peligro, me buscaban solo a mí.

- y ¿Eso por qué? – yo no le respondí, ella sabía la respuesta, pero al ver que nadie dijo nada por un buen rato, decidí hablar.

- ya lo debes saber, es muy obvio – ella no dijo nada – y, por cierto, las personas piensan que hay un topo entre nosotros – ella se río.

- eso es malo, pero divertido.

- no me hace ninguna gracia, ya sabes que puede pasar.

- claro, la típica de hacer todos contra todos, las personas no van a confiar ni en su sombra.

- y ahí es donde somos más débiles y más fáciles de atacar, tanto por enemigos del exterior, como nuestros propios compañeros.

- lo sé, pero no te preocupes, por lo que sé, se acerca la última historia, yo creo que ellos podrán aguantar antes de sacar un ojo a sus compañeros – yo sonreí.

- esperemos que sí, esperemos que sí.

- tenemos que acabar esto rápido – yo la miré – y lo sé, sé que es un proceso lento y detallado de su jodida vida, pero sabes que todo esto es jodido, mientras más se demoré, menos puedo protegerle, por qué eso hago, estoy evitando que vaya a la silla eléctrica, eso es lo que hago, defenderlo.

- sabes que estás haciendo lo mejor para todos – ella se río.

- claro que no, y ambos sabemos eso, estamos haciendo lo mejor para nosotros.

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