De mal en peor
Yo me desperté a la misma hora, apenas pude dormir, pero no me molestaba, al final me levanté y me bañé; hice la misma rutina de siempre, me levanté y subí a mi camioneta blanca, la encendí y empecé a manejar. Todo iba bien, hasta que encontré a un montón de personas paradas en la callé, una manifestación que me evitaban seguir; yo toqué el claxon varias veces, pero nadie se movió, aunque si quisieran moverse, no podían, ya que todos bloqueaban la calle y aunque algunos quisieran moverse, no todos lo iban a hacer. Me retrocedí y tuve que evitar esa calle, una calle muy larga que tuve que rodear por todas estas personas, eso me hizo tomarme unos veinte minutos más del recorrido, por suerte si pude llegar a la comisaría, me baje de mi camioneta y camine rápidamente hacia la comisaría, sentía un miedo intenso, sabía que en cualquier momento esa manifestación pacifista iba a volverse peor, mucho peor, en cualquier momento alguien dejaría de ser pacifistas e iba a joderlo todo, seguramente esto iba a pasar dentro de una a dos horas. Entré a la oficina de la jefa.
- veo que llegaste, adivino que ya sabes que está pasando.
- sí – yo miré a mi alrededor – veo que soy el primero.
- sorprendentemente, pero ya sabemos por qué fue.
- quizás, pero ¿Por qué demonios hay tanta gente afuera? – la jefa subió sus hombros.
- por cualquier cosas, no sé en realidad y no me interesa, todavía, por qué estoy seguro que en cualquier momento esto de ser pacifista y alguien encienda esa chispa y nosotros tenemos que responder.
- además así podemos quitarlos, mucho mejor, así no nos molestaría.
- solo es cuestión de tiempo, poco tiempo – de repente golpearon la puerta - ¡Entre! – Un chico algo nervioso abrió la puerta.
- disculpa – dijo nervioso – lo que pasa es que recibimos una llamada – ella sonrió.
- adivino, ya empezaron a usar la fuerza.
- exactamente.
- pónganse los palos, gas lacrimógenos y algunos chalecos.
- ¿Chalecos? ¿Para qué?
- fácil, si todos deciden agarrar una roca, estaríamos muertos, también los cascos y escudos, tengan cuidado y no tengan piedad con sus atacantes, es obvio que son más y posiblemente ellos tampoco.
- si señora – el chico cerró la puerta.
- adivino, es el chico nuevo.
- sí, es una ternurita, me encanta cuando me tiene miedo y está nervioso.
- ¿No crees que lastimarlos va a ser muy cruel? Vamos a lastimar inocentes.
- lo sé, y lamentablemente son cosas que tienen que pasar, por qué si les damos total libertad de hacer lo que quieran, van a destruir todo a su alrededor, pueden empezar a romper ventanas, pintar paredes o destruir varias cosas de la calle, incluso pueden llegar a ser un peligro para todos.
- lástima que esto siga pasando.
- y no hablemos del espacio que tienen, uno cae y todos mueren, un efecto domino donde al ser aplastados, mueren.
- horrible, por eso no me gusta, me da claustrofobia y no puedo respirar, y eso que solo lo estoy bien, aunque adivino que tengo que ir a ayudar – la jefa sonrió.
- no, no te preocupes por eso, yo me encargo de eso, tú ve a hablar con él y ya, sácale toda la información y documéntala y ya, no haces nada más.
- sabes que necesito a mis compañeros, ellos son mi prueba de que digo la verdad, o que Rubén dice la verdad.
- ellos van a llegar, solo espéralos.
Y eso fue lo que tuve que hacer, me senté en una silla y cerré los ojos, necesitaba descansar, un poco, pero no dormí, no tenía tanto sueño, solo necesitaba cerrar los ojos y pensar, en todo lo que paso y todo lo que puede pasar, hace tiempo no me relajaba, ya que solo pisaba mi casa para dormir, pero no me ponía a pensar nada, además de mi cama y cuando estoy con Rubén, solo puedo oír sus historias, recordarlas completamente y luego analizarlas. Luego de diez o quince minutos mis compañeros llegaron.
- lo siento la demora, pero tuvimos problemas – Pablo y Walter estaba todo sudados – tuvimos que correr lo más rápido que pudimos hacía aquí.
- espera, espera ¿Estaban juntos?
- sí – dijo Pablo respirando agitadamente – lo que paso es algo simple – él se sentó en la silla yo vi que alguien nos seguía, yo me asusté tanto, pero tanto que no quería salir, así que le pedí dormir en su casa, y dormí y ya, eso es todo.
- ¿Bien? Eso explica por qué estaban juntos, pero aún no explica su aspecto todo sudado y cansado – Walter sonrió un poco, parecía que ya estaba normal, aun sudaba, pero su respiración era normal, lenta y seguida, mientras Pablo respiraba como si se le acababa el aíre y tomaba todo lo que podía.
- unos mocosos rompió las llantas de los neumáticos, intenté atraparlos, pero escaparon, además no podía perder tanto tiempo, entonces pedimos un taxi, y todo iba bien hasta que el taxi se detuvo, ya que había una maldita fila de personas que nos evitaba salir, el taxi pitó varias veces, al final tuvo que dar la vuelta, evitando esa fila de personas y antes de llegar aquí, la llanta del taxi se rompió, nosotros pagamos el viaje y un poco más, lo necesitaba.
- y corrieron hasta llegar aquí lo más rápido.
- exactamente, ningún auto paso donde nosotros, así que decidimos correr hasta llegar a la comisaría.
- bueno, es hora de irnos.
- voy a hacer que dos personas los sigan en auto.
- ¿Qué paso? – la jefa salió de la habitación, sin responder a Walter.
- bueno, la marcha dejo de ser pacifista y empezó a ser violenta, entonces nosotros vamos a entrar y calmar todo, a la fuerza.
- mierda, eso nunca me gusto, pero no sé puede hacer nada, a veces hay que usar la violencia para lograr la paz.
Nosotros salimos de la habitación, dos chicos nos siguieron; obviamente nosotros tres fuimos en el mismo carro, Walter en la silla del conductor y Pablo en la silla del copiloto, y yo, obviamente atrás, ya que no había más asientos, me sentía como un prisionero. Nuestros acompañantes se subieron a un carro diferente al nuestro. No tuvimos muchos problemas al llegar a la cárcel, solo uno pequeño, y era que una persona con chaqueta negra apareció corriendo por la calle, a mi parecer estaba en la marcha y cuando las cosas se pusieron feas, salió corriendo para no salir lastimado; por suerte Walter era un buen conductor y pudo esquivarlo, sin poder lastimarlo y sin chocar con el carro. Walter freno y abrió la puerta, pero el chico salió corriendo de ahí antes de que Walter o Pablo pudieran bajar.
- rayos, eso fue peligroso – Walter cerró la puerta.
- ves cómo iba vestido ¿No crees que se veía sospechoso? – yo solo pude ver su cara unos segundos, pero eso solo me basto para saber que era un chico de quince o dieciséis años.
- no, la verdad no, puede ser alguien huyendo de la violencia de manifestantes contra policías, muchas de esas personas que marchan usan cosas para que no vean sus bocas, ya sean trapos en la cara o una chaquetas que intentaba tapar todo.
Volvimos a la marcha y quince minutos después llegamos a la cárcel, nosotros nos bajamos del auto, nuestros compañeros se quedaron dentro del auto en el parqueadero, corrimos rápidamente hasta entrar donde estaba Rubén.
- llegan tarde, pero no tanto – Rubén estaba mirando la ventana fijamente.
- lo sentimos, había una marcha pacifista – Rubén se giró y sonrió por unos segundos, antes
- adivino que al final se volvió algo conflictivo y se están peleando en este momento.
- algo así, por lo que escuchamos, pero no nos asignaron a eso, y por eso estamos así.
- que estúpido – Rubén se giró – el pacifismo no va a hacer nada, no va a cambiar nada, lo único que cambia es la violencia.
- pero si tu no pudiste.
- es verdad, no pude, ya que no pude agarrar a los políticos por sorpresas, estos ya venían asustados por Pablo Escobar, tenía mucha escolta, escolta que tenía entrenamiento militar, armas del ejército y muy buenos chalecos anti balas, no podía enfrentármelos yo y mi grupo, apenas podríamos destruir a algunos cuantos, no valdría la pena, pero ya que voy a morir, es un buen momento para que los políticos bajen la guardia, y atacar, que el pueblo ataque, no hay nada más poderoso que el pueblo, además los políticos no esperan que tanta gente se ponga contra ellos, mucho menos personas inocentes.
- quizás la gente ahora es pacifista o intenta ser pacifista por el trauma de violencia que ustedes causaron, de toda está maldita guerra que ustedes causaron.
- sabes, tengo un problema con esa gente que siempre nos culpan, y tú lo sabes, ya que yo ya te lo he dicho, pero es simplemente por qué el mundo no es blanco y negro, también hay gris, además depende de cómo lo ves ¿Crees que si yo desaparezco mejoraran las cosas? – Rubén se sonrió – no me jodas, yo no soy el único problema que tienen, aunque bueno, alguien como tú no lo verás.
- ¿Alguien como yo?
- sí, alguien como tú, personas tan decididas a su mirada tan fija, solo ve el mundo blanco y negro, buenos y malos, que seguramente alguien te pone esas ideas, políticos, buenos, asesinos, malos, además una marcha pacifista es estúpida – Rubén miro a la ventana y sonrió - ¿Sabes cómo hacer que toda esa gente se vaya?
- ¿Dándole lo que quiere? – Rubén se sentó en la silla.
- no, prometiéndolo, pero luego no lo harás, así de simple, todos se van a su casa, meses después vuelven y haces lo mismo, también puedes resistir, esperar, tarde o temprano se van a cansar, el dinero se les acabará y tienen que volver a trabajar, en caso que no, uno contrata más.
- ¿Qué pasa si no vuelven y evitan que alguien sea contratado?
- aguantar, al final tú vas a durar más que ellos, el jefe tiene más dinero que sus empleados, el político puede vivir encerrado en su casa por años, comiendo y disfrutando su bella vida, hasta que las otras personas se larguen – Rubén se quedó callado, pensamos que había acabado, pero antes de que pudiéramos hablar, el siguió – y la última y puede que sea la más divertida, por lo menos desde mi punto de vista, es darle dinero a unas personas, pueden ser niños, hombres, mujeres, quien sea y que empiece a hacer daños, lanzar rocas, pegarle a la gente, ser violenta, ahí la policía llega y bueno, una pequeña guerra entre ellos bastante entretenida y ahí, se acaba su marcha y terminamos viendo un show de peleas.
- creo que lo mejor es que nos cuenten la historia ya.
- claro – Rubén sonrió – no olviden la grabadora – Pablo saco la grabadora del bolsillo.
- bien, antes de empezar vamos a dar contexto, y como dije en la anterior historia, tuvimos una idea, un plan simple, primero era estallar a una escuela, vacía, no quería lastimar a un niño pequeño, solo asustar, cosa que hice, y ahí se me ocurrió otra grandiosa idea, y era que una semana después de todo esto, se me ocurrió volver a la princesa a la casa, y bueno, ya saben lo que paso, al final ella logro su objetivo y explotó su casa, matando a la princesa y sus dos padres, algo que hizo despistar a los oficiales, por un momento todo estaban perdidos, no sabían cuales iban a ser mi próximo movimiento, y en esa confusión yo aproveche para atacarlos.
- la matanza verde.
- veo que alguien la conoce – mis compañeros me miraron.
- es muy conocida, todos aquí la conocemos, muchos han escuchado esa historia, es común entre los oficiales, pero yo, yo la viví – Rubén sonrió un poco.
- interesante, un superviviente – Rubén se levantó – qué tal si cambiamos las cosas, está vez tú nos cuenta la historia, como lo viviste, adivino que nunca lo olvidaste, y que nunca lo harás.
- no, no lo he hecho, recuerdo cada segundo de ese día.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro