As de corazones
1
Eran las seis de la mañana y una hermosa princesa se levantaba por culpa de su alarma, la hermosa princesa sintió odio hacia ese aparato, ella simplemente le golpeo para que se callara. Se levantó de su cómoda cama, camino algo dormida, su cerebro no reaccionaba, pero su cuerpo se había acostumbrado a la rutina, entró a su baño y prendió su bañera con agua caliente; se quedó unos cuantos minutos limpiando su cuerpo, echándose champo y varios acondicionadores en su pelo, tardo más de diez minutos en la ducha. Salió del baño con una toalla que ocultaba todo su cuerpo, se cambió de ropa por la ropa del colegio, una minifalda, medias exageradamente largas que les llegaban a las rodillas, un buso blanco y un saco de color azul con el emblema del colegio cerca del corazón. Cuando ya estaba lista con su uniforme, salió de su cuarto, bajo las escaleras como una princesa, cerca de ella había varias pinturas de sus antepasados, hombres y mujeres importantes, hombres que estuvieron en guerras, mujeres que armaban revoluciones, hombres corruptos, mujeres que se quedan en la sombra de sus maridos, pero que sostuvieron su disfuncional familia, personas perfectas, según la mayoría, pero en realidad, son una de las peores familias que viven en ese lugar. Se sentó en el comedor, su comida ya estaba lista, una comida extranjera, exótica y deliciosa, para ella; su padre ya estaba trabajando, era un hombre importante en la política, algo viejo, pero aun así era alguien con gran poder político, y su madre también estaba trabajando, haciendo entrevistas con personas famosas, si es que no está cogiendo con alguien en ese preciso momento, jamás se sabe. Los únicos que estaban en esa casa eran los mayordomos, alguien que siempre han hecho mejor el papel de padres que sus verdaderos padres.
- señorita, recuerde que hoy tiene ensayos de ballet.
- sí Manuel, lo sé muy bien.
- adivino que no tengo que acordarle que mañana será las clases de inglés.
- y de francés y alemán, sí lo se.
- se me olvido una cosa.
- ¿Qué? – dijo algo frustrada.
- tener un buen día – Ella no pudo evitar sonreír, una pequeña, pero dulce sonrisa.
- gracias Manuel, sin ti ya estuviera muerta o desaparecida y nadie le importaría.
- no diga señorita, usted sabe que sus padres la quieren mucho – ella alejó el plato ya a acabado, Manuel recogió el plato y lo llevo a la cocina y luego volvió.
- sabes que solo me quieren porque soy su legado, soy su impacto en esta vida, soy la persona que van a seguir sus pasos.
- eso es mentira señorita, ellos de verdad la quieren, a su manera, más de una vez me han demostrado el amor que te tienen por ti.
- no lo sé.
- piénselo señorita – él le paso su maleta cargada de libros – es hora de irse, su carro ya llego.
La princesa salió de su hermosa casa, se montó a su carro, confiada y alegre, con una mochila llena de libros, pensando que Dios está de su lado; desde la muerte de Pablo Escobar, ella ha tenido más libertad, ya no estaba rodeado de guardias las veinticuatro horas, ya podía salir con sus amigos sin pelear con sus padres o escapándose de casa, todo estaba tranquilo. Su chofer era una mujer de veinticinco años, una buena amiga, la princesa aun no cumplía los dieciocho años, aun no era mayor de edad, entonces no podía ni tomar, ni conducir, aunque esas dos cosas ella ya lo había hecho, pero tenía que fingir que era una niña buena y que no ha hecho nada legal. Ella decidido cerrar los otros, se sentía confiada, no era la primera vez que se dormía, siempre cuando esta junto a alguien de confianza, ya sea padres, amigos o personal de su casa; pero cuando abrió los ojos, noto algo extraño, todo estaba oscuro. Se demoro unos minutos para que sus ojos se acostumbraran a la oscuridad, estaba dentro de un granero; ella intentó abrir la puerta de su carro, pero estaba cerrado, imposible de abrir. Primero empezó a patear la ventana con todas sus fuerza, pero eran blindadas, imposible de romper, luego intentó bajar las ventanas, pero esto no funciono, también intentó hacer funcionar el auto, pero no lo logró, no encontró la llave y ni siquiera quitando la palanca, se quedaba inmóvil. Ella se rindió, se recostó y respiro rápidamente, estaba bastante nerviosa, sentía que no podía respirar, que era su fin.
- ¿Te vas a rendir? – escucho una voz en la oscuridad – ya lo sabía, de hecho, aposté que te rendirías rápidamente – la princesa no puedo ver quien hablaba en la oscuridad, era imposible saber quién hablaba.
- ¿Quién eres? – la princesa miró a todos lados preocupada.
- nadie importante, la persona que importa eres tú – se escuchó como la puerta se abrió, la princesa abrió la puerta, pero decidió que estaba mejor adentro que afuera, no sabía que había adentro, volvió a cerrar la puerta.
- vamos pajarita, ven a salir a jugar – la princesa escuchó algo, pero no supo lo que era, pero eso no le dejaba nada tranquila – vamos princesita, ven a jugar con tus amigas, ven a vivir tu vida perfecta – la persona que estaba en la oscuridad disparo con un arma al vidrio de enfrente del carro, ella como reflejo se cubrió la cara y se quedó inmóvil por un tiempo, luego grito lo más fuerte que pudo – no tengas miedo, no te haremos daño princesa, no somos malas personas, solo queremos jugar contigo – la persona disparo a la llanta del carro, haciendo que se desnivelara – vamos a divertirnos juntos, solo sal a conocer a tus nuevos amigos – la princesa se acostó en las sillas del carro para ocultarse – esto solo es el inicio a una nueva etapa de tu vida.
La persona en la oscuridad empezó a disparar al todo el carro varias veces, rompiendo algunas ventanas y dejando varios agujares alrededor del auto; pero se le acabaron las balas, la princesa escuchó como la arma dejó de disparar, con en unos segundos todo quedo en silencio, tardo uno o dos segundos para reaccionar. Abrió la puerta rápidamente y salió corriendo de un lado al otro, se acercó a una puerta que estaba adelante suyo, intentó abrirla, pero era imposible, estaba cerrada, pero por suerte la puerta era de madera, así que era fácil de romperla; ella empezó a patear la puerta con toda su fuerza, pero no logro nada. Lo intentó unas tres veces más, hasta que se prendieron las luces, luego sonó un disparó, la princesa miró a su izquierda y vio el agujero de bala cerca suyo, muy cerca suyo.
- ¿Ya te vas princesa? Pero si apenas es la hora del té – ella no miró para atrás, tenía miedo de hacerlo - ¿No vas a comer pastel? – ella dio unos paso para atrás y luego corrió contra la puerta, chocando contra ella y rompiendo su seguro, lo que hizo abrir la puerta, pero también cayó al suelo por el impulso.
La princesa intentó levantarse, pero alguien la piso en la espalda y no pudo levantarse, le agarraron de las manos y varias personas la inmovilizaron, al final le pegaron en la cabeza con un arma, hasta que se desmayó, la levantaron y la metieron dentro de una habitación, le cerraron la puerta con seguro y todos se fueron, dejando sola a la princesa adentro.
2
Unas horas después la princesa se levantó, estaba en una habitación desagradable, las paredes parecían a punto de caerse, con poca pintura, tenía un colchón bastante incomodo, y no tenía almohada; también tenía una ventada, pero estaba muy alta y era muy pequeña como para ver algo, simplemente alumbraba. Había una puerta de metal que estaba algo oxidada, quizás lo peor de todo era que no había bombillo y una cubeta, que servía como baño. Lo primero que hizo la princesa fue golpearse en la cara, para poder despertar, cuando supo que no estaba en un sueño, se acercó a puerta, tenía un pequeña ventana que se movía, pero por el otro lado; primero intentó mirar por la ventana, pero no pudo mirar por está, intentó saltar lo más alto que puedo, pero no logro nada, con suerte podía tocar el borde inferior de la ventana. Se acercó a la ventana de nuevo y empezó a golpearla con todas sus fuerzas, pero no logro nada; pero alguien abrió la pequeña ventanita de la puerta, ella se acercó para ver la cara del sujeto.
- haz silencio, hay personas que están intentando dormir.
- ¿Dónde estoy? ¿Quién eres? ¿Qué hago aquí? – la persona cerró la ventana - ¡No me dejes hablando sola! – la princesa volvió a golpear la puerta – por favor, díganme que hago aquí – la princesa se sentó en la cama.
- ¿Quieres saber qué haces aquí? – la princesa levantó su vista y vio que la puerta estaba abierta.
- ¿Quién eres? – ella se alejó un poco y se hizo bolita.
- soy tu padre adoptivo, ahora me tendrás que hacer caso, si quieres vivir.
- ¿Qué es lo que quieres? – esa persona sonrió.
- cambiar el mundo, hacer el mundo mejor – la princesa temblaba de miedo, sabía con que tipo de persona hablaba – no quiero que digas nada, solo vas a hablar cuando yo te diga, eres nuestra reina, alguien que nos salvará y lo siento por la habitación el la que estás, estamos repleto de personas, pero te prometo que mañana estarás en una nueva habitación, quizás con una compañera, o compañero.
- déjame – dijo la princesa casi susurrando.
- aun no, eso depende de tu padre, o madre, o el gobierno, pero si cumples lo que haces, podrás irte cuando quieras – esa persona iba a cerrar la puerta – y no te metas en problemas, nosotros podemos enseñarte modales, nosotros te enseñaremos modales a las malas, no lo quiero, pero no tengo miedo de ensuciarme las manos.
Ella se levantó, quería decir algo, pero cerraron la puerta, sabía que no le iban a contestar; la princesa se volvió a sentar, sentía miedo, tenía la respiración agitada, muy agitada. La princesa se le ocurrió algo, no para salir, pero quizás para ver donde estaba; agarró la cubeta que tenía, que por suerte estaba limpia y se levantó a ver qué es lo que había afuera, alcanzó a ver un poco que es lo que había afuera, lo único que vio eran árboles, estaba como en una casa de campo, vio una par de personas caminando de aquí allá, pero nada notorio, o algo relevante para poder descubrir donde estaba, por ahora sentía calor, pero cuando saco la mano por la ventana notó que afuera estaba fresco, pero por mala suerte, el balde se rompió por la mitad y ella cayó al suelo, lastimándose la espalda, pero lo peor de esto no fue que se lastimaran, lo que paso fue que alguien abrió la puerta y lo miro.
3
La princesa no podía verle la cara, pero no le provocaba una buena impresión, esto le dio mucho miedo y empezó a arrastrarse hacia atrás, hasta que toco la pared; la persona se quedó quieta, ella no sabía que hacía, era algo que le provocaba mucho miedo.
- ¿Lo dañaste? – ella no dijo nada – veo que sí, sabes que es lo único que tienes para ir al baño – hubo silencio de unos segundos – te traeré otro, pero si lo vuelves a romper, abollar o algo así, no te traeré otro, se que no son los hoteles que tú siempre visitas, pero pronto tendrás algo mejor, el jefe quiere darte una nueva habitación, ya lo sabes.
- ¿Quién eres? – pudo decir la princesa.
- un empleado, nada más, que hace lo que sea para mantener a su familia.
- por favor, ayúdame a salir, yo te podré pagar, mis padres podrán pagarte.
- no gracias, ya tengo la forma de pagar y me gusta, además conozco a tu padre muy bien, a tu madre y padre, no creo una palabra a ellos, tú no me pagaras, no puedes, no tienes la edad para mantenerte sola, tus padres te pagan todo, y tú padres jamás me pagaran, además voy a acabar en la cárcel, y eso no es lo malo, es agradable, pero mi familia no podrá comer esos días.
- por favor, ayúdame.
- solo pórtate bien, y todo saldrá bien – esa persona le dio la espalda.
- por favor... - esa persona cerró la puerta, la princesa empezó a llorar.
Ella se hizo bolita en un rincón, el sol estaba empezando a bajar lo que significa que se estaba anocheciendo, aunque la habitación se veía peor cada hora, cada vez se hacía más oscuro y eso la mataba de miedo. Se empezó a escuchar paso de aquí y allá arriba de ella y cada cierto tiempo caí pequeños pedazos del techo; luego de un tiempo, la princesa escucho un pequeño maullido. Ella se calmó un poco y se levantó, miró a su alrededor y vio un gato negro cerca de su ventana.
- hola amiguito – ella se acercó a la ventana, pero el gato se fue rápidamente – rayos.
- veo que conociste a Martin – la princesa se giró rápidamente hacia atrás – es el gato de la casa, es adorable – esa persona puso la cubeta en el suelo y la pateó, hasta llegar donde ella – te recomiendo portarte bien, entre mejor te portes, mejores lujos tendrás.
- mis padres me van a salvar, yo los conozco, ellos me salvaran – decía asustada, ella creía eso, quería que todo eso pasara.
- acepta la realidad, antes de que te duela, la esperanza solo te hace que la caída te duela aún más.
- ¿Quién eres? – él chico la miró, aunque la princesa no se dio cuenta.
- eso no importa, eso no importa, tú eres la persona que importa aquí, eres lo más importante de aquí, siempre lo serás.
- ¿Quién eres? – dijo esta vez con más insistencia.
- él es uno de mis mejores empleados – dijo alguien detrás del chico – alguien de buen corazón, pero sabe cuándo cerrarlo y aceptar las ordenes – el chico se fue para atrás, dejando ver a su jefe – vete a cocinar, o a practicar lo que quieras, yo hablaré con nuestra princesa.
- sí señor, buena suerte.
- gracias, lo mismo – él se fue, dejando al jefe a solas.
- aléjate de mí – ella dio tres pasos hacia atrás.
- no temas, no te voy a castigar, no te voy a lastimar, solo, hablemos tú y yo, así de simple.
- ¿Qué quieres de mí? – el jefe sonrió, la luz del sol era cada vez menos, donde estaba ella era donde había la luz, pero todo lo demás era muy oscuro, la princesa apenas podía ver.
- sé que esto no está a tus estándares, pero bueno, en la vida hay que correr algo de riesgo, no te vas a morir por estar una sola noche.
- por favor, váyase – el jefe dio dos pasos hacia delante, simplemente para llevarle la contraria.
- la vida de las personas se hacen más difícil, hacer actos horribles para mantener a la familia, no sabe cómo hacer lo correcto, pero no lo entiendes, toda tu vida está en bandeja de plata, tú no has matado por otra persona, no hay necesidad.
- conozco tu dolor – era mentira, una muy mala, pero era lo único que se le ocurrió.
- tu no conoces mi dolor, tu vida es diferente, muy diferente, no es perfecta, pero por lo menos no tienes que preocuparte por dinero, no tienes que pasar hambre para que otros coman, todas esas personas son mi gente, personas que no le han dado la mano para levantar a su familia, yo les ayudo en eso.
- ¿Qué quieres de mí? – la princesa estaba confundida, temblaba de miedo, no soportaba la presencia de esa persona.
- atención, nada más, quiero enfoque en mí, quiero caos, quiero poder, control, quiero hacer algo que ustedes los ricos no hacen, ayudar a los pobres.
- nosotros si hacemos eso – él se río.
- si claro, pues mi pajarito me dice otra cosa, mi pajarito te ha visto ver a los pobres, con asco, miras para el otro lado cuando vas a una zona pobre y preguntas cuanto te vas a demorar, impaciente de salir de ahí, creyendo que te van a robar, asaltar.
- ¿Cómo demonios sabes eso? – el jefe se acercó más a ella, dejando mostrar su cara.
- ¿Cómo crees que legaste aquí? Las personas siempre se dejan llevar por las expectativas y se confían, si tu le muestras lo que quieren ver, se confiaran, y será más fácil meterles el cuchillo – el jefe se alejó de ella y le dio la espalda – lo que yo quiero de ti, además de atención y una carta contra tus padres y la policía, es que aprendas, aprendas a ser una mejor persona para mejorar este mundo de mierda, darle comida a los pobres, ayudar a los que lo necesitan, obviamente si tu ya estas estable económicamente, obvio, pero para ti eso no es ningún problema.
- ¿Qué le hiciste a ella? – el jefe se río.
- le pague, ahora está arriba jugando parques, te invitaría, pero no te lo has ganado – el jefe cerró la puerta – y pórtate bien princesa, de ti dependes cuando sales.
4
Las horas pasaron, la princesa se quedó parada en el mismo lugar por un largo momento, le dolía todo, pero no podía moverse, todo el cuarto estaba oscuro, ella tenía hambre y cansada, pero seguía ahí, pensando en todo lo que él había hecho, sobre todo lo de su conductora, era imposible, ella la consideraba como su hermana, era imposible, todos esas charlas que tenía, todo eso valía mucho, así que ella decidió no creerle, pero a la princesa le llego una pregunta bastante importante ¿Cómo llego aquí? No tenía sentido, lo único que sí tenía sentido era lo que él dijo, pero ella no quería darle la razón, no quería creer eso, tenía que haber otra respuesta; pero lo único que le llegaban eran ideas incompletas, ideas sin sentidos e imposible que explicaran como termino ahí, por lo menos dejo de pensar en su alrededor por un tiempo. Hasta que un ruido la saco de sus pensamientos, alguien le paso la comida, con un jugo y una vela para ver. La princesa camino despacio hacia la comida, primero se sentó y la miró fijamente, era arroz, carne, patacón y arepa, de tomar una botella de agua y la vela era para la oscuridad. La princesa al final hizo caso a su estómago y se comió todo, no dejando nada, algo que la lleno de energías, pero al mismo tiempo le genero sueño.
- oye, amiga, deja el plato cerca de la puerta y tú te quedas con la vela, si intentas quemar algo con eso, no te vamos a abrir y bueno, no quieres saber cómo se siente eso – ella hizo caso, dejo el plato en la puerta y alguien abrió la ventana – bien, ahora aléjate y al rincón y ni se te ocurra acercarte, no dudaré en disparar.
La princesa se hizo en el rincón de la habitación, un hombre alto y un poco musculoso abrió la puerta, agarró el plato y se retiró de la habitación, cerrando la puerta de nuevo. La princesa decidió acostarse en esa mugrosa cama, sin almohada, pero por lo menos tenía dos cobijas de lana, ella se acostó y se arropó, cerrando los ojos mientras dormía. La noche era fría y sombría, la princesa dormía como podía, pero, mientras ella dormía, tres soldados entraron a un cuarto, abrieron la puerta de una habitación con una llave con una habitación con cuatro personas, una familia, una anciana, la madre, el padre y obviamente el niño, pero esos tres soldados solo sacaron a las personas mayores, la agarraron del pelo y la arrastraron hasta salir de la habitación, dejando solo al niño en la habitación. Llevaron a estas personas al bosque, donde nadie podía escucharlos, la persona que más ponía problema era el padre, pero con un buen tiro en la pierna, deja de molestar, todo esto era planeado por el jefe, que los estaba esperando en el bosque.
- ya llegaron, me alegro.
- lo siento la demora jefe, tuvimos unos problemas, pero ya fueron solucionados.
- no hubo necesidad de tocar al niño ¿Verdad?
- tranquilo jefe, él está bien.
- gracias, ya saben que hacer, pongan todo listo para nuestra carta especial, el cuarto bien limpio y quiero que dejen al chico en un orfanato, vendado y todo, no quiero matarlo.
- entiendo jefe, adivino que quiere que los deje solo con ellos.
- solo quiero que se quede uno, obviamente tú no, ya tienes tu misión.
- buenas suerte – esa persona se fue, perdiéndose en la oscuridad.
- por favor, no nos hagas daños, puedes... - el jefe disparo hacia arriba.
- no, no digas eso, todos dicen lo mismo, ahora solo vamos con el punto, esto solo es una voz, una voz de miedo, de odio, quiero que todo este país me hable, me tema, para poder tener orden.
- ¿Qué nos quieres hacer? – dijo el hombre con la pierna lastimada, todos estaban arrodillados y amordazados.
- fácil, muy fácil, quiero miedo, trauma, no quiero dinero, para que los metería aquí si no tienen un puto centavo para poder quitarles, solo quiero matarlos.
- esa seré yo – la anciana se levantó, el jefe le apunto la cabeza.
- mamá, no, tú no tienes que...
- tengo que, ya estoy vieja, la muerte ya me está esperando, ya me tiene en su lista, si voy a morir, que sea dándole la vida a mi hijo.
- ¿Está segura de eso señora? Es un tema muy delicado que hay mucho que decir.
- estoy segura, nunca fui una buena madre, fui muy sobre protectora, no pude llevarte a la universidad que querías, incluso tuviste que dejar los estudios para cuidar a tu madre, no fui una buena madre y por esta vez quiero serlo – la señora se le cayó una lagrima el jefe bajo la pistola.
- haber señora, no diga eso, usted hizo lo que pudo, usted fue la mejor madre del mundo, fue la mejor madre que pudo ser, fue la mejor, y estoy seguro que su hijo la ama tanto y la parecía, estoy seguro, sino fuera así, no hubiera sacrificado su universidad para curarte.
- además mamá, gracias a ti conocí el amor de mi vida.
- si vez abuelita, fuiste la mejor madre para él, ahora dilo, soy la mejor madre y amo a mi niño.
- soy la mejor madre y amo a mi niño – dijo dudosa y demasiado pasito.
- más fuerte, tienes que sentir que estás orgullosa por eso.
- soy la mejor madre y amo a mi niño.
- ¡Más fuerte! Que todos los del bosque escuchen.
- soy la mejor y amo a mi niño, mi hijo fue lo más hermoso de mi vida y no me arrepiento de nada, ya que todas mi decisiones me llevaron a él.
- eso está mejor señor – el jefe le apuntó en la cabeza y le disparó, el cuerpo de la vieja calló al suelo muerta – nunca hay que menos preciarnos, y menos cuando vas a morir, yo prefiero que la gente que recuerde como la mejor versión de ti, te recuerde con cariño – el padre y la madre estaban llorando la muerte en el suelo – si te hace sentir mejor, digamos que hay un cielo y ella está ahí.
- ¡Maldito! – el jefe se puso a la postura del padre.
- no has visto nada – el jefe se puso atrás y lo movió un poco hacia atrás – te voy a liberar, espera – el jefe le libero las manos y se puso para atrás – bueno, ahora haremos una prueba, pon tu mano adelante, por favor – el padre no se movió – no hagas eso más difícil – el jefe le apunto con una pistola en las costillas.
- no te haré caso.
- bueno – el jefe le apunto a la madre – te voy a decir una última vez, o la mato – el padre sin dudarlo puso las manos enfrente – muy bien, ahora ten la pistola – el padre la agarró, pero antes que pudiera hacer algo, el jefe le apuntó en la cabeza – te daré dos opciones, la primera es dispararle a tu mujer y tu hijo y tú viven, o puedes intentar matarme, pero yo no me mataras y yo mato a tu hijo y le muestro a tu feliz esposa como lo descuartizo, como le arrancó toda su piel, como grita y se desangra – el padre empezó a llorar – ahora, tienes diez segundos para hacer algo.
- por favor no...
- diez, nueve.
- soy incapaz – el padre le temblaba las manos, no quería hacerlo, pero no tenía otra opción.
- ocho, siete, seis.
- por favor, mátame a mí y deja a mi hijo y mi esposa en paz.
- cinco, cuatro, tres... - el padre disparó el arma, pero el arma no disparó – bien hecho.
- ¿Qué paso? – el jefe lo soltó y se separó.
- ¿Enserio crees que te daría una pistola cargada? No soy tan estúpido, solo quería ver si eres capaz de disparar, ya que dos personas pesan más que una, pasaste la prueba.
- ¿Qué significa todo esto? – el jefe sonrió, aunque ellos no lo vieron hacer eso.
- pasaron la prueba, pasaron la prueba, me han demostrado que son capaces de dar la vida por su hijo y eso es lo que más apreció, así que los dejaré vivos, a ambos.
- ¿Enserió? – el jefe sacó su pistola y le disparó en la cabeza a la madre.
- claro que no, solo quería ver si me creías – el jefe se acercó y le disparo varias veces en el pecho, hasta que su pistola se le acabaran las balas – eso es lo que más duele, la esperanza – el padre estaba llorando en el suelo – solo faltas tú.
- ¡Maldito! – dijo el padre golpeando el suelo.
- ¿Es tu mejor insulto? – el jefe le quitó todas las ataduras – tu hijo va a estar en un orfanato, en cual, no lo sé, pero ahí lo podrás ver.
- maldito, te voy a partir la maldita boca – el padre intentó pegarle, pero el jefe lo esquivo.
- inténtalo, si puedes, pero no lograras hacer nada.
- te voy a... - el jefe le pego un puño en la cara.
- no sé te olvide ir donde está tu hijo.
El jefe le pego en la cara varias veces, hasta desfigurar su casa, dejándolo casi muerto. El jefe saco un pequeño cuchillo y le acuchillo en el pecho, lejos del corazón, no quería matarlo, pero si marcarlo de por vida, también le quitó el dedo anular, ya que para el jefe era un dedo inservible. Se alejó del casi cadáver de esa persona, chasqueó los dedos y el único hombre que se había quedado con él lo cargo y se lo llevo, al final lo subieron a un carro con un saco en la cabeza y mientras el auto iba en movimiento, lo empujaron en la carretera en su suerte.
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