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La suavidad de la tela acariciaba mis curvas mientras contemplaba, emocionada, mi reflejo en el espejo.
Era, honestamente, una pieza sublime.
De un invernal verde menta, el vestido se ajustaba en mi cintura y acababa en unos ligeros tirabuzones que llegaban a rozar el suelo. La falda se parecía muchísimo a una cascada y la pequeña cola que arrastraba, acentuaba esa sensación. Unas finísimas tiras brillantes lo sostenían en mis hombros y puedo jurar que nunca me había sentido tan bonita.
-Me llevo este- dije a la dependienta mientras con la punta de mis dedos, rozaba la pedrería.
Hoy, Scott y yo celebrábamos tres meses de relación y he decidido prepararle una sorpresa especial. El vestido que ahora llevo envuelto y empaquetado, es el detalle final de la cena de esta noche.
Repaso mentalmente el plan mientras me encamino sin prisas hasta donde dejé el auto. Sé con certeza que no habrá nadie en la casa, ya que mis padres fueron a visitar a unas tías y Scott salió desde muy temprano a buscar un regalo para mí.
Enciendo el coche y salgo del estacionamiento mientras reproduzco a todo volumen mi álbum preferido de Queen. No noto las rosas hasta que miro por el retrovisor. O bueno, parecen rosas, aunque su perfume me lleva a creer que tal vez sean algo más.
La curiosidad me consume. ¿Cómo se las arregló Scott para dejarlas ahí sin que yo lo viera?
Cuando llego a casa, tomo el ramo para examinarlo. No son rosas, son gardenias. Mis flores preferidas.
Instantáneamente sonrío al sentir el aroma dulzón que emana de ellas, y mis manos rebuscan en busca de alguna tarjeta.
"Mi Ana,
El único lucero real en una galaxia de personas comunes. Mi cuerpo es esclavo de tus besos y mi alma, prisionera de tu abrazo. Siempre estaré cerca, cuidando de ti".
Con cuidado, busco un jarrón para las gardenias y me prometo conservar esta tarjeta por siempre. No puedo imaginar todo el cariño y la dedicación que le habrá tomado escribirla.
Ya en mi cuarto, y con las flores en un jarrón, comienzo a organizar la velada de esta noche. En unas horas, comenzará a ponerse el sol y necesito alistarme.
Me baño con mimo y paciencia, tomándome el tiempo de usar todos mis productos favoritos. Mi cabello cae en pesadas ondas en mi espalda y mi maquillaje es muy sutil. Me pongo el vestido con cuidado de no dañarlo y abrocho mis sandalias de tacón, ajustándolas a mis pies. Mis mejillas se sonrojan y mi corazón se acelera al pensar en mi novio y automáticamente mis labios se curvan en una sonrisa.
Cuando bajo las escaleras, me sorprende que Scott no haya llegado aún, pero eso me da más tiempo para controlar mis nervios y verificar que esta noche, todo fluya como la seda.
Distraída como soy, no me fijé sino hasta más tarde de la nota en la encimera:
"No hay regalo más valioso que el de un amor puro y sincero, y yo llevo tu ofrenda como una prueba fehaciente de que la pureza existe. Encuéntrame en esta dirección a las 8:20 y bríndale a este diablillo, ocasión de probar el cielo."
Son solo las siete y cuarto y el lugar indicado está apenas a media hora. No puedo esperar a ver qué tendrá organizado, así que me subo, una vez más, al coche y conduzco por la fría y silenciosa ciudad.
Mi pecho se oprime un poco al mirar el panorama. No es romántico, ni hermoso, y las calles solitarias son cada vez más enrevesadas. Un laberinto de callejones oscuros me recibe en cada curva y es en la última de estas que renace la maravilla.
Un edificio albugíneo de una imponente presencia me recibe con las puertas abiertas y yo me bajo del carro sin todavía procesar lo que tengo al frente.
Luces.
Cientos, miles, millones de luces envuelven la estructura y bordean el camino, casi como una avalancha de estrellas esperando mi llegada.
Hay música, muy leve aún para identificarla, pero definitivamente puedo escuchar como aumenta su volumen a medida que avanzo. Voy caminando deslumbrada, observando cada titilante destello hasta llegar al lugar de donde proviene la canción.
"Don't wanna know kind of dress you're wearing tonight, if he's holding onto you so tight, the way I did before."
Un salón de baile me espera al final del camino y, aunque la iluminación es tenue, la luz de las velas le da un ambiente muy sensual e íntimo. Si me concentro, creo que puedo oler el aroma a chocolate.
No me da tiempo a deleitarme con la vista porque, de la nada, mis ojos son cubiertos completamente con un antifaz. Sonrío a saber quién es y cuando toma mi mano para llevarme a bailar, no me resisto.
"We don't talk anymore"
Sus movimientos son fluidos, posesivos. Me agarra de las caderas apretándome contra sí mientras la música guía nuestros pasos y yo me dejo llevar por lo erótico del momento. Siento sus manos en mi pelo, en mi cuello y en mi cintura. Su perfume me envuelve como una manta y siento sus rizos hacerme cosquillas al besarme suavemente el cuello. Me siento rodeada de él y me pierdo en la autoridad de su baile. No sé cuándo la canción dejó de sonar, porque el mundo perdió todo sentido cuando puso sus labios sobre los míos.
Ese no era Scott.
Lo empujé tan lejos como pude, pero se las arregló para volver a besarme y al caer el antifaz de mi rostro, las luces me deslumbraron por un brevísimo instante.
- ¡Suéltame, maldito imbécil! – grité cuando por fin, fui libre de su agarre.
-Eso no decías hace un momento mientras te apretabas contra mí- dice Anthony con una sonrisilla malvada que ahora mismo no me causa más que repulsión. -¿Decepcionada?
-¿Dónde está Scott?
Miro a mi alrededor tratando de localizar algo, lo que sea, que me diga que esto es solo una pesadilla.
-¿De verdad te gusta? ¿Aún después de lo que me hizo, sigues queriendo estar con él? Vuelve conmigo Ana. Siempre hemos sido tú y yo. Siempre seremos solo tú y yo.
La rabia me inunda cuando intenta volver a tocarme y le cruzo la cara de un buen puñetazo. No se lo esperaba, así que mi golpe lo hace retroceder unos cuantos centímetros.
-Escúchame bien, sabandija. Jamás, y digo jamás, vuelvas a insinuar que Scott no me merece. Es mil veces más hombre que tú y no pienses ni por un segundo que un "nosotros" puede volver a existir. Lo amo a él, solo a él y nadie jamás lo va a apartar de mí.
-Oh, yo no estaría tan segura. – dice sin borrar la sonrisa estúpida de su cara.
-¿Qué quieres decir?
-Digo que tú misma acabas de ocasionar que te deje.
-Eso no es cierto. Jamás me dejaría. -siento la firmeza escapar de mi voz con cada palabra.
Su dedo señala hacia una esquina del salón y mis ojos se abren del miedo al ver una cámara ahí. ¡Oh dios mío!
-No me importa como te tenga Ana, mientras te consiga al final del cuento. ¿Qué dirá tu amado Scott cuando vea que el amor de su vida estaba disfrutando la noche bailando conmigo? No creo que te perdone una infidelidad, ¿o si?
Oh mierda, ¿qué he hecho?
Me siento desfallecer cuando me doy cuenta de lo imbécil que he sido. Yo misma tengo la culpa si Scott decide creer en ese video, debí haber sido más precavida, menos ingenua.
Tonta, tonta, tonta.
-No te sientas mal, estoy segura de que Olivia sacará provecho de esta situación.
Mi corazón de deshace en diminutas esquirlas de vidrio con cada palabra suya y sin poder soportarlo más, intento salir de aquí. No llego muy lejos cuando me intercepta.
-¿A dónde crees que vas?
- A mi casa, idiota. Déjame en paz. Tengo que arreglar este desastre.
-Claro, porque iba a ser así de sencillo. No saldrás de aquí preciosa. No te dejaré escapar dos veces.
Mi estómago se enfría con sus palabras y apenas me da tiempo a parpadear cuando, en un instante, todo se vuelve negro y caigo al suelo.
.........
Próximo capítulo narrado por Scott !!!
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