Capítulo 9: Secuestrados
Unas manos enguantadas salieron de la pared a espaldas de Tadashi, aprisionándolo y sacándolo de aquella oscura habitación, tapándole la boca en el proceso para evitar que el menor gritara y pudiera alertar al otro Hiro, sin embargo una vez fuera de la habitación y por mero instinto de defensa Tadashi comenzó a forcejear contra el tipo o tipa que le tuviera preso y tras unos cuantos golpes Tadashi finalmente pudo ver a esa persona de encima quien ocultaba su rostro con una mascara de un pollo y en cuanto se la quitó pudo revelar con horror de quien se trataba...
- ¡¿Nando?! - preguntó horrorizado el chico mientras el otro Nando se tapaba la cara con sus manos ya que no quería que Tadashi lo viese, sin embargo el niño apartó las manos del chico de su propio rostro revelando así que el otro Hiro le había cocido la boca al otro Nando para que esta luciera siempre como una sonrisa o por lo menos eso era lo que Tadashi intuía - ¿Él te hizo esto? - preguntó el niño a su amigo mientras le quitaba aquellos hilos que apresaban su quijada dejando al otro Nando completamente libre - espero que estes me... -.
- Shhh - Le interrumpió el otro Nando antes de que dijera algo más pues en cualquier momento el otro Hiro podría venir y volver a encerrar a Tadashi en aquella habitación y eso era algo que ninguno de los dos deseaba en lo absoluto.
Ambos niños se dirigieron rápidamente hacia la habitación donde se encontraba la puerta secreta y tras empujar la armadura que la mantenía bloqueada esta quedó libre.
- ¡Tadashi! ¡¿Eres tu?! - preguntó una voz que parecía provenir de la parte de arriba de la casa, era la voz del otro Hiro, esto estaba comenzando a ir mal.
- ¡Hay que irnos! - exclamó Tadashi observando al otro Nando antes de abrir la puerta y revelar que aquel túnel luminoso y colorido de antes ahora era completamente opaco, polvoso y lleno de telarañas de donde colgaban o se exhibían varios juguetes como barquitos.
-¡Tadashi! - repitio nuevamente la voz un tanto más molesta que antes.
- ¡Vamonos, te hará daño otra vez! - suplicó el menor al otro Nando jalando de la manga de su chaqueta, sin embargo el otro Nando se negó completamente mostrando así su enguantada mano y tras quitarse aquella prenda reveló una mano echa completamente de arena que fue desecha por un soplido del mismo Nando, para asombro y tristeza de Tadashi.
- ¡ Tadashi! ¡¿Cómo te atreves a desobedecer a tu padre?! - exclamó furioso el otro Hiro quien se encontraba dirigiéndose hacia la biblioteca a toda prisa.
Tadashi no tuvo oportunidad de hacer algo en concreto pues el otro Nando le empujó dentro de la puerta hacia el tunel no sin antes darle un pequeño y corto abrazo que reflejaba cuanto le importaba solo para cerrar de golpe la puerta antes de que el niño pudiese atravesarla de nuevo y quisiese insistir en rescatarle de su cruel destino, el cual se había sellado en el momento en el que este cerró la puerta.
- ¡Tadashi! - escuchó el niño a su otro padre nombrarle por el otro lado de la puerta, aunque no iba a permitir que el sacrificio de su amigo fuese en balde aquel grito fue suficiente para hacerlo reaccionar y comenzar a correr hacia el otro extremo de la puerta a todo lo que daba y sin mirar atrás, apartando las telarañas que se encontraran estorbandole.
Al llegar cerca de la puerta el menor empujó esta con todas sus fuerzas para abrirla lo más rápido posible y de una maroma logró cruzar al otro lado jadeando y casi temblando del pavor que aquella huida le había causado para inmediatamente cerrar la puerta con fuerza y asegurarla dando un giro a la llave.
- ¡YA VINEEEE! - avisó el niño dando un grito para indicarle a sus padres que estaba de vuelta aunque claro no sabía lo que estaba por descubrir más adelante - ¿¡Hay alguien aquí!? - preguntó el niño registrando toda la casa en búsqueda de sus padres al no obtener respuesta de nadie en aquel lugar - ¡Hooola! ¡Hola Hola! - saludo el menor desde las escaleras donde colgaban aquellos viejos retratos de la familia Villavicencio - ¡¿Papá de verdad!? - preguntó Tadashi asomándose hacia la oficina de Miguel buscando verlo ahí trabajando como usualmente - ¿¡Otro papá real?! - preguntó nuevamente el niño buscando por todas partes ahora a Hiro - ¡Ah! las compras de papá - comentó refiriéndose a una pequeña bolsa de papel que se encontraba en la cocina, sin embargo al hurgar en esta encontró comida caducada que parecía haber estado ahí desde semanas - ¡Ugh!, es asqueroso - comentó el niño viendo con asco aquellos alimentos, sin embargo sus pensamientos fueron interrumpidos por unos golpes algo fuertes en la puerta de la casona lo cual le hizo pensar que era su familia - ¡Como los extrañé papás, jamás sabrán...! - sin embargo la realidad fue otra en cuanto vio de quien provenían aquellos toques - ugh, el Nando ruidoso - comentó el menor viendo con cierto desagrado al chico enfrente suyo.
- ¿Uhh?, jajaja ah si...ahmm...oye ¿recuerdas el viejo muñeco que te regalé? - preguntó Nando con algo de pena ante la mirada extrañada del menor - Ammm...mi padre esta molesto dice que era de su hermano, el que desapareció - comentó Nando rascándose la nuca algo apenado.
- ¡Y tu lo robaste ¿No es cierto?! - protestó Tadashi viendo a Nando de forma acusatoria y bastante molesta.
- Bueno es que era idéntico a ti y supuse... - se excusó el mayor siendo interrumpido de inmediato por Tadashi.
- ¡Pero!, antes era una niña rica victoriana, luego una niña indígena y luego un niño con un paliacate en la cabeza y...¡el hermano desaparecido! ¡Lo conocí hace poco! ¡Vamos! - indicó el menor tomando del brazo para poder meterlo dentro de la casona y llevarlo delante de la puerta rápidamente.
- E-Es-Escucha y-yo creo que no...no debería ¡ah! - protestaba el mayor mientras era jalado por el menor cada vez más fuerte.
- Esta adentro - comentó el niño mientras señalaba la puertecilla de la biblioteca una vez que estuvieron cerca de esta.
- ¿Y lala...la quieres abrir...? - preguntó dudoso el mayor mientras intentaba dar vuelta a la llave en la puerta.
- Ni en un millón de años - indicó Tadashi mientras tomaba el brazo del mayor evitando que siquiera tocara la llave - pero igual no importa, no puede escapar sin sus ojos, ninguno de esos niños - comentó el chico con cierta tristeza en su rostro.
- Ahhhhh si... - Nando por su parte tan solo vio como un bicho raro al menor mientras se zafaba de su agarre en su brazo - oye e-en serio necesito el muñeco - comentó el mayor algo nervioso.
- ¡Bien!, ¡por favor llévatelo! - pidió el menor mientras volvía a tomar del brazo a Nando para llevarlo hacia su cuarto que era donde había visto por ultima vez al muñeco - ¡¿Dónde te ocultas pequeño monstruo?! - preguntó Tadashi algo enfadado mientras registraba su cuarto pir todos lados en búsqueda del dichoso muñeco.
- ¿Tu y mi papá se conocen? - preguntó Nando mientras seguía por todos lados a Tadashi.
- ¡El muñeco es su espía, así es como te vigila, averigua que le falta a tu vida! - explicó Tadashi registrando en un baúl donde guardaba ropa y debajo de su cama.
- ¿El muñeco es...el espía de mi padre? - preguntó Nando bastante confundido.
- ¡No, del otro padre!, él tiene un mundo donde todo es mejor, la comida, el jardín los...los vecinos, pero solo es una trampa - explicó Tadashi acercándose de forma un tanto molesta a la cara de Nando y apuntándole con el dedo casi en esta misma, cosa que dejó más confundido y algo aterrado al mayor.
- Si emmm...creo que oí a alguien llamarme, adiós - comentó Nando con una sonrisa nerviosa, no le creía ni una palabra y lo único que pensaba era que al niño se le había botado la canica.
- ¿¡No confías en mi!?, ¡Pregúntale al gato! - sugirió Tadashi para la sorpresa y confusión de Nando quien solo pensaba en huir de aquel lugar cuanto antes.
- ¡¿Al gato!? - preguntó sorprendido el mayor creyendo no haber escuchado bien lo que el niño quería decirle - Le le dire a mi padre que perdiste el muñeco y ¡Auch! - un zapato le dio de lleno en la cabeza, se trataba de uno de los tenis de Tadashi el cual había sido arrojado por él mismo.
- ¡No.estas.escuchandome! - Tadashi se sintió tan frustrado de que el contrario no le estuviese tomando la seriedad necesaria a su situación actual.
- Es.que.estas.¡Loco! ¡Ahhhh! - grito Nando nervioso mientras corría hacia la puerta principal de la casa para salir por fin de ahí siendo perseguido por Tadashi quien continuaba lanzado le sus tenis que iba recogiendo del suelo.
- ¡Fenómeno! - grito con furia el niño refiriéndose a Nando a quien terminó persiguiendo hasta la calle fuera de la casona donde por cierto estaba lloviendo un poco.
- ¡Loco! - grito de igual forma el mayor mientras tomaba su bicicleta y pedaleaba a toda velocidad hacia su casa.
- ¡¿Loco!?, ¡Tu fuiste el tonto que me dio el muñeco! - protestó enfadado Tadashi lanzando un ultimó zapatazo a Nando para después perderlo de vista y ver estacionado el carro de sus padres precisamente afuera de la casona, lo cual le causo una inmensa felicidad - ¡Papás! - exclamó sonriente el menor corriendo en dirección hacia el auto de su padres, solo para darse cuenta de que dentro del auto no había nada o nadie que pudiese darle algún indicico de donde pudiesen encontrarse sus padres a excepción del teléfono de su padre Hiro el cual tomó del asiento del copiloto que era donde se encontraba tirado y utilizó para llamar a Miguel - contesta papá, pero rápido - suplicó para si mismo el niño mientras oía como la llamada se estaba conectando hasta oír un "Hola" con la voz de su padre Miguel a lo que él contestó inmediatamente , sin embargo resultó ser el buzón de mensajes del teléfono quien había contestado lo cual puso triste y preocupado al niño quien se quedó escuchando la grabación completa hasta que esta terminó para colgar finalmente la llamada - ¿En dónde están? - preguntó Tadashi conteniendo la desesperación y angustia que sentía en esos momentos.
Tras reflexionarlo un poco Tadashi fue a pedir ayuda a las personas que más tuvo a la mano que eran sus vecinas Cruela y Medusa. Tras llegar a su hogar ambas le invitaron a pasar al interior de su morada y mientras Cruela se arreglaba detrás de un biombo Medusa estaba tejiéndole uno de los atuendos de angelito a uno de los dálmatas en su casa quien a decir verdad se veía un poco viejo y cansado.
- ¿Las alas no eran solo para los muertos? - preguntó Tadashi algo asustado por lo que presenciaba.
- Hay que irse adelantando, Pongo se a sentido un poco mal estos días - aclaró Medusa mientras terminaba de hacerle el cuello al traje de angelito.
- ¡Medusa! ¿Aún no estás lista? - preguntó Cruela a su compañera detrás del biombo con un tono de voz un tanto molesto.
- ¡No hay quien nos lleve Cruela!, Kakashi dice que sus padres desaparecieron por completo - aclaró Medusa nuevamente solo que ahora era a la peliblanca y no al niño.
- ¡¿Qué!?, esperamos meses por esos boletos - comentó Cruela mientras salía de detrás del biombo para acercarse a su amiga pelirroja.
- Supongo que podríamos caminar - pensó en voz alta la pelirroja con cierta mirada y tono de cansancio y fastidio.
- ¿Con nuestras reumas?, ¡son casi tres kilómetros hasta el teatro! - protestó la peliblanca algo enfadada.
Ambas ya estaban a punto de discutir hasta que Tadashi lanzó un fuerte carraspeo para llamar la atención de ambas mujeres, las cuales dejaron de mirarse con enfado para prestarle atención nuevamente al niño.
- Ah si, tus padres perdidos, tenemos lo que necesitas - expresó Medusa ya más tranquila mientras Cruela iba hacía un baúl algo grande donde guardaban todo tipo de dulceras con confite viejo y sacaba de ahí una de las dulceras - Cruela, trae...si exacto - comentó la pelirroja mientras veia como su amiga se dirigia hacia la mesa del living para depositar sobre esta la dulcera.
- ¿Y unos dulces de cien años de que servirán? - preguntó escéptico el niño viendo a la mujer de cabellos rojos quien para cierta sorpresa y susto del menor esta levantó las agujas de tejer al aire para después comenzar a triturar con estas los dulces hasta hacerlos polvo por completo en la confitera; Cruela apartó de un soplo el polvo de dulces para que después la misma Medusa tomara con las agujas de tejer como si fuesen palillos chinos un pequeño objeto de piedra de color verde que le entregó al menor en las manos.
- Aquí tienes nene - indicó Medusa mientras Tadashi examinaba aquel curioso objeto el cual era un pequeño triangulo con un orificio en el centro similar a los que incluían los tableros de la ouija.
- ¿Y qué es esto? - preguntó el niño colocando la vista de uno de sus ojos a través de el orificio de aquel objeto raro entre sus manos.
- Pues podría servir, sirven para cosas malas a veces - comentó la pelirroja al niño con una sonrisa.
- No, sirven para cosas perdidas - aclaró la peliblanca a ambos.
- Para cosas malas Cruela - explicó Medusa a su compañera.
- Cosas perdidas Medusa - aclaró de nueva cuenta la peliblanca con su típico tono altanero.
- Malas - dijo Medusa.
- Perdidas - devolvió Cruela.
- Malas - repitió Medusa.
Tadashi comenzaba a hartarse y confundirse un poco por la discusión de las mujeres que simplemente tomó el objeto dado por estas y su gorra para salir de la casa de sus vecinas y poder regresar ala suya, una vez de vuelta el niño entró en la habitación de sus padres con su pijama puesta y una manta cubriéndole los hombros para subirse a la cama de los mismos y comenzar a armar unas figuras amateur de sus padres usando objetos personales de ellos y almohadas, finalmente el niño se recostó entre ambas figuras cobijándose con la manta de la cama y las sábanas - Descansa papá - susurró el niño dándole un beso a la figura que representaba a Hiro - Descansa papá - susurró nuevamente a la figura de Miguel dando un beso de igual forma a esta y apagando la luz de la lampara cerca de la cabecera de la cama, acurrucándose entre las sabanas y comenzando a sollozar suavemente para quedarse dormido después de un rato.
Así continuo la noche para Tadashi hasta que una pequeña y negra pata rozó su nariz suavemente para intentar despertarlo, cosa que no resultó a la primera por lo que ahora fueron dos patas las que tocaron suavemente el rostro del niño, despertándolo por fin de su sueño y encontrándose así con un par de ojos marrones que lo veían fijamente y estos no eran otros que los del gato negro al que vio cuando recién había llegado al Palacio Rosa.
- Hola, ¿Cómo entraste aquí? - preguntó el niño algo confundido por la presencia del felino en su hogar - ¿Sabes dónde están mis padres? - preguntó el niño, recibiendo así un movimiento de cabeza afirmativo de parte del animal.
El felino se bajo de la cama de los padres del chico para guiarlo escaleras abajo hacia la habitación de los espejos en la casona y conducirlo delante del mas grande que había ahí.
- ¡Papás! - expresó exaltado Tadashi quien al fijar su vista en el espejo logró ver que dentro de este se encontraban sus padres mismos congelándose como si ambos estuvieran dentro de un refrigerador gigante; Hiro utilizó el empaño del espejo para escribir la palabra "Ayúdanos" antes de que el mismo empaño cubriera por completo la vista hacia el interior del espejo. Aquella visión había perturbado a Tadashi de tal modo que comenzó a golpear con fuerza el espejo hasta quebrarlo por completo y en mil pedazos para después cubrirse la cabeza con las manos desesperado, sin embargo el gato se acercó al niño para frotarse contra una de sus manos indicándole que debía guardar la compostura - ¿Cómo es que esto pasó? - preguntó Tadashi bastante abrumado por lo visto anteriormente, a lo que el gato le condujo de nueva cuenta hacia la habitación de sus padres para extraer de debajo de la cama de los mismos un muñeco similar al que tenía de si mismo, excepto que este tenia la apariencia de sus padres por ambos lados, provocando que se sorprendiera y enojara mucho más - él se los llevó - susurró enfadado el niño mientras arrojaba lejos al muñeco y más tarde se encontraba quemándolo en los fogones de la cocina en compañía de su felino amigo - ¿no van a volver cierto?, ¿Mis padres?, no sin ayuda - comentó el chico dirigiéndole una mirada dudosa al felino quien tan solo asintió como de costumbre - solo hay algo que hacer - comentó Tadashi viendo fijamente a su pequeño compañero con una mirada decidida .
Tadashi tomó entonces una pequeña mochila donde empacó una linterna, sus pinzas para jardín y el objeto triangular dado por sus vecinas. Tras meter aquellos objetos en la mochila el niño fue hasta su guardarropa para extraer de ahí unos pantalones de mezclilla, una playera azul con una estrella en el centro y una sudadera roja con capucha, prendas con las cuales se vistió además de la gorra de su tío antes de adentrarse en la pequeña puerta de vuelta hacia el otro mundo...
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