Capítulo 8: El ojo de un fantasma
Tadashi sintió un pequeño rayo de sol que rozaba su rostro.
Una sensación de alivio y paz le inundaron la cabeza, pensando que todo había sido nuevamente un sueño y uno muy malo por cierto.
- ¿Papá? ¿A'pa? - se descubrió de las sabanas rápidamente llamando a sus padres - hay no, ¿sigo aquí? - pero su esperanza se transformo de un momento a otro en decepción y miedo en cuanto notó que seguía atrapado en esa dimensión.
Tadashi se dirigió rápidamente hacia la biblioteca para regresar a su mundo por la puerta pequeña, pero al intentar abrir la puerta principal esta estaba cerrada con llave y por más que tiró de ella esta no cedió.
Tadashi inmediatamente fue a buscar a Miguel para ver al otro Hiro y exigirle que lo dejara ir.
Fue al único lugar donde supuso Miguel estaría, su estudio.
Llegó y lo primero que vio fue a Miguel afinando su guitarra con la cabeza gacha y de espaldas.
- Oye tú - le grito Tadashi al otro Miguel - ¿donde esta el otro Hiro?, quiero irme a casa - exigió el muchacho.
- Todo mejorara cuando tu padre se renueve, su fuerza es nuestra fuerza - hablo finalmente volteando a ver a Tadashi y antes de poder seguir hablando, el otro Miguel se tapó la boca con ambas manos con una expresión de haberla cajeteado - no debo hablar si papá no esta aquí - respondió apenado el otro Miguel.
- Si no vas a hablar conmigo voy a buscar al otro Nando, el va a ayudarme - amenazó Tadashi.
- Olvidalo, el puso UnA CaaaaaaRa LaaaaaaaRgAaaa - dijo el otro Miguel tomando su mandíbula y moldeándola en una cara triste que en vez de eso lucía aterradora - y a papá no le gusto - inmediatamente sus manos tomaron su propia cabeza arrojándose contra el piso en un estruendo que asustó a Tadashi.
En respuesta, el niño salió corriendo del estudio y después a la calle donde comenzó a caminar sin rumbo.
- ¿Y ahora que crees que estas haciendo? - le preguntó el gato negro que por cierto salio de la nada y comenzó a caminar a la par de Tadashi.
- Bueno, yo me largo de aquí, eso es lo que voy a hacer - mientras caminaban, todo al rededor de ellos comenzó a desaparecer para abrir paso a una completa nada - ¿qué pasa gato? ¿dónde están la iglesia y el jardín? y sobre todo ¿dónde esta el pozo? - preguntó confundido.
- No hay nada aquí, es la parte vacía de este mundo - explicó el gato - el solo creo las cosas que creyó que te iban a asombrar -.
- Pero ¿por qué? ¿Por qué me quiere a mi? - se preguntaba Tadashi.
- El quiere algo que amar, algo que no sea como él. O tal vez lo único que quiere es algo de comer - respondió el minino con voz pasiva.
- ¡¿Qué?! Eso es absurdo, nadie come hijos - afirmo lo último con miedo y preocupación volteando a ver al gato.
- No lo se, ¿qué tal sabes? - el gato soltó una risilla burlona.
Continuaron avanzando hacia la nada, para volver a toparse con la parte del mundo que si estaba construida.
- ¿Qué? - Tadashi no comprendía como era que habían vuelto al mismo lugar del que salieron - ¿Cómo puedes alejarte de algo e ir de vuelta a él -.
- Le diste la vuelta al mundo - explicó el gato - Julio Verme estaría celoso de tu hazaña - bromeo el pequeño mamífero.
- El mundo es muy pequeño - comentó el chico.
- Efectivamente - de pronto, el gato paro las orejas y la cola en señal de alerta, había escuchado un pequeño ruido proveniente de una rama de un árbol y descubrió ahí a un cóndor graznando e intentando levantar el vuelo, el gato rápidamente tomo al cóndor del cuello y lo arrojó al suelo.
- ¡¿Qué haces es un cóndor acróbata?! - protestó angustiado Tadashi.
Pero en cuanto el gato le dio un mordisco en el pescuezo que provocó la muerte del ave, esta comenzó a deformarse en un enorme buitre con ojos de botón.
Tadashi contemplo con horror el cadáver del animal que era arrojado lejos por el gato, quien solo lamió sus patas para limpiarse la arena que el buitre dejo en él.
- No me gustan los pájaros ni en los buenos tiempos, pero este hizo sonar una alarma - el gato se dirigió al hoyo vacío de un tronco, desapareciendo completamente en cuanto se metió.
- Lindo gatito - susurro para si mismo.
Tadashi regresó al interior de la casa y con ayuda de un bastón que tomó de la entrada rompió la chapa de la puerta principal de la biblioteca, logrando abrirla.
Todo estaba oscuro y nada era divisible excepto la puerta pequeña al lado de la armadura iluminada por la luz lunar.
Tadashi entusiasmado iba a penetrar en la habitación cuando sin previó aviso, la armadura empezó a moverse de su base y bloqueo la puerta con su figura.
De pronto la habitación comenzó a iluminarse, revelando más figuras, monstruos coloridos que Tadashi identifico como alebrijes, con ojos de botón que simulaban ser algún mueble como una mesa o un estante.
Entre todo ese festival de criaturas el otro Hiro se encontraba sentado sobre un alebrije que simulaba ser un sillón.
- Dicen que hasta el espíritu más fuerte puede romperse con amor - sermoneó el otro Hiro con una sonrisa dulce pero fingida, mientras otro alebrije en forma de silla sentó a Tadashi en él para conducirlo delante de su padre - te ofrezco una última oportunidad para que reflexiones la propuesta que te hice hace unos momentos - el otro Hiro extendió entonces una caja con chocolates delante de Tadashi - ¿gustas uno? - preguntó con inocencia falsa su otro padre.
Tadashi lanzo una mirada furiosa al otro Hiro.
- Ya quiero irme, con mis verdaderos padres Y EXIJO QUE ME DEJES IR - grito el chico.
- Esa no es forma de hablarle a tu padre - le regaño el otro Hiro.
- Tu no eres mi padre - el chico decidió enfrentar a la copia pirata de su padre.
Aquello solo logro enfurecer más al otro Hiro.
- Disculpate, ahora Tadashi - exigió dolido el malévolo ser.
- NO - se negó con firmeza.
- Te voy a dar hasta la cuenta de tres - amenazó su otro padre - uno... dos - mientras contaba, su cuerpo y cara se deformaban en una figura alta y esquelética que aterró a Tadashi - ¡TREEEES! - gritó con furia.
El otro Hiro tomo a Tadashi del cabello y arrastras se lo llevó frente a un espejo.
- ¡Auch! ¿¡Qué estas haciendo!?, eso duele - protestó Tadashi luchando contra la mano de su padre con la esperanza de poder quitárselo de encima.
El otro Hiro empujo a Tadashi dentro del espejo, revelando una habitación oculta, oscura y fría.
- Te vas a quedar, hasta que aprendas a ser un buen hijo - dijo la diabólica criatura desvaneciéndose de la habitación cruzando la pared que daba al espejo.
El muchacho se levantó del suelo y comenzó a golpear la pared con desesperación intentando salir de ahí, pero unas voces provenientes de detrás de él hicieron que este se volteara e interrumpiera su intento de huida.
Las voces emergían de una cama vieja y fea con un colchón percutido e igual de viejo que la cama.
- Shhh, silencio y escuchen, pues el Nahual podría estar oyendo - susurró una pequeña luz debajo de unas sabanas.
- ¿Te refieres al otro padre? - Tadashi se acerco un poco más a la cama, encontrándose con un pequeño charco de sangre remojando el colchón.
Con un poco de recelo, Tadashi quito las sabanas que cubrían a aquellas tres luces revelando así a tres pequeños fantasmas, dos de unas niñas y uno de un niño - ¿quienes son ustedes? - preguntó al ver a los extraños seres, quienes también tenían botones.
- No recordamos nuestros verdaderos nombres, pero si recuerdo a mi verdadero padre - le habló el fantasma de una niña de cabello negro, lacio, con un huipil naranja y una pañoleta verde en la cabeza.
- ¿Por que están aquí? - el chico veía con tristeza a los fantasmas.
- El Nahual - dijeron al unísono.
- Él espiaba nuestras vidas a través de los ojos del muñeco - le contó el fantasma de un chico de pantalón café, camisa blanca y un pañuelo blanco puesto en la cabeza, tenía un pequeño bigote que le recordó mucho al de Cantinflas.
- Y vio que no eramos felices - añadió el fantasma de otra niña, esta lucia muy diferente a su compañera, pues llevaba un vestido de varios tonos rosados voluminoso y de manga larga, a parte de varios moños y lazos en su pelirrojo cabello.
- Así que nos atrajo aquí con regalos, golosinas y muchos juegos - recordó la niña del huipil.
- Nos dio todo lo que le pedimos - prosiguió la niña del vestido.
- Pero aún queríamos más - explicó el chico fantasma.
Tadashi escuchaba con atención la historia, sintiendo una profunda tristeza.
- Y lo dejamos cocernos los botones - el fantasma de la chica del vestido atravesó a Tadashi, dejando por un momento los botones de sus ojos en los de Tadashi.
- Dijo que nos quería - dijo el fantasma de la niña del huipil con melancolía.
- Pero nos encerró aquí - se lamento el chico fantasma.
- Y se comió nuestras vidas - dijeron los tres al unísono.
Tadashi reflexionó por unos momentos lo que acababa de escuchar y se dio cuenta de que nunca saldría de ahí si no luchaba por su libertad.
- Bueno, no va a tenerme en la oscuridad por siempre, no si quiere ganarse mi vida, derrotarlo es mi única salida - se dirigió a los fantasma con firmeza y decisión.
- Tal vez, si te ganas tu libertad puedas hallar nuestros ojos - comentó el chico fantasma.
- ¿Además les quito eso? - preguntó triste el jovencito.
- Si amigo, y los ocultó - el chico fantasma toco su ojo y aunque no pudiese verse por los botones, Tadashi sabía muy en el fondo que sus miradas eran de tristeza.
- Encuentra nuestros ojos y liberarás nuestras almas - suplicó la niña del vestido.
- Lo intentaré - prometió Tadashi.
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