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Capítulo 5: El circo de condores acróbatas

Esa noche antes de ir a la cama Tadashi puso cerca de la puerta de su cuarto unos trozos de queso para rápidamente saltar a la cama y taparse esperando con ansias la visita de los ratones.
Después de unas horas de sueño, unos chillidos se hicieron presentes en el cuarto del chico provocando que este despertara y por consiguiente se pusiera a seguir a los ratones.
Nuevamente la puerta se había vuelto a entre abrir solo para dejar ver el mismo portal.
Tadashi lo cruzó con mirada de fascinación imaginando lo que pudiera estar esperandolo al otro lado de la puerta.
Al llegar, su casa seguía igual, pero como siempre todo tenía pinta de ser mejor.
Hiro tarareaba una canción en la cocina y Tadashi fue hasta ahí porque nuevamente un aroma delicioso lo había atraído.
No cabía duda que aunque Hiro no cocinaba al 100% la comida era muy exquisita.
Hiro se encontraba nuevamente en la cocina.
- Bienvenido cariño - saludo.
- Hola - respondió Tadashi.
- Que lindo de tu parte enviarnos este queso chedar Tadashi - agradeció su padre.
- ¿Chedar?, oh el más fuerte - asintió con curiosidad al ver a su padre rayando el queso.
- ¿Quieres ir por tu padre?, debe estar hambriento como calabaza a esta hora - le preguntó Hiro a su hijo.
- Te refieres a mi otro padre - contestó el niño.
- Tu mejor padre cielo - afirmó el más grande - Esta en el jardín.
- Pero mis padres no tienen tiempo para el jardín...
- Sh sh - le interrumpió Hiro dándole una fresa en la boca - Traelo - ordenó.
Tadashi salio al patio trasero de la casona por una reja de metal color dorado y al observar con detenimiento y asombro noto que comparado al jardín que tenia en su casa original este era muy colorido y lleno de plantas de muchas variedades, además de ser relativamente más grande que el de su casa.
Tras checar por varios minutos se percato de las plantas que se encontraban ahí, lirios, gladiolas, azucenas, amapolas, muchos colores se observaban.
Un pequeño sapo con ojos de botón se asomó fuera del tallo de una flor, provocándole un sobresalto a Tadashi haciendo que este se riera.
Tres colibrís se le acercaron al pequeño y revolotearon sobre la cabeza de Tadashi para después volar por el resto del jardín, iluminando todo a su paso con unas flores semejantes a una linterna, y en medio del jardín se hallaba un pequeño estanque de lirios con un puente de madera y unos peces japoneses que Tadashi adoraba ver.
De pronto Miguel apareció montado en una mantis religiosa gigante y mecánica, que iba plantando semillas que pronto florecían en orquídeas chocolate, un tipo muy raro y especial de orquídeas.
- ¡Hola! - saludo el padre a su pequeño.
- Adoro tu jardín - le grito alegremente a su padre.
- Nuestro jardín Tadashi - corrigió el mexicano.
En eso unos pequeños tallos se levantaron del suelo y sus flores comenzaron a morder delicadamente los pies y torso del niño en la forma de pequeñas cabezas de león.
- Ah, no esperen, jaja,me hacen cosquillas - se reía Tadashi.
Miguel al ver aquello de inmediato fue en el rescate de su pequeña segunda adoración (la primera era Hiro).
- Oh, un hijo en apuros - dijo mientras tomaba una flor café en forma de trompeta y la hacia sonar como si de una corneta de guerra se tratase - dejenlo en paz dientes de león - protestó Miguel mientras la mantis cortaba las flores con unas cuchillas escondidas en sus patas.
Miguel tomo las flores y se las entregó a su hijo como obsequio.
- Bueno, él quiere que vayas a cenar, ¿almorzar? ¿comer? - comentó confundido el chico.
- Sube aquí peque, te quiero mostrar algo - Miguel tomo al pequeño Tadashi de la cintura y lo sentó al lado suyo en el lomo de la mantis.
Entonces Miguel accionó un mecanismo que desplegaron unas hélices del torso de la mantis, las cuales comenzaron a girar y a levantarlos como si de un helicóptero se tratase.
Desde arriba, Tadashi pudo observar que el jardín tomaba la forma de su rostro.
- Es increíble lo que hiciste - le agradeció emocionado a su padre.
- Hiro dijo que te gustaría porque te conoce como la palma de su mano - respondió Miguel con modestia.
Después de esa increíble escena, ambos bajaron a comer lo que Hiro había preparado para ese día. Unos deliciosos waffles con jarabe de maple, helado y fresas.
- Mmmm, que rico - saboreaba el chiquillo.
- Adoro la cena almuerzo comida - decia Miguel mientras degustaba sus waffles.
- Tadashi, el señor Buttowski te invito a ver el espectáculo de cóndores después de cenar - informó Hiro mientras alimentaba a los dientes de león que se encontraba en un florero en el centro de la mesa como decoración.
- ¿En serio?, ese tonto de Nando dijo que estaba en su imaginación, sabía que no era así -.
- Pues todo es cierto en este mundo nene -.
- Miguel y yo limpiaremos mientras tu y tu amigo, están arriba - le dijo Hiro a Tadashi con un tono pícaro y coqueto.
Hiro se levantó de la mesa y abrió la puerta de la casa para dejar pasar a alguien, era Nando, o bueno al menos la versión de ese mundo.
- Que bien otro Nando, ¿qué tal entrometido? - saludo Tadashi con fastidio. Pero el chico no respondió con palabras al saludo - ¿Hola? - saludo nuevamente, pero ahora con cierta duda y conservando el fastidio por el hecho de que consideraba que el que no le hubiese respondido era una grosería de parte de Nando.
- Creí que te agradaría más si no hablaba tanto, así que lo arreglé - explico Hiro dándole unas ligeras palmadas en la cabeza al otro Nando.
- Entonces él... ¿No dice nada? - observo con cierto receló al otro Nando.
- Nop - negó Hiro.
- Mmh, me agrada - dijo finalmente con una mirada un poco más relajada.
- Ahora vayanse los dos - indicó Hiro.
Nando y Tadashi salieron de la casa a la calle para cruzar la acera a casa de su vecino.
- Eres muy animado considerando que no dices nada dijo Tadashi de forma un poco burlona - ¿no te dolió verdad? Ya sabes cuando él... - dijo con tono algo preocupado en su voz, pero rápidamente fue interrumpido por el otro Nando quien lo jalo de la manga para que voltease al cielo donde se veía volar un pequeño globo de papel que ingreso a la casa del señor Buttowski.
Al llegar a la puerta, Tadashi toco tres veces en la madera solo para ser ingresados a la residencia con la puerta dando de vueltas y arrojándolos adentro.
Ya en el interior, la casa se veía mucho más espaciosa como una verdadera carpa de circo.
Por el pasillo se podían apreciar unos pequeños cañones en dos filas laterales y una máquina de palomitas en forma de gallina.
El otro Nando presiono un pedal que se encontraba al lado de un cañón, provocando que un algodón de azúcar saliera disparado.
Por otro lado, Tadashi tomo de la máquina de palomitas una canastilla con un poco de esa botana hasta que escucho varias pequeñas explosiones detrás suyo, viendo al otro Nando cubierto de algodones.
- Mirate, jaja - río divertido el menor mientras el otro solo hacia gestos de diversión.
- ¡Caballeros, para deleitar a sus ojos de asombro y hacer latir su corazón, yo, El medio doble de riesgo Kick Buttowski les presento mi maravilloso, estupendo y sorprendente circo de Cóndores Voladores! - anunció una voz retumbante que se oía por toda la carpa.
Tadashi y Nando tomaron asiento en unas butacas en círculo colocadas al rededor de una pista semejante a un aeropuerto.
El globo que Tadashi y Nando habían visto en la entrada ahora revoloteaba por la pista, explotando dos segundos después de haber anunciado el comienzo del show, dejando ver a 4 grandes cóndores cafés y un ratón azul.
La explosión había creado unos mini-fuegos artificiales que formaron el nombre de Tadashi.
- ¡Mi nombre! - se emocionó el chico.
De pronto, los cóndores elevaron el vuelo cuando el pequeño ratón azul se los indicó con una batuta.
Una grabadora reproducía mientras tanto, una música simpática y dinámica.
Tras varias piruetas y acrobacias orquestadas todas por la batuta del ratón, unas máquinas de humo comenzaron a fábrica la niebla característica de esas máquinas.
Los cóndores volaron a través del humo y con este mismo comenzaron a hacer formas en la pista.
- Wow - exclamó Tadashi maravillado.
El humo comenzó a tomar tonos diversos de colores.
Mientras, una lona dejaba al descubierto una rampa con un solo espiral y un cañón bastante grande.
Dos cóndores sostenían una patineta azul en el aire cerca de la rampa por ordenes del ratón.
El animalito no perdió el tiempo y encendió el cañón, de donde salió disparado el señor Buttowski en su traje de acróbata.
En un movimiento ágil, el hombre tomo la patineta y se deslizo por la rampa, provocando que saliese volando soltando la patineta (la cual término en las manos de Tadashi) y siendo a atrapado por dos de sus aves en el aire, tal y como si fuese un paracaídas, aterrizando enfrente de los dos niños.
- ¡Yahuuu, fue excelente! - decía el pequeño con la cara iluminada y dando aplausos efusivos.
- Muchas muchas gracias caballeros - agradeció el sujeto.
El pequeño ratón azul dio una orden y los cóndores se retiraron volando y aterrizando como si se trataran de aviones de acrobacia.
El roedor entonces trepo a la cabeza del hombre, quien levanto su casco y escondió al ratón en él.
Los dos chicos aplaudieron y se acercaron al hombre maravillados.
- Nos encanto señor B, fue algo tan... algo... - Tadashi no tenía palabras para describir lo que había presenciando- ¡Sorprendente! -.
- Eres bienvenido cuando gustes verlo, tu y tu buen amigo, hasta luego Tadashi - agradeció el doble de riesgo estrechando la mano del niño.
Tadashi regreso a su casa contento.
Sus padres le arroparon con ternura y él se quedo dormido.
Hiro lo observaba con cierta malicia en sus ojos.
Miguel tomo un algodón de azúcar que Nando traía pegado en la cabeza y Nando veía dormir a Tadashi.
Ambos tenían un destello de tristeza en sus ojos.
Sabían el destino del chico, pero por temor callaban.
Ambos querían salvarlo, pero no podían.
Eran solo unos esclavos más.

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