Anexo +18. Kim y Adam // Capítulo 8.
RELATO POR ADAM:
En la última noche de la semana de celos de los licántropos, estábamos en la playa mientras la luna en su fase creciente iluminaba nuestro pequeño campamento. Las dos lobas bailaban, lloraban, bebían, volvían a llorar, maldecian a sus compañeros destinados que las rechazaron y volvían a beber.
Patéticamente adorables.
Repitieron esas acciones una y otra vez, hasta que casi agotaron el stock de alcohol de toda la Manada de los Lobos negros y los pañuelos descartables, por supuesto.
Björn me había sugerido que observara a la híbrida que rescató de las aguas de uno de sus ríos y que ahora estaba siendo reclamada como "alma gemela" de un Vampiro.
Los lobos aún no lo sabían, pero es casi imposible esconderla. Pues aquel siempre estará buscando la forma de poseerla y no descansará hasta conseguirlo.
Traté de llevarlas a sus dormitorios por sus propios pies, pero solamente Kim conseguía equilibrarse. La otra apenas balbuceaba algunas estupideces y más lamentaciones.
Después de dejar a Laura en su dormitorio y revisar que ningún tipo de problemas con intrusos nos sorprenderá mientras descansaba, fui a ayudar a la Bruja a llegar hasta su habitación.
Ella se tambaleaba por los pasillos, mientras seguía tarareando alguna canción sobre desamores.
Los efectos del alcohol tienen corta duración cuando eres licántropo, pero esa lobita de ojos negros provocadores tenía más resistencia que los demás.
Era la híbrida más peligrosa en todo sentidos, especialmente por la tentación que me impulsaba a saborear su dulce sangre cada vez que sentía el olor de flores de su cabello.
Le ofrecí mi mano para apoyarse, pero ella sorprendentemente rodeó mi cuello con sus brazos y recostó sus labios con los míos.
Mentiría si dijera que mis instintos más salvajes no me gritaban para que la llevara a mi cuarto, pero Kim no estaba en sus mejores condiciones y el alcohol siempre es mal consejero cuando tienes el corazón roto. Para quién lo tiene debe ser muy doloroso.
Simplemente la alejé sosteniendo sus brazos y traté de que se concentrara en llegar a su habitación al final del pasillo.
- Kim, mañana te arrepentirás de esto. -
- Eres mío.- y volvió a aferrarse a mi cuello, mientras aspiraba mi olor, y una de sus manos subía hasta enredar sus dedos en mi cabello.
Todo su cuerpo se pegó a mi y consigo su calor, y créeme que mi autocontrol estaba muy tentado a dejarse llevar nuevamente por la calidez de su boca; en tanto me obligaba a hacer lo correcto: alejarme.
Porque esta noche no quería ser simplemente su consuelo y luego a la mañana una equivocación para ser ignorado.
Hasta que vi resplandecer en sus ojos el brillo dorado de su loba. Eso significaba que su instinto animal estaba controlando sus acciones. Ella me deseaba tanto como mi sed de alimentarme de sus jadeos y su sexo, mostrar todas las formas que podía satisfacerla.
- Eres mío, sólo mío, Vampiro.- y de un empujón nos caímos al suelo, ella sobre mi, olfateando mi cuello, luego rozando sus manos por encima de mi ropa, desabotonando mi camisa y nuevamente tentando a mi bestia a poseerla desenfrenadamente.
- El alcohol te está...-
-No estoy tan ebria, Adam. Tu lo sientes también, puedo notarlo. - y se sentó sobre mi erección. Para luego frotarse lentamente, mientras me miraba fijamente mordiendo su labio inferior.
Es cierto que más de una vez fantasee con hacerla callar besandola o simplemente demostrar con hechos que no todos los Vampiros son como el imbécil que la rechazó.
Pero no en estas circunstancias. No soportaría que ella se alejara sólo para evitarme en la mañana.
Además entendía que tal vez estaba bajo la influencia de las hormonas aceleradas de la semana de celos.
- Necesitas una ducha fría, Kim. -
- Y tú también, mi vampiro. - y como pude la saqué de encima, colocandola hacía un costado. La cargué en brazos y la llevé hacia la ducha en su habitación.
Luego de terminado su baño y vistiendo su ropa para dormir, que simplemente era una camiseta y ropa interior, la ayudé a llegar hasta su cama.
- ¿Vas a rechazarme? - preguntó en lágrimas. Si tuviera corazón seguramente estaría en pedazos por ser la causa de su llanto.
- Claro que no, Kim.-
- ¿Es porque soy híbrida? -
- Kim, eso es lo que te hace ser única. Tienes las mejores cosas de ambas razas, además de ser .... -
- ¿Soy hermosa?-
- Eres perfecta, cachorra. Ahora duermete, Kim. Antes que cambie de opinión.- esto último lo dije murmurando para mí.
- Duerme conmigo. Prometo no hacer nada sin tu permiso, sólo te morderé si me lo pides. - y se tumbó sobre la cama, mientras alzaba sus manos pidiendo mi compañía, con una sonrisa que desarmaba cualquier tipo de muro que intenté levantar para contener mis impulsos.
RELATO POR KIM:
Los rayos de sol se colaban por los ventanales mientras trataba de acurrucarme a su pecho y hacer que sus brazos se aferraran a mi cuerpo para continuar soñando con su olor.
Soñé que encontraba mi compañero de vida y él me decía que era simplemente perfecta y única. No se sentía decepcionado por mi doble naturaleza y trataba de calmar mis heridas.
Soñé con sus labios, sus manos en mi cintura y todas las sensaciones que provocaba en mi con el contacto de su piel.
Me apreté más a su cuerpo, me aterraba dejarlo ir, no quería despertar.
Susurré una plegaria: - Por favor, Diosa Luna, que lo sea sólo un sueño.-
- Buenos días, cachorra.- lo oí como aspiraba el olor de mi cabello y trató de contener su risa.
- ¿Sabes que soñé? -
- Dímelo.- Y se acomodó a mi lado para mirarme con atención.
- Que me decías que era perfecta, sin sonar como una de tus ironías, Adam.-
- Lo eres, Kim.- y acarició una de mis manos. Sentí como miles de mariposas recorrían mi brazo, pasaban por mi pecho y aceleraba mis latidos, bajaban hasta mi vientre y comenzaba un incendio entre mis piernas.
- ¿Recuerdas lo de anoche, cachorra?-
- Te dije que no estaba tan ebria, vampiro.- y apenas rocé mis labios a los suyos él respondió haciendo más intenso, en seguida traté de imitar su postura a mi lado.
Ambos estábamos frente a frente, recostados sobre la cama, apoyando la cabeza en un brazo. Besándonos.
- ¿Es cierto?- preguntó Adam mirándome a los ojos, que seguramente estaban amarillos por la cercanía de su cuerpo y porque noté que debajo de sus pantalones estaba notandose su entusiasmo al verme.
- Eres mi compañero destinado. Si aceptas nuestro vínculo, juro amarte por toda mi vida y protegerte de cualquier peligro.-
- ¿Y dónde quedó lo de morder si te lo pido?-
Agregó mientras levantaba mi mentón para observar como sus ojos se volvían rojos, como la sangre.
- Depende de cómo lo pidas.-
- ¿Quieres morderme, mi bruja traviesa?-
Volví a besarlo lentamente y en seguida mordi sus labios, mientras sentí que gemió y así me dio permiso de seguir saboreando su cuerpo.
Bajé a su cuello, aspire su exquisito aroma y con mis dientes recorrí hasta llegar a su pecho. Que subía y bajaba cada vez más rápido bajo mi tacto, y eso me alentaba a seguir explorando.
Adam respondía a mis besos y mordidas resoplando, mordiendo sus labios, cerrando sus ojos y conteniendo sus jadeos.
En seguida me acomodé a horcajadas sobre él y lentamente me saqué mi blusa. Sus manos acariciaban mis senos mientras las mías buscaban liberar su miembro que se erguía pidiendo mi atención.
El vampiro seguía con sus ojos cerrados, disfrutando de mis caricias en su falo, que respondía a mis estímulos endurecido y palpitando entre mis manos.
Bajé hasta allí, lo besé, lamí y mordí, tanto como el deseaba. Y cuando acompañó con sus caderas, sabía que ansiaba que lo hiciera con más ímpetu y ferocidad.
Hasta que llegó a su clímax gritando con un sonido grave cuando tiró su cabeza hacia atrás, mientras sostenía con fuerza mi cabello.
- Eres mío.- dije recuperando el aliento.
- Sólo tuyo.-
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