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7. La híbrida y el Vampiro.

Relato de Laura:

Cuatro meses habían transcurrido desde que crucé el umbral de la enigmática Manada de los Lobos Grises. En esta sombría tierra entre los pantanos que me acogió, el tiempo no se mide en días ni semanas, sino en las cuatro lunas que han sido testigos silenciosos de mi transformación interna, acompañándome en mi viaje hacia el autoconocimiento.

Nosotros, los licántropos, guardianes de una eterna noche, reverenciamos el ciclo lunar como un vínculo sagrado entre nuestras naturalezas duales. Cada luna creciente trajeron consigo una oportunidad para mí, para explorar mis instintos y descubrir los recovecos de mi ser licántropo que yacen ocultos bajo la superficie de mi apariencia humana.

Las noches se convirtieron en un escenario de autodescubrimiento, donde mi loba interna se encuentró con el mundo que nos rodeaba. Nuestros sentidos se agudizaban, captando los matices del bosque más allá del pantano y los susurros del viento, mientras la línea entre lo humano y lo salvaje se volvió más difusa con cada aullido que escapó de nuestros labios. Cada noche bajo la luna llena, sentí cómo mi conexión con la manada y mi verdadera esencia se fortaleció, traspasando las fronteras de lo conocido y adentrándome en un territorio de misterio y autodescubrimiento profundo.

Era una integrante permanente de la patrulla de Björn. A quien respetaba como mi líder, al igual que el resto. Admiraba su capacidad para empatizar y de ayudar a los suyos. Pero sobre todo cómo junto a él mi loba aprendió nuevas habilidades y trucos. Por primera vez estábamos siendo entrenadas y respetadas entre los lobos.

Björn Greysson era más que un líder; era un faro de esperanza, un relojero que tejía los hilos del destino de la patrulla fronteriza de los Lobos Grises con una precisión que solo se adquiere con la experiencia y la pasión inquebrantable por el bienestar de los suyos. Cada gesto, cada decisión, eran reflejos de su compromiso inquebrantable y su devoción hacia aquellos que confiaban en su dirección.

No era solo la grandeza de su figura, sino la grandeza de su corazón lo que lo destacaba. Sus acciones desprendían el aroma de la lealtad y la compasión, impregnando el aire que la patrulla respiraba con un sentido de propósito compartido. Y mientras la manada de lobos grises de los grandes lagos avanzaba en su danza por las noches, Björn Greysson los guiaba con su determinación hacia un futuro que él mismo modelaba con cada paso que daba.

Por otra parte, desde mi llegada convivía con Kim en su choza. En la mañana la ayudaba con sus consultas, en especial con los nuevos ingresados en su mayoría híbridos y lobos solitarios que poco colaboraban con las revisiones médicas.

Después, le brindaba mi ayuda para poner en orden su santuario de estudio, un rincón que parecía ser el resultado mágico de la unión entre un escritorio, un desorden descomunal y un hechizo desenfrenado. Cristales enigmáticos se entrelazaban con velas titilantes, mientras pociones y brebajes secretos parecían entonar un conjuro aromático de flores de la pradera que llenaba el aire de su choza en medio al campamento. Entre esta encantada sinfonía de objetos, flores silvestres esparcían su esencia en un intento de domesticar la magia que fluía en el espacio, creando un entorno que exhalaba tanto el aroma de lo terrenal como el misterio de ser una hibrida de bruja y lobos. Además me divertía con sus cuentos y leyendas místicas, al igual como mi Padrino Adriano lo hacía cuando era una niña.

En la tarde entrenaba en los pantanos de los grandes lagos con un grupo de híbridos a cargo de un vampiro insolente y malhumorado: Adam. Fueron órdenes de Björn, buscando que todos sus guardias estuvieran preparados para una posible confrontación con una horda de vampiros o simplemente pudiéramos defendernos con mejores tácticas.

Al principio mi relación con Adam fue muy difícil, creo que no le agradaba. Pero también poco socializaba con el resto de la Manada, así que asumí o suponía que su desagrado también lo expresaba a todo ser vivo sobre la tierra.

Era la primera vez que tenía un contacto cotidiano con un ser sobrenatural de su raza, por lo cual muchas de sus acciones me hacían dudar sobre mis orígenes. ¿Cuál de mis padres era vampiro? ¿Cómo fue que descubrieron que debían estar juntos? ¿Cómo lograron desafiar a las leyes de nuestra raza? ¿Su amor prohibido fue el motivo por el cual nuestra manada sufrió aquella masacre que Adriano recordaba con tanta tristeza?
Tenía tantas preguntas en mi cabeza, que muchas veces me causaban problemas con Adam en los entrenamientos.

Su mirada, un abismo de oscuridad y desdén, ardía con el tono sanguíneo característico de su naturaleza vampírico cuando me equivocaba. Un solo guiño suyo parecía una trampa sutilmente tejida, un pacto maldito que sus ojos sellaban con maestría.

Sus sonrisas eran raras y deliberadas. Cada atisbo de satisfacción ante los extenuantes ejercicios revelaba el rastro de su naturaleza insaciable, una sed siniestra que parecía saciar en el sufrimiento ajeno, como un nocturno y perverso ritual. Todos salíamos molidos y casi muertos de sus entrenamientos. Más de una vez algún hibrido fue llevado a prisas a la enfermería de Kim.

Sus cabellos oscuros estaban impecable y perfectamente peinados, enmarcando un semblante de ángel caído. Sus ropas, impecables y caras acariciaban su figura con un aire de elegancia infernal, y a pesar de su destreza como entrenador, parecía que el barro de los pantanos no tenía el coraje de profanar la pureza de sus costosos zapatos, como si la misma tierra temiera sucumbir ante su aura.

La dualidad entre su atractivo magnético y la oscuridad que acechaba en cada rincón de su ser lo convertía en un enigma irresistible y temible a partes iguales, un vampiro que caminaba entre la penumbra, desatando tormentas y prometiendo el abrazo helado de la noche a aquellos que osaban cruzar su camino.

Me preguntaba ¿qué senderos oscuros habría cruzado para moldear esa mirada, un abismo donde se refleja el eco de un pasado o de un gran desdén por los lobos? ¿Acaso esas sonrisas eran un juego de deleite o su apetito insaciable por el sufrimiento que yace bajo su naturaleza condenada? ¿Serían sus ropas inmaculadas una armadura para esconder sus pecados, o un estandarte que ondeaba con el orgullo de pretender ser algo mejor que todos nosotros?

Su choza era la más apartada del campamento, y su auto ostentoso lo pasaba lustrando y sacando brillo mientras los lobos nos ocupábamos de tareas para ayudar a las demás familias del campamento. Tareas que jamás hizo.

En noches elegidas donde la Dios Luna estaba en su fase nueva, Adam se deslizaba entre las sombras, como un señor de la oscuridad. Su maestría en algunas artes antiguas vampíricas permitía que sus sentidos se sintonizaran con el mundo que lo rodeaba, detectando cada movimiento, cada palpitar de corazón en el abrazo de la penumbra. ¿Cómo lograba discernir a los rufianes de entre la maraña de sonidos y olores nocturnos, como un chacal rastreando su presa en las noches más oscuras?

El sigilo era su aliado más fiel, dominaba el callar a las sombras, convirtiéndose en una presencia apenas tangible para sus víctimas, una sombra danzante que escurridiza se abalanzaba desde el velo oscuro y poseía con gran ferocidad a sus víctimas. ¿Acaso era algún hechizo o conjuro, nos preguntábamos con Kim?

Su fortaleza sobrenatural se reflejaba en el combate cuerpo a cuerpo, un torbellino de movimientos calculados y precisos. Cada golpe era una sinfonía de potencia y técnica, un ballet de fuerza inhumana que dejaba a sus oponentes atónitos ante la ferocidad desatada. ¿Cómo era posible que un ser oscuro y maldito pudiera alcanzar tal grado de maestría, como un guerrero forjado por los mismos Dioses o Demonios de la creación, tan insaciable y cruel?

Pero había algo más en Adam, algo más allá de la mera caza y la supervivencia. Disfrutaba infundiendo temor en sus víctimas, saboreando el palpitar acelerado de sus corazones antes de que sus colmillos sedientos se encontraran con la piel.

Björn nos llevaba a acompañarlo, siendo una clase de entrenamiento de la patrulla , como si Adam fuera un ejemplo de Instructor para los iniciados híbridos. Pero en realidad era la maldita pesadilla de muchos guardianes iniciantes y un dolor de cabeza para quienes queríamos seguir algunas de sus tácticas.

Observar a Adam era como desentrañar un enigma, una compleja amalgama de habilidades y deseos que convergían en una danza mortal. ¿Qué oscuro laberinto recorría su mente mientras se sumía en la noche? ¿Por qué ponía empeño en ser el Instructor de un grupo de renegados y maldecimos híbridos? ¿Qué interés ocultaba en la patrulla de Björn?

De sus entrenamientos exhaustivos y crueles, siempre terminé las prácticas con moretones y a veces un brazo dislocado. Era muy exigente con sus alumnos, pero conmigo era riguroso. Aunque aprendí a entender que en su exigencia escondía una firme y oculta voluntad de revelarme que podía tener más destrezas que el resto del grupo.

Su mirada fría siempre estaba examinando cada uno de mis movimientos y tenía escasa paciencia cuando fallaba por desconcentrarme.

Admito que a veces no daba la atención necesaria a sus explicaciones, pero trataba de dar lo mejor. Lo juro por la Diosa Luna.

Sin embargo, Adam tenía peor relación con Kim. ¡Y ambos les gustaba hacerlo notar al resto de la patrulla!

Ellos no lograban conversar sin discutir o burlarse uno del otro.

La Bruja lo llamaba de "desalmado" y "muerto vivo", mientras que Adam solamente se reía o la ignoraba. Eso la enfurecía de tal manera que podría pasar todo el día hablando sobre él y cómo encontraría una pócima para convertirlo en una rata o cualquier otro animal de mala reputación.

Aunque cuando ellos creían que nadie los veía, intercambiaban miradas difíciles de descifrar. En especial Adam, que podía detectar o prever cuando ella se acercaba.

Por su parte, Daniel, el futuro Beta estaba comenzando a tener más confianza en mí, a medida que mis informaciones eran corroboradas y verificadas. No acostumbraba salir de cacería, pero era el responsable de que nada faltara en el consultorio de Kim. Era del tipo de lobo que preferiría lidiar con papeles y asistir a reuniones con algunos aliados.

Con Jamal aprendí a defenderme con armas, me gustaban las dagas y las hachas. Pero él incluso había insistido en que aprendiera esgrima y arquería. También había descubierto que el provenía de otra manada, de la más fuerte y grande de toda la Alianza de lobos. Y que su hermano era un Alfa muy respetado por los demás.

Y Björn era... como un buen amigo. Realmente admiraba su forma de liderar la manada.

Luego de 6 meses por primera vez escuché noticias de mi antigua Manada Red Wolf:

Zahid era su Alfa, logró desterrar a su padre y madrastra hasta los límites de su territorio. Según Daniel, no me estaban buscando y Jamal confirmaba que la Alianza daba por desvinculados a mí y él de nuestro designio por la Diosa Luna.

Ya estaba oficialmente libre de Zahid entre las tradiciones de los licántropos y de la Manada de los Red Wolves. Sólo faltaba la desvinculación o el proceso en el cual la Diosa Luna hacía que Alana, mi loba, dejara de sufrir la lejanía de Rider.

Los rumores según Daniel, hablaban que el Alfa de los Lobos Rojos había abandonado cualquier esperanza de recuperar a una de sus concubinas y ahora se proponía gestionar su Manada para demostrar que era mejor a su padre.

Nunca admitió ante la Alianza cuál era el vínculo que realmente teníamos. Aunque Björn lo sabía y no le agradaba su actitud, pues afirmaba que no era digna de un Alfa.

Todos allá, en el Bosque de los Lobos rojos creían que estaba muerta y así pretendía hacerlos creer que estaba. Al igual que ellos para mí.

Esto realmente fue un alivio. Aunque significaba que debía aprender a convivir con la amargura de la desvinculación por el resto de mi casi inmortal existencia, si la Diosa Luna no acepta mi decisión de nunca volver a aquella manada asquerosa.

Querido lector, ¿acaso crees que Alana algún día intentó huir fuera de los límites en busca de Rider? No, claro que no.

Entendía que estábamos vivas gracias a nuestra distancia de los problemas que Zahid podría provocar. Y que al lado de Parker, el lobo de Björn, teníamos al fin un lugar al que llamar hogar.

Estaba liberándome de la enfermedad que representaba aquel lobo rojo. Atrás se quedó mi rango y las humillaciones.

No estaba destinada a la felicidad, pero si procuraba mi paz y mi lugar entre la patrulla de los Lobos grises, al servicio de Björn Greysson.

Relato por Björn Greysson:

Estaban aumentando las tensiones en nuestras villas y en algunos límites de la Manada por la constante intrusión de grupos de Vampiros que no respondían bajo el emblema o insignia de ningún Clan cercano.

Éstos estaban buscando o rastreando algo o alguien. Y tenía que averiguarlo antes de la semana de celo, celebración muy importante dentro de nuestra raza y que era imposible postergar.

Por lo cual reuní a mi círculo de amigos y mejores cazadores para averiguar qué pretendían esos vampiros.

Para eso era esencial salir de la manada.

Como primera etapa de investigación: necesitaba trabajar las relaciones públicas y pactos con un par de Clanes de Vampiros locales. También aquellos se mostraban molestos con el tránsito clandestino de intrusos a sus dominios, que provocaban disturbios y confusiones en sus asuntos. Su sociedad era muy estricta en cuanto al velo de secretismo de su raza, de sus intenciones de obtener poder e influencia en todas las ciudades.

Y, sin embargo, también entre los suyos tenían rebeldes o "anarquistas" que se rebelaban ante las más antiguas tradiciones y su estructura social. No estaban dispuestos a perder los hilos de sus influencias y su autoridad ante un grupo insubordinado de chupasangres viciosos.

Estos Clanes locales eran dueños de algunos centros nocturnos y hoteles de la región. Allí iríamos algunas noches a obtener respuestas, mientras que con suerte saliéramos sin problemas del dominio de los chupasangres. Debíamos contactar con algunos terratenientes y si la Diosa Luna nos favorecía, tal vez presentarnos ante algún príncipe de esos dichosos Clanes.

Estos eran la mismísima realeza, la aristocracia de esa raza condenada. Tan posesivos de sus dominios y sagaces en demostrar que los lobos no éramos bienvenidos cuando percibían nuestro interés en saber sus verdaderas intenciones.

Llevé a Laura, aunque era relativamente nueva en la Manada, me inspiró confianza y estaba seguro que no daría problemas.

Por otra parte ella no acostumbra a salir de los límites de nuestra Villa. Siempre demostraba compromiso y ya había logrado un notable grado de entrenamiento junto a Adam, que reconocía de su forma apática y cruel que ella sobresalía entre los demás híbridos.

Sabía que él tenía una inclinación a llevarla al límite de sus habilidades, pero cuanto más la presionaba, más fascinación ella podía inspirar. Al punto de apodarla "cachorra" o "novicia", como los vampiros antiguos o más tradicionales llaman a sus nuevos miembros.

Y con Laura por supuesto vino Kim. Las dos eran inseparables. Estaba muy contento por su amistad y el vínculo que tenían. Entre ambas estaba bendecida su conexión de hermandad entre licántropos por la Diosa Luna, tan fuerte como el lazo de familia, de manada.

Relato por Laura:

Con Kim estuvimos toda la mañana preparando nuestro equipaje.
No teníamos idea de qué llevar para ir a los clubes nocturnos y a los hoteles con hermosas piscinas.
Por lo cual consultamos al único que tenía noción de cómo vestirse allí: Adam.

Él nos dio consejos sobre vestidos y zapatos. También trató de explicarnos acerca de maquillaje y trajes de baño. Ya que nuestro trabajo era muy específico, arrancar información de lujuriosos chupasangres y darles una paliza a quienes no colaborasen.

Aunque por ser un Vampiro, Adam no tenía latidos ni respiración, creo que más de una vez enmudeció al ver los atrevidos escotes de los vestidos de Kim, mientras ella modelaba frente al espejo. También vi sus miradas indecentes a las minifaldas ajustadas que resaltaban sus curvas irresistibles a los ojos de Adam que ella pretendía usar en los clubes nocturnos.

En conclusión, Adam tenía un excelente gusto por la moda y le encantaban las mujeres hermosas como a todos los de su raza. En especial los encantadores destellos de las miradas y esbelta figura de una ciertas brujas.

Kim, la Bruja del campamento, era sin duda su talón de Aquiles. Poco a poco, estaba aprendiendo a desentrañar las capas detrás de sus miradas molestas. Más de una vez, había captado vislumbres de algo más bajo la fachada, cómo sus sonrisas lograban deslumbrarlo y cómo sus ojos negros como el azabache brillaban con destellos de violeta. Era un baile clandestino de atracción y rivalidad, un juego donde ninguno revelaría sus verdaderos sentimientos por el otro.

Él era de ese tipo de Vampiros que te hacían temblar por su presencia y al mismo tiempo seducir con solo un guiño. Siempre vestía trajes y llevaba su camisa con algunos botones sin prender, luciendo su pecho cincelado por los condenados demonios del infierno. Era característico de su porte llevar unas gafas oscuras y elegantes, para esconder que despreciaba el resto del mundo.

Sin dudas era muy fuerte y Björn confiaba en él, por más que fuese malhumorado.

Entonces colocamos nuestros equipajes en las camionetas. Y partimos rumbo a los Hoteles de los Vampiros.

Kim y yo íbamos junto a Adam, en su coche deportivo y "clásico", mientras que Jamal y Daniel conducían cada uno su automóvil.

Björn viajó en su motocicleta ya que después de terminar nuestra investigación iba a pasar la semana de celo alejado de la Manada.

Más tarde, cuando llegamos al Hotel nos dieron dos suites VIP, por exigencias de Adam, quien se rehusó a mantener un perfil de turista común.

Por lo cual Adam compartía su suite con Daniel y Jamal. Mientras que Kim y yo compartimos la suite con Björn.

Teníamos que aparentar que estábamos de vacaciones y disfrutando de las comodidades del lugar. Por lo cual pasamos toda la tarde en la piscina luciendo todo lo que aprendimos de las lecciones de Adam.

Quien no escondía su malhumor por alguna razón desconocida, mientras Kim y yo nos arriesgábamos con un topless en las reposeras al lado de la piscina. La Bruja disfrutó ser la razón, según ella, de cada crujir o rechinar de dientes de Adam cuando nos saludaban curiosos lobos o vampiros que pasaban por allí.

En la noche estábamos vestidas de acuerdo a las recomendaciones de aquel, esperando que la Diosa nos ayudara a no caer con los tacones.

Los chicos nos estaban esperando en recepción y Adam en frente al ascensor.

Quería ser el primero a corroborar que seguimos sus instrucciones. Y hasta creo que vi una sonrisa en su rostro al aprobar los outfits de ambas.

¿O en realidad fue solamente para Kim? ¿o fue para su escote osado o lo ajustado de su vestido? No pude resistir esa oportunidad de molestar a Adam que intentaba esconder sus mirada al balanceo de caderas de la bruja con ojos negros.

—Adam, ten cuidado.— susurré sobre su hombro.
—¿A qué te refieres?— respondió ofendido.
— No te estás esforzado en esconder cómo babeas por ella.—
— ¿Por Kim?...—
— Oh, vaya... No te preocupes, guardaré tu secreto por ahora.— y me apure en seguir los pasos de Kim para subir al vehículo que nos esperaba fuera del hotel.

Unos minutos más tarde, llegamos al club, siguiendo a Björn, Daniel y Jamal, quienes ya ocupaban sus asientos reservados en el nivel superior. En cambio, nosotros nos acomodamos en la barra, con la pista de baile extendiéndose a nuestro lado. Nos rodeaba una multitud frenética de seres que se movían al compás de la música, creando un caótico remolino de formas y colores en la penumbra de aquel rincón nocturno.

El club, envuelto en una atmósfera misteriosa y emocionante, parecía haber sido diseñado para ser el refugio secreto de aquellos seres sobrenaturales que preferían las sombras de la noche. Las paredes estaban revestidas de oscuros paneles de madera tallada, adornados con intrincados grabados que representaban símbolos ancestrales y criaturas místicas. La iluminación, suave y sugerente, provenía de lámparas de araña en tonos dorados que colgaban del techo, arrojando destellos dorados sobre las mesas y rincones del local.

El aire vibraba con la mezcla de risas y murmullos de conversaciones en diversas lenguas y dialectos, como un eco de las historias y leyendas que aquellos seres compartían entre ellos. Los aromas atractivos de perfumes exóticos y la fragancia a madera ahumada se entremezclaban en el aire, creando una sensación embriagadora y novedosa para mi. Todo resulta muy diferente y extremadamente doloroso para mis sentidos.

Me llevó unos minutos poner en orden mis pensamientos para continuar con el plan que Adam, que con amabilidad pero con su característica poca paciencia, nos había detallado en el trayecto hasta aquí. Entonces fue su turno de molestarme.

—¿Esto es demasiado para una cachorra como tú, Laura? Si quieres puedes volver al hotel. Björn lo entenderá.— sugirió irónicamente el Vampiro saboreando una bebida de color rojo.
— Es la primera vez que vengo a un lugar así. Ya estoy tratando de concentrarme.— dije sacudiendo mi cabeza.
— Trata de bailar y beber, ese es el objetivo de concurrir a un Club nocturno. Oculta de una vez que eras una loba esclava de una manada que jamás te permitió divertirte. Por todos los condenados, niña, ¡deja de ser tan molesta!— sentenció Adam señalando a la pista de baile.
— ¿Quieres que baile con ellos?—
— Quiero que muestres que vale la pena tenerte en esta patrulla, baila como si quisieras ser más que una rechazada. Ya veremos si eres buena como imán para vampiros con sed de cachorras ingenuas e inexpertas.— y volvió a su lugar en la barra. Mientras Kim me llevó a rastras al centro de la pista del club.

¿Tenía razón Adam sobre los vampiros? Por supuesto que si.
Ya teníamos la atención de un grupo que estaban en la otra punta del bar.
Un par de tragos, algunas sonrisas y ya nos tenían confianza para hablar sobre diversos temas exclusivos de sus Clanes. Estos estaban encantados por las sonrisas de Kim y por el color de mis ojos resaltados por las bebidas que Adam nos obligó a beber.

Al pasar las horas todo parecía resultar.
Varios terratenientes de los Clanes de Vampiros hablaron con Björn y relataron la presencia de ciertos rastreadores en las cercanías, pero nada en verdad sobre qué buscaban o a quién obedecían.

Había sospechas, pero nada concreto o útil. Y todos estábamos pendientes de obtener al menos un nombre. A cada instante debía reportar por la conexión mental del grupo si obtenía una pista o si seguía junto a Kim y el vampiro.

Adam tampoco consiguió algo preciso, sólo vio vampiros del tipo más común en el Club y sin ninguna importancia a su criterio. No había aparecido ningún príncipe o realeza de algún Clan.

En la pista de baile seguía reinando el desenfrenado impulso por moverse al ritmo de la música mezclada con las bebidas alcohólicas, aunque algunas de ellas eran especialmente elaboradas para ese fin. La muchedumbre se movía, rozaba, besaba y hasta provocaba uno a otros sincronizados por las melodías.

De repente un par de ojos azules como el hielo llamó mi atención en medio a la multitud que se contorneaba en la pista de baile. Su mirada se sentía tan reales como unas caricias sobre mi cuerpo.

Su olor me resultaba particularmente no tan desconocido. Y aunque estaba al otro extremo de la pista causaba que mi respiración se descontrolara tratando de percibir cada nota de su dulce aroma.

No sé cómo me alejé de Adam y Kim para perseguir esa mirada y querer caer en sus brazos. Avancé decidida entre los cuerpos sudados, embriagados y excitados por la música que sonaba sin escrúpulos. Me hacía paso esquivando a la lujuria y los vicios que reinaban en el club nocturno.

Sentí un zumbido en mi cabeza y la voz de este vampiro tan seductor llamarme a medida que iba hacia su encuentro. Sabía mi nombre y por la Diosa, yo estaba completamente segura que ya lo conocía. No obstante, la adrenalina de que debía encontrarlo no me dejaba buscar en mis recuerdos de dónde ya había sentido su presencia.

Pero aquel vampiro dio media vuelta y subió unas escaleras hacia uno de los reservados del primer piso, muy lejos de donde estaba Björn. Dudé en seguirlo, pero ya era tarde para pretender que no me tentaba degustar sus labios o por lo menos saber su nombre.

Al entrar a su reservado, al fondo del primer piso del club, vi que él estaba recostado en la pared del fondo, con su camisa desabotonada y sonrió provocando miles de reacciones por todo mi cuerpo.

Estaba esperándome, estaba tan confinante que iba por él, maldición.

Yo me quedé encantada con sus ojos azules como el hielo, mientras él sonreía descaradamente y se acercó para acariciar mi mejilla, me sujetó a su cuerpo llevando sus manos a mi cintura, sacando todo el aire que aún tenía por la proximidad a lo que tanto vine buscar en él.

Me colgué a su cuello y perdí la noción de dónde estaba o qué ocurría a mi alrededor cuando nos besamos.

Cuando sus labios me esclavizaban en aquella habitación en penumbras, ya no estaba logrando oír por el vínculo que Björn ordenó retirarnos del club nocturno.

Cuando aquel vampiro me levantó por mis muslos, pegando mi espalda a una de las paredes para recorrer las costuras de mi escote y cuello con sus besos, ya no percibí el tiempo transcurrir sin notificar que estaba aún en el Club. No quería apartarme de allí.

Cuando aquel vampiro deslizó una de sus manos por mi entrepierna, desatando mis gemidos de placer, olvidé de blindar mis pensamientos de que deseaba traspasar todas las reglas para que me hiciera gozar luego de arrancar mi ropa interior y dejarla caer sobre el piso.

Si, mi querido lector, al parecer había encontrado un problema para abandonar la búsqueda de mi paz. Sólo pensaba en darle guerra de mordidas y besos en aquel reservado a ese vampiro que era la auténtica perdición.

Había descubierto que cuando me comí a besos a Lorenzo, ya no había vuelta atrás para buscar mi quicio u obedecer las órdenes de Björn para ir hasta el vehículo y volver al Hotel.

Me volvió completamente sumisa al beber de su sangre mientras él susurraba cómo por siglos me había buscado y que no dejaría de hacerlo aún que debiera enfrentar a todos los lobos de la Alianza. Prometía una y otra vez que estábamos destinados a toda la eternidad, mientras deslizó sus dedos en mi interior.

Después solamente recuerdo a Björn sacándome del Club nocturno, arrastrándome hasta el auto y yo tratando de regresar con los dueños de esos ojos fascinantes y aquellos labios que hacían temblar mis piernas al sólo recordarlos.

Las sensaciones que me provocó me atormentaban como fantasmas que nublaban mi capacidad de ver la realidad o las fantasías que dejó en mi mente.

─¡Laura, escúchame! Laura, por favor, ¿qué te pasa? ¿Cómo se te ocurre besar a un Vampiro que no conoces? -─ me reclamó Björn intentando hacer que entrase al vehículo, forcejeando con mi nublada voluntad de caer en la perdición de los labios del vampiro.

Yo lograba escucharlo, quería obedecer sus órdenes, pero mi voluntad estaba empeñada en volver con Lorenzo. Así se llamaba el Vampiro que no dejaba de susurrar en mi mente que me estaba esperando impaciente para acompañarlo por toda la eternidad.

En seguida lo único que sentí fue un fuerte golpe en mi nuca y me dormí.

Relato por Björn:

Laura estaba dormida por Kim.

Según Adam sufría la influencia de un tipo de hipnosis o control mental, pero en pocas horas estaría mejor. Aunque pasarían varios días para librarse de toda la influencia o disciplina que aquel malnacido chupasangre empleó para someterla a su voluntad.

Por lo cual para asegurar que una de mis mejores cazadoras estaría bien, la envié al lugar donde ningún Vampiro en su sano juicio podría entrar: La manada de los Lobos Negros del Alfa Aarón, uno de mis mejores amigos y hermano de Jamal.

Era nuestro aliado y tenía la Manada más grande y fuerte de la Alianza de Alfas.

También era mi primo y hasta allí iríamos luego de terminar las investigaciones.

Casi todos los líderes estarían reunidos con Aarón luego de la semana de celos, para evaluar la amenaza de este extraño grupo de vampiros que irrumpía sistemáticamente nuestro territorio.

Con Laura envié a Adam y por supuesto Kim. Las dos no se podían separar y la Bruja podía ayudarla a recuperar su cordura.

Aunque Aarón y Adam tenían sus diferencias, sabía que junto a Kim estaría muy distraído como para causar problemas o provocarnos.

La noche aún no terminaba, pero me quedaban unas preguntas que rondaban mi mente:

¿Qué tipo de Vampiros estaban acechando? ¿esto significaba que vendría una nueva guerra entre lobos y vampiros? ¿Por qué Laura era tan susceptible a su control mental?

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