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4. La Omega cautiva

Relata Zahid Red Wolf:

La lobita daba batalla para subir al ascensor y entrar al departamento.

─¡Vamos, Laura! ¡Entra y tranquilízate!─ le decía mientras la sostenía por la cintura y trataba de hacerla soltar el marco de la puerta del ascensor. Me estaba divirtiendo con la situación, lo confieso.

— ¡Ayuda! ¡Por favor, ayuda! No me puedes obligar a nada. Esto es un crimen hasta para un desgraciado como tú, Zahid. ¡Por la Diosa Luna, necesito ayuda!— gritaba mientras se aferraba a sus tristes esperanzas de ser oída.

Para mi suerte era un edificio en el territorio de los vampiros y sabía que nadie se atrevería a incomodar a uno de los aliados del Clan que dominaba allí.

Y el maldito portero ya sabía su lugar y que debía mirar hacia otro lado si deseaba conservar sus ojos en sus cuencas. No movió ni un sólo músculo mientras Laura gritaba por su ayuda, intentando sin éxito inspirar compasión.

Diosa Luna, era una verdadera guerrera, no se daba por vencida, ni en esta situación en la cual sabía que podía romper sus dedos y obligarla a entrar a donde se me antojaba.

Al final era una simple Omega y gracias a los cielos no tenía ningún entrenamiento para evitar estas situaciones.

Estaba a mi merced, y me fascinaba esa idea.

─¡La lastimas y sabrás que es una pésima idea! El vínculo te hará saber que a tu pareja la debes proteger, no lastimar a propósito. ¡Créeme, idiota, te dolerá más a ti!. ─gruñó iracundo mi lobo y cerró el vínculo, casi dándome un dolor de cabeza.

Pensé en otra forma de domar esta fiera. Y para serte completamente sincero, eran otros tipos de forcejeos y embestidas que pretendía utilizar en su debido momento.

En un rápido movimiento no tardé tanto en juntar sus manos y colocarlas sobre su cabeza, apretadas contra una de las paredes del ascensor y disfruté de su olor hasta subir al departamento.

Ella me miró fulminándome, agitada por su esfuerzo, sin pronunciar una sola palabra. Yo me pegué a su cuerpo y respiré todo su delicioso aroma.

Si, su aroma era precioso y un dulce veneno para mi mala suerte.

Maldición, el vínculo de pareja me estaba obsesionando por su esencia. Me recordaba los jardines tupidos de rosas cuando mi madre aún estaba viva, los juegos, las risas, la paz y el silencio de mi mente.

─Estás muy enojada. Lo sé. Pero hoy resolveremos esta situación... ─lo dije susurrando y cayendo rendido en dirección a sus labios carnosos y brillosos. El vínculo de pareja es una verdadera trampa para todo lobo que sabe que eso era incorrecto.

— Nunca voy a ser una de tus perras. Prefiero los latigazos en el calabozo que meterme en tu cama.— respondió con una furia encantadora.

— Ya veremos, lobita salvaje. Sabes que lo deseas tanto como yo.— dije acercándome con cada palabra a su atrevida e hipnótica boca. Su aliento me estaba volviendo loco por saborear toda su esencia de desobediencia. Quería besarla con toda mi alma desenfrenada, ya percibiendo que quien estaba ganando este juego era nuestro vínculo. Pero poco me importaba.

Diosa Luna, no me había percatado cuan sabrosos y atractivos se veían. Mi imaginación fluyendo directo a mi ingle deseaba esos labios jugando en mi miembro, no te mentiré. Quería hacerle saber que sería mía, y que podría darle tanto placer como la lujuria que me inspiraban. Mi animal interior quería mostrarle cómo podríamos ser tan buenos entre cuatro paredes e incluso enseñarle a ser una buena Y obediente lobita.

Ni bien rocé sus carnosos y suaves labios con los míos, ella atrapó mi labio inferior y lo mordió con toda su furia. Esa mezcla de dolor y deseo me volvía más loco por ella. Y estaba dispuesto a ganar ese juego que proponía de ahora en más.

Si, tenía tanto que mostrarle y complacerme en esa noche. Porque la poseería, por la Diosa Luna.

"¡Esa es mi chica!" pensé para mi, mientras me alejé para observar el daño en mi labio inferior en el reflejo del espejo del ascensor.

Hasta me sacó unas gotas de sangre que luego relamió de forma tan sensual. Tratando de mostrarme su insolente mirada de "Te lo buscaste por idiota".

Gruñí de deseo por esta loba. Me adherí aún más a su cuerpo y coloqué una de mis piernas entre las suyas. Sólo para hacerle saber quién mandaba allí, aunque ella tendría cierto permiso para sorprenderme con toda su bella y cautivadora rebeldía. Solo para hacerla saber que me impondría a cada arrebato, aun ardiendo de deseo por verla bramar de furia. Solo para hacerla saber quién estaba al mando allí, pero que disfrutaba y saboreaba que me mostrara su lado salvaje.

Y ella seguía tratando de quitarme de su lado. Gruñendo como una enfurecida animal, amenazándome con sus ojos destellando en oro y naranja.

Su mirada me quemaba tanto como mi deseo por ella... lo admito.

Sonreí al saber que su loba también se proponía participar del juego. Nunca una mujer se rehusó a complacerme, y hoy no sería diferente.

¿O Laura lo sería?

Vamos, lobita. Dame tu mejor batalla. Fantaseaba en mis cavilaciones, mientras el calor de la cercanía de mi cuerpo y el de ella hacía de las suyas con mi erección.

Pero antes de lo previsto e interrumpiendo nuestra pequeña riña, se abrió el ascensor. Saqué la llave que le pedí al portero antes de subir con Laura y abrí la puerta de entrada al departamento de uno de los vampiro aliados de mi manada con una de mis manos. Mientras que con la otra la sujeté de su cuello contra el cristal del ascensor.

Este era un pequeño reino de lujuria en medio a cientos de otros edificios que también pertenecían a terratenientes del Clan más influyente en la región. Estaba en medio a su territorio, en la ciudad, aquí nadie de mi Manada vendría a molestarnos.

Los acuerdos con ellos a veces incluían acceder a ciertas partes del territorio de cada uno, para tener algo de privacidad en ciertos asuntos que no debían enterarse el resto del mundo.

Si era cierto, que muchas veces deseaba acabar con algunos vampiros, pero cuando se trataba de un Clan como los Draghi, algo así como una familia de la realeza entre su raza, entonces lo mejor era tenerlos como aliados.

En el pasado se quedaron las interminables perseguiciones y batallas entre nuestras razas. Vivíamos en una época donde los acuerdos y pactos aseguraban una cierta convivencia. Y cada ciudad cercana a mi Manada, estaba bajo el dominio de ese príncipe Draghi.

Quien por suerte tenía una cierta simpatía hacia mis planes de derrocar a mi padre de la Manada y ayudarme a forjar mi camino dentro de la Alianza de Lobos. Mi futuro como Alfa sería difícil en un comienzo, pero con los contactos adecuados podría ser mucho más respetado e influyente que mi anticuado padre.

Incluso ese acuerdo con el Vampiro de la nobleza implicaba una noche para tener a Laura sólo para mi. De eso me aseguré cuando pedí ese favor a Lorenzo Draghi, el vampiro que regía en esta ciudad.

Relato por Laura:

Él entró directo al baño, luego de trancar la puerta del ascensor y empujarme hacia adentro del departamento. Era enorme, lujoso, en tonos de gris y azules. Con enormes ventanales y un balcón.

Ese lugar era mucho más elegante que toda la Mansión de los Red Wolfs. Seguramente su dueño amaba las pinturas y las esculturas, sobre todo aquellas que relataba sobre bellas y casi semidesnudas mujeres.

Pero mi intención era salir de allí.

Si, querido lector, desde que me obligó a salir del auto cambié completamente de táctica para mi sobrevivencia. Ya no era una sumisa y dócil Omega, ahora estaba luchando hasta mi último respiro por huir de Zahid.

Nuevamente vi el ventanal que daba a un balcón, deslicé la puerta corrediza de cristal y miré que tan alto estaba este departamento.

De hecho, estaba en el último piso de un edificio muy alto para saltar y seguir narrando el cuento. Alrededor sólo habían más edificios de la misma altura y casi ninguna alma en pena para auxiliarme. Saltar no era la opción más inteligente si quería huir de Zahid.

La ciudad seguía su ritmo alrededor, ignorando que podría suceder conmigo. Miré al cielo soleado y pedí en ruegos a la Diosa Luna para encontrar una milagrosa salida. Sólo una, por favor.

No tenía mi celular, pues Zahid me lo quitó antes de salir del vehículo y lo hizo añicos contra el suelo.

Era todo o nada, definitivamente.

En ese momento oí el grifo del agua siendo abierto en el baño. Exhalé y agradecí por una ventana de oportunidad. Volví a entrar a la sala y me arrodillé sobre la alfombra azul con un extraño emblema que estaba en el centro, tratando de reordenar mis pensamientos. Miré hacia mi alrededor, ¿alguna ventana, ducto de aire, puerta entreabierta? Pero nada de eso estaba a mi alcance.

Repetía para mi misma algunas frases para calmarme y pensar. Era el momento de no dejarme caer en los juegos macabros del idiota lobo rojo y utilizar algo que pudiera hacerlo abrir la puerta para dejar ir.

⋘ Piensa, Laura. Piensa. ⋙

Todo allí resultaba nuevo, pero había un aroma que me intrigaba.

Mi secuestrador había mencionado que esto pertenecía a un amigo durante el recorrido hasta aquí. Pero ese amigo definitivamente no olía como licántropo, sino como un Vampiro.

Comencé a recordar algunas historias de mi padrino acerca de esa raza. En su mayoría, no eran los héroes del pasado, tampoco los lobos en mi opinión. Su rastro de olor en aquel departamento daba la certeza que consideraba darle favores a Zahid como algo personal, porque ese era su hogar.

Me atrevía a deducir que se fue de allí justo antes que llegáramos a la entrada de este edificio infernal. Mi olfato estaba en su mejor momento buscando pistas por doquier, mientras mi audición se acostumbraba al tránsito y el bullicio de la ciudad de los humanos.

Cuando levanté mi vista del suelo, estaba Zahid parado en mi frente sin su camisa, dejándome ver su abdomen marcado y su pecho agitado. Su mirada estaba clavada en mi escote que podía apreciar desde esa posición con mayor panorama, mientras apoyaba su mano en el marco de una puerta.

¿Cuánto tiempo estuvo allí? No lo sé, tal vez estaba disfrutando verme confundida y atontada con mis sentidos llevándome al aturdimiento.

Sentí que mi cuerpo se erizaba, y sobre todo enviaba corrientes de electricidad a mi bajo vientre. Sensación que odié reconocer que Zahid también me provocaba.

Todos los licántropos eran bendecidos por una belleza eterna y fría, pero justamente aquel lobo rojo poseía el atractivo de ser moldeado y tallado a perfección en el infierno. Todas las lobas de la manada babeaban por un instante de su atención, y en los pasillos de la Mansión siempre rumoreaba a cuántas otras aquel cretino llevaba a su cama.

¿Y mi loba? ¿Seguía en alerta? ¿Estaba ayudándome a conseguir una ruta de escape? ¿Tendría algún truco instintivo de defensa para escapar? Pues Alana y Rider se comunicaban entre ellos, lo sabía por los ronroneos incesantes de aquella en mi mente.

Loba traidora y tonta.

Cuando comenzó a acercarse, noté con pudor que Zahid tenía su jeans desabotonado, mi Diosa Luna.

En su mano derecha sostenía el cinturón de un salto de baño negro.... ¿qué intentaría hacer con eso?

Oh, mierda... Aquí empezó el forcejeo nuevamente.

Relato por Zahid Red Wolf:

El plan teóricamente era fácil: atar sus manos, llevarla hasta la cama, prenderla al cabezal de la cama y tratar de entablar una agradable conversación con mi loba.

Pero resultó ser más divertido de lo que me esperaba.

¿Para qué mentirte? Me excitó atarla y llevarla a la cama. Recibí algunos arañazos y patadas en el proceso, también 3 cachetadas muy bien dadas, me las merecía.

Laura utilizaba toda su ira y sus peores insultos para librarse de mis mejores intenciones de compartir un día, solo ella y yo. Sus hermosos ojos resplandecían en furia, dejándome aún más cautivado por su belleza.

Si, por la Diosa, esa lobita era una preciosa mujer. La transformación fue generosa con sus caderas, sus piernas y sobre todo con su delicioso aroma.

Podría estar allí parado divirtiéndome con sus inútiles amenazas o sentado a los pies de la cama mirando como sus ojos grises se tornaban dos llamas furiosas. Pese a que Rider insistía en buscar otra solución sin la amarra y todo el drama de mantenerla allí sin su consentimiento, esa instante sería sólo para ella y yo.

Luego volví al baño y traté de atender el corte en mis labios. Sabía que en dos horas no sería más que un rasguño, pero ardía como la madre.

Mi animal interior tenía razón cuando sentenció que Laura podría provocarnos más dolor que cualquier otro licántropo en una batalla con su rechazo. Un dolor tanto físico como anímico, lo admitía.

La oía maldecir en el cuarto y tratar de zafarse sin éxito de la amarra.

Por la Diosa, jamás había sido tan difícil tener un poco de atención de una mujer. Sin dudas, Laura no era como las demás, y ya estaba alabando al destino por eso.

De repente buscando algo para desinfectar la herida en los cajones de la mesada del baño, dentro de uno vi algo que me dio una idea de cómo castigarla.

Sonreí pervertidamente cuando me imaginé a Laura gimiendo mi nombre todo el día. Me quité los jeans y fui hasta la cama, llevando este pequeño artefacto para jugar con mi chica.

Le mostraría que no habrían límites...

Relato de Laura:

Cuando Zahid volvió al cuarto ya no traía sus jeans. Me miraba como un delicioso pedazo de venado.

Y él estaba como para saltar encima , besar y tal vez morder cada músculo de su abdomen. Odiaba esta extraña manera que mi cuerpo reaccionaba a él, cuanto mayor tiempo estábamos juntos, los impulsos eran peores.

En sus manos traía algo, pero lo dejó en los pies de la cama y no logré identificar lo qué era.

Lo sentí gatear hasta ponerse sobre mi, sin dejarme de mirar. Trató de besarme nuevamente pero lo esquivé, moviendo mi cara hacia el otro lado.

No se rindió y comenzó a oler mi cabello, pasó su mano por mi mejilla y levantó mi mentón para acceder a mi lóbulo de la oreja.

Estaba descubriendo miles de descargas eléctricas recorriendo mi piel, por todo mi cuerpo que se arqueaba y desembocaban todas esas sensaciones en mi bajo vientre.

Me sorprendía lo intenso que podría ser sus caricias, por mi cintura, subiendo mi vestido.

¿Era esto qué pretendía? ¿amarrarme a la cama para estar a su merced?

─ Tú y yo, solos al fin. Me gusta que seas impetuosa cuando te sentís arrinconada. Me ENLOQUECE tu forma de mirar con esos hermosos ojos, que ahora se ven dorados porque quieres golpearme. Lo admito, lobita insolente. ─ susurró en mi oído, mientras con sus dientes mordisqueaba mi oreja.

Después bajó a mi cuello y realizaba un vaivén con su lengua y sus labios. Yo trataba de disimular que todo NO me estimulaba y me prendía fuego.

Eso era justamente lo que mi cordura trataba de evitar, ¿pero qué demonios le pasaba a mis sentidos y toda mi piel con su contacto?

El olor de Zahid, sentirlo tan cerca, su lengua y dientes en mi cuello...

Esto no es justo, así no había posibilidades de que mi virginidad durara otro día.

Una de sus manos comenzó a descender por el costado de mi cuerpo lentamente, apenas tocándome, hasta llegar a mi muslo. Lo levantó e hizo lugar para que sus caderas se acomodaran en medio a mis piernas.

No dejaba de besar mi cuello en círculos, hasta que no aguanté los gemidos que emergían de cada parte de mi cuerpo y salían sin control por mi boca.

─ Decime que pare y lo hago. ─ volvió a susurrar como un ronquido en mi oído, pero ya era tarde para este tipo de dilemas. Él sabía muy bien qué estaba haciendo y que efectivamente lo estaba logrando: enloquecerme.

Fue así que comenzaron los besos y los jadeos, la notable erección de Zahid y mi incontenible incendio entre mis piernas.

"Quiero más, quiero tenerlo" aullaba mi loba. Mi animal interior también me conducía crédula y esperanzada al ser más perverso que conocía hasta ese momento.

Mis pensamientos ya me traicionaban: "¿Qué esperas, Zahid? Desátame y no habrá forma de sacarme de encima de ti, nene" y entendí por su reacción que de alguna manera había oído mis pensamientos.

─ Calma, nena. Todo a su tiempo. — respondió alejándose para tomar aire, se puso de rodillas entre mis piernas, que las acariciaba sin escrúpulos y mantuvo su mirada al techo. Cómo si estuviera controlándose, buscando nuevamente el camino a su cordura.

¿O tenía un nuevo plan?

Luego me miró sonriendo maliciosamente, se mordió el labio inferior y mi cuerpo reaccionó a esto con un gemido involuntario. Su mirada ya tenía el mismo poder de inducir mi piel y mis hormonas a un descontrol de vibraciones en mi entrepierna.

Por su parte, él buscó algo en los pies de la cama, sin desviar su mirada de mi. Aquel dispositivo comenzó a zumbar y tragué saliva esperando lo que seguía apretando las amarras que me sujetaban al cabezal de la cama.

─¿Quieres jugar, Laura? ─ dijo sonriente y colocó una de mis piernas en su hombro, acercó sus caderas aún más al medio de mis piernas y comenzó a acariciar mi entrepierna con un artefacto que vibraba y me arrancaba nuevas sensaciones placenteras.

Fue inevitable tirar mi cabeza hacia atrás, mientras trababa mis últimos esfuerzos por no perder la cordura por aquel lobo, al mismo tiempo que mordía mis labios para no dejar de gemir por él.

¿Ese era el comienzo de mi perdición?

Relato por Zahid:

Mi lobo estaba impaciente por poseerla. Pero primero debía arrancarle algunas confesiones. Y este pequeño artefacto que vibraba me ayudaría a hacerlo.

Respiré hondo y comencé a indagar:

─ Responde sí o no, ¿de acuerdo?. ─ traté de respirar y mantener el autocontrol, mientras la vi asentir con su cabeza y soltar un jadeo. Seguí preguntando:

─¿Besaste a otros chicos? ─ lo dije y esperé su respuesta. Ella negó con la cabeza. Y solté una sonrisa de satisfacción. "Mi chica me estaba esperando." festejé para mi.

Seguí recorriendo su entrepierna con el vibrador, en círculos, arriba y abajo, profundizando cada vez más en su intimidad, sobre su ropa interior y observando como su respiración se hizo errática. Laura respondía a cada paso jadeando, gimiendo, arqueando su cuerpo cuando traté de introducirlo un poco más en ella.

Por la Diosa, el olor de su excitación ya me tenía completamente embobado por Laura. No había marcha atrás, deseaba a esa loba tanto como el aire para sobrevivir.

Continué sacando algunas informaciones acerca de su experiencia con chicos, si conocía cómo darse placer con sus manos, si ya tuvo deseos de estar con otros hombres, si tuvo curiosidad por algunos juegos sexuales, si tenía confianza en mi...

Fue en ese punto que mi corazón sufrió otro golpe certero...

Ella negó con su cabeza y me regaló su mirada fulminante.

Sabía que eso significaba: Laura aún no me perdonaba.

¿Y quería que lo hiciera? ¿Me importaba su aprobación? ¿Esa chica insignificante tendría la potestad de hacerme su dependiente?

Admito que nuevamente su rechazo me dolió insoportablemente. Un dolor tan insoportable que me costaba respirar con normalidad. Me alejé por un instante de ella y finalmente la solté de la amarra. El juego se había terminado...

Mi pecho se sentía tan... herido. Peor que todas las palizas que alguna vez recibí en los entrenamientos, donde me fracturé otras más. No podía entender como una Omega podía tener tanto poder sobre mi, como podía desafiar mi autoridad y desarmarme por completo.

¿Fui rechazado una vez más?

Relato de Laura:

Corrí al baño y cerré la puerta con un golpe sordo. Mis piernas temblaban, y esa maldita sensación recorría mi cuerpo pidiendo para volver a la garras de Zahid. Me senté en el suelo, recostada en la fría pared y traté de controlar mis lágrimas. De pronto aquel baño se llenó con la agitación de mi respiración y los latidos descarrilados de mi estúpido corazón.

Vi cómo el se quebró cuando confesé que no lo podía perdonar. Pero estaba fuera de cuestión perdonarlo. Jamás iba a ceder a sus caprichos.

Querido lector, esta chica había logrado sacar de un lugar inimaginable un poco de autoestima. Por un lado estaba orgullosa de mí misma. Levanté mi mirada del suelo blanco y vi mi reflejo en el espejo: ojos enrojecidos, lágrimas rodando por mis mejillas, temblando y sintiendo una odiosa impotencia por no lograr huir.

⋘ No debes olvidar lo que nos ha hecho. No debes dejar que el vínculo sea más fuerte que tu propia sobrevivencia. Basta de dejarte manipular por ese desgraciado, Laura. ⋙

Me juré, mientras apretaba mis puños y exhalaba todo ese dolor que me hacía perder la dignidad.

Aunque Zahid estaba apetecible, aunque fuera nuestra pareja destinada por la Diosa Luna; nada podría borrar que fue un completo insano, violento y despiadado jefe.

Me había dejado cicatrices, heridas e inseguridades tanto físicas como mentales durante los años que viví en su Mansión.

Por la Diosa Luna, ¿por qué debía ser el mi pareja destinada?

¿Acaso tu sí lo perdonarías? ¿podría hacerlo si él mostraba que quería cambiar? ¿y qué pasaba con su rechazo? ¿aceptaría ser su pareja nuevamente?

¿Tú crees que alguien como él merecía segundas oportunidades?

Solté mis lágrimas al fin, abrazándome las piernas en el suelo del baño...

Zahid era una enfermedad, que me consumía a cada instante que pasaba con él...

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