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35. Nuestro propio infierno.

RELATO POR KIM:

El Concilio terminó con el nombramiento del inicio de una nueva monarquía entre los vampiros.

Y ni bien rompí los hechizos que nos protegían en aquella sala. Adam me sacó casi arrastrándome por los pasillos; incluso no contento, subimos un par de escaleras de mármol hasta una especie de escritorio en el último piso.

Cuando cerró la puerta, ya había tirado su chaqueta sobre una de las butacas de la lujosa habitación.

—¿Desde cuándo lo sabías?— bramó.

—Desde que los vi a los tres juntos. Es su destino y no es uno de tus problemas.— grité y lo empujé para que se alejara.

—¿Y cuándo pretendías decírmelo?— exigió acercándose, desabotonándose los puños de su camisa. Su mirada comenzó a recorrer el decote de mi vestido.

— Ya lo hice, ¿o no?— respondí mordiendo mi labio inferior, inconscientemente. Ya que sabía que en ese momento sus ojos recorrían la piel de mi pierna que asomaba a través del tajo de mi vestido. 

—Me encanta cuando escucho esa insolencia en tu tono, mi eterna.— y mordió sus labios con sus colmillos resplandeciendo de antojo por quitar cualquier prenda que se interpusiera entre su deseo y mi intimidad que ya palpitaba por ese vampiro. —Quiero cometer todos los pensamientos que me ahogaste en aquella sala, cachorra.—y me acorraló entre su cuerpo y el escritorio, al que traté de subir. 

—¿Y la fiesta de coronación?— traté de susurrar mientras él arrancaba mi ropa interior y colocaba una de mis piernas sobre su hombro. 

—Pretendo comenzar nuestra fiesta privada aquí mismo.—y se introdujo suavemente en mi, mientras tiraba mi cabeza hacia atrás y soltaba un gemido de placer con los ojos cerrados. 

Diosa Luna, que buen ritmo de embestidas tenía mi vampiro.

Mis caderas lo acompañaban mientras mi cuerpo en llamas me llevaba al éxtasis, dejando mis uñas marcadas en aquel escritorio al sujetarme para que él lograra sacarme al fin el vestido. 

Adam me dejó ponerme en pie nuevamente para girarme, pegarse a mi cuerpo y recorrer con sus manos mi senos, bajando hasta mi intimidad y arrancándome más delirios.

—Apóyate y disfruta.— y puso mis manos temblorosas sobre el escritorio. Besó mi cuello, luego deslizándose con sus labios por mi espalda hasta mis muslos, en los cuales dejó un par de mordidas que me hicieron bambolear. Oí como sus pantalones cayeron por alguna parte de aquel despacho y en seguida sentí como una de sus manos se fijó a mis caderas y la otra se enredó en mi cabello. 

—Hazme aullar, vampiro.— dije mientras él me sacudía con cada una de sus enclavadas y jadeos. 

Por la Diosa, cómo lo obedecí. 

Disfruté de cada una de sus mordidas en mi cuello, de sus palabras jurándome conquistar nuestro propio infierno y de sus violentas y posesivas arremetidas contra aquel escritorio. 

RELATO POR BJÖRN:

Ni bien llegamos al punto acordado con el Concilio, Lorenzo nos recibió con un buen número de vampiros con capas rojas y máscaras de metal. Entre ellos no estaban Laura, Kim ni Adam, me lo decía mi olfato que estaba en alerta. 

Giacomo comenzó a crujir sus colmillos al ser rodeado por un par de guardias con un nuevo emblema. No eran del Clan de Laura y Adam, de eso estaba seguro.

—Déjame expresar mi no alegría por verte nuevamente, Giacomo— dijo Lorenzo, y con un rápido cabeceo ordenó sacarlo a aquel hasta un vehículo.

—Cuídate, lobo gris.— se despidió el vampiro demente antes de que cerraran la puerta trasera de la camioneta negra y saliera  de allí a alta velocidad.

—No te preocupes, tenemos algo esperando por él, Alfa Björn de la Alianza de Manadas.— aclaró Lorenzo, mientras apoyaba una de sus manos sobre mi hombro derecho.

—Sé que también tienen algo esperando por mí, Duque.— respondí mientras un mal presentimiento me atrapó, de reojo recontaba la cantidad de guardias escondidos entre las sombras que lograba olfatear. 

La luna brillaba la última vez que alcé mi mirada hacia el cielo estrellado y entré al edificio escoltado por los mismos vampiros que rodeaban a Lorenzo. 

A nuestro paso más vampiros se aglomeraban a un costado. Todos murmuraban y me miraban asombrados.

Traté de no apartar mi vista del camino que me señalaba Lorenzo, hasta que llegamos a un ascensor que nos llevaría a otro piso, muy abajo de donde estábamos.  En el ascensor sólo él y yo nos adentramos.

—¿Laura está bien?— pregunté ni bien las puertas se cerraron. 

—La veras con tus propios ojos, Björn.—

—¿Qué pretenden?—

—En el momento adecuado tendrás tus respuestas— trataba de evadir aquel vampiro y Parker, mi lobo gruñía por sus evasivas en mis adentros. 

—En el momento adecuado tendrás las mías si algo sucedió con Laura.— murmuré con desprecio. 

Un minuto después se abrían las puertas y traté de rastrear a Laura entre otra multitud de Vampiros y otros entes sobrenaturales. Esperé que Lorenzo se adelantara unos pasos y asumí que debía seguirlo entre más vampiros con Capas rojas y máscaras de metal en un enorme salón, decorado en rojo y negro. 

Sólo podía oler sangre y depravación. 

Hasta que en mi camino se presentaron Adam y Kim. 

Por las cicatrices de mordidas en el cuello de Kim sabía porqué el olor a sangre, y al ver a Adam tratando de encubrir su sonrisa de satisfacción, era evidente lo otro.  

Ellos me siguieron hasta que nuevamente reinó el murmullo entre los presentes. 

Me estaban esperando y todos sabían exactamente quien era. Podía oler sus intrigas y en otros su interés por saber que tan cierto eran las historias del apetito sexual de los Lobos.

Cuando alcé mi vista, casi al final del salón, sobre una plataforma que parecía estar salpicada en sangre y acomodado en el trono estaba esperándome otro monarca. 

Mire de reojo a Adam, quien lucía una fina sonrisa maliciosa. Del tipo que siempre consigue lo que quiere.

Maldito infeliz condenado, ¿qué demonios estaba pasando?

RELATO POR LAURA:

Querido lector, Björn tragó saliva y  sentí como su sonido resonó por toda la sala que calló cuando alcé mi dedo a mis labios para que todos los que nos observaban admiraran que osado era mi nuevo terrateniente. 

—Majestad, traigo mis felicitaciones por su merecido ascenso. Y extiendo nuestra voluntad en la Alianza de lograr un nuevo tratado que concluya con toda hostilidad.— dijo mientras se acercaba lentamente a los primeros escalones de la plataforma.

Pero lo detuvo Adam cuando le alcanzó una copa de cristal, cuyo contenido sólo debía beber para sellar cualquier acuerdo. Ambos intercambiaron un par de miradas y se saludaron cordialmente antes que el primero volviera a los brazos de su eterna. 

Björn se detuvo a entender por un instante lo que Kim explicaba por su conexión mental y luego alzó la copa para que todos pudieran ver que ya sabía mi voluntad de que su lealtad y honor las dedicara a mi.

Querido lector, en ese momento me interesaba muy poco cuales eran las exigencias y propuestas de la Alianza. Sólo me importaba que el lobo gris aceptara el lugar que le correspondía por derecho bebiendo mi sangre y así aceptando mi autoridad como su reina.

Los Vampiros firman sus acuerdos de esta forma, cada parte bebe la sangre del otro. Lo ha sido así desde los primeros condenados y era parte del protocolo de la coronación.

La multitud seguía inmersa en la tensión luego de que Björn volvió a examinar el contenido de la copa y la llevó a sus labios. Mi sangre revivió la mitad que tanto su padre intentó ocultar del resto de la Alianza y sus ojos resplandecieron en un nuevo tono de rojo intenso, tanto como la sangre de su herencia entre los vampiros. 

Si, mi curioso lector, Björn también era un híbrido como Kim y yo. 

El bebió el contenido de la copa y enseguida con la ayuda de Kim, juró su lealtad con sangre a los pies del trono.

Luego los aplausos se desataron sin complejos al ver como el Alfa de los Lobos grises se hincaba de rodillas, tal vez producido por el mareo que deja la sensación de que su mente ya ha alcanzado su máxima conexión con el resto de terratenientes que esa misma noche me habían jurado su servicios. 

Ya los contaba entre varios cientos, en verdad. Y Björn sería su General, el principal Équite entre mis más fuertes guerreros de élite.

—Lobo, levántate y ordena tu ejército. Hay una nueva guerra que debemos librar. — dicté y me levanté para buscar la mano de Lorenzo, así juntos salimos de la sala, mientras atrás nos seguían Björn, Kim y Adam.

Más tarde estábamos en dirección del edificio, bastión de los Lobos Negros, en el centro de la ciudad. Ya sabía que acercarnos sería entendido como una afronta hacia la Alianza y en el peor de los contextos previstos sería necesario invadirlo para ser oídos por el líder de los lobos.

Adelante de nuestro vehículo, en su moto, nos abría camino Björn quién aún no tenía ninguna respuesta de Aarón. Su desvinculación de la Alianza había causado una oleada de disturbios entre los demás Alfas, que cuestionaban su decisión, obviamente entendiéndola como una traición.

Pero aún era necesario instaurar un nuevo orden.

Era imprescindible.

Al aproximarnos, los gruñidos nos fueron cercando. 

Algo de lo que ya estaba más que acostumbrada, mi popularidad entre las manadas nunca ha sido vista como positiva, evidentemente.

No nos dejaron avanzar con una blindada escolta de lobos con motos y camionetas con la insignia de la Alianza, cortando el paso a nuestro destino, en medio a una enorme plaza a menos de 200 metros del edificio. 

Entre ellos nos esperaban Daniel y Jamal, cruzados de brazos en medio a la explanada.

Mi general se acercó a ellos y trató de justificar el porqué de nuestra visita.

Hasta que por fin obtuvimos una respuesta del líder de la Alianza. 

Un paso más y no habrían palabras, sino muerte y condena. 

RELATO POR AARÓN:

En la explanada frente al edificio, Jamal y un confundido Daniel, escuchaban las explicaciones de quién juró lealtad a los vampiros cuando ni bien pisó su territorio.

De todas las traiciones que podría imaginar, Björn fue la mas dolorosa de aceptar. Porque era uno de mis mejores Aliados y líder de la más fiel de las Manadas de nuestra Alianza. Por su sangre corrían la estirpe de decenas de excelentes líderes de nuestra raza, exceptuando por supuesto su padre. 

Pero sobre todo, era uno de mis mejores amigos. Mi propia familia.

Cuando se presentó, ya traía una nueva insignia en la manga de su abrigo. 

Cuando nuestra raza estaba a punto de enfrentarse a una guerra, eligió afiliarse a los enemigos. 

Hunter, mi lobo demandó resolver esto a su manera y simplemente lo dejé  correr hacia su objetivo: eliminar a quién ignoró una regla de la Manada.

En nuestra manada los lobos cuidamos de nuestra familia.

En nuestra manada los lobos somos fieles a nuestros  amigos.

Quería ver si es tan fuerte golpeando de frente, como fue apuñalándome por la espalda. 

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