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34. De rodillas ruegan los demonios.

RELATO POR ADAM:

Laura sentada desde su butaca al fondo de la habitación, rodeada por decenas de Vampiros babeando y jurándole su dudosa lealtad; me miraba burlándose de mi desesperación encubierta con una mirada de fastidio.

Si, ya lo sé.

En mis cinco siglos de no muerte jamás había sido tan necio.

En mis siglos de regencia jamás sentí culpa. 

Créeme, jamás. 

Ni cuando quemé villas, degollé miles de lobos y saboreé la sangre espumosa de miedo y desesperanza de mis enemigos. 

Pero esta maldita noche ese demonio carcomía mis entrañas. 

¿Acaso es un delito percatarme de que me dejé llevar por mi Bestia que anhela sangre?

Si mi hermano estuviera aquí estaría decepcionado.

Si Giacomo estuviera aquí estaría irritándome con su risa.

Si nuestra Señora, algo así como una madre para mi, estuviera aquí, estaría muerto. 

A mi lado Kim observaba todo con preocupación, con su mirada también me decía "te lo dije". Pero jamás salió de mi lado, aunque estuviera equivocado. 

Su mano trataba de conservar la mía sobre el brazo del trono mientras deslizaba afectuosamente sus dedos sobre los míos.

Su lealtad era tan devota como mi libido por su aroma mezclado con el sudor de nuestros cuerpos mientras hacemos el amor. 

Por todos los condenados, qué daría por hacer el amor con mi bruja para aliviar las tensiones. 

Mi mente seguía dando vueltas, hasta que el Iudex recibió todas las cartas de los Duques. En ellas estaban su afirmativa o no a que dejara paso a la elección de un nuevo regente. 

Jamás estuve tan pendiente del ahora, cuando estas condenado a tantos siglos de no muerte, pierdes o tal vez dejas de sentir la necesidad de preocuparte por lo que vendrá. El tiempo ya no es tu aliado ni enemigo, es simplemente un susurro.

Sobre ti reina la eterna noche, diría un condenado Draghi.

Pero esta vez no era así.

Al recuento de cada carta tamborileaba mis dedos sobre el brazo de mi trono.

Sí, aún era mío mientras la mayoría no aceptase mi renuncia. Sólo me faltaba que algún idiota desafiara mi trono.

Estaba rogando para que sucediera y así desahogar mis tensiones con un poco de diversión, dando fin a su no muerte.

Lamentablemente eso era como una inyección de adrenalina a la chusma. Sabía que afuera, por los pasillos seguramente la información de mi Abdicación era como una droga altamente adictiva para alborotar a las mentes raudas y no hablemos del los lobos.

 Maldita raza de perros rabiosos. 

Aarón seguramente estaba informado de eso. Apuesto mi cuello que estaba festejando desde la cueva inmunda donde esconde su hocico y  me espía. 

Mis pensamientos por momentos me distraían cuando sentía el tibio roce de las manos de mi Bruja aferrándose a mi brazo mientras el recuento avanzaba. 

Su cuerpo rozando el mío era mi mayor debilidad. 

Después de esto estaba seguro que no saldría de una habitación hasta satisfacerme de todos los orgasmos que deseaba oír mientras la hago mía de todas las formas que tengo en mente. 

El primer deseo que tenía era de lamer uno de sus pezones y luego sentir como su cuerpo se estremece pidiéndome para que no pare al mismo tiempo que arranco su vestido. Luego besaría su piel como una condenada oración a su esencia, recorriendo cada centímetro de su piel desde sus pechos hasta su deliciosa y jugosa intimidad. 

Mía, sólo mía. 

— Adam, ahora no. — me reprochó Kim al notar que mis pensamientos despertaron en mis pantalones a la bestia que necesitaba poseerla. — El Iudex necesita tu permiso para continuar. — murmuró con sus labios apenas separándose para articular cada sonido.

A un lado el idiota del Iudex me observaba mientras tosía para tratar de que lo notase. Estaba a una distancia prudente, porque mis nervios pedían para torcer su cuello. 

Con un movimiento de cabeza di mi consentimiento, luego de mirar a cada uno de los Duques que permanecían sentados en sus butacas. 

Pero sólo a uno dediqué mi mirada de desprecio desmedido. Maldito Draghi, había conseguido una incontestable razón para estrechar relaciones con mi Clan luego de siglos. 

Laura seguía allí, mirándome con cierta diversión. 

 Ella y Kim, debido a su naturaleza, sabían exactamente que ocurría por mi mente. 

Por todos los condenados, qué daría por hacer el amor con mi bruja para aliviar las tensiones.

RELATO POR LAURA: 

Cuando el Iudex informó acerca de que la mayoría aceptaba la renuncia de Adam al honor y autoridad de su cargo, todos los presentes voltearon sin pudor para ver mi reacción. 

En mi cabeza podía oír a Adam reprochándolos por chusma. 

Permanecí con mi sonrisa, sin la máscara de metal, mientras cada Clan hervía por la intriga dentro de aquella sala. Aunque no estaba en mis planes darle rienda suelta a su morbosa curiosidad. 

Posteriormente era el momento de que los candidatos a regentes se postularan y brevemente argumentaran del porqué se consideraban merecedores de tal autoridad. Por supuesto que fui la última en poner mi nombre en la lista.

La chusma adora el dramatismo, querido lector, tal como Adam siempre lo decía. 

Mientras eso el Rey cambió su semblante a diversión al oír los postulantes. Aplaudía cuando el candidato lograba ser repulsivo y reía cuando alguien utilizaba una pizca de amenazas.

Mi Clan por casi un milenio reinó nuestra raza, ¿qué podría hacerlos cambiar de parecer? 

Pues el argumento de muchos era la pureza de la Sangre. 

Y yo era híbrida, aunque por eso cada día de mi existencia para algunos era una ofensa, muchos más temían mis habilidades. 

Sin embargo, era una Monte D'Vitale, la corona era el emblema de mi Clan. 

Cada argumento destilaba veneno y osadía, a mi parecer. 

De pronto por mi mente pasaron destellos de toda mi vida hasta aquí. 

Te lo advertí, mi estimado lector, nada en mi vida está bajo los estereotipos normales.

Crecí en la humillación y las mentiras, en las sombras de la deshonestidad y la traición de una Manada de Lobos que se hacían llamar Red Wolfs.

Al lograr la transformación que tanto anhelan los licántropos jóvenes, las sombras fueron quitándome a quienes amaba. Primero fue mi padrino Adriano, luego Rider por negligencia de Zahid  y por último mi padre.

El destino también jugó conmigo al darme dos destinados y al casi romper mi alma cuando trató de quitármelos. 

Finalmente era mi turno de argumentar. Al oír el llamado del Iudex, me levanté y me enfrente a cada una de las máscaras del Concilio. Quería que vieran mis ojos mientras los convencía de que sus demonios debían seguir arrodillados ante mi. 

RELATO DE AARÓN:

Björn había sido elegido por el resto de la Alianza para ser quién se enfrentara al Concilio, llevándose consigo a Giacomo. 

Los Vampiros exigían una rápida audiencia y una muestra de paz.

Olía a trampa y seguramente algo tramaban entre sus máscaras y secretismo.

Casi ya no podía controla a Hunter ya que sus instintos de sobreprotección hacia nuestros cachorros y mi Luna estaban casi por explotar en medio a tanta ausencia de información. Mi lobo instaba a desplegar todos nuestra manada hasta el museo y sacarlos de allí.

De cierta forma entendía porque Björn era la elección correcta, pero quería ir personalmente a asegurarme que Laura estaba decidida a volver, pase lo que pase.

No dudaba de que ella quisiera hacerlo, pero ni bien los vampiros sospechasen que ella cargaba a nuestros cachorros, podrían impedirla de volver. Y eso sí que sería el fin de toda su raza.

— Gracias por venir a despedirte, Alfa de los Lobos negros. La atención de sus calabozos es mejor de lo que esperaba— ironizó Giacomo mientras Björn le sacaba sus grilletes y cadenas.

—Agradece a Laura. Por mi ya estarías convertido en polvo una mañana soleada, como el resto de los rebeldes de tu raza.— respondí, pero se interpuso en mi camino Björn.

—Contrólate, Aarón. — me reprochó el lobo gris.

Brevemente discutimos los detalles de su intervención en el Concilio y la entrega de Giacomo Monte D'Vitale a ellos. 

El reviso cada una de las cámaras de seguridad de las proximidades del lugar acordado para entregar a Giacomo.

Todo estaba bajo control...

En seguida subió a su motocicleta y salió llevándose a un sonriente y complacido vampiro demente.

El trayecto en sí era corto. Pero iba hacia el mismísimo centro del territorio de Adam. Donde no teníamos más que rogar para que  la suerte esté de nuestro lado.

A partir de ese momento no tenía ningún tipo de conexión con lo que ocurría por allí.

Lo último que logró filtrar la Bruja era que Adam, mientras discutía con Laura, percibió el escudo de protección.

Por supuesto que eso significaba que el Rey estaba pendiente de cualquier cosa que rodeara a mi Luna.

RELATO POR ADAM: 

Tenía siglos de portar el cetro.

Heredé la corona de nuestra Señora, luego de que ella eligió terminar con su no muerte después de casi un milenio de gobernar a estas alimañas.

Hay leyendas de que siempre fue tan hermosa como bestial en su estilo de gobernar. Y que eligió cuidadosamente a sus hijos, para que fueran ellos quienes continuaran manteniendo a los demonios de rodillas. 

Por lo cual cuando recibí mi Beso y comenzó a reinar la noche en mi, Mi señora ya había pactado mi propósito en este infame y penado mundo. Me preparó por un par de siglos y luego entregó su corona en esta misma sala. 

Han pasado otros siglos más, he encontrado a mi eterna y ahora estaba listo para terminar mi legado. Y principalmente había encontrado a mi predecesor ideal. 

La corona de sangre tenía a quién era digno de soportar su peso.

Sin embargo no me iría sin cerrar con broche de oro mi reinado. 

Algo digno de dejar a la chusma murmurando por una década, o tal vez más.

No tiene que ver con una guerra, sino con el definitivo acuerdo de paz. 

Y la paz se logra cuando de rodillas ruegan los demonios. 

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