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33. Hasta que la noche sea tu reino.

RELATO POR LORENZO:

En las reuniones de Concilio no hay recesos, pausas, intervalos o interrupciones. Los Duques deciden, votan, discuten y argumentan por horas, días y hasta una semana si es necesario. De allí nadie sale sin tener algo concreto, nuestra raza se debatía entre la guerra o la paz. 

Laura estaba allí por horas, utilizando su Auspex y otras Disciplinas para esconder a nuestros hijos que crecían en su vientre.

Solamente Kim lo sabía, ya que gracias a un par de hechizos mi amor eterno logró asistir a dicha reunión sin que los latidos de los cachorros  o el olor de su exquisita sangre la delataran frente a toda una sala de sedientos y despiadados Vampiros.

En todo caso tenía dispuestos alrededor y en cercanías del Museo de los Monte D'Vitale a un importante grupo de mis terratenientes y mejores guerreros para proteger a mi familia. Obviamente todos encubiertos entre la seguridad del Concilio, al que convenientemente mi Clan me ayudó a acceder. 

Los argumentos estaban ya agotados, Adam seguía irreductible en su postura de buscar una reparación al asesinato de su hermano. Sentado en su trono, con sus ojos rojos como la sangre, acompañado por su reina rebatía cualquier intento de abandonar su revancha. Kim evidentemente no compartía lo que proponía su destinado, pero tampoco interfería. Estaba atenta a ocultar de cualquier sospecha que estaba utilizando su enlace con Björn, informándolo de cada movimiento dentro del Concilio. 

Mentiría si confesara que la idea de una guerra con la raza de lobos era lo que estaba esperando como excusa para desatar una matanza, pues mirando hacia mi pasado siempre fue mi deporte favorito.

 Pero luego caí de rodillas rendido por cierta híbrida que estaba destinada a ser Luna de uno de  nuestros aliados. Pues desde el primer momento que sentí su olor en mis dominios, aquella vez que aún estaba vinculada al lobo rojo, no dejé de desearla como una fiera enjaulada que busca su libertad. 

Giacomo tenía razón cuando oculté que acepté la fortuita solicitud de Zahid en rastrearla, sólo porque me intrigaba como su aroma en mi departamento podía ser tan adictivo. Mal sabía aquel lobo rojo que no perdió su cabeza antes pues aún debía entender cómo liberarla de él y hacerla mía por la eternidad.

Pero de pronto, mis necesidades se subyugaron a rendirle culto a sus hermosos ojos. Fui yo quien me proclamé suyo, porque nada tenía sentido luego de perderme en sus labios. Le juré en aquel club nocturno, que estaba a merced de su voluntad y apetito. Mi sangre fue suya, y mi destino era estar a su lado. 

En realidad me importaba muy poco las decisiones que el Concilio discutía, solamente mi mente estaba en alerta por cualquier movimiento o cambio inusual en el protocolo de seguridad. No debía permitir que nadie se acercara a mi eterna. 

Laura no podía usar su enlace mental a través de su loba conmigo, tampoco debía mantener con ella cualquier diálogo fuera de las discusiones.  Nada que fuera suficiente como sospecha de que estábamos buscando mantener un contexto de paz para criar a nuestros hijos. 

Entonces recordé la primera vez que logré percibirlos...

RELATO POR LAURA:

Flashback

La luna llena volvió a reinar en otra noche en la Manada de los Lobos negros y yo estaba en el baño vomitando todas las esperanzas de conservar en mi estómago un poco de la cena y de humanidad. Perdí la cuenta de las horas que pasé encerrada en este baño.

Afuera Lorenzo y Aarón discutían sobre rastrear y luchar contra Adam. Culpaban a mi tío por hacer que dudará de ellos y de nuestro vínculo. Ya había pasado una noche desde la última vez que perdieron su rastro en el Bosque.

Querido lector, si no fueran las náuseas y la imperante necesidad de mi cuerpo de hacerme pasar horas viendo salir lo que comí en las últimas horas, esa discusión la resolveríamos los tres entre besos, mordidas y sexo muy duro en nuestro dormitorio.

Increíblemente ambos coincidían que Adam y Giacomo estaban por detrás de los ataques por los anarquistas. Las evidencias y los últimos acontecimientos habían llevado a tales suposiciones a ambos. Y aunque expliqué mil veces que todo fue parte de un pacto, aún los odiaban por entrometidos. 

Por esa razón Adam me había advertido acerca de que nunca acabarían las conspiraciones; y el maldito rey no se equivocaba.

Las guerras y enfrentamientos entre lobos y vampiros jamás cesarían, ambas razas estaban destinadas a destruirse hasta el final de los tiempos.

Sería imposible no escoger un bando. Y por mi seguridad, por el momento, necesitaba estar al lado de Aarón y Lorenzo con la Alianza. Por la simple razón que jamás me atacarán por ser Luna, sino que protegerían ese designio de la Diosa.

En una guerra no habían buenos o malos, ni ganadores o perdedores, solamente horror y muerte. Mis padres eran los únicos que intentaron afrontar esa agotadora situación y de cualquier forma les costó su felicidad y sus vidas.

En este momento el romanticismo no era la última bandera que debía defender.

Adam ahora era el enemigo que los licántropos debían destruir. Luego quizás sería mi turno...

Con algo de dignidad salí del baño y traté de sentarme frente al ventanal. Todos suponíamos que el malestar era debido a efectos secundarios del antídoto y de los brebajes que Kim dejó en la Mansión previendo que no volvería. Dejé mi cuerpo caer sobre un cómodo sillón mientras trataba de controlar mi respiración, aún desconcertada por los espasmos. 

Traté de sentarme erguida y con la cabeza en alto en la habitación. Aún en el aire podía percibir las cenizas y el olor a quemado del bosque, de los cadáveres y de la furia de mis destinados. 

Afuera la noche estrellada y la luna llena iluminaban el cabello negro y los ojos marrones con destellos verdes de Aarón y marcaban los músculos que se veían abajo de la camisa desabotonada de Lorenzo.

Los dos discutían con sus Aliados alrededor de una mesa cerca de la piscina. Estaban preparando una ofensiva, en caso de que mi Clan volviese por Giacomo.

Diosa, con mis sentidos aún en recuperación podía sentir como mi cuerpo reaccionaba al sentir sus aromas tan cerca. Mi piel comenzaba a erizarse por miles de pulsos eléctricos y mis hormonas trataban de hacerme enloquecer. También había algo más...

Alana, mi loba, aullaba de deseo en mi interior. Sin dudas, de a poco, volvían a mi cada uno de mis instintos. Menos mi estómago, ese aún estaba en rebeldía.

Por otro lado, cuando ellos apenas sintieron que los observaba disolvieron su reunión y siguiendo sus sentidos, buscaron hallarme en la habitación a oscuras. 

Pero todo tomó un giro inesperado cuando Lorenzo enmudeció ni bien entró a la habitación donde estaba. En seguida trató de concentrarse en ampliar su audición con ayuda de su Auspex.

Y con su mirada buscaba algo en mí, al igual que Aarón con su olfato. Estaba siendo examinada minuciosa y descaradamente, algo que me hacía pasar de excitada a furiosa.

De pronto ambos me miraban con una nueva expresión en sus rostros que no había visto o esperado de ellos.

Querido lector, ¿alguna vez has visto un príncipe vampiro en shock, más pálido de lo acostumbrado? ¿O a un Alfa sin saber lo que decir o hacer dando vueltas en la habitación con sus manos desarmando su hermoso cabello negro?

Fin del Flashback

RELATO POR AARÓN:

Desde un principio resolvimos que lo mejor era ocultar que Laura estaba esperando a los futuros herederos dentro de nuestra Alianza.

Por mi parte debía comprender que solamente había que postergar el anuncio de mi Luna y mis cachorros a mi Manada protegiéndolo de aquellos que eran incapaces de ver cuanto era afortunado en tener nuevamente una familia.

Hasta Björn dudaba en dejarla asistir a este Concilio sin la protección de sus guerreros. Pero Kim juró por sus antepasados que jamás dejaría que sucediera algún daño y lanzó sus hechizos y conjuros para ayudarnos en nuestro propósito.

Mientras Lorenzo era el único que podía acercarse a aquel lugar sin ser visto como una amenaza, Hunter y yo nos debatíamos entre las paredes de nuestro edificio cerca de los dominios del Clan Monte D'Vitale.

Era el mismo edificio que por semanas estuve encerrando esperando alguna señal aquella vez que Adam mantenía a Laura dentro de su Hotel rodeada por miles de Vampiros, Brujas y otros entes sobrenaturales.

Él sabía que estaba cerca, pues nunca me alejaría de ella. Por lo cual redoblo su seguridad sin dejar ningún respiro a la suerte.

El Museo no solamente estaba protegido por magia y vampiros, sino por miles de cuestiones entre el Rey y su ira hacia los lobos.

Y para ser sinceros, tenía razón, si de mi dependiera, ese vampiro orgulloso y sádico ya estaría muerto con miles de estacas de plata en su pecho. 

Desde mi edificio solamente podía acompañar y confiar que mi Luna estaría valiéndose de uno de los antiguos principios de los Vampiros: nadie puede atacar a un Duque en un Concilio.

¿Pero sería tan ingenuo de confiar en un Clan que trató de asesinar a su propia estirpe?

¿Qué tan bien Adam sabía manejar el Concilio con su influencia y su corona de sangre?

RELATO POR KIM:

Los Duques está vez lograron sorprenderme con su votación y en menos que dura un terremoto tenían decidido un par de cuestiones: 

Habría guerra contra los Lobos.

Con cierta mayoría ganó dicha moción y dejó a mi destinado con una satisfactoria sonrisa en su rostro, mientras que con las yemas de sus dedos acariciaba el dorso de mi mano y susurraba a mi oído cuando urgentemente necesitaba arrancar mi vestido, darme placer con su boca y deseaba oír su nombre entre mis jadeos.

Aunque su confesión encendió mi cuerpo por completo, mi mente aún estaba enfocada en la promesa que hice a mi mejor amiga. 

Del otro lado de la sala, Laura seguía manteniendo su cara de decepción bajo la máscara de metal del Concilio. Ya Lorenzo sabía que esto seguramente podría suceder, ya que conoce la capacidad de Adam de ser persuasivo con el Concilio. 

Él mantenía su mentón en alto y ya sabía que se proponía a continuación. Comenzó a frotar sus manos en señal de que el plan debía comenzar. 

Laura luego de ponerse en pie y mirar a cada uno de los presentes con sus ojos rojos iracundos, como las llamas del último círculo del Infierno, se paro en medio al círculo de sillas. Arrancó su máscara de metal y los tiró a nuestros pies. 

-Huelo su asqueroso miedo, ¿acaso tanto le temen a los Lobos? - provocó a su audiencia que la miraban con terror. Sin embargo ninguno se animó a contestar, todos sabían de que un Monte D'Vitale era capaz.

- El Concilio, nuestros Clanes, nuestra raza ha tomado su decisión, Luna Laura.- respondió Adam resaltando el vínculo que tanto detestaba, el que creía era un inmenso y doloroso error del destino para castigar a su Clan. Creo que también trataba de hacerle entender que sabía que Aarón estaba cerca, que era consciente de eso. 

En seguida ambos se enfrentaron cara a cara, mientras la mayoría trataban de resguardarse detrás de sus butacas.

¿Diría que era una reacción exagerada de parte de los Duques? Si no fuese que el Rey de los Vampiros, con siglos de batallas y muertes causadas, estaba ofuscado por su ira hacia una poderosa Híbrida, que poseía tanto poder y destrezas como todo el resto de los presentes.

Claro que no. Hacían bien en temer por su vida si Laura y Adam se atracaban en lucha. Dudo que los cimientos de este edificio y mis conjuros lograran contenerlos. 

Además me encantaba ver a mi destinado tensar cada exquisito músculo de su ardiente cuerpo.

Comencé a susurrar un antiguo conjuro, trataba de sincronizarlos con los latidos de sus corazones. No sería fácil demostrar al Rey de los vampiros en palabras lo equivocado que estaba. Por lo cual debía hacerlo sentir que el futuro de su Clan estaba en peligro.

Cerré los ojos y alcé mi mano pidiendo a la Diosa su permiso. Hasta que me dejó conectar con los cachorros y hacer eco en mi respiración. 

Debía ser cautelosa y precisa. Sólo Adam debía oírlos.

La discusión entre mi vampiro y Laura seguía siendo acalorada. 

Hasta que logré mi cometido. Abrí una rápida brecha en mis hechizos y dejé que el Rey oyera a los futuros príncipes que gobernarían su Clan.

Sus latidos galopaban sobre su oído, y el olor a su sangre lo hizo tragar saliva, tan rápido como trastabilló con su lengua, cerré nuevamente el escudo.

Nadie allí comprendía y creció el murmullo cuando Adam la abrazó. Luego verificó de reojo si alguien más había percibido. Pronto comprendió mi participación en toda la puesta en escena, cuando volvió a su trono y exigió un breve receso.

¿Sería demasiado tarde para frenar la guerra? ¿Adam tendría alguna de sus extraordinarias ideas para detener lo que había iniciado?

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