30. La venganza no olvida
RELATO POR ADAM:
Aún estaba recuperándome de lo sucedido en el Bosque de Los Lobos Negros en aquel infierno que consumió parte de nuestras expectativas de lograr mantener los tratados de paz con su raza sin honor.
El incendio se llevó mucho más que tratados, se consumió también mi poca tolerancia y voluntad de mantener la paz.
A mi lado estaba Kim, aún con sus quemaduras sanándose y sobre todo cargando junto a mi lo que restaba de nuestra familia.
Juntos caminábamos por el pasillo de una de nuestras más importantes propiedades, que nos conducía a una Sanguis Iudicii, reunión en la cual debíamos explicar o lamentar la pérdida de uno de nuestros miembros al resto de los Clanes más importantes de nuestra raza, luego decidir si declarar oficialmente una guerra a los malditos lobos o nada más tragar amargamente las injurias, al menos de forma pública.
A cada paso que dábamos las miradas y los murmullos de los demás miembros se hacían evidentes. La chusma a veces me fastidiaba, en verdad. Como sus vidas son insignificantes tienen poco protagonismo, se ocupan de solamente asistir a quienes tienen las agallas de tomar las riendas de su camino.
Algunos simplemente no escondían su indignación por aún vernos de pie, otros su regocijo por vernos diezmados y unos pocos se preguntaban qué pasaría de ahora en más con nuestro Clan. Pero todos aún se inclinaban para darnos su hipócrita reverencia, pues era extensamente conocida nuestra gratitud hacia los aliados, como también nuestra mítica forma de cobrar venganza a nuestros perseguidores.
Podríamos estar golpeados, pero nuestros colmillos aún podían quitarles todo lo que quisiéramos.
El Clan Monte D'Vitale nunca olvida, malditos e infelices condenados.
Aunque a los lobos les esperaba mucho más que quemar la mitad de su precioso bosque.
Maldita noche en aquel infierno.
Malditos todos los lobos de la Alianza.
RELATO POR LAURA:
FLASHBACK.
Luego que salí de la Mansión de los Lobos negros corrí en frenesí hacia el Bosque, pues sentía detrás de mí los gruñidos y los aullidos del resto de la Manada que buscaban, no amigablemente, explicaciones por el crimen que había cometido.
Querido lector, quién se atrevía a herir o traicionar a su Alfa en su propio territorio era considerado un traidor y su sentencia era perder la cabeza.
Y yo acababa de inmovilizarlo y provocar que convulsionara de dolor en su despacho mientras rompía otra de sus reglas: ir hacia la colina en llamas.
Ya que de decisiones sobre presión debía tomar de ahora en más, mi loba tomó el control.
Alana era la única que podía llegar hasta la cima de la Colina, ocultar nuestro olor y tratar de comunicarse con Kim o Björn, al mismo tiempo que me movía entre los rastreadores y las brujas que contenían el incendio.
La humareda nos daba algo de ventaja, ya que el pelaje de mi loba podía pasar inadvertido a cada tramo que avanzábamos. Aunque ellos eran más, mucho más. Estaba en medio a la más grande manada de lobos de la Alianza, tenía escasas oportunidades de huida, pero Alana lo lograría.
Estaba huyendo de la Manada más grande y poderosa de la Alianza, no me podía permitir mirar hacia atrás o dar paso al cansancio.
Ni bien nos adentramos al Bosque, Alana comenzó a aullar, pidiendo algunas indicaciones de cómo atravesar aquella catástrofe a nuestros aliados, esquivábamos algunos arbustos humeando y los restos de algunos árboles derribados por las llamas, cuando comenzó a abrirse un túnel de fuego a su frente.
Esa era mi salida.
Sin dudar Alana se adentró y siguió ascendiendo al mismo tiempo que detrás el túnel se cerraba y cortaba el paso de los lobos que buscaban justicia por su Alfa.
Agradecí a la Diosa por haber puesto en mi camino a la Bruja más poderosa que conocía y que ella fuera mi mejor amiga. Era lo único que hasta el momento agradecía a los lobos.
Sólo sé que corrí, salté, esquivé, golpeé y luego aullé para anunciar que estaba allí para unirme a mi familia.
En el último tramo del túnel pude ver como algunos vampiros se lanzaban sobre Kim, aceleré mi marcha y salté sobre ellos.
RELATO POR KIM:
FLASHBACK
Alana cayó sobre un vampiro que se proponía a lanzarse sobre mí y antes que tocaran el suelo, clavó sus colmillos en su cuello y lo desmembró sin piedad. La cabeza de aquel chupasangre cayó rodando hacia mis pies, mientras observé atónita que en su cara quedó plasmado el terror. Entre tanto la loba blanca y de ojos rojos aullaba hacia la Luna anunciando que nadie se interpusiera en su camino.
Gianlucca esbozó una sonrisa de satisfacción mientras hincaba su rodilla para reverenciar la brutalidad que heredó su hija, era digna de portar el apellido Monte D'Vitale. Padre e hija se alinearon en mi frente, mientras recuperaba el aliento, y avanzaban entre los enemigos que se animaban a enfrentarlos.
De repente sentí una enorme oleada de energía que soplaba a nuestro alrededor. Es de ese tipo de presentimientos que tanto poco me agradaba percibir.
La muerte celebraba que al fin Laura y Gianlucca luchaban codo a codo, pero esperaba un sacrificio.
Unos minutos después Adam me levantó del suelo y acarició una de mis mejillas.
— Eres la Bruja más hermosa y sensual que he visto en mi no muerte, y eres mía. Sólo mía.— confesó Adam y me besó pasionalmente. Sacándome otra vez el aliento.
— Damian ya sabe que está aquí.— dije tratando de dominar el equilibrio sobre mis piernas.
En tanto que los demás lobos alrededor, ya fuesen rebeldes o aliados dieron un paso hacia atrás. Desde la cima se escuchaban los aullidos del viejo lobo gris.
Entre ellos Parker, que aún observaba incrédulo que Alana consiguió subir hasta aquí, y comprendió que en algo Adam estaba involucrado.
Los rebeldes volvieron a retroceder sus filas, mientras Jamal y Daniel reorganizaban a los nuestros. Adam y Gianlucca se saludaban a su modo, sin mediar ninguna palabra, sólo mirándose con respeto y algo de nostalgia.
Seguramente ambos echaban de menos estar juntos, pero la estirpe aristocrática y algunas decisiones del pasado de ambos no daba lugar a sentimentalismo. Sin embargo yo estaba feliz por ambos.
— Dile que lo extrañas, ahora.— reproché a Adam que limpiaba su espada de plata ensangrentada en la ropa de un vampiro moribundo en el suelo.
—No hace falta, Kim. Él lo sabe.— respondió con su sonrisa lasciva.
—¿Por qué estas tan seguro? —
—Porque sigue vivo y está con su hija. Recuerda que cuando rechazas a tu familia, hay consecuencias. ¿Puedes caminar o te ayudo?—
—Díselo, ahora que están del mismo lado... — insistí, pero Adam decidió levantarme en sus brazos y llevarme cuesta arriba.
Parker y Alana se saludaban, mientras los demás aún recontaban las pérdidas en nuestras filas. Ella observaba algunos rasguños en sus patas, él de alguna forma se sentía responsable por mantenerla con vida y permanecía a su lado.
La muerte pide un sacrificio, susurraban las llamas que nos rodeaban, alimentadas por las almas de los caídos.
Las sombras susurraban en la noche.
Comencé a pregonar un par de conjuros mientras íbamos al encuentro que tanto ansiábamos, buscaba ahuyentar el mal augurio reforzando las vibraciones de las energías que nos beneficiaron en la batalla.
Damian ahora debía rendir cuentas.
El viejo lobo debía enfrentarse a su destino.
FIN DEL FALSHBACK
RELATO POR ADAM:
Lo cierto era que no solamente mi Clan debía explicaciones, sino que también los Draghi. Los malditos vampiros que les gustaba jugar con sus hilos detrás de las sombras.
Yo estaba muy seguro que toda nuestra tragedia era a causa de sus interferencias. Especialmente de su recientemente elegido Duque, Lorenzo. Ese cazador.
De alguna forma logró trepar hasta el puesto de Duque de su Clan, para estar presente en esta Sanguis Iudicii. Aunque estaba tratando de disimular, miraba con precaución y recelo hacia mi dirección. ¿Alguna furtiva artimaña tendría en mente?
Estaba sentado entre los demás, regocijándose de felicidad. Los otros Duques de Clanes menores se amontonaban para saludarlo y felicitarlo.
¿Acaso no fueron suficientes las veces que avisé que no debían confiar en un Draghi?
Nuestra Sanguis Iudicii tenía lugar en un Museo, propiedad de nuestro Clan, en una sala donde se exhibían cuadros y obras de arte que ilustraban nuestras conocidas formas de reclamar justicia en otras épocas. ¿Por qué ese lugar en especial? Porque buscaba reavivar en la memoria de la chusma algunas de nuestras mejores hazañas.
En particular me encantaba el cuadro donde estaban empalados un par de decenas de vampiros de un Clan ya extinto, el cuál creyó que podía alzarse cual pájaros carroñeros sobre nuestra familia. Pero se olvidaron que las aves carroñeras también pueden caer en medio a una tormenta.
Muchos han jugado con la suerte, pero ninguno ha alcanzado la dignidad de disfrutar de su derrota, porque los muertos solamente reciben flores.
Justo frente a ese ilustrativo cuadro pedí que acomodaran nuestros tronos.
Creo que el mensaje entre líneas fue entendido por todos los presentes Duques del Concilio: Meus ultionis is est meus iustilia (mi venganza es mi justicia) estaba escribo bajo nuestros pies, en el mármol blanco, con letras en rojo.
Los demás se acomodaban en sus butacas organizadas en círculo en el centro de la enorme sala casi en penumbras. Había que darle dramatismo al evento y destacar a las obras de arte, además los vampiros reinamos en la noche.
Kim siempre estaba a mi lado, la reina de mi eternidad se merecía su trono. No llevaba la capa ni la máscara de metal del Concilio, y dudo que alguno tiente a cuestionar su presencia en esta ocasión, ¡pero cómo el ambiente se volvía más soportable con ella presente!. Aunque personalmente la prefería en mi cama, sin su vestido rojo, encima de mi y gimiendo mi nombre.
Todos los duques llevaban puestas sus máscaras de metal, porque esta velada sería crucial. Era algo ceremonial que me agradaba, aunque la mayoría del protocolo era fastidioso. Luego de siglos de reuniones, créanme que a veces prefería una estaca de plata clavada en mi pierna que soportar las mismas caras de siempre.
Y como éramos una de las partes interesadas en buscar justicia, el Iudex que mediaba y moderaba esta reunión era perteneciente a otro Clan.
Obviamente uno de los Clanes que se proclamaba neutral, pero en realidad estaban afines a nuestros intereses.
Los muertos de aquella noche en el Bosque obtendrían su justicia aquí. Yo me aseguraría de eso.
En ese momento tamborileaba mis dedos sobre el brazo del trono mientras aguardaba los últimos Duques entrar a la sala y que Kim cerrara la puerta de la habitación con uno de sus muros de protección para que nadie nos interrumpiera.
También era para mantener el secretismo que nuestra comunidad tanto apreciaba.
Finalmente nuestro último integrante se unió, arrastrando con su llegada la mirada del resto. Cada uno de sus pasos marcaba la presencia y dominación de nuestro Clan, estaba en su sangre, no cabían dudas de que se merecía ser líder.
Todos acompañaron de pie su rumbo hacia la butaca que le correspondía, justo en frente a la mía del otro lado de la habitación. A cada paso que avanzaba aquellos vampiros agachaban su mirada.
¿Temor? ¿respeto? ¿cuna? ¿belleza? Las ovejas siempre reconocían quién es el león.
Y al igual que a mi, también tenía su obra de arte preferida, pues su butaca tenía al fondo una peculiar pieza de arte; en ella había una hoguera con algunos cadáveres y abajo la frase Casus belli (causa de la guerra).
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