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23. La Duquesa y sus tormentos

Relato por Aarón:

Kim se ocupada de Génesis, mientras la encerramos en una de las celdas. Mi Luna había descargado su furia contra la Bruja. Eso me daba algo de esperanzas, por que tal vez demostraba que seguía amándome, aún tenía oportunidad de que volviera a mi lado.

No permitiría que las sombras me quitaran nuevamente mi amada. Daría mi propia vida por ella, sin dudarlo.

A un par de celdas de allí estaba Zahid, tenía suerte de que Björn y su buen juicio se encargaban de él. Porque si dependiera de Hunter y de mi, ya no tendría cabeza ese miserable traidor.

Me aproximé hacia donde estaban, tratando de controlar a Hunter que exigía salir a masacrar toda su Manada. Pero algo he aprendido: los errores del pasado no debía volver a repetirlos.

Me senté en una silla en un rincón y sólo me dediqué a oírlo con los brazos cruzados. El Alfa de los Lobos grises podría manejar mejor la situación, lo sabía muy bien. Pero al final, su cabeza la arrancaré frente a toda la Manada de los Red Wolfs.

- Has traicionado a la Alianza. Como Alfa de la Manada de los Lobos Rojos, tienes derecho a defenderte ante los demás Aliados reunidos y luego recibirás tu merecido juicio.- decía Björn mientras lo ayudaba a acomodarse en su silla.

Zahid estaba molido a golpes por Lorenzo. Tenía un brazo fracturado y su cara cubierta de golpes, mal podía abrir sus ojos. Debía admitir que aquel vampiro había dado su merecida tunda al lobo rojo.

- La Alianza traicionó a mi Manada, me quitó a MI LUNA. Aarón prometió ayudarme a encontrarla, pero decidió omitir que tenía otros intereses con ella.- increpó el sucio traidor.
Apreté mis puños y traté de concentrarme en lo que realmente importaba: encontrar la cura para Laura. Por el momento lo necesitaba vivo, lamentablemente.

- La Alianza respetó la decisión de Laura; no quiso volver contigo. Acéptalo de una vez, Zahid: no cumpliste con tu deber de protegerla. - señaló Björn que se sentó en frente al traidor para seguir con el interrogatorio.
Me levanté de allí y deje que mis instintos me conducieran hacia ella. Solamente debía seguir su olor, debía estar con Laura.

Yo la necesitaba tanto, no soportaba ni un minuto más lejos de su alma, de su piel, de su risa. Debía buscarla.

Cuando caminaba por los pasillos, asistía que mi hermano y Beta Jamal se despedía en la entrada de la Mansión de los invitados, pidiendo las disculpas por todo el alboroto producido.
Busqué escabullirme y me fugué hacia los dormitorios de huéspedes que estaban cerca de la playa. Salté algunas vallas y caminé por la arena hasta allí.

Era la misma casa de huéspedes que conocí a mi Luna y donde caí rendido por sus hermosos ojos y su sonrisa que sanaba cada pedazo oscuro de mi corazón con su melodía. Había un antes y un después en mi vida desde el momento que la Diosa Luna designó a Laura como mi compañera de vida.

Ella estaba con el vampiro en la sala común. Él la abrazaba mientras ella dormía sobre su pecho. Entré por el ventanal tratando de dominar el impulso animal de quitarla de allí y llevarla a mi habitación.

Entendía que de esta vez, el no era la mayor amenaza. Sino el veneno que consumía a mi pareja destinada.

- Ella preguntó por ti antes de dormir. - dijo Lorenzo mientras acariciaba su cabello, sin quitar sus ojos de ella. Ambos sabíamos que teníamos un enemigo en común y nos estaba quitando a la única razón de mantener algo de quicio en este momento.

- Estamos tratando de que uno de los dos entregue el antídoto. - respondí mientras me sentaba en la mesa del centro, para estar más cerca de ella. Tomé una de sus manos y la besé, ella seguía dormida. Mantuve su mano así, cerca de mi rostro, mientras la oía respirar...

Si ella vive, juro a la Diosa Luna, no importa a quien elija, yo estaré a su lado incondicionalmente.

RELATO POR KIM:

Yo seguía en los calabozos de los Lobos negros. Habían formas de arrancar la verdad a esa maldita perra que envenenó a mi amiga. Uno de ellos era darle pociones que anulaban su capacidad de diferenciar la realidad de las pesadillas.

En cuestión de horas podríamos conocer el antídoto. Era obvio que usó el veneno "sangre negra", que generalmente se utiliza para debilitar a un lobo y en grandes cantidades para matarlo. Es una de las pociones prohibidas, pero Génesis confiaba que era su última jugada para quedarse con Aarón, cuando él se rehusó a rechazar a Laura.

¿Qué tan enfermizo era su afecto? ¿por qué ella se proponía estar con alguien que amaba a otra? ¿Por qué amar para algunas almas es enjaular a su amor?

-¿Kim? ¿Es tu nombre, verdad?- dijo tratando de abrir sus ojos y llevarse sus manos a su cara. Pero estaba encadenada a la pared, así lo ordenaron Aarón y Björn.

-En cuanto describas los ingredientes del antídoto, tal vez se apiaden de ti.- contesté sentándome en una silla a su frente. Nos miramos fijamente por un par de segundos, yo trataba de ver cómo el efecto de las pociones hacían sus ojos vidriosos.

-¿La poción de pesadillas nocturnas? ¿o la de alucinaciones?.- preguntó con una sonrisa cínica.

-Preparé ambas, no me decidía. Así que hice un riquísimo cóctel para ti.- respondí con ironía, luego abrí la puerta para que pudiera oír los gritos y gemidos de dolor de Zahid desde su celda al final del pasillo. -A tu amigo ya está haciendo efecto desde hace un rato. ¿Lo oyes?-

-Déjenlo en paz, sucios lobos. - dijo revolviéndose en el suelo.

-Pídelo a Björn, ya comenzó a despellejarlo.- susurre en su cara y mentí. La Manada de Aarón era muy estricta con las condiciones de sus prisioneros: jamás permitía torturarlos. Zahid en realidad se quejaba de las cadenas de plata que colgaban de su cuello, mientras otras brujas trataban de cerrar las heridas causadas por las garras y dientes de Lorenzo.

En la cara de ella se dibujó una mueca de dolor. Al parecer le importaba cómo estaba Zahid. Quién seguía quejándose en su celda. Recordé por un momento en cuánta agonía podría sucumbir mi mejor amiga si no la ayudábamos.

Fuerzas oscuras y de luz, por favor, ayúdenme a salvar a Laura.

-Björn no tiene derecho. ¡Su amada loba va a morir si le ocurre algo a Zahid!.- gritó desesperada.
Sonreí cuando ella me dio una excelente razón para usar a mi favor. ¿Qué más puedo sacar de ella?

Relato por Lorenzo:

Mientras llevé a Laura a su cama, Aarón insistía en quedarse cerca. Ayudó a conseguir mantas y abrigarla ya que su temperatura bajaba, ella estaba perdiendo las fuerzas a cada instante.

El veneno hacía que su cuerpo perdiera mucha energía. Aún siendo híbrida y que su loba la ayudaba a recuperarse rápidamente, los efectos de la toxina en su cuerpo se hacían notar hora tras hora.

-¿Cuánto tiempo tenemos, Aarón?- pregunté con miedo de la respuesta.

-Depende que tan fuerte sea Laura, a veces son pocas horas, otras veces algunos días.- respondió con angustia. En su mirada veía mi misma preocupación, ¿qué haría sin Laura?¿habría alguna razón para existir sin ella?

-Tengo mis métodos de para arrancar información de tu Bruja. Sólo dame una hora.- le propuse.

-Ella no es mi Bruja. La única mujer que es mía está aquí, esta en mi frente.- gruñó el lobo y apretó su mandíbula, tratando de intimidarme.

- Vamos. Atácame y así lastimaras a ella también, lobo idiota. Ni tú puedes lastimarte, ni yo puedo matarte porque la llevamos a una muerte segura. Tal cual lo hiciste con su madre, maldito perro.- afirmé mientras tomé una posición de ataque, ya que él se proponía lanzarse en cualquier momento.

Aarón no atacó. Se quedó inmóvil, casi sin respirar. Parecía como si mi afirmación le rasgara su conciencia. Su corazón galopaba descontrolado, como si quisiera salir de su pecho para redimirse.

La tensión en el aire era palpable mientras nuestros ojos se encontraban en un duelo silencioso. El reloj parecía haberse detenido, y el mundo entero se desvanecía a nuestro alrededor. ¿Qué estaba pasando por la mente de aquel Alfa de Los Lobos Negros en ese preciso instante? ¿Qué secretos ocultaba tras su mirada inescrutable?

Nuestras razas habían sido enemigos durante milenios. Sabía exactamente como actuaban y que podría esperar de un peludo miserable. Al final, era uno de mis pasatiempos preferidos rastrearlos, acorralarlos y terminar con su vil existencia.

Pero ahora, en aquel momento crítico, no podía reconocer al licántropo que tenía frente a mí. Las sombras parecía haberse apoderado de su ser, convirtiéndolo en alguien distinto, alguien que podría ver su esencia batallar en su interior.

El sudor resbalaba por su frente mientras trataba de mantener la calma y a su lobo a raya en su interior. Pero esta vez no contenía su furia, sino que otro tormento.

Aarón cerró los ojos por un instante, y un rastro de tormento cruzó su rostro. Sus labios se movieron en un intento de formar palabras, pero nada salió. Parecía luchar consigo mismo, atrapado entre la lealtad a su raza y la culpa.

Fue entonces cuando comprendí que algo oscuro se había adueñado de su espíritu, algo que lo arrastraba hacia la senda de las sombras más oscuras que se ocultaban en su sagrado bosque. Pero también vislumbré una pequeña chispa de humanidad en sus ojos, luchando por sobrevivir en medio de la oscuridad que lo envolvía.

Aarón finalmente abrió los ojos, y su mirada penetrante se encontró con la mía. En ese instante, pude ver la lucha interna que libraba en su interior. Un destello de determinación reemplazó la duda en sus ojos, y su rostro se endureció.

— Has oído a Gianlucca, ¿fue él quién lo dijo?— preguntó.

— Es fácil deducirlo cuando masacraste la hermosa villa de Aisha, una villa de licántropos de tu Alianza y los únicos sobrevivientes son: un esposo atormentado y su hija maldecida por toda tu raza.— continúe provocando.

— Jamás di tal órdenes. Nunca permitiría que una Alfa de mi Alianza fuera asesinada sin un juicio justo. Y mucho menos Aisha...— replicó volviendo sus ojos rojos al verde oscuro de su humanidad.

— ¿Niegas que atacaste la villa de Gianlucca y Aisha?—

— La Alianza debía defender los límites de su Manada, eran los vampiros, tú raza quién amenazaba su territorio. Aisha era mi mejor Guerrera, la conocía desde que éramos niños, nuestros padres fueron hermanos...— y entonces vaciló cuando por su mente se interpuso la verdadera respuesta.

De pronto, sus ojos nuevamente se cegaron con el rojo incandescente de la ira de su lobo negro. Los licántropos eran criaturas impredecibles, y en ese instante, la esencia salvaje de Aarón parecía devorar su humanidad. Un sentimiento amargo se apoderó de él al darse cuenta de que, dentro de su propia comunidad, se ocultaban los traidores, incluso tal vez... entre su propia familia.

El aire se volvió denso y opresivo a medida que su respiración se aceleraba. Las sombras de sus verdaderos tormentos parecían susurrarle oscuros secretos mientras se adentraba en sus cavilaciones. Su mente se debatía entre la furia y la decepción, mientras sus garras se dejaban ver con fuerz, dejando marcas profundas en sus puños cerrados.

Aarón era el Alfa de la Alianza de Lobos, el protector de muchas manada, pero ahora descubría que incluso entre los suyos había quienes conspiraban en las sombras. Aquello era una traición imperdonable, una llaga que se abría en su corazón y amenazaba con corromper su feroz espíritu.

¿Cómo podía confiar en aquellos a quienes juro proteger más que a nada en el mundo? ¿Cuál era la cruel verdad quemaba dentro de él, consumiendo los lazos de confianza hacia los suyos?

"¿Cómo pudieron hacer esto?", susurró Aarón con voz entrecortada, sintiendo cómo su lobo interior rugía en protesta. La decepción y el terror se reflejaban en sus ojos, oscureciendo el brillo incandescente mientras observaba a Laura dormida sobre el sillón a su lado.

— ¿Laura cree que fui yo? ¿Qué mentiras le han dicho? Tú y tú raza, asqueroso Cazador... — arremetió nuevamente.

— Laura vio los recuerdos de su padre a través de una técnica utilizando su Auxpes . ¿Qué crees que pudo descubrir por si sola, estúpido lobo?

Fue así que ambos decidimos terminar allí mismo lo que alguna vez una hermosa cachorra de ojos grises detuvo en la frontera del Bosque de los Lobos Grises.

-Deja de provocarme o te aseguro que...- pero se detuvo cuando vio que Laura trataba de levantarse de la cama para interponerse entre los dos. De hecho se lanzó hacia él, sujetando su rostro con sus manos y haciéndolo enfocarse en ella.

RELATO POR LAURA:

Hunter podría causar más problemas que traer soluciones cuando se descontrolaba. Era un Alfa, un lobo impulsivo y muy obstinado cuando se proponía algo. Cuando puse mis manos sobre sus mejillas y obligué que su mirada se enfocara en mi, sentí como su cuerpo dejaba de estar tenso y comenzó a relajarse.

Sus ojos rojos pasaron a ser nuevamente marrones con destellos verdes, tan intensos y seductores como la primera vez que lo vi.

Luego volví a alejarme. El recuerdo de mi pesadillas aún rondaban mi mente. Aarón también podría ser el lobo que asesinó mi madre y ayudó a masacrar a mi manada.

-No te alejes, por favor.- susurró Aarón volviendo su mirada una súplica.

-Quiero estar sola. La noche fue muy complicada. Mañana será mejor para tomar decisiones.- dije señalando a los dos para dejarme sola. Los eché de mi dormitorio y me acomode nuevamente en medio de las mantas.

Pensé en que Adam tenía razón cuando decía que esos dos son mi perdición, mi peor debilidad y mi mayor dolor de cabeza; mis tormentos y a la vez mis consuelos.

Ya lo veía regañándome como una niña otra vez. Cerré mis ojos y dormí profundamente.

Esta vez soñé que estaba paseando en un hermoso prado, donde había un intenso olor a flores, una fresca brisa de primavera y el pasto era alto y denso. Llamó mi atención la risa de niños jugando cerca de allí.

Cuando salía de ese pastizal, cerca de una hermosa laguna, me encontraba fascinada al ver dos niños jugando.

La niña era hermosa, con cabellos castaños, ojos azules y mirada intensa como Lorenzo. Su piel era suave, su cabello ondeaba con la brisa mientras corría detrás del niño. Ponía mucho empeño en tratar de atraparlo, aún que él fuese más rápido. Sin embargo ella no se rendía, era una niña muy obstinada.

Por su parte, el niño tenía el cabello negro, ojos marrones con destellos verdes, mirada dulce como Aarón. Era fuerte y más rápido que ella. Pero la dejaba atraparlo, caían juntos al pasto y seguían riendo.

Los dos niños eran felices juntos, mi corazón se llenaba con su alegría y amor. Traté de seguir acercándome a ellos, mi alma se fortalecía con su bullicio.

Cuando me vieron, comenzaron a correr hacia mi. Abrí mis brazos para contenerlos... Pero desperté del sueño con un fuerte dolor en mi brazo donde tenía la herida. Ardía tanto como una llama del infierno.

La herida en sí estaba sanando lentamente, pero continuaba con fiebre y un poco de mareo. Era hora de hacer algo por mi misma, no podía depender de nadie más.

Comprendí que la cuestión de sobrevivir debía tomarlo muy en serio. No debía ser la princesa que esperaba ser rescatada, sino la que luchaba hasta su último aliento.

Querido lector, ¿debía permitir que una odiosa Bruja saliera con la suya?

Claro que no.

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