18. El teatro de las artimañas
RELATO POR AARÓN:
Ya llevaba casi un mes sin verla. Sin saber si piensa volver o si me extrañaba. Al final nuestro vínculo es para toda nuestra vida. Más fuerte que cualquier razón lógica, nuestros animales internos se buscaban por instinto, porque se necesitaban. El tiempo es la peor de las distancias entre Laura y yo.
A veces podía ver algunos de los mails que enviaba a Björn preguntando sobre mi. Era un alivio, pero a cuenta gotas, de que al menos no me olvida. Sin embargo quería más, ¿por qué Laura no quería más? ¿por qué estaba tan alejada? ¿por qué no intentó escaparse y venir conmigo?
No usaba redes sociales ni móvil, imposible de rastrearla en el territorio de los Vampiros.
Adam tenía todo cerrado, en la suite de su hotel sólo entraban personas de su confianza.
No había ninguna falla de seguridad de la que pudiera darme una ventana de oportunidad. Nada que pudiera usar para llegar hasta MI LUNA.
Estaba en uno de mis departamentos, a tan solo 10 manzanas, pero no podía verla. El estar tan lejos me ha hecho dar cuenta que ella era mi prioridad, mi centro de gravedad, mi única verdad.
Todos los días me preguntaba si me extrañaba como yo a ella. Pasaba horas mirando hacia el hotel de los vampiros, esperando alguna noticia de ella. Pero nada sucedía. Era angustiante tanta distancia entre ella y yo. ¿Ya no quería volver? ¿estaría con aquel Vampiro?
El único que pudo acercarse fue Björn y no pienso pedir que lo haga nuevamente. No me agrada que tengan tan buena relación con mi Luna. Sé que él siente algo más...
Ya sé que estoy exagerando y que debo confiar en mi primo. Pero también sé que ella y el serían...
-Ningún lobo que toque a Mi Luna seguirá conservando su cabeza.- gruñía Hunter en mi interior.
No quiero ni pensar. Ese es uno de mis desvaríos a causa de mi ansiedad. Mal puedo dormir y eso está afectando mi autocontrol. Hunter cada día que pasa me está llevando al límite de mi sanidad con sus celos posesivos y su voluntad de atacar.
-Vamos con todos nuestros guerreros y la sacamos de allí. La marcamos y nunca se irá de nuestro lado. - seguía insistiendo mi lobo.
No debo dejar a mi lobo tomar el control. Esto causaría un desastre nuevamente.
- Ella es mía, sólo mía.- dije susurrando.
RELATO POR LAURA:
Según Kim el edificio de vidrios negros que se veía a algunas manzanas, es de la Manada de Aarón. Y él estaba allí, según las informaciones de Adam y Giacomo.
A veces me quedaba un rato observando y pensando en cuánto extrañaba la sonrisa de Aarón y su voz cuando pronunciaba mi nombre. Quisiera que él supiera que pienso en él todos los días, pero este tiempo lo necesito para poner en orden mi problemática existencia. Debía averiguar el para qué de tantos problemas y secretos en mi historia.
Hablando de problemas, esta noche tendríamos que asistir a la Reunión del Concilio. Adam estaba tratando de explicar a Kim que omitir algunos datos sobre su título de Rey de los Vampiros no cuenta como una mentira. Esto fue muy entretenido, querido lector. Kim no soporta los secretos, menos entre ella y su pareja destinada. Esquivar los temas candentes y evitar los problemas no era el lema de una Bruja especialista en esos asuntos.
Esa escena no me la perdería por nada, tampoco lo hacía Giacomo. Mirábamos desde un rincón como un furiosa Bruja gritaba y golpeaba al más importante de todos los vampiros. Sin embargo en determinado momento los dos fueron a solucionar su discusión en su dormitorio. Y eso significaba que todo terminaría en sexo, como de costumbre entre esos dos.
-¿Nerviosa por tu presentación ante el Concilio?- preguntó Giacomo. Generalmente evitaba hablar con él, era la última persona a la que confiaría mis pensamientos. En todas las familias hay un pariente al que evitas dirigir la palabra, ¿o no? La mía no era la excepción.
-Los Monte D'Vitale nacimos para gobernar, ¿no es así?- respondí y me levanté para ir hacia mi dormitorio. Ya suficiente nervios tenía con la reunión de esta noche para ser atormentada por un vampiro tóxico y repugnante.
-Me refería a conocer a tu padre. Seguramente tienes muchas preguntas para él, así como él a ti. ¡Qué linda reunión familiar tendremos esta noche!- agregó siguiéndome. Giacomo no desistió de escarbar en las heridas. Es de esos vampiros que absorben tu energía y se fortalecen en las desgracias. Como quisiera hacerlo retorcerse por dolor si no me deja en paz.
-¿No tienes a otra persona a quien atormentar hoy?- pregunté y entré a mi dormitorio y traté de alejarme de la puerta. Cerré mis pensamientos como Lorenzo me enseñó y traté de llamar a Björn por videollamada. Pero no estaba en línea. Sólo quisiera que pasaran las horas y hablar con alguien de confianza sobre mis dramas antes de explotar.
El día pasó de la misma forma que siempre: entrenamiento, entrenamiento y entrenamiento. Todo debía salir perfectamente. No debía lucir como la princesa perdida del Clan, sino como una fuerte candidata al puesto del Concilio, aunque que poco me importaba.
Pero Adam creía en mi. Estaba haciendo lo posible para no defraudarlo.
Como siempre Kim y yo seguimos las indicaciones de él para decidirnos cómo vestir. Nunca fuimos a un evento tan exclusivo. Y para aumentar el suspenso sólo sabríamos dónde se realizaría unas pocas horas antes, el secretismo era la clave del éxito entre los vampiros.
RELATO POR ADAM:
Mi mayor preocupación no era en sí la postulación de Gianlucca y si era electo o no. Sino en que Giacomo podría serlo.
Ya sé que fui yo quien sugirió que debía postularse, pero si no lo hacía él sospecharía.
Era la oveja descarriada de la familia. El menor de nosotros, hasta que llegó Laura y el más consentido por Madre. Aunque si nuestra Señora estuviera aquí, estaría orgullosa de la cachorra.
Giacomo nunca tuvo límites para sus canalladas o sus enredos. Es al que siempre debo tener muy vigilado y no perderlo de vista bajo ninguna circunstancia. De lo contrario ya estaría provocando algún conflicto o disfrutando del dolor ajeno. Giacomo es la calamidad personificada.
Además a eso le agregamos la duda de cómo Damian logró atraparlo. No estaba del todo convencido que fue traicionado por sus seguidores. Un príncipe del Clan Monte D'Vitale jamás es tan descuidado, a menos que lo haga a propósito.
Todos sabemos que las ratas son difíciles de atrapar.
Al final la invitación al evento nos llegó puntualmente con la dirección. Era en el Teatro que estaba en el territorio del Clan Draghi, al cual pertenecía Lorenzo.
Esto no es una buena señal. Si hay algo que caracteriza a ese maldito Clan son las artimañas.
RELATO DE LAURA:
Cuando llegamos al evento todas las miradas se enfocaron en nosotros cuando entramos. Al frente caminaban Adam y Kim, él disfrutaba ser el centro de las atenciones. Saludaba con gestos arrogantes y con ademanes a algunos que encontraba por el camino. Y unos pasos atrás íbamos Giacomo y yo.
-Recuerda lo que te dijo Adam, son sólo ovejas y tú eres la que tiene el bastón. Tú eres las que debe señalar a los demás donde pisar y hacia dónde ir. - dijo en voz baja sonriendo y saludando a los demás espectadores. Cada paso que avanzábamos crecían los murmullos y las miradas curiosas.
-Es fácil decir cuando eres el que siembra pesadillas a los demás para divertirse.- repliqué y le dediqué la misma sonrisa irónica que le gustaba mostrar en su cara cínica.
-Si que estás aprendiendo a ser una Monte D'Vitale, Laura. Tu padre estaría orgulloso.- rebatió Giacomo, siempre tocando las heridas. Era como una maldita sanguijuela.
-Apuesto que lo estará cuando te haga revolcar y chillar de dolor frente a todos.- y me aferré a su brazo, clavando mis uñas para subir las escaleras hasta el palco que nos tenían asignado.
-Princesa, recuerda que debemos ser reservados con las muestras de cariño familiar.-
Cuando llegamos a nuestro palco cada uno ocupó su lugar. Kim y Adam estaban en otro, a nuestro lado, pero se destacaban más por los asientos negros y rojos. Lucía como un maldito trono. En verdad eran la pareja real.
Si, estaba dudando del reinado hasta ese momento.
Miré a todos los que estaban en la sala del teatro y en los diferentes palcos. Según Adam cada palco estaba ocupado por algún representante de cada Clan que se postulaba para el condenado lugar de Duque en el Concilio. No habían muchos, lamentablemente.
Y en la platea se acomodaba el resto de los clanes y los Duques. Todos allí olían a muerte y putrefacción, cubierto por trajes y vestidos hermosos, joyas y gestos refinados. Observaba cómo esa clase se beneficiaba del sufrimiento de otros para mantener sus privilegios.
Querido lector, estaría mintiendo si confesara que no buscaba a Lorenzo también. Pero me resigné cuando Adam me atrapó y con una mirada mandó sentarme en mi butaca. Me senté bramando de rabia, odiaba cuando me trataba como a una niña.
De repente a mi lado se paró un vampiro que no dejaba de mirarme como si fuera un fantasma. Sus ojos estaban fijos en mí, cómo si no creyera en lo que estaba viendo. Otro vampiro raro al que debo saludar. Genial, hay que actuar, Laura.
Recordé los entrenamientos de Adam y me puse de pie para presentarme. Jamás debía estar en una posición desfavorable para hacer saber que era una Monte D'Vitale.
- Permítame presentarme, soy Laura Monte D'Vitale. ¿Quién eres, extraño?.-
- Recuerdo el día que tu madre eligió ese nombre para ti. Es uno de mis recuerdos favoritos, Laura.- dijo besando mi mano y sentándose a mi lado. Creo que vi un intento de sonrisa mientras soltó mi mano.
Comencé a mirarlo con más atención, tenía facciones perfectas, cabello rubio, ojos celestes con ojeras y la expresión de que tenía un dolor agudo. De hecho se podría decir que era un vampiro muy atractivo y elegante.
De repente comencé a temblar... su presencia era impresionante. Era un Monte D'Vitale, sólo los de mi Clan teníamos la capacidad de imponernos de esa forma, era nuestra disciplina favorita. Los demás vampiros al verlo evitaban mirar directamente.
Mi corazón disparó cuando recordé todas las historias de sus hazañas como el antagonista en las versiones de los Lobos: el asesino de villas y pueblos enteros, el que no tiene piedad, que manipuló a Aisha para comenzar una guerra entre vampiros y lobos. El que ansiaba el poder para destruir, ya que era su forma de venganza por aquellos que destruyeron su única razón de mantener la paz.
Me senté en mi butaca tragando saliva luego de pronunciar su nombre: Gianlucca.
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