Muchos piensan que la vida de un cristiano es la más fácil, otros que solo creen en Dios para ver la vida de otra perspectiva, dicen que los cristianos que predican el evangelio no tienen problemas y que nunca pueden fallar, pero muy pocos saben que la vida de un verdadero hijo de Dios es la más difícil de todos.

Los ataques, las pruebas, los problemas y las dificultades son mayores que aquella persona que no conoce a Dios, solo que cada una de ellas nos hace más fuerte y transforman nuestro carácter y manera de pensar. Jesús nos dijo claramente en su palabra: "No son del mundo, como tampoco yo soy del mundo" (La Biblia Juan 17:16)

Sabemos que nuestra vida nunca es fácil, cometemos errores, pues a pesar de no ser igual que los demás, también somos humanos y todos los días tenemos una lucha constante sobre lo que deseamos, necesitamos y que es lo que realmente nos conviene, por esta razón Jesús nos dijo: "Velad y orad, para que no entréis en tentación; el espíritu a la verdad está dispuesto, pero la carne es débil" (La Biblia: Mateo 26:41). Aun así luchamos contra ellos para no volver a cometerlos, seguir a Dios y obedecer su palabra: "Pues aunque andamos en la carne, no militamos según la carne" (La Biblia: 2 Corintios 10:3)

Mi vida fue bastante complicada, siempre estuve viendo como los demonios paseaban por los alrededores y me molestaban al igual que a los demás, a mí me aterraba que yo era la única que los veía hasta que entregué mi vida a Jesús. Allí empecé a luchar con todo lo que veía y me perturbaba, siempre los reprendía en el nombre de Jesús y ellos se iban. Sin embargo, eso no evitaba que yo cometiera errores todo el tiempo, todos los que estaban a mi alrededor me señalaban cada vez que me equivocaba y llegué al punto de no quererme a mi misma, fue entonces cuando Jesús llegó, me rescató y me enseñó a vivir nuevamente, a dejar que su propósito se cumpliera en mi y que todo lo que estaba pasando era para cambiar mi vida a algo mejor. Yo no comprendía el propósito de Dios en mi vida, las pruebas y las dificultades aumentaban cada día, pero su fortaleza me levantó y me enseñó a que a él no tengo que entenderlo sino obedecerlo, que todo lo que ocurre es porque él lo permite y para llegar a ser un verdadero Hijo de Dios y su instrumento hay que pasar por las pruebas, como el jarrón de arcilla por el fuego para luego ser usado

Nadie sabe mi vida como tal, solo Dios y yo. Las personas que conocen un fragmento de ella la mayoría no lo creen, en este momento tengo la oportunidad de revelar mi verdadera historia, lo que realmente se siente al vivir con Cristo y un don en especial que solo te lo da Dios.

Yo soy Maukari Barrios y esta es mi historia