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Capitulo XXXII La Guerra Espiritual


Leí aquella palabra que Dios me había dado la noche anterior y luego parpadeé para darme cuenta que estaba orando, él estaba quebrantado, dejando correr sus lágrimas al igual que su hermana, mi madre oraba fuertemente. Yo no sabía que había ocurrido o como de leer la palabra pasamos a estar en este estado, por lo que yo veía, había pasado algo que yo no recordaba o simplemente Dios no me permitió ver y recordar.

Levanté mi mirada hacia José Antonio y pude ver al mismo hombre encapuchado vestido de negro, pero esta vez, tenía una capa negra que lo cubría por completo. Este ser levantó la cabeza dejando ver su rostro, la cual era una calavera, un esqueleto que pareció reírse detrás de José Antonio.

Empecé a reprender y echarlo fuera del hogar. Levanté mi voz con autoridad y le ordenaba que se fuera. Mi madre al escuchar que yo reprendía me siguió y una guerra espiritual se inició

-Te ordenó que te vallas, En El Nombre De Jesús, tú no tienes parte en este lugar, así que te digo sal fuera en el nombre sobre todo nombre, en el nombre de Jesús. Esta familia ya no te pertenece así que vete de una vez por el poder que Dios me ha dado. En el nombre de Jesús sal fuera- dije con autoridad

Mientras iba reprendiendo, pude ver como aquel espíritu desapareció del lugar e instantáneamente, Mairita empezó a vomitar fluido una gran cantidad de espuma y liquido amarillo. José Antonio se recostó al espaldar del sofá y mi madre siguió reprendiendo y cubriéndonos con la sangre de Jesús, por lo que esta vez la seguí

-Todo espíritu de venganza que quiera arremeter contra esta familia, este hogar, sale ahora. En el nombre de Jesús. Cubrimos con la sangre del cordero, con la sangre de Cristo este hogar, esta familia y la nuestra. En el nombre poderoso de Jesús. La cobertura de lo alto sobre cada uno de nosotros, el abrigo del Altísimo sobre nosotros y nuestros familiares, en el nombre de Jesús...- dijo ella con autoridad mientras yo la respaldaba

Mairita paró de vomitar y José Antonio parecía haberse restaurado. Quince minutos después, todos teníamos expresión de cansancio, como si hubiésemos corrido un maratón, pero el nuevo semblante de José Antonio era lo que me alegraba, veía como su mirada volvía hacer la misma que infundía paz y serenidad. Me despedí de él y regresé a casa con mi madre. Cuando iba en camino, me sentía mareada, todo a mi alrededor me daba vueltas, tambaleaba mi cuerpo de un lado a otro, tanto que tuve que sujetarme del brazo de mi madre y le dije como me sentía. Ella me sostuvo por un brazo y lentamente llegamos a casa de la hermana Iria (líder del equipo de intersección de la iglesia). La hermana al vernos se acercó a nosotras y le conté lo que había sucedido. Ella colocó su mano sobre mi cabeza y mi madre en mi espalda, ambas empezaron a orar y a ministrarme para darme fuerzas y poder continuar, yo las respaldaba en oración. Cuando terminaron, mi mareo había desaparecido y me sentía mucho más relajada.

-Mami ¿qué fue lo que pasó después que leí?- le pregunté a mi madre un poco confundida por lo que había pasado

-Dios habló a través de ti o mejor dicho te tomó para hablar, pero no me permitió escuchar las palabras que les diste, las oí pero no pude prestar atención, algo me lo impedía, pero Mairita si escuchó todo al igual que José Antonio. Después de eso empezaste a orar ¿en verdad no recuerdas nada?

-Solo sé que leí y de pronto estaba orando, tu reprendiendo, Mairita llorando y José Antonio también-

-Quiere decir, que la palabra era únicamente para ellos- me dijo mi madre con dulzura y restándole importancia

Dos semanas después, las damas programaron una semana de ayuno continuo. Yo fui toda la semana, pero el día jueves, me levanté un con un sentimiento de preocupación, tristeza y desánimo. Ese día tenía la responsabilidad de dar la enseñanza, yo me arreglé para bajar a la iglesia, pero antes de irme, reprendí lo que estaba sintiendo, ya que incluso se me hacía difícil sonreír.

El ayuno comenzó y todas oramos, cantamos, leímos la palabra y luego empezaron los testimonios. Cada una contó una experiencia resiente y la forma en que Dios las había ayudado. Mi madre llegó un en ese momento y también contó el suyo. De repente sentí que mi pecho se apretó demasiado y me estomago se comprimió, sentía ganas de llorar y salir corriendo, pero comencé a reprender, sabía que eso no era mío, no me pertenecía, ya que no tenía ningún motivo por el cual me sintiera así. No había pasado un minuto cuando Mairita dio un enorme suspiro, se colocó la mano en el pecho y levantó la cabeza. Cuando ella actuó de esa manera, lo que yo sentía, menguó, aun lo sentía, pero no con tanta intensidad.

Mairita, se colocó una mano en la frente tapando sus ojos y de pronto empezó a llorar con dolor, yo empecé a sentir como mi pecho nuevamente se apretaba y unas ganas de no querer seguir viviendo me invadió.

-"Dios mío ¿qué me está pasando? Ayúdame. Dame una respuesta"- pensé con desesperación

Todas nos colocamos alrededor de Mairita para saber que le sucedía, estábamos muy preocupadas por lo que estaba pasando

-Ay hermanas.... Oren por José Antonio.... tengo un dolor en el... corazón- dijo Mairita en medio del llanto

Comenzamos a orar y reprender, colocando las manos sobre ella, ministrando por José Antonio.

-"José Antonio estaba en la cocina de su casa y su madre detrás. Ella parecía adentrarse molesta a su habitación, mientras él seguía allí. Él tomó un cuchillo para rebanar carne y detrás de él apareció aquella calavera de la misma manera que el día que fui para allá. Esta calavera empezó a carcajearse mientras lo veía, como se apuntaba el pecho"- Abrí mis ojos y caí de rodillas frente a Mairita, llorando por lo que había visto y sentía en ese momento.

A mi lado sentí como Esthefany, la única niña de doce años que estaba en ese momento, cayó en la misma posición y actitud que yo. Mi madre y las hermanas nos levantaron diciendo que todo estaba bien, pero cuando me levanté, sentí como una fuerza mayor tomó el control de mí

-No aún no está bien. Vayamos a su casa ahora, es urgente. Tomen la llave, cierren el templo y vámonos- dije con autoridad

Me sentía completamente fuerte y dispuesta a enfrentarme con lo que fuera. Las damas obedecieron las órdenes y empecé a caminar adelante, dispuesta a guerrear y sin mirar atrás. Cuando nos detuvimos frente a su casa, giré a mi cabeza para ver a mis acompañantes y pude ver como todas venían una a al lado de la otra con porte de guerreras, dispuestas luchar. Volví a mirar al frente y sin que nadie me lo pidiese entré. Los dos niños de Mairita estaban dentro.

-Maikol, Angely vallan a su casa con Esthefany y ninguno regrese hasta que les digamos- les ordené, mientras las demás entraban a la casa y José Antonio salía al frente. Maikol me miró asustado dejando correr algunas lágrimas, tomando a su hermana de la mano y Esthefany me miró desconcertada, pero se fue junto con ellos

Estando afuera, me fui al porche y me acerqué al equipo. Mi madre se acercó y le dijo la razón de nuestra visita repentina, luego le dio unas palabras. Después habló Johana (la madre de Esthefany) y luego Mairita. Cada una dijo las palabras que Dios les colocaba en ese momento. Tanto así que hicieron llamar a la madre de él, que ambos se dieran un abrazo genuino y se dijeran lo que en verdad sentían le uno por el otro. José Antonio le pidió perdón por muchas cosas lleno de lágrimas, al igual que ella a él. Luego de eso, ella se adentró en la casa y él se sentó en todo el medio en uno de los sofás. Empezamos a orar y a reprender todo espíritu de muerte que quería atacar la vida de José Antonio y posarse en ese hogar.

Yo me encontraba reprendiendo, pues allí estaba aquel espíritu detrás de él, riéndose de la situación. Sabía que las damas lo podían sentir, pero nadie más que yo lo veía.

-Ya déjalo en paz, te dije que te fueras en el nombre de Jesús. Su vida no te pertenece, porque él es Hijo del Rey de Reyes y Señor de Señores, es hijo de Dios y está cubierto con la sangre de Cristo, así que vete de una vez en el nombre de Jesús. Dios me dio la autoridad, así que sal fuera de este hogar y de la vida de José Antonio, en el nombre de Jesús. Espíritu de Muerte te vas ahora, en el Nombre de Jesús...- reprendí fuertemente

De pronto me encontraba levantándome del suelo, de enfrente de él. Yo estaba de cuclillas en el suelo y aquel espíritu ya no lo podía ver. Me sorprendí de nuevo al verme allí, no sabía en qué momento pasé de estar reprendiendo entre el equipo a estar de cuclillas frente a él. Dios lo había vuelto hacer, me volvió a usar para hablarle solamente a él. Podía escuchar a las damas orando alrededor de nosotros. Cuando me levanté sentí como mis piernas temblaron, todo giraba a mí alrededor, mi estómago estaba revuelto y pedía limpiarse inmediatamente. Corrí hacia la planta más cercana y empecé a vomitar. Johana me tomó por un hombro, mi madre por la cintura y Mairita por el otro hombro. Lo que vomitaba era horrible, podía ver como salía espuma amarillenta de mi boca y olía asqueroso, pero al parecer nadie lo notó, yo solo quería botar todo lo que estaba allí. Mairita, Johana y mi madre, oraban y reprendían, pidiendo que todo lo que no me pertenecía saliera en el Nombre de Jesús.

Después que boté todo, me sentí mejor, pero luego vi como Johana empezó a llorar, hablar en leguas que nadie entendía y luego a temblar. Mairita la tomó por las manos y empezó a decirle algo que no entendíamos, ambas se pasearon por todo el porche saltando y hablando en lenguas. Todos seguimos orando fuertemente, reprendiendo todo espíritu de venganza que quería venir arremeter en contra nuestra y para que Dios siguiera derramando su gloria. De pronto Johana corrió a la planta más cercana y también vomitó.

Todas seguíamos en aquella guerra y comunión con Dios. Cuando vimos que todo se estaba calmando, comenzamos a cantar

-Aunque el diablo quiera no me moverá

Aunque el diablo quiera no me moverá

Soy como árbol junto a corrientes de aguas

Y no me moverá

Y no

Y no

Y no me moverá

No, no, no. No

No me moverá

Soy como árbol junto a corrientes de aguas

Y No me moverá- Cada verso que pronunciábamos, sentíamos como las fuerzas venían ante nosotras y nos tomaba por completo.

Al terminar, todas se sentaron, pero yo sentía que algo no estaba bien. Aún faltaba, ese no era el final. No había pasado más de un minuto cuando Esthefany que había llegado cuando estábamos cantando, se sentó al lado de José Antonio, ella lo abrazó, pero él sintió algo extraño al igual que yo. Algo no estaba bien en ese abrazo, así que él rápidamente se la quitó de encima y ella dio un grito completamente horrible, haciendo que José Antonio se levantara instantáneamente y ella lo mirara con burla y odio. El espíritu que yo había visto había regresado y se posó en ella. Aquel demonio quería matar a José Antonio a como diera lugar

Todas nos colocamos en posición, rodeándola por completo y empezamos a reprender fuertemente. Ella buscaba con la mirada a José Antonio. Él se había apartado a una esquina, lejos del lugar. Mairita, mi madre y Johana tomaron por los brazos a Esthefany, tratando de levantarla, pero estaba completamente pesada. A medida que todas nombrábamos el nombre de Jesús, ella se retorcía y aprovecharon de levantarla hasta sacarla del sofá y llevarla al centro.

Me uní a Mairita, Johana y mi madre quienes luchaban para apartarle los brazos de al lado de su cuerpo. Yo seguí reprendiendo, al igual que todas las demás, me coloqué detrás y la tomé por ambos brazos. Estaban completamente pesados, era difícil mantenerlos cargados, a pesar de que tres personas los sujetaban.

-Te dije que salgas ahora y déjala libre en el Nombre de Jesús, estás vencido, no podrás hacer nada porque todos los que estamos en este lugar, estamos cubiertos con la sangre de Cristo, así que sal fuera y déjala libre ahora, en el nombre de Jesús, ella es hija de Dios así que suéltala- reprendíamos con autoridad

-Clama el nombre de Jesús. Clama la sangre de Cristo- decía mi madre una y otra vez

De pronto ella empezó a llorar y a proclamar el nombre de Jesús hasta sentirse completamente libre. Las damas de alrededor, reprendía todo espíritu de venganza y nos cubrían con la sangre de Cristo. Cuando la escuché sabía que ya había vuelto y el espíritu se había ido. Así que comencé a cantar

-La sangre de Cristo tiene poder

Tiene poder, tiene poder, tiene poder

La sangre de Cristo tiene poder para libertar

Yo estoy debajo de la sangre

Tú estás debajo de la sangre

Todos estamos debajo de la sangre

Debajo de la sangre

Debajo de la sangre, debajo de la sangre de Cristo el Rey-

-Hermana soy yo otra vez- dijo Esthefany al ver toda la escena a su alrededor

-¿Si eres tú? A ver dime algo- dijo mi madre en forma de juego, pues sabía que ya todo había acabado

-Tengo hambre- dijo Esthefany entre risas de alegría

Todos estábamos felices por la gran victoria, fue una fuerte guerra, pero logramos vencer, estábamos cansadas pero en victoria. Le pedimos a José Antonio que dijera como se sentía y al verlo me sentía demasiado alegre, podía ver la gran diferencia a la primera vez que fui a hablar con él, esta vez él resplandecía, se le notaba completamente renovado y con fuerzas de seguir avanzando, el gozo que se le veía era completamente inexplicable. Terminamos el ayuno allí y ese día entendimos el verdadero propósito del mismo. El ayuno es para romper cadenas de maldición y ese día era lo que habíamos hecho. No sentíamos completamente increíbles.


"¿No es antes el ayuno que yo escogí, desatar las ligaduras de impiedad, deshacer los haces de opresión, y dejar ir libres a los quebrantados, y que rompáis todo yugo?"

La Biblia: Isaías 58:6

"Entonces nacerá tu luz como el alba, y tu salud se dejará ver presto; e irá tu justicia delante de ti, y la gloria de Jehová será tu retaguardia"

La Biblia: Isaías 58: 8

"Mas este linaje no sale sino por oración y ayuno"

La Biblia: Mateo 17:21

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