Capitulo XX Mi Primer Año en La Secundaria y La Guerra Inicia
Me levanté del suelo y sentía como mis piernas temblaban y una sonrisa enorme no se me borraba del rostro. Luego de la predicación, nos llamaron a todos para adelante, a cada uno nos ministraron, cuando llegó a mí, comenzó a orar y una calidez suave entraba en mi cuerpo y me erizaba la piel, se sentía tan bien
-Te veo reprendiendo, sacando demonios de los cuerpos, liberando las almas, estás llena del Espíritu Santo. Muchos vendrán y serán libres, eres una intercesora. Tú ministerio se está revelando, el proceso será duro, pero lo vas a lograr, te vas a enfrentar a la misma muerte y Dios te dará la victoria- dijo Dios a través de aquel predicador en mi oído
Esas palabras hicieron que mi corazón se acelerara y algo dentro de mí se activó. Empecé a llorar, y a brincar al mismo tiempo, no sabía lo que tenía pero lo que sentía era inexplicable, de pronto deje de brincar y mi llanto cesó a un lloro en silencio.
-Llénala más. Llénala. No tengas miedo porque yo estoy contigo...Espíritu Santo llénala- dijo él en mi oído, para luego sentir como me desvanecía en una brisa fresca que acariciaba mi cuerpo
Cuando abrí mis ojos, estaba en el suelo, algunas personas se encontraba tiradas en el mismo, como si estuviesen teniendo un hermoso sueño. Emily me ayudó a levantarme me abrazó fuertemente, dejando correr algunas lágrimas de sus ojos y haciendo que yo dejara fluir las mías. La felicidad, el gozo y la alegría que sentía era completamente inexplicable, saber que Dios se movió y derramó su presencia como quería, era algo de celebrar. Sabía que no era la única que estaba así, varias personas estaban en mi misma condición. El Espíritu Santo de Dios se movió como realmente deseaba, todo el protocolo y el programa que teníamos del servicio lo tiró a la basura e hizo su propio programa.
-"Si el Espíritu Santo se mueve así y haces sus programas de esta manera, pues que lo haga siempre, porque realmente me gustó"- pensé a medida que caminaba hasta mi casa con Emily y mi hermano, quien había llorado de alegría toda la noche.
Algo había cambiado en mí, ya no podía mentir, ni quería hacerlo y me gustaba haber cambiado eso
Días después regresó mi padre solo, y dejó a mi madre al cuidado de mis tías por un instante, necesitaba buscar la ropa de mi madre y ver como estábamos. Ese día fue tranquilo, pero cuando me fui acostar, me encerré en mi cuarto. De pronto quise salir pero la puerta no se abrió, volví a intentar pero tampoco funcionó
-"No de nuevo, por favor"- pensé mientras sujetaba la manilla y apoyaba mi frente en la puerta
-Papi, me quedé encerrada ¿me podrías sacar?- dije de lo más tranquila, no sabía por qué pero estaba en paz
Pero mis palabras no le dieron paz a él, sino que se desesperó por sacarme. Escuché como a la manilla de la puerta la golpeaban fuertemente y más atrás sentí que algo cayó al suelo. Allí duré dos horas esperando, así que jugué, canté y seguí esperando.
-Maukari, papi no te puede sacar, te vas a quedar encerrada para siempre- me dijo mi hermano del otro lado de la puerta mientras los golpes de metal continuaban
-César, si la voy a sacar- dijo mi padre con voz de frustración
-No es cierto. Mi tío la sacó del baño con mucha paciencia y sin romper la manilla. Tú ya la rompiste y ahora no podrá salir- dijo mi hermano
-César, pásame mi biblia, que ya tengo sueño- le dije, recordando que mi biblia la había dejado afuera
Él, como pudo, me pasó la biblia por debajo de la puerta. Leí lo que me tocaba y luego oré, apague la luz y me acosté. Solo pude descasar mis ojos, ya que el ruido en la puerta no me dejaba dormir. De pronto escuche a mi hermano decir
-¿Vas a tumbar la puerta como un árbol?-
Más atrás de eso escuche como si estuviesen talando un árbol y luego un golpe fuerte me hizo abrir mis ojos. Mi padre encendió la luz. Por suerte la puerta estaba intacta, tenía un enorme hueco donde debería ir la manilla. Mi vista se dirigió a la mano de mi padre, la cual estaba ensangrentada
-Sí, libertad para Maukari. Papi se rompió la mano con el serrucho tratando de sacarte- dijo mi hermano como si hubiera visto algo impresionante
Al día siguiente mi padre se fue para buscar a mi madre. Ambos llegaron a los tres días, mi madre se veía bastante débil, tenía una bolsa colgando desde su interior hasta afuera. Me asusté, sabía que ella estaba mal, pues esa palidez, debilidad que le daban por dos semanas cada mes no era normal, pero ahora se veía peor, el lado bueno es que era para nunca más estar así. Entre mi padre, Emily yo, nos encargamos de cuidarla para atenderla en todo momento, con cualquier cosa que necesitara. Esa vez no viajamos, le dedicamos el 90% a mi madre y el otro 10% a la iglesia.
Mi padre siempre la hizo feliz, ella no podía hablar, por lo que tenía un cuaderno donde escribía lo que sentía, quería o necesitaba. Al pasar un mes, ella pudo hablar, le quitaron aquella bolsa que llevaba por nombre sonda y ya estaba caminando, lentamente pero lo hacia
Llegó el día de mi cumpleaños y presentía que algo sucedía entre mis padres, ellos hicieron todo lo posible por no hablar o demostrar algo delante de nosotros, pero lo que no sabían era que nosotros como hijos sabemos cuándo algo no está bien entre ellos. Ellos me despertaron como siempre, pero la verdad es que no quería nada y menos con ellos así. Nos fuimos en un viaje de hora y media para Ojeda, pero por ser domingo todo estaba cerrado y nadie pronunció ni una sola palabra, ni estando allá, durante el recorrido o el viaje, parecía como si fuéramos una familia de mudos.
Cuando llegué a casa, solo me acosté, ellos querían llevarme a comer pizza pero decidí quedarme en casa.
Ya habíamos iniciado las clases, era mi primer año en secundaria y ninguno de mis compañeros quedó conmigo y desde que me presenté, todos me miraron como si fuese un bicho raro, trataba de hablar con ellos, pero era en vano, así que preferí no hacerlo. Cada vez que salía de clase me iba con Elí y ambos conversábamos todo el tiempo hasta que algún profesor entrase con nosotros.
A los profesores, al parecer les parecí agradable, más que era la menor y la más pequeña de todos. Pero había una en particular a la que no le agradé en lo absoluto, se llamaba María Molina. Ella era la madre de uno de los emo y no lo sabía. Su hijo estudiaba segundo año de secundaria y era uno de los más fuertes.
La profesora apenas me vio no le agradé, hizo todo lo posible por reprobarme, pero el día que me enfrente con ella, lo negó todo, le conté a mi madre y ella habló con la coordinadora de secundaria.
La coordinadora de secundaria me llamó y me dijo que hiciera un acta donde especificara la actitud de la profesora y que tuviera la firma de todos mis compañeros de clases. Yo obedecí a su orden, les conté a mis compañeros y todos firmaron, pero con lo que no contaba era que después de entregar el acta, la profesora María Molina llamó a la coordinadora de secundaria delante de todos mis compañeros y comenzó hablar
-Yo no me esperaba de que me hicieran esto, he sido muy cordial y considerada con todos ustedes, siempre los he ayudado y aun así me hacen un acta donde dice que no lo soy...- ella continuó hablando
Yo la miré a los ojos y de pronto me perdí en sus ojos negros oscuros. Fue como si me hubiese introducido en ellos
-"Había un enorme mesón rodeado de velas y velones, cuatro hombres vestidos de negro con una capucha que cubría sus rostros estaban alrededor del gran mesón, un hombre que vestía igual pero este tenía una rama de árbol en la mano se acercó al mesón y comenzó a azotar a alguien que estaba acostado en él. A medida que la golpeaba con la rama está gritaba, eran gritos de una mujer. Me acerqué un poco más para saber quién era y cuando pude ver el rostro de la persona acostada era la profesora María Molina"- Parpadeé con brusquedad y me recosté al espaldar de la silla de la misma manera
-No profesora, a nosotros no nos dijeron el motivo del acta. Nos obligaron a firmar. Revóquela, porque nuestras firmas están allí porque nos engañaron- dijo uno de mis compañeros delante de todo el salón haciéndome entrar en razón
-Es cierto, nos obligaron- alegaron todos los demás
-"Que esperaba, todos me odian y es obvio que se pusieron de acuerdo con la profesora para hacer esto"- pensé
Mi corazón no paraba de palpitar a gran velocidad, me sentía mal, solo quería salir de allí y desmayarme en cualquier otro sitio, sabía que a nadie le caía bien, pero eso no me preocupaba ahora, lo que vi era lo que me tenía tan mal. No pronuncié palabra alguna mientras estuvo la coordinadora allí con la profesora.
Cuando llegó la hora de salir de esa clase fui la primera en hacerlo, pero de pronto dos de mis compañeros de clases me detuvieron. Estaba preparada para escuchar lo que iban a decir pero ese no era el momento, venia la clase de deporte pero mi cuerpo aún se encontraba en estado de shock
-Maukari. Queríamos que supieras que nosotros te apoyamos en lo que hiciste pero eran 28 contra tres, por eso no dijimos nada- dijo Nelyimar
-Sí, la profesora de literatura es una bruja- dijo José
Cuando escuché las palabras de José, aquella visión se me vino en mente de nuevo por lo que solo respondí
-No importa-
Y luego salí corriendo de allí, sentía que estaba a punto de colapsar y algo me iba a dar. Alguien me tocó el brazo cuando iba cruzando el portón que separaba a los del primer y tercer año con el patio trasero
-Maukari ¿te sientes bien estás muy fría y pálida? Si quieres llamo a tu mamá- era Elí quien me tomó el brazo después de tocarlo
-No, estoy bien. No te preocupes- le respondí para luego dejarlo allí
Cuando salí, Nelyimar me llamó, el profesor de deporte había llegado y estaba empezando la clase en la cancha. Corrí hasta allá y comencé a dar las vueltas a la cancha caminando y uniéndome a la columna de estudiantes que lo hacía, cuando el profesor tocó el pito para que empezáramos a trotar, mi corazón se volvió acelerar y en mi mente solo veía aquella visión. Cuando acabó la clase le di gracias a Dios, pues era la última
Corrí hasta donde mi madre, mantuve la cordura y al salir de la secundaria le conté todo lo que había sucedido y visto, mi madre se asombró por todo y dijo que tenía una fuerte lucha con su hijo, pues era bastante difícil y la mayoría de las veces no era el mismo
Ese día había servicio en la iglesia, así que aproveché y le conté al pastor, él me dijo que empezara a orar fuertemente por ella y cuando se presentase la oportunidad y el tiempo de Dios le contara a la profesora lo que había visto.
Mi lucha era constante, mis compañeros solo me buscaban por puro interés y luego se iban, los únicos que me apoyaban era Nelyimar y José. Cuando salía veía a Elí que era el único que me reconfortaba cada vez que salía de clases, siempre me complacía en todo y me escuchaba. Cada vez que tenía clase de literatura oraba y me cubría con la sangre de Cristo.
A mitad del año, hubo una semana en la cual no tuvimos casi clase, así que me paseaba por las otras secciones de primer año o me iba con mi madre. Sin embargo un día jueves de esa semana había una obra de teatro en una de las secciones de primer año con otra profesora de literatura, en la puerta estaba uno de los estudiantes que me llamó la atención, me pareció bastante lindo, así que me acerqué y le pregunté qué hacía y de allí surgió una conversación hasta que le tocó entrar porque era su turno de salir en la obra. Fue la primera vez que mi corazón empezó a latir por alguien, pero lo ignoré, tenía cosas más importantes en ese momento.
Al día siguiente conversé todo el día con Elí sobre temas sin importancia y a alguno que otro con importancia. Después me fui con mi madre quien se encontraba en la Coordinación de Segundo Año con las profesoras y la coordinadora. Todas estaban trabajando para reducir la población de emos. De pronto una de ellas se asoma a la ventana y mira hacia abajo y dice que va a buscar a Débora.
Cuando subieron vi que Débora era una chica emo de las fuertes, traía una gorra, a la cual las profesoras le ordenaron que se quitara, pero al hacerlo, ella cambio su mirada y expresión por odio. Mi madre le ordenó sentarse enfrente de ella y yo me encontraba a su lado. Mi madre empezó hacerle preguntas sobre que veía, lo que le gustaba y que hacía. Ella empezó hablar y cada cosa que decía era completamente aterrador para muchos, pues decía algo sobre películas de conjuros, sangrientas, que le gustaba escribir al revés porque así adoraba a quien quería. Se veía que estaba hablando para meter miedo en todas. Mi madre observó que en el brazo de la chica había una enorme cortada con otras más pequeñas que atravesaban en perfecto orden la gran cortada.
Mi madre la tomó con delicadeza por el brazo y esta se empezó a retorcer como si algo a quemaba, su expresión de burla cambio por una de miedo y dolor por lo que empezó a gritar
-¡¡No, no. Suélteme, suélteme. No, no, no!!-
Voltee a ver a las profesoras y todas estaban asustadas. Mi madre empezó a hablarle con suavidad pero sin soltarla y comenzó a preguntarle por esa gran cicatriz, Débora comenzó hablar diciendo que se había caído y con la acera se cortó, luego lo cambio por un alambre de púas, pero nunca dijo la verdadera razón. La coordinadora de segundo año empezó hablarle, buscando la manera de que ella dijera algo acerca de las cortadas, pero no pudo.
De la nada Débora empezó a llorar pidiéndole a mi madre que la ayudara, porque no podía salir de lo que estaba haciendo, que había tenido un horrible sueño donde la mataban en un sacrificio, ella sabía lo que tenía que hacer pero no podía. Entonces mi madre oró con ella, yo seguía reprendiendo, desde que llegó hasta que se fue.
Cuando lo hizo, las profesoras dieron un enorme suspiro diciendo que desde que esa chica empezó hablar querían salir corriendo, pero no lo hicieron porque nosotras estábamos allí, de alguna manera le dimos fuerzas para que se pudieran quedar, eso me dio fuerza y fue como una señal diciendo que ya era hora de enfrentarme a la profesora de literatura María Molina. Ya toda mi familia y en la iglesia habían orado por ese momento, así que tenía que tomar fuerzas para hacerlo.
"Porque no tenemos lucha contra sangre y carne, sino contra principados, contra potestades, contra los gobernadores de las tinieblas de este siglo, contra huestes espirituales de maldad en las regiones celestes"
La Biblia: Efesios 6:12
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