Capitulo X Una guerra Espiritual y el Inicio de Un Viaje Inolvidable
De pronto todos gritaron al unísono, de forma aterrados y volvieron corriendo a sus aulas de clases y yo me volví a arrinconar, mientras los veía subir, luego de eso me asomé hacia el escenario y vi como las misma personas que habían puesto el equipo de sonido, lo quitaban a toda velocidad y salían corriendo de allí, busqué por todas partes a ver que los había asustados pero no vi nada, no se encontraba nadie en el lugar, solo algunas aulas de clases con los estudiantes que estaba en reparación y los profesores. Me sorprendí, le di gracias a Dios de que todo haya acabado y bajé de nuevo las escaleras para encontrar a mi madre en el aula de clases. Ella tenía expresión de cansancio y sorpresa al igual que mi persona
Me empezó a contar que mientras estuvo allí aparecieron dos jóvenes que no conocía, se sentaron a su lado y el que parecía mayor comenzó hablar, mientras el otro solo observaba, decían algo de que él tenía 20 años y estudiaban en la universidad del Zulia, que la persona de su lado pronto saldría de bachiller y lo seguiría a él, todo esto lo decía de forma retadora, pero de pronto dijo:
-Sabes si yo digo que tú vives 100 años, lo vives-
-El único que tiene poder sobre la vida y la muerte es Jesús de Nazaret- le respondió mi madre con autoridad, provocando que este bajase la cabeza de golpe y de pronto la música empezó asonar en el escenario
-¿Le gusta la música profesora?- dijo él en tono de burla
-No, yo sé que en el nombre de Jesús ellos van a callar y saldrán de allí- le dijo mi madre manteniendo la autoridad, provocando la misma reacción anterior en el joven
-Colóquele el 10 para que pase- dijo él refiriéndose al único estudiante que quedaba presentando
-No, porque yo le coloco la nota que se merece. Ahora te ordeno en el Nombre de Jesús que te vallas de este lugar y no vuelvas- dijo mi madre con mayor autoridad, haciendo que ambos se levantasen de repente y salieran del lugar espavoridos
Después de eso, ella comenzó a reprender para que quitaran la música y todos los niños que estaban allí regresaran sus aulas tranquilamente. Cuando me contó lo que le sucedió, yo le conté lo sucedido conmigo, ambas habíamos luchado contra el espíritu maligno que se encontraba en ese lugar y gracias a Dios se fue, dejando a todo el mundo en paz y libre.
Luego de terminar las reparaciones, fuimos primero a Valera-Trujillo a visitar a mi abuela, ella estaba muy enferma y ya no podía caminar, estaba en silla de ruedas, a mí me dolía verla así, pues siempre le gustó hacer muchas cosas, cocinaba, alimentaba a todas las aves de su hogar, las cuales eran muchas, regaba las plantas y regresaba a su habitación, pero ahora no podía hacer nada de eso, solo pasear con su silla por la casa. Mi tía Fernanda se mudó con su esposo para cuidar de mi abuela.
Por mi parte, me encantaba pasar tiempo con ella, siempre me acostaba en su cama a su lado para que me contara todas sus grandes historias, cuentos, leyendas, mitos y su historia de la infancia.
Cada vez que la veía no podía evitar recordar aquella vez cuando tenía cinco años, ella me llevó a ver todos los terrenos y lagunas que había comprado con su esposo para que sus hijos la trabajaran y vivieran allí, mi madre nos acompañó ese día
-Cuidado abuela- le decía muy preocupada de que resbalase en la bajada
-Cuidado mi estudiante- me decía con su gran sonrisa
No había pasado mucho tiempo de estarnos cuidando entre nosotras cuando ambas resbalamos y caímos cuesta abajo por el camino, mi madre se preocupó por las dos que corrió hasta nosotras y al ver como mi abuela y yo reíamos sin parar, soltábamos una carcajada imparable, que mi madre no le quedó de otra que unírsenos y reír con nosotras. Para mí, mi abuela era la mejor, a pesar de no poder caminar, ella me hacía feliz cada vez que me contaba sus historias y de la manera que conversábamos era lo mejor, yo no quería regresar a casa, pero aun así me fui con mis padres.
Nos fuimos de vacaciones y antes de ir a Caracas, pasamos por Mérida con Emily, mi padre, madre, hermano y mi tío Luis (el tío de mi madre), él se había ido ese año por primera vez a mi casa, ya que mi madre lo llamó para que nos colocara la cerámica en la casa, él era demasiado serio y muy seco, no sonreía para nada, pareciera que vivía molesto con su vida, yo discutía siempre con él por todo, pero días después de haber llegado recibió a Jesús en su corazón y al mismo tiempo cambio su amargura por alegría, tanto que dejó sorprendidos a todos y pareciera que al hacer la oración le hubiesen dado una pastilla para que su infancia volviera, ya que parecía un niño con un regalo, él realmente había cambiado y meses después se bautizó.
Estando allá, recuerdo lo feliz que estaba de haber llegado a la Laguna Mucubají, disfrutamos quince minutos en el lugar y luego nos adentramos por un camino. Como estaba muy emocionada comencé a correr cuesta abajo, no sentía frío a pesar de que la temperatura estaba tres grados centígrados. Al llegar, mi padre nos comenzó a contar historias de terror sobre la laguna y tres horas después la niebla bajó y se empezaron hacer olas en la laguna. Emily al ver esto salió corriendo haciendo que nosotros la siguiéramos para que no se perdiera pero cuando iba en camino, el frío empezó a penetrar mis huesos y mi respiración se dificultó, ya casi no podía respirar, la niebla era densa y mi cuerpo se estaba empezando a parar, Mi padre se detuvo con nosotros por mi estado, mi madre me tomó y dijo que caminara dos pasos hacia adelante y uno atrás, respirara profundo y repitiera la misma operación, mientras mi tío Luis se fue a buscar a Emily.
Cando logramos salir de la densa y fría niebla, nos encontramos con mi tío y Emily en la laguna Mucubají. Entramos en una cafetería y comimos, luego salimos de allí a esperar un autobús que nos llevase de regreso a Valera, ya que al día siguiente nos iríamos a Caracas.
Ya estaba oscureciendo, las personas se acumulaban en la parada, los buses no pasaban y yo me congelaba de pies a cabeza. Estando allí vimos a dos asiáticos pelearse y mi hermano por ser de cuatro años repitió las palabras que dijeron los asiáticos en su idioma y provocando que volteara a vernos, yo me encontraba sentada en el escalón de la parada y al ver eso metí mi cabeza entre las piernas, ya que ellos nos lanzaron una mirada asesina
-César ¿por qué hiciste eso?- pensé con vergüenza, mientras los demás se reían de lo que mi hermano había hecho, incluyendo las personas que teníamos alrededor
-Cé...sar... res... pe... ta- fue lo único que alcancé a decir, pues el frío lo tenía hasta los huesos y no sentía ni los dedos o la nariz, la temperatura ya estaba a dos grados bajo cero centígrados
-Maukari debes hacer como el cuento del zancudo que se quedó dentro del congelador y decir: no me voy a congelar, no me voy a congelar, no me voy a congelar- dijo mi madre en forma de juego, mientras hacía tijeretas con el cuerpo, al verme tiesa como paleta y no recibió respuesta, pues tenía tanto frío que no podía casi ni hablar o moverme
-Si el autobús no llega pronto, moriré congelada- pensé de nuevo, pues no podía pronunciar palabra alguna
Cuando llegó el autobús y me levanté, sentí como todo mi cuerpo traqueó y me dolió bastante, pero no hice más que quejarme de dolor, después de subir sentí como todo el aire frío entraba, las ventanas estaban abiertas y no se podían cerrar.
-Moriré aquí. Dios perdóneme si te ofendido en algo o me porté mal en algún momento, estoy en tus manos. Si muero congelada, recíbeme en tu reino- pensé, él frío se sentía peor que cuando estábamos en la parada y el viento golpeaba mi rostro dejándolo casi inmóvil
Cuando llegué a Valera, sentí como el calor se apodero de mí y era un gran alivio, se sentía muy bien un poco de calor. Llegamos a la casa de mi abuela y lo primero que hice fue saludarla, aun temblaba de frío, cené con todos recordando la manera en que Emily corría y lo único que se veía era su cabellera rubia en medio de la niebla. Después de eso nos prepararon un té caliente que por primera vez lo disfruté, ya que no me gustaba mucho. Me fui con mi hermano al patio para observar las aves que tenía mi abuela en las enormes jaulas donde podían volar libremente, me encantaba ver las guacamayas, loros, pericos, canarios, azulejos, gallinas y gallos montañesa o como yo las llamaba "gallinas dálmatas" porque eran negras, casi redondas y tenían todas la plumas llenas de puntos blancos en perfecto orden, además tenía gallinas con un plumaje muy divertido, ya que en su cabeza les colgaban varias plumas que parecía cabello de un rockero, a la cual yo las llamaba "gallinas y gallos rockeros", a parte de esos también había gallos y gallinas normales y enanos, patos de diferentes plumajes, gansos blancos, pavos reales y pavos normales. Mi abuela era una amante a las aves
Después de apreciar todo el refugio de aves y recibir un poco de calor, subí las escaleras, me recosté en el sofá cama que estaba en la segunda sala de estar y me quedé profundamente dormida. Cuando me despertaron, estaba en mi cama favorita, que fue la que construyó mi abuelo para ver nacer a su hijo menor. Ya eran las cinco de la mañana y tenía que irme, pero mi cuerpo estaba demasiado adolorido y cansado por el día anterior
-Maukari levántate, o si no me regreso a Mene Grande y tú te quedas sola- me dijo Emily, provocando que me levantara de una vez, pues fui yo quien le dijo que me acompañara a Caracas
Como siempre, me arreglé con flojera y mi cansancio no ayudaba, pero aun así logré hacerlo y de nuevo recibí el regaño de mi madre por tardarme tanto.
Llegamos a Caracas y la primera noche fue de lo mejor, en el sentido que fue bastante gracioso, ya que todos compartíamos como siempre, en pijamas contando anécdotas y jugando, ya mi tío Jhorman se había mudado dos años antes y vivía en otra parte de la ciudad. Cuando se escucharon algunos disparos por la otra calle, Emily corrió desesperada por la casa y todos corrimos detrás de ella pero para ver a donde pararía, cuando entramos al cuarto vimos que ella se metió debajo de la cama con su bata de dormir azul celeste y los pies le sobresalían, todos estallamos en carcajadas al verla y ella sale con la cara roja de la vergüenza y con sus ojos verdes mirando al suelo
-Y eso que es el primer día, vamos a ver cuánto dura- dijo mi abuelo en forma de juego y todos volvimos a estallar en carcajadas mientras ella soló una pequeña risa y se nos unió
Al día siguiente fuimos a la iglesia, Emily calló en gracia a la pastora de la iglesia donde mi abuelo se congregaba, tanto que días después le tocó dirigir un servicio y a mi madre predicar.
Pasamos una semana paseando por toda Caracas, a los parques ecológicos, zoológicos museos y acuarios, nos tomamos fotografías en todas partes y con cada animal en los zoológicos, incluso cuando a mi hermano lo persiguió un rebaño de ovejas y él corrió por todo el lugar, huyendo de las ovejas, nosotras en vez de ayudarlo solo reíamos sin parar, ninguna nos movíamos a ayudarlo, ya que la risa no nos dejaba, hasta que él se cayó y mi madre dejó de reírse y corrió hasta él para levantarlo.
Mi madre se comunicaba mucho con mi padre por el celular, él tuvo que quedarse en el Zulia junto a mi tío Luis, debido a que tenía una carrera en Maracaibo donde debía cruzar el puente sobre el lago, se estaba entrenando antes y después de ir a trabajar
Dos semanas después mi madre nos llevó a Emily, mi hermano y a mí a visitar a mi tío Jhorman a su apartamento. Cuando llegamos nos recibió mi tía Yesica y conoció a Emily, que en cierto modo era como mi hermana, cuando nos sentamos en los sofás mi tía comenzó a hablar, preguntando sobre el viaje y como conocimos a Emily, de pronto apareció mi primo favorito de Caracas o con quien me gustaba compartir y molestar en muchas ocasiones, ya que cuando Kathleen quería jugar a las muñecas, princesas o a la escuelita conmigo y Joice, yo me aburría rápido y me iba con Jhormita a jugar con su patineta, a la pelota o simplemente a molestarlo como él a mí.
-Mamá no has visto mi celu...lar- dijo él mientras se acercaba al pasillo y haciendo una larga pausa cuando vio a Emily y se le notó sonrojarse, tragar grueso y luego reaccionó de manera rápida
-Buenos Días. Bendición tía. Maracucha- dijo él volviendo a su total normalidad, con una gran sonrisa, abrazándonos a mi madre, mi hermano y a mí y molestándome con la última palabra cuando me vio
-Jhormita- le dije yo con mi amplia sonrisa de maldad, pues a él le molestaba que lo llamase así
-Jhorman, ella es Emily, la mejor amiga de Maukari y casi mi hija adoptiva- le dijo mi madre mientras él la miraba y ella a él
-Jhorman, deberías ir a cambiarte- dijo mi tía Yesica mirándolo de pies a cabeza, fue cuando él se dio cuenta que solo tenía un bóxer largo y estaba sin camisa, permitiendo que su buen cuerpo se le notase por completo y que él se le colorara todo el rostro rojo de vergüenza y se fuera de una vez a su habitación
"De manera que podemos decir confiadamente: El Señor es mi ayudador; no temeré lo que me pueda hacer el hombre"
La Biblia: Hebreos 13: 6
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro