Capítulo 9: Y así me gusta mucho
La organización de la fiesta había puesto muy feliz a la descerebrada, la tenía todos los días en casa con revistas, catálogos y tarjetas de diversos lugares que ofrecían servicios.
—Creo que pediremos los aperitivos en Capriccio, es una pastelería nueva ¿La conoces?— me preguntó.
—No lo creo. Me da igual— yo estaba revisando un catálogo de ropa, buscando un vestido.
— ¿Te parece bien un ciento de cada tipo?— preguntó.
—Sí, está bien— dije sin ánimos.
— ¿Y si pedimos que nos traigan strippers?
—Sí, está... ¿Qué?— ¿había oído bien?
—No estás prestando atención ¿Qué te pasa?— no podía ocultarle esto mucho tiempo más.
—Es que... el otro día le grité a Peeta y lo dejé botado en la carretera— Johanna me miró con lástima y se sentó a mi lado.
— ¿Por qué?
—Nos encontramos a Gale en el estacionamiento del centro comercial, empezó a molestar, ya sabes como es. Luego intentó jalarme del brazo y Peeta reaccionó mal.
— ¿Lo golpeó?
—No, pero le gritó que no volviera a tocarme, casi se pelean.
—Ilústrame. ¿Por qué estabas con tu jardinero en el centro comercial?— la miré con cara de culpa.
—Fui de compras y necesitaba alguien que llevara mis paquetes— no terminé de hablar cuando sentí un cojín en mi cabeza.
— ¡Descerebrada, mala amiga! Prefieres a tu jardinero "todo servicio" en lugar de ir conmigo— se quejó la loca.
—Johanna, es que me obligas a probarme mucha ropa— otro cojín me golpeó el pecho.
— ¡Y fuiste a comprar ropa! Ay Katniss ¡Eres mala!— gritó
— ¿Me vas a ayudar o no?— pregunté.
—Bueno. A ver vamos por partes como Jack el destripador. Fuiste con Peeta al centro comercial y se encontraron con Gale. Y los dos estallaron en celos. Gale por verte con alguien nuevo y Peeta por tu ex . Pero Peeta te defendió, no sé porque te molestas.
—Porque se toma atribuciones. No es mi novio para "defenderme".
—Tal vez. Pero yo habría hecho lo mismo si lo veo a Gale tratando de jalonearte. ¿Entonces lo botaste? ¿Al jardinero? ¿Terminaste tu romance floral?— sonrió.
—No lo sé. Le grité. Le dije que se bajara del auto pero no para que regresara caminado, sólo quería conducir yo misma.
— ¿Él conducía? Vaya— sonrió.
—Cuando Gale se fue Peeta estaba molesto y me pidió conducir, pero lo hace como un loco.
—Yo no te puedo aconsejar en eso Katniss, lo siento. Soy tu amiga pero me parece peligroso que tengas algo con el jardinero.
— ¿Peligroso? Peeta no es peligroso, es súper tierno. En serio. No es como los demás muchachos que sólo trataban de propasarse...
—No en ese sentido. Peligroso para tu corazón.
—No me voy a enamorar de un jardinero muerto de hambre, ya te dije que es solo un pasatiempo. Una aventurilla de verano.
—Ay Katniss, el destino nos juega malas pasadas. Espero que por tu bien te alejes de él ahora que estás a tiempo, luego no me digas que no te advertí— la miré incrédula.
Yo no quería a Peeta, no me importaba si esto quedaba en nada. No sería yo quien busque porque no lo necesitaba.
Llevaba una semana completa sin hablar con Peeta, él no había hecho ningún esfuerzo para acercarse a mí. Sentada al borde de mi piscina, miraba el fondo, mientras mis pies colgaban. Qué patética soy.
Esto merece medidas extremas. Necesito algo con qué espabilarme o mejor dicho alguien. Y tenía que ser a la hora del almuerzo, ya que siempre Peeta va a comer a la cocina de la casa al medio día.
Le llamé a Marvel, que en media hora estuvo en mi puerta.
Mandé a que nos sirvieran el almuerzo al lado de la piscina, Peeta pasaba por aquí.
—Hola Katniss, me alegró mucho tu llamada— Marvel traía unas gafas muy bonitas.
—Hola, oye que bonitas ¿qué marca son?— me acerqué a ver sus gafas.
—Son Carrera, modelo viajero ¿Te las quieres probar?— se las sacó y me las puso. Se veía bien, me gustaban, iba a comprarme unas parecidas para este verano.
Estaba apreciando el paisaje cuando vi pasar a Peeta muy cerca. Nos miró y agachó la cabeza.
Se supone que debía sentirme feliz. Soporté estoicamente el parloteo de Marvel. No sé porque me aburría tanto.
— ¿Vamos a dar una vuelta?— pidió mi visitante. Excelente, una caminata por la casa, a lo mejor con cruzábamos con el celoso cavernícola jardinero.
— ¿Vas a venir a mi fiesta de cumpleaños verdad?— le pregunté a Marvel
—Claro Katniss, no me la perdería por nada del mundo ¿Va a venir Hawthorne?— dijo arrugando la nariz.
—No pienso invitarlo— era mejor que mi ex se alejara un tiempo... mucho tiempo.
—Qué bueno, porque no lo soporto— se quejó Marvel. Anduvimos un rato, traté de llevarlo hacia el pequeño bosquecillo.
— ¿Cuándo vas a empezar a viajar Katniss?— preguntó. Ay eso no quería pensarlo todavía. Ni siquiera había pedido a las agencias que me envíen paquetes de viajes. Primero quería conocer el gran cañón, luego algunas cataratas y después quizás salir del país en viajes cortos de no más de un par de semanas. Papá se había mostrado entusiasmado ante mi idea, prometiendo arreglar su agenda para coincidir algunas veces. Lo único que me detenía era que no había encontrado compañera de aventuras. Johana se marcharía pronto.
—Creo que apenas termine el verano ¿Y tú?— Marvel aún no se decidía porque según él tenía demasiadas opciones.
—He decidido que haré un viaje alrededor del mundo primero. Quiero conocer muchos lugares y luego de eso entraré a estudiar finanzas— dijo presumido, me alegraba saber que por fin había decidido y un viaje le haría bien. Muy lejos de mí claro.
La tierra por dónde caminábamos estaba húmeda. Suspiré. Peeta había pasado por aquí o al menos había sido el causante. Marvel iba hablando de todos sus proyecto cuando tropezó con un pequeño arbusto y cayó de bruces.
—Estúpida planta— dijo mientras se ponía de pie. Lo ayudé quitándole hierba seca de la camisa.
—Las plantas no son estúpidas. Es la gente la que no se fija por dónde camina— Peeta estaba subido en un árbol, parecía feliz allá arriba.
— ¿Y tú quién eres?— gritó Marvel molesto.
—El que cuida las plantas— dijo todavía sonriendo. Desde donde yo estaba resaltaban sus bíceps, traía una camiseta muy gastada pero aun así se veía guapo.
—Yo no pierdo el tiempo con sirvientes. Vámonos Katniss— esperé que Marvel avanzara un poco, seguía mirando a Peeta, que parecía indiferente conmigo. Regresamos a casa sin decir nada.
Cuando Marvel se fue, no pude esperar para ir hacia mi prado. No vi al jardinero, así que simplemente me dejé caer en la hierba. Otra vez me sentía sola. Bueno, siempre he estado sola pero ahora parecía afectarme un poco más. Típico de las semanas anteriores a mi cumpleaños.
—La tierra aún está húmeda, podrías coger un resfriado— dijo muy cerca de mí.
— ¿Vas a seguir ignorándome?— pregunté sin abrir los ojos.
—No te ignoro, eres tú la que lo haces— sentí que se sentaba a mi lado, aún no me animaba a abrir los ojos para verlo..
—Eso no es cierto— dije molesta.
—Claro que sí, no habías venido por aquí estos días— parecía triste.
—No tenía porque.
—Katniss. Perdóname por favor— abrí los ojos de golpe y me incorporé hasta quedar sentada. El dolor en su voz me causó cierto malestar, como un aguijón.
—Está bien. Lamento haberte dejado en la carretera— quería que me abrazara, necesitaba sentir algún tipo de cariño.
—No te preocupes por eso, necesitaba caminar. Pensar un poco. Pero creo que todo es inútil— también se dejó caer sobre la hierba. Nuevamente me recosté pero ya no estaba triste.
Nos miramos y nos tomamos de las manos, sin decir nada. Sólo nosotros, hombro con hombro, maravillados de la inmensidad del cielo. Mirando las nubes oscuras que se arremolinaban allá arriba.
—Va a llover— suspiró Peeta rompiendo el silencio.
—Eso parece pero quizás más tarde— sonreí mirando el cielo, buscándole formas a las nubes.
—Ahora mismo. Deberíamos....
No terminó de hablar cuando una lluvia muy ligera empezó a caer sobre nosotros, como diminutas gotas pulverizadas. El cabello de Peeta se llenó de ellas y parecía arrancarle brillos a sus rubios rizos.
Me hizo frío pero no quería romper el encanto de ese atardecer.
Cuando la oscuridad nos envolvió, él se incorporó. Ya estábamos empapados y la lluvia se hacía más fuerte
—Vamos, te vas a enfermar Katniss— hizo que me levantara.
—Tengo mucho frío— no podía evitar los temblores de mi cuerpo.
—Te prepararé algo caliente, ven— fuimos a su casita, no estaba lejos. Sacó un suéter gastado y me lo puso encima. Me preparó un mate de hierbas muy rico.
Sus atenciones me tenían abrumada, me hablaba con mucho cariño, podía sentir la calidez de sus palabras. En cuanto se sentó en su cama, me acerqué y sin decir nada me senté sobre sus rodillas. Me abracé a su cuello. No dijo nada pero me correspondió, estrechándome profundamente.
Busqué amparo a mi soledad en su cálido cuerpo, mis dedos fríos se colaron debajo de su camiseta, buscando su calidez corporal. Minutos después mis palmas vagaban por su pecho y espalda. Sus labios me alcanzaron, su lengua delineó los míos y temblé ante ese contacto. Yo quería más, necesitaba todo lo que Peeta pudiera darme.
Peeta POV
—Sabes que puedes abrirme tu corazón hijo— sentí la mano del padre Plutarch sobre mi hombro. Mis músculos se tensan, creo que había estado ensimismado en mis pensamientos más de lo debido. Le sonrío cuando toma asiento a mi lado. Es domingo, día de visitas, estoy reunido con la única familia que conozco viendo jugar a Prim y a Rue.
—Sólo pensaba en lo diferente que es la vida de las personas. Aquí siempre necesitamos mientras en que otros lugares muchas cosas no se aprecian y se desperdician— intenté ser vago en mi respuesta, recordé aquellas bolsas de ropa costosa que me hizo cargar Katniss.
— ¿Y te parece injusto? Ahora vives en una mansión, debe causarte cierta... curiosidad por qué el padre celestial distribuye así las cosas.
—No es eso. No me parece injusto, sólo algo desigual. Pero quien soy yo para opinar sobre el gran plan.
—Todo pasa por una razón hijo. Déjame contarte cómo fue que oí el llamado...
Las charlas con el padre Plutarch podían extenderse por horas. Me gustaba estar en casa, con mis hermanitos. Pero había experimentado una extraña sensación de impaciencia por regresar a la casa de los Everdeen.
—Es tarde. No debería abrirte jardinero pero me caes bien— el guardián de la puerta, un rubio alto me abre sonriendo con burla. Le devuelvo una sonrisa leve y avanzo luego de agradecerle. No recuerdo su nombre, creo que ese llama Clato o algo así. Camino cabizbajo a través del jardín, sin hacer ruido. En la habitación de Katniss hay luz, aún debe estar despierta, he oído que le gusta mirar televisión hasta muy tarde. Supongo que debe ser divertido, hacer lo que uno quiere a la hora que desee. Me la imagino con esos enormes ojos grises abiertos, concentrada, haciendo gestos, gritando de miedo cuando mira algo de suspenso.
Los días pasan lento, de la gente que he visto en la casa grande, aquel joven alto de nariz respingada es quien menos me agrada. Algunas personas visitan regularmente a Katniss y me he fijado bastante en su apariencia. Una de sus amigas, es la que más simpática. No sé su nombre, pero me ha sonreído las veces que pasó cerca. Tiene el cabello negro y su sonrisa pícara me recuerda a una de las monitoras del orfanato.
Me gusta vivir en esta casa, todo es tan verde y el aroma de las flores nocturnas le da un ambiente de fantasía.
Pero Katniss no me habla. Hace días que no la veo, no viene a pasear o a buscarme. Eso es bueno para los dos. Creo que más para mí que para ella. Aunque no puedo evitar pensarla en todo momento. Cuando planto una mata, cuando podo los rosales o al limpiar el césped de hojas y flores marchitas. La veo en todos lados.
Y hoy la vi con ese muchacho al pie de la piscina. No estoy celoso, no del modo en que me sentí con el tal Gale. Lo que siento ahora es tristeza. Yo no puedo ofrecerle nada, no tengo derecho a nada y ella es tan hermosa. Cuando ríe su carcajada es como el canto de los pájaros al amanecer. Quiero atrapar los momentos en que me mira, quiero pintar su sonrisa para tenerla conmigo cuando me haga falta.
¡Katniss! Hermosa e inalcanzable como el arcoíris.
Esa tarde luego de verla marcharse con ese joven respingado, subí hasta la copa del favorito árbol de la señorita de la casa. Desde aquí se podía ver el río, el parque de la feria a donde fuimos una vez, parte de la ciudad y una colina llena de casas muy lujosas. Todo a mis pies, metafóricamente claro está.
Nunca he querido tener montones de dinero. No es una meta para mí. Lo que busco es vivir feliz, sin preocupaciones. Hacer lo que me gusta y poder sostenerme con eso. Pero ahora parece que no es suficiente. Si quiero aspirar alguna vez a que poder mirar a Katniss sin sentirme tan relegado, debo trabajar más y tener expectativas más altas.
Bajo cuando el sol se pone. No esperaba encontrarla allí, tendida en la hierba. Abandonada al ruido de las aves, con los ojos cerrados, entregada a la naturaleza.
Preocupado porque no se resfríe, la llevo a mi cabaña para prepararle algo caliente. Sin embargo, ella busca su propia forma de calentarse, desatando aquel amor ardoroso que le guardo dentro de mí. Que nace en mi pecho y me recorre las venas como lava encendida, calcinando a su paso la poca resistencia que me queda. Y cedo, a lo que sus deseos me piden.
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Este arroz ya se coció. En el siguiente capítulo verán si de verdad nuestra Katniss incendia al jardinerito jajaja
PATITO
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