Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo 46: Amamos lo que no podemos tener

KATNISS POV

Me despierto cuando siento caricias en mi mejilla. Me asusto porque no sé dónde estoy pero la imagen de dos ojos azules como un cielo de verano me calma. Mientras voy recordando como llegué a este lugar, mi mano sale al encuentro de sus cabellos rubios. Deslizo mis dedos entreabiertos en esa mata rubia tan sedosa.

—Buenos días— me dice. —¿Dormiste bien?— pregunta.

—Buenos días— respondo intentando imponer un poco de seriedad. Me separo de él y empiezo a retirar las cobijas. Hemos dormido con la ropa de viaje puesta. Mi blusa está algo arrugada. Recuerdo que le telefoneé a papá anoche para avisarle que no llegaría a dormir a casa porque había tenido una emergencia. Pero no encontré a Finnick, quizás hoy pueda hablarle.

—¿Tienes hambre? Podemos salir a desayunar es temprano, deben ser las siete. Hay una cafetería cerca de aquí...

—¿No has hablado con el padre Plutarch?— le pregunto mientras me calzo mis botines.

—Me habló hace media hora. Prim está mucho mejor, ha despertado aunque aún no le dan la noticia. Cuando lleguemos ya lo sabrá— dice entristeciendo.

—Peeta yo lamento toda esta desgracia, estoy conmovida por lo que le pasó a Rue, espero que Primrose se recupere pronto y puedan viajar a Indiana. Yo debo volver, tengo pasaje para hoy al medio día. Así lo solicité a mi secretaria ayer— le comunico.

—Con respecto a eso, abonaré el importe de los pasajes tan pronto como sepa el número de tu cuenta...— empieza a disculparse. Sé que en el momento no lo pensó por la preocupación.

—Sólo debes llamar a mi secretaria, el número es el la empresa, ella te dirá que hacer. Podemos desayunar algo y luego tengo que irme— le sonrío viéndolo aun sin peinar, desarreglado y sin zapatos. Esta es una de las cosas que más he extrañado. La dulce y pasional intimidad que solíamos tener. Al despertarnos los dos, reíamos porque él me contaba algunas cosas graciosas, yo me burlaba de su pelo alborotado y luego... era nuestra costumbre quedarnos en la cama los domingos hasta el almuerzo. Nos dejábamos llevar simplemente.

—Yo te llevo— me dice levantándose. –Déjame mostrarte un poquito la ciudad antes de irte. ¿Pasarás por el hospital?— me pregunta.

—Sí, quiero ver a Prim antes de irme. Sé que está bien, que se recuperará. Además ustedes deben estar juntos apoyándose, son una familia muy unida— le sonrío.

—No eres una extraña Katniss y lo sabes— entristece mientras busca uno de sus zapatos. Lo veo debajo de una silla y se lo alcanzo. –Gracias. Sólo quiero decirte que no estás demás aquí, tu formaste parte de la misma familia— me mira con ternura. Ay Peeta, no me lo recuerdes por favor, pienso para mí.

—Gracias— le doy la espalda y voy a mi bolso a buscar lo que sea. Tomo un peine y me cobijo en el cuarto de baño. No lo está haciendo fácil, después de todo este tiempo, sus atenciones, sus palabras dulces cargadas de sentimiento, sus miradas tiernas... me desarman. Entiendo porque me enamoré de él hace años. Lo entiendo tan bien porque causan en mismo efecto seis, casi siente años después de habernos separado. Y pensar que compartimos poco más de un año, fue tan poco tiempo. Pero para mí fue una parte de mi vida donde me sentí tan feliz. Quizás eso es lo que echo de menos, sentirme completa, dichosa y amada. Tengo a mi padre, a mi hija adoptiva y a Finnick pero jamás fue lo mismo.

Me miro al espejo, tengo un poco corrido el maquillaje de los ojos. Apenas me eche un poco de rímel ayer pero igual se corrió hacia mis ojeras. Luego de lavarme la cara me miro fijamente. ¿Qué está haciendo Katniss? ¿Te gusta sentir que tienes la felicidad tan cerca y no puedes tomarla? ¿Te gusta torturarte?

Deshecho esos pensamientos de mi cabeza para imponer la razón. Debo hacer lo correcto, Peeta es parte del pasado, parte de lo que dejé atrás. Gracias a esa experiencia es que ahora soy una mujer responsable y fuerte, trabajo sin descanso para ver a mi familia feliz.

¿Y tú? Vuelve a atacar aquella voz egoísta que llevo dentro.

¿Yo? Yo estaré bien, digo antes de salir. No encuentro a Peeta, así que termino de alisarme la ropa y acomodar mis pertenencias, le vuelvo a llamar a Finnick pero trae el celular apagado. ¿Dónde se habrá metido?

Escucho voces en el pasillo, una de ellas es de Peeta, salgo a ver y me sorprendo al encontrarlo discutiendo con Finnick. ¿Qué sucede? Ambos me miran y guardan silencio, creí escuchar que Odair le reclamaba algo.

— ¿Qué pasa? ¿Qué haces aquí Finnick?— pregunto confundida.

—Es lo que yo debería preguntar ¿No crees?— me dice con una sarcástica sonrisa. –Me preocupé por ti, tu secretaria me dijo que saliste con alguien muy apurada y tomaste un vuelo aquí. Seguí el movimiento de tus tarjetas y vine a dar a un hotel barato— se encoge de hombros. –Explícame— se cruza de brazos y estoy a punto de echarme a reír por su escena de ¿Celos? Pero entonces recuerdo la tragedia que ha caído sobre la familia de Peeta y mantengo la cordura.

—Acompañé a Peeta porque Primrose tuvo un accidente ayer. Lamentablemente Rue, su otra hermana, falleció— digo. Finnick abre los ojos y mira a Peeta.

—Lo siento Mellark, de verdad lo siento— dice avergonzado.

—Es lo que intentaba decirte, no hemos venido a...

— ¿Pensaste que Peeta y yo estábamos juntos?— pregunté elevando la voz.

—Pues juntos sí estaban ¿No?— dice Finnick como si fuera obvio. Intento verlo desde su punto de vista y creo que tiene razón.

—Hice una reserva desde el hospital a media noche, nada más quedaba esta habitación— me encojo de hombros. –Solo hemos dormido Finnick no te hagas el esposo engañado— le digo perdiendo la paciencia.

—Entonces ¿Me invitan a pasar o qué? No me gusta hacer una escena en el pasillo de un motel— respinga la nariz.

—No es un motel, pasa— le ofrezco. Cuando estamos dentro escucho a Peeta resoplar. Es extraño porque él sólo hace eso cuando está molesto y no puede hacer nada para evitarlo.

—Vine muy preocupado Katniss, no le dije a tu padre...

— ¿Y con quién dejaste a Carol?— reclamo.

—Con Johanna— dice sin inmutarse. Lo cierto es que la niña está encariñada con mi mejor amiga, hasta le dice tía.

— ¿Para qué viniste?— pregunto mirándolo.

—La verdad no lo sé con claridad, pero obviamente no quería reclamarles nada. Es sólo que me encuentro a Peeta en tu habitación y me exalté al preguntarle— sonríe.

—Me reclamaste— le corrige Peeta. –Te recuerdo que hace días tuvimos una conversación Finnick...

—Lo sé, lo sé. No quería sonar como un marido celoso. No lo soy. Aquí todos sabemos que nuestro matrimonio es solo un buen acuerdo— me mira encogiéndose de hombros.

— ¿Y?— estoy perdiendo la paciencia.

—Solo quería decirte que eres libre...

—Eso lo sé— elevo la voz.

—Tranquila— me dice Peeta colocando una de sus manos sobre mi brazo, tal y como yo lo hice para calmarlo antes.

—No tenías que volar hasta acá para decirme eso Finnick— digo más calmada.

—La verdad, creí que habían huido juntos y sólo quería decirles que está bien, que tienen mi bendición y la de tu padre. Firmaré el divorcio y un buen acuerdo de partes...

— ¡Si yo quisiera estar con Peeta no tendría que huir, Odair!— le grito.

—Desde luego que no huiríamos— añade Peeta, algo ofuscado.

—Pero es que ya lo han hecho antes— se excusa Finnick con una sonrisa. –Yo estuve allí ¿No lo recuerdan?

— ¡No estamos huyendo!— exploto.

—Bueno de cualquier manera, te traje ropa, la dejé abajo en una maleta.

—Pensaba irme hoy a Indiana, tengo pasaje...— él resopla bastante divertido.

—Mala suerte, ya puse ese pasaje a mi nombre— se levanta. –Bueno yo los dejo, les dije abajo que soy tu hermano y que venía a verte, ya me voy. No tienes que volver pronto— me dice más serio. –Y perdóname Peeta, te acompaño en tu dolor. Sabes que te aprecio— le dice antes de salir muy suelto de huesos. No intento detenerlo porque estoy anonadada.

¿Tan poca fe me tienen? ¡Pensaron que me había escapado con Peeta! Esto es inadmisible. Me siento en la silla pensando.

—Voy a salir al hospital ¿Vienes?— me pregunta agachándose a la altura de mi rostro.

—Sí, solo que esto fue...

—Lo sé. Pero no es momento de arreglar eso ahora.

— ¡Creyeron que me fui contigo!— mis ojos se llenan de lágrimas. –Esa es la fe que me tiene mi familia— acepto su abrazo. Me he puesto sensible, maldita enfermedad que me hace llorar cuando lo que quiero es asesinar. Bueno, al menos romper algo.

—Todo va a salir bien Katniss, vamos a comer algo y luego al hospital— me dice, limpia mis lágrimas y me lleva con él. Peeta pide la maleta en la recepción, sube a dejarla en la habitación y baja con un abrigo grueso. Me lo pone sobre los hombros y salimos al frio de Chicago.

—¿Ya le dijeron a Prim?— pregunto tristemente.

—Sí, Delly me llamó, dice que tuvo una crisis nerviosa pero la sedaron. ¿Quieres pasar por el comedor del hospital? Tienes que comer algo— me dice preocupado.

—No allí no. Mira allá al frente hay una cafetería— señalo. –Vamos— lo tomo de la mano y cruzamos la calle. No tardamos mucho y ya estamos en el hospital, Delly nos recibe con una cara peor que la de ayer. No se ha movido de allí, puedo ver que está ojerosa, cansada y con un abrigo que no es de ella, la encontramos en la sala de espera

—Qué bueno que decidiste aparecer— dice mirando nuestras manos unidas.

— ¿Está despierta?— pregunta Peeta.

—No. Pero no tardará. El padre Plutarch dice que no la dejemos sola— responde haciendo un gesto de desagrado.

—Nos quedaremos con ella, puedes ir a cambiarte— le dice Peeta caminando y llevándome con él hacia la habitación de Prim. A pesar del esfuerzo del padre Plutarch por mantener unidos a sus "hijos" la hermandad entre Peeta y Delly va a demorar en repararse, lo presiento. A ella nunca le caí bien, sé que hizo mucho esfuerzo por llevarse bien conmigo. No es mala pero sí impulsiva y caprichosa. Tan acostumbrada a la carencia de cosas que cuando encontró a su familia y pudo obtener algo de dinero lo malgastó rápidamente, Prim me contó sobre sus malas inversiones.

Al entrar en la habitación blanca, nos sentamos en unas butacas en el rincón. Prim luce pálida, tiene el cabello recogido en dos trenzas. Se ve mucho más pequeña de lo que es, parece una niña apenas.

— ¿Te quedarás un poco más de tiempo?— me pregunta Peeta acariciando mis dedos.

—No tengo opción— intento sonreír. –Hasta que no consiga un boleto, no podré marcharme.

—Nosotros nos iremos pronto, quizás mañana o pasado. Podemos incluir tus datos cuando compremos los pasajes y viajamos juntos de regreso a... Indiana— dice con tristeza.

—Van a ir a Louisville, a la casa hogar. No sé si deba...

— ¿No quieres acompañarnos?— pregunta.

—Sí— aprieto su mano. –Los acompañaré a darle el último adiós a Rue— Peeta junta su cabeza con la mía, nuestros hombros se tocan y nos recostamos el uno en el otro, como hacíamos tiempo atrás cuando habían problemas.


PEETA POV

Cuento las horas, han pasado más de veinticuatro, desde que Katniss está conmigo. Hemos dormido en la misma cama, pasado el día tomado de las manos y juntos. Es algo que en medio de esta tragedia, aún no puedo creer. Que ella quiera estar a mi lado mientras afronto una pérdida tan grande como la de Rue me parece sorprendente. Ni siquiera la visita de Finnick Odair, por la mañana, ha logrado que ella se vaya.

— ¿Y volvieron o qué?— me pregunta Delly mientras esperamos que le coloquen la escayola a Prim. Katniss ha ido a los servicios.

—No— contesto secamente. En este momento lo que menos deseo es darle explicaciones a Delly. Nuestro padre nos ha reconciliado sin embargo me va a tomar más tiempo volver a tener aquella confianza que había entre nosotros.

—Pero no se va— murmura.

—No es tu problema— me aparto unos pasos.

— ¿Le dijiste lo de nosotros?— vuelve a preguntar.

—No es el momento ni el lugar de tratar temas privados Delly— respondo mirándola serio.

—Deberías decirle que no sólo somos hermanos— me mira suplicando. No quiero contestar a eso, para mí ella siempre será mi hermana menor, mi cómplice de niño. Sólo eso, hoy no puedo negar que le guardo cierto tipo de resentimiento. Espero que sea pasajero.

—Tu y yo siempre seremos hermanos— termino la conversación dándole la espalda, listo para irme pero en cuanto doy un paso me percato que Katniss está allí, mirándonos con desconfianza. ¡Ha escuchado! Quisiera poder darle un escarmiento a Delly. Es su manera de mostrar su fastidio, no se detiene hasta que logra desquitarse de algún modo. No estoy seguro sin embargo sí lo hizo a propósito esta vez pero la conozco.

Miro a Katniss y avanzo hacia ella, la tomo de la mano y me la llevo hacia afuera. Lejos del ajetreo del hospital, del olor a desinfectante, de mi pena cuando recuerdo que en el sótano de este lugar está mi hermana menor, muerta.

Camino de su mano hasta los jardines y nos sentamos en una bonita banca. Aún no hemos hablado de nada, no he preguntado hasta cuándo se va a quedar por miedo a que me diga que se va.

—Hace años...

—No piense que me debes alguna explicación— me detiene.

—Luego que te fuiste— continúo sin inmutarme. Esta vez no voy a ocultarle cosas. –Me dediqué un tiempo a la bebida. No sé cómo empecé a unirme a mis compañeros de trabajo pero el hecho es que regresaba muchas veces ebrio. Un fin de semana Delly vino a visitarme como lo hacía seguido. Yo recuerdo haber llegado al departamento, haber subido las escaleras, es todo. Al día siguiente me desperté con mi hermana en la cama. Sé que no tenemos la misma sangre, no es incesto pero realmente me sentí muy mal. Le falté y quise repararlo intentando tener una relación con ella pero no pude. Atormentado le confesé todo al padre Plutarch y él nos ayudó a superar esa etapa. Sin embargo Delly aún conserva la esperanza de que yo la ame...

—No me interesa Peeta— su voz le tiembla. Sé que miente.

—A mí sí. Me interesa que lo sepas. Que te enteres por mí cómo sucedió. No estoy pidiendo perdón Katniss solo necesito decírtelo.

—Ella siempre estuvo enamorada de ti— me sonríe levemente. Muchas veces me lo hizo notar pero yo prefería pensar que era solo un capricho de Delly.

—Pero yo no. Tú sabes cuales son mis sentimientos...

—No es el momento Peeta— vuelve a interrumpirme.

—Cada momento que pueda decirte lo mucho que te amo será el indicado. No importa que el mundo se desplome a nuestro alrededor. Recuerda que te amo, Katniss— digo sin mirarla. Me siento tan desalentado. Mi corazón está triste, hay un gran agujero en mi pecho por la situación que estamos atravesando sin embargo el amor que ella me inspira es real.

—Volveré con ustedes, ya hablé con papá. Me quedaré en Chicago hasta que podamos llevar a Rue. Estaré a tu lado en el entierro... pero después...

—Te irás. Está bien Katniss no pido nada más. Gracias por este tiempo, por estar aquí. Es más de lo que esperaba.

— ¿Cuánto duró? Su... relación, tú y Delly— pregunta mirando sus dedos.

—Un par de semanas. Lo que demoré en reunir valor para contarle al padre.

— ¿Y cuánto tiempo pasó desde que me fui?

—Unos... seis, siete meses.

—Se aprovechó— susurró. –Eres demasiado bueno Peeta— me dice acariciando mi brazo. La atraigo hacia mí para sentir su tibieza y su respiración. Nos quedamos así, mirando el atardecer, las hojas caen anaranjadas, se juntan en el piso. Los jardineros del hospital las acumulan en un bote enorme. Estamos en otoño, pronto llegará el invierno y todo se pondrá blanco. Yo no quiero que el tiempo pase, me gustaría que se detenga en este momento.

Más tarde nos vamos a ver a Prim, ya está más repuesta. No podrá caminar en un par de meses y su sonrisa tardará en volver pero así como llega la primavera, volverá. No me cabe duda.

Dos días después estamos llegando a Louisville. Hemos venido por tierra acompañando el féretro de Rue. Prim y Delly lo han hecho en un vuelo comercial. No nos hemos separado para nada. Como la primera noche, hemos dormido juntos para abrigarnos. Sólo al amanecer por falta de sueño conversamos de cosas. Cosas pequeñas, de poca importancia, ella me contó cómo se hizo de la empresa que ahora tiene. Yo le hablé de los extensos campos que podaba en Chicago. De los glaseados que ahora realizo en mi pastelería. No hemos hablado de nosotros ni de la gente que nos rodea. No me ha contado de su hija, ni yo de lo mucho que la he añorado. Me hace sentir como si nos volviésemos a conocer. Ella ha crecido, ha madurado mucho. Ya no es mi niña caprichosa, ahora es una mujer con un corazón muy hermoso y una fuerza inquebrantable.

Vestidos de color oscuro, llegamos a la capilla en la que el padre celebra las honras fúnebres de nuestra hermanita. De la mano de Katniss siento que podré salir pronto de esta tristeza y me resignaré a los designios de nuestro padre celestial. Nuestros pequeños hermanitos también lloran la muerte de Rue. Hay muchos pequeños nuevos, otros ya adolescentes los conozco desde que llegaron.

Cuando veo que el ataúd se pierde en la tierra no puedo evitar soltar unas lágrimas. Siento su abrazo que acalla mis sollozos, me aferro a sus manos en ese momento para mantenerme en pie.

Luego de terminar la ceremonia, regresamos al orfanato para recordar a nuestra hermana desaparecida, los buenos momentos que pasamos a su lado y lo mucho que aprendimos de ella. Hacemos una pequeña fogata, porque eran sus favoritas. Recuerdo en voz alta cuando ella llegó, su carita asustada y lo primero que me dijo. "Soy buena trepando árboles". Delly también cuenta su llegada a nuestra casa. No recordaba que se hacía esas pequeñas trencitas y se las ataba de gomas de pelo de colores.

Y así despedimos a Rue, la dejamos ir.

Pronto tendré que dejar ir a Katniss también aunque ella se va a solo unos kilómetros.

Esa noche Prim se queda en el orfanato, me dice que pasará unos días allí, que volverá a la universidad en un par de semanas, mientras tanto acondicionaré el departamento para su silla de ruedas y posteriormente para sus bastones.

— ¿Me llevas a Indiana?— me pide Katniss.

—Sí. Vamos juntos— cargo su maleta y llegamos a la parada de autobuses. He hablado apenas con el padre, él me dice que tenga fe, que todo se arreglará aunque yo tengo mis reservas.

— ¿Recuerdas cuando nos fuimos a Indiana, aquella vez?— me dice al abordar.

—Lo recuerdo— sonrío al sentarme en mi asiento. –No pudimos llevarnos la camioneta vieja y fuimos en uno de estos viejos autobuses. Peleaste para llevarte tu cocina y las ollas— la veo sonreír.

—Nos había costado mucho comprarlo, no quería dejar nada— dice mirándome.

—Usualmente nos encariñamos con lo que más nos cuesta porque allí invertimos mucho de nuestro esfuerzo— digo recordando algunos dichos del padre Plutarch.

— ¿Por qué amamos lo que no podemos tener?— me pregunta con una mirada cargada de emoción.

—Quizás... Quizás solo estemos probando nuestra fe— contesto. Me sonríe.

—Pensé que dirías que lo prohibido es más tentador— no espero a que continúe. Junto mi boca a la suya, me recibe con un beso hambriento el cual se hace más intenso a medida que sentimos el vaivén de la carretera.

—Yo no soy prohibido— le susurro mientras mi boca de apodera de su cuello y su oreja. –Y me puedes tener cuando quieras— es lo último que puedo decir con coherencia.

*****************

¡Se avecina la reconciliación! Eso creo. Esta historia ya necesita un final y esta niña necesita terminar sus fanfics para publicar otros nuevos. Tengo uno que dará que hablar pero antes dejaré muy feliz a este jardipanaderito. Gracias por leer

PATITO

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro