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Capítulo 42: Desdichada pero viva

KATNISS POV

Aún me duele el pecho, mi corazón no latía así hace más de 6 años. Estoy sentada en la cama de Johanna, a duras penas pude llegar aquí escoltada por la dueña de casa. Luego de aquel encuentro mi fortaleza de derrumbó, sentí como mis emociones traicioneras salieron a flote. He sido tan cobarde y me da coraje ahora que ya no puedo hacer nada.

Pude haberlo ignorado, pude haberlo hecho sentir tan insignificante como él lo hizo conmigo hace tiempo. Pude... pero no lo hice porque en el momento en el que seguí a Carol hacia Johanna y descubrí que estaba conversando con Peeta Mellark mi cuerpo reaccionó tan violentamente que sufrí un fuerte mareo que casi me tumba.

No recuerdo bien, todo fue tan rápido, mi amiga me sostuvo para que no me cayera, creo que Peeta intentó hacer lo mismo pero Johanna fue más rápida y le pidió que se marchara. Sólo recuerdo a mi hija asustada, los invitados acercándose a socorrerme y mis ojos intentaban volver a enfocar en aquella mirada azul cielo.

¡Lo he visto! ¿Estuvo aquí? ¿Por qué?

Maldito jardinero que vuelve a aparecer cuando tengo todo bajo control, sólo regresó para hacerme sentir insegura y frágil, otra vez.

— ¿Te sientes mejor? Mamá me dice que huelas esto, es alcohol medicinal, yo creo que lo que necesitas es un trago de whisky— me dice Johanna entrando con un frasco en la manos.

— ¿Y Carol?— pregunto.

—Está jugando abajo, se la encargué a la niñera de mi sobrina, es muy buena— me asegura.

—Lo siento, yo...— intento buscar alguna excusa.

—Tranqui descerebrada, no es tu culpa. Incluso yo me sorprendí al verlo, no sabía que era su pastelería la que contraté.

— ¿Pastelería?— pregunto con curiosidad.

—Sí, los que hicieron el pastel y los demás dulces. Ni me fijé en el nombre y como mi mamá se encargó de estar en contacto con ellos. Pero cuando estaban colocando el pastel lo reconocí. No me animaba a acercarme pero luego estuve segura que era él, fui a hablarle y quizás lo hubiera golpeado si no fuera porque llegaron ustedes— me abraza.

—No sé lo que me pasó— intento disculparme.

—Vi tus ojos y pensé que te desmayarías por eso te sostuve. Claro que él intentó socorrerte también pero lo eché. No creas que iba a permitir que te ponga las manos encima— dijo elevando el tono de su voz.

—Gracias— susurro. Obligo a mi cuerpo a que se relaje pero cuando recuerdo nuevamente siento que mi corazón se acelera. Es como si no pudiera creer lo que me ha pasado. Como si en realidad hubiera sido un sueño, no sería la primera vez que lo veo en mis sueños, él siempre está sonriente, sembrando flores o amasando pan.

—¡Vamos! No puedes quedarte aquí encerrada, le he llamado a Finnick para que venga a llevarte.

—No era necesario— me quejo.

—No sé si puedas conducir así— me mira con desconfianza.

—Sólo fue un... desafortunado encuentro. Estoy bien— me pongo de pie para rescatar un poco de mi dignidad.

—No tienes que fingir que eres fuerte descerebrada, sé que ha sido un gran impacto, sé cuánto amaste a ese infeliz, basurón. Dejaste todo por él, tu casa, tu vida cómoda. ¡A Frank! Lo diste todo por ese podador de hierba y mira cómo te pagó.

—No quiero recordar, solo quiero ir a casa y dormir— insisto.

—Entonces que te lleve el chofer, no te vayas así. Deja que Finnick se haga cargo— se empeña.

— ¿Le dijiste lo que pasó?— pregunto.

—No, sólo le dije que te sentiste mal— dice mirando su celular.

—Yo le diré lo que pasó— camino hacia la puerta

— ¿Te irás tan rápido? Acaban de llegar los payados y las animadoras.

—Necesito descansar, te tomo la palabra, le pediré a tu chofer que me lleve— bajamos despacio, pude ver a Finnick en el jardín bailando con Carol.

Cuando por fin puedo posar mi cabeza en la almohada, cierro los ojos intentando alejar aquellos recuerdos dolorosos. Nuevamente me siento como aquella chiquilla tonta que regresó con el rabo entre las piernas donde su padre. Tan humillada, con sus sueños rotos.

Despierto varias horas después, ya ha anochecido y bajo al jardín a pensar. Me siento al lado de uno de los pocos rosales que hay. Debajo de él una planta de prímulas blancas florea, creo que nadie la ha cultivado, no tenemos jardinero sólo los trabajadores que riegan las matas de bayas pero no les permito que se acerquen a la casa. Me inclino para oler aquellas flores que parecen dormidas, hago lo posible por bloquear los recuerdos pero no puedo, algunas lágrimas resbalan de mis ojos y caen a los pétalos de las flores.

"Éstas son prímulas, las primeras que florecen cuando sale el sol, dicen que alegran el corazón de la gente. Aunque... las blancas tienen un significado especial. Simbolizan el primer amor" recuerdo sus palabras como si hubiese sido ayer. Luego mi mente tonta sigue rememorando "Ella es Primrose mi hermana más pequeña" "¿Tú eres su novia?" y no puedo dejar de llorar.

"¡Qué tonta Katniss! ¿Ahora riegas las plantas con tus lágrimas?" me pregunto en mentalmente. Limpio mi rostro y camino rumbo a mis arbustos, esta noche no hay luna pero algunas estrellas brillan en el cielo oscuro. Sólo daré un pequeño paseo entre las plantas, me quito las sandalias para sentir el frio de la tierra húmeda. Necesito sentirme viva, desdichada pero viva.

Al día siguiente, estoy en la oficina terminando de hacer una llamada a Suiza, me acaban de hacer otro pedido especial, todo orgánico y de primera calidad. Cien kilogramos de mis mejores frambuesas. He vendido toda mi producción aún antes de la cosecha. Recuerdo que hoy es el día de la contratación de nuevas recolectoras de bayas y me apuro a llegar al almacén.

Hay una veintena de mujeres y unos cuantos hombres para pasar entrevista. No tengo mucho tiempo así que lo haré rápido, me siento en un escritorio y los llamo uno a uno según el orden de llegada. Lo que pido es básico, una carpeta simple con nombre, grado de estudios, lugar de residencia y teléfono. Y sobre todo si han tenido experiencia en otros campos de cultivo.

Creo que tengo predilección por las señoras, las recibo a casi todas porque sé que sus manos son adecuadas.

Tomo la siguiente carpeta sin mirar y llamo a la postulante.

"Primrose Shields, 17 años" dice el encabezado, con una fotografía de una jovencita rubia.

Esos ojos...

¡Yo la conozco! Tan sólo hace un par de días la recordé.

Levanto la vista para mirarla. Ella también me mira y su boca se entreabre sorprendida.

— ¡Katniss!— me llama desconcertada.

—Prim— intento sonreírle, cuando a mi mente llega un nuevo recuerdo, algo me pasó en el cabello, yo estaba llorando de impotencia mientras Delly intentaba ayudarme en la cocina del hogar de los huérfanos del orfanato. Una pequeña niña rubia sostenía mi mano y me decía: "Si no sale bien yo te puedo dar mi cabello". Mis ojos se llenan de lágrimas que no puedo controlar, me levanto de mi silla y camino para abrazarla. Sin pensarlo ella me estrecha como si fuéramos hermanas, separadas largos años.

—George, volveré en unos minutos, por favor— le digo a mi ayudante. Sin soltar a Prim de la mano la llevo a mi oficina.

—No sabía que era tu empresa— me dice cuando he cerrado la puerta.

— ¿Qué haces aquí?— pregunto. — ¿No estás estudiando o algo así?

—Terminé a secundaria, me salté un par de años y ya estoy por empezar clases en la universidad— me responde sin dejar de sonreír.

— ¿Vas a ir a la universidad?— pregunto con alegría.

—Me aceptaron en medicina pero no me dieron la residencia, estoy juntando dinero para mis libros. Tengo dos semanas antes que empiecen mis clases, por eso estaba buscando algo divertido que hacer. Vi el anuncio en un puesto de diarios y vine a ver. Sé cosechar y cultivar. Tu sabes que sí, solíamos hacerlo en el orfanato ¿Recuerdas?— pregunta esperando mi respuesta. Y lo recuerdo, la última semana antes de empezar el invierno, todos los niños del orfanato salían a recolectar en los campos de cultivo cercanos, lo que quedaba en los arbustos era para los huérfanos. También participé es aquello, cantamos muchas canciones, Prim iba conmigo porque era una de las más pequeñas y la favorita de...

—Si me acuerdo— digo sin tanto entusiasmo.

—No... no sabía que venía a tu empresa. Lo lamento Katniss, no fue a propósito— intenta disculparse.

—Te creo— contesto. — ¿Tienes algo que hacer ahora? Podemos ir a tomar un café— propongo.

—Hoy sólo debo que recoger unos documentos en la notaría, luego tengo la el día libre.

—Regresa entonces, además tengo algo que te prometí— ella me mira con curiosidad pero no pregunta. Había olvidado lo respetuosos que son los chicos de Lousville.

Termino de contratar a la gente, incluyo la carpeta de Prim y la espero hasta que llega.

La llevo directamente al salón de Cinna, he llamado para sacar una cita de emergencia. Tengo ese privilegio, yo le proveo de productos para su nueva línea de belleza orgánica y sustentable.

—¡No me lo creo!— dice Prim mirando a dónde entramos. –He querido conocer este lugar desde que me hablaste de él— me dice mirando los espejos y las butacas lujosas del salón. –Si Rue estuviera aquí se moriría de la impresión— sonríe.

—¿Dónde está Rue?— pregunto mientras llegamos al mostrador de recepción.

—Se fue a Chicago. Delly puso la zapatería que tanto quería y se llevó a Rue con ella— me sorprendo. Doy mi nombre y rápidamente nos hacen pasar a un privado.

— ¿Cómo está Delly?— Prim se nota deslumbrada con todo lo que ve.

—Está bien, se fue unos años a París a buscar a sus abuelos. Logró encontrarlos y regresó hace tres meses, quería casarse y poner su negocio pero tuvo que conformarse con la zapatería.

— ¿Casarse?— sonreí, pensando en la revoltosa rubia que hace tiempo me veía como un estorbo.

—Si pero ya se dio cuenta que es imposible porque...— en ese momento Cinna hizo su acto de aparición y Prim se quedó sin palabras. A los ojos de cualquier persona mi amigo debe parecer excéntrico, yo me he acostumbrado a su forma de ser.

—Mi chica Everdeen— me sonrió, nos dimos cuatro besos, dos en cada mejilla y sus dientes brillaron. —¿Dónde está la emergencia?— dijo radiante.

— ¡Cinna!— saludé. –Te presento a mi amiga Primrose. Hace tiempo le prometí que la traería a conocerte y hoy la he vuelto a ver. ¿Recuerdas que te conté que una vez dejaron mi cabello naranja?

—Lo recuerdo querida. ¡Qué tragedia!

—Pues... Prim se ofreció a darme su cabello en ese momento y le di mi palabra que algún día la traería contigo.

Cinna la miró fijamente, pude notar que las mejillas de la pequeña se coloreaban. Bueno, ya no era tan pequeña, casi tenía mi estatura.

—Tienes un corazón tierno— le dijo el estilista. –Y una piel de porcelana según veo. ¡Mira esas mejillas! Serías mi modero perfecta para este invierno— eso no hizo sino poner más nerviosa a Prim.

—Pero por ahora sólo queremos un corte y un reacondicionamiento— llamé su atención.

— ¿Qué tal un cambio de look?— ofreció Cinna.

—Me... me gustaría mucho— dijo Prim tímidamente. –Quisiera dejar de parecer tan niña— sonrió.

—No se diga más. Ven que tomaré la foto del antes para compararlas cuando acabe.

Se llevó a Prim con él y la trajo minutos después. Nos sentamos juntas, yo pedí una limpieza de cutis con vapor. Cada cierto tiempo venía por eso, ayudaba mucho a mi piel sobre todo a mis rosáceas.

Una hora después, Cinna termina de aplicar un labial de color rosa natural en Prim y luego de verla unos instantes da por finalizada su labor. El cambio es sorprendente, no se ve mayor sino que Cinna ha resaltado sus rasgos juveniles.

—Te ves muy bonita— le sonrío. Y mi corazón lo siente, hace tiempo que no estaba tan contenta.

Me alegra volver a ver a Prim, que ahora trabaje para mí. También me complace haber cumplido mi promesa.

PEETA POV

No he podido trabajar en toda la tarde, ya van varios días que estoy en este sopor constante sin saber cómo tranquilizarme, viajar a Louisville no es una opción porque tengo que entregar un pedido mañana y esta noche avanzaré con la producción. Salgo a caminar para despejar mi mente y termino en la panificadora de mi padre. Dudo en entrar, él sabrá que algo me sucede, dice que se me notan las emociones en el rostro. Durante mucho tiempo me ha aconsejado sonreír porque según él tengo el semblante triste, eso no puedo evitarlo, he intentado ser feliz con mi trabajo y las pequeñas cosas que me da la vida.

Continuaré mi camino llevándote en mis pensamientos, mirando tu sonrisa en mis sueños. Con las manos vacías.

Decido entrar, lo encuentro en su oficina, él también está preocupado por sus registros.

—Peeta— saluda apenas me ve y deja a un lado su trabajo para saludarme. Es un buen hombre, físicamente me parezco a él, tenemos los mismos ojos y cabello. Creo que nuestros caracteres son similares. Él es apacible y entregado a su trabajo.

—Buenas noches papá— aún me cuesta usar esa palabra en él a pesar de los años

— ¿Dando otro paseo nocturno?— pregunta.

—No. La verdad es que tengo mucho trabajo y...

— ¿Qué sucede?

—Nada, estoy solo paseando— afirmo

—Pareces nervioso, tómate un café— me señala el rincón de su sala donde está su amada cafetera

—Gracias— obedezco teniendo en claro que no puedo tomar nada fuerte. Con la agitación que siento por dentro, una taza de café puro podría afectarme.

Ya sentados y sin saber de qué hablar decido que es mejor empezar a confesar y dejar que él me diga lo que piensa.

—Hace poco... he vuelto a ver a Katniss— confieso. Me mira con una expresión de asombro en el rostro. Allí está esa mirada que siempre me lanza. Una mezcla de curiosidad y de lástima.

— ¿Dónde?

—En una fiesta. Contrataron servicios... una de sus amigas— intento explicarle pero no me salen las palabras correctas.

— ¿Hablaron?

—No, No se pudo, sólo nos vimos y ella... no se sintió bien.

— ¿Vas a volver a buscarla?— pregunta.

—No lo sé. No sé qué hacer no había pensado en nada...

—Después de seis años has vuelto a ver a la mujer por quien tanto sufres ¿Y no vas a ir a buscarla?— vuelve a preguntar.

— ¡No sé! No sería lo correcto...

—No pierdas el tiempo hijo— murmura inmediatamente.

—Pero ella piensa lo peor de mí, no me va a creer si le digo la verdad, además su padre...

—Ese viejo no va a confesarle la verdad Peeta. Dísela tú mismo, no le prometiste silencio. Además se aprovechó de tu desesperación, ella merece saber porque la empujaste a irse.

—Ha pasado mucho tiempo.

—No. Para ti aún no ha pasado demasiado— me lanza esa mirada de tristeza.

— ¿Tu irías tras ella?— pregunto.

—Inmediatamente. Sé lo que es tener un padre controlador y chantajista— suspira saboreando su humeante taza de café.

— ¿Tan malo fue el abuelo?— pregunto.

—Fue cruel y por eso acabó solo.

— ¿El abuelo odiaba tanto a mi madre como el señor Everdeen me odia a mí?— pregunto.

—Tal vez. Quizás mucho más. Yo tenía 20 años, una vida tranquila y relajada, mis estudios pagados en París. Vine un verano a pasarlo con él allá en el Miami. No tenía planeado enamorarme de la muchacha de limpieza.

— ¿Realmente te enamoraste de mi madre?— pregunto.

—Sí. Fue de esos amores intensos, que incendian todo a su paso. Le prometí volver en unos meses para poder llevármela, a escondidas de mi padre claro está, yo aún no trabajaba.

—Y ella quedó embarazada— afirmo. Ya me había contado esa historia.

—La última vez que hablamos por teléfono me dijo que estaba preocupada porque se sentía mal. Creí que había enfermado, no me dijo nada de su embarazo. Yo habría venido...

— ¿Habrías dejado tus estudios y tu cómoda vida en París?— pregunté.

—Claro que sí. Quería llevármela, sino ese año en las siguientes vacaciones pero cuando volví ya no la encontré.

—Y mi abuelo te dijo que se fue con otro.

—También me lo dijo la cocinera, una vecina y toda la gente a la que le pregunté por ella.

—¿Y cuándo te enteraste de mi existencia?

—Cuando a mi padre le dio un infarto. Creía que se iba a morir y me lo confesó en lo que él pensaba seria el lecho de su muerte. También me contó como trató de comprarle su bebé, como la persiguió para quitárselo cuando ella se negó.

—Y no nos encontraste...— suspiro.

—No. Los busqué por cielo y tierra pero ella había borrado cada rastro que dejó. En su afán por esconderte de papá no me permitió volverla a ver. Si no fuera por Katniss creo que jamás nos habríamos conocido. Aunque si nos cruzamos una vez ¿Verdad?— pregunta con una sonrisa y yo recuerdo el día en que fui a buscar trabajo en su panadería aquí en Indiana y me ofrecieron un trabajo de ayudante en Chicago.

—Creo que cada cosa llega a su tiempo, ese no era el momento para conocernos, ahora todo ha tomado su lugar— le devuelvo la sonrisa.

— ¡Eso es! Ten confianza hijo, cada cosa llega a su tiempo, deja que las cosas fluyan, ella volverá, ya lo verás.

— ¿Lo dices en serio?— lo miro acusadoramente. Es él quien ha estado acercándose a Katniss en su afán de hacerla volver conmigo.

—Tu tranquilo, deja que el karma acomode los caminos. Y déjame a mi entrometerme que no hago ningún daño a nadie— me aclara.

—No sé si valga la pena seguir esperando.

—Te fe hijo. Es lo que Plutarch diría. Gran hombre Heavensbee, le agradezco mucho la educación que te ha dado.

—Por cierto tengo que volver a casa, no sé dónde está Prim— digo recordando a la pequeña rubia que en estos días está llegando tarde. Ella cree que no me doy cuenta.

— ¿Por qué no me la mandas a trabajar aquí?— pregunta.

—No quiere, le ofrecí trabajo en la pastelería y tampoco aceptó. Dice que ha conseguido algo pero no me ha explicado donde— me encojo de hombros.

De regreso a casa me doy con la sorpresa que Prim acaba de llegar, son pasadas las once de la noche, ella jamás estaría en la calle sola. Hace días que ha cambiado su aspecto, trae el cabello algo más corto, maquillaje en el rostro, uñas pintadas y ahora lleva un bolso nuevo. ¿Qué es lo que está haciendo?

— ¿Dónde estabas?— le pregunto algo molesto.

—Lo siento Pit. De veras, no me di cuenta de la hora...

— ¿Este es el comportamiento de una universitaria responsable?— le increpo. — ¿Vas a seguir los pasos de Delly?— sé que no debería tomar como mal ejemplo a mi otra hermana pero intento llamarle la atención a Prim y que entienda en rumbo por el que voy.

—No, lo siento. No estoy haciendo nada malo, lo prometo. No le digas al padre Plutarch...

—¿Con quién estabas? ¿A dónde fuiste?— pregunto.

—No puedo decírtelo Peeta.

—¿Tienes novio? ¿Fue un hombre quien te compró ese bolso?— pregunto mirando el sofá.

Suspira y se sienta con las manos en el rostro. Me asusto y tomo mi lugar a su lado, no quiero ser duro, tampoco intento parecer controlador pero conozco la ciudad y sus peligros, fuera del orfanato hay mucha gente mala.

—Es un regalo de una amiga, también lo que me hice en el cabello y las uñas. No estoy haciendo nada malo, estoy trabajando pero en las tardes salimos a pasear...

— ¿Con quién sales?— elevo un poco el tono de mi voz para presionarla.

—No puedo decirte Pit. Por favor no me obligues, sólo intento estar bien con ustedes dos aunque...— su nerviosismo me alarma. ¿Con quién se está viendo Prim?

—Si no me lo dices ahora vas a tener que decírselo al padre Plutarch— amenazo.

—Esoharé. Voy a llamarle en este momento y le diré que el domingo iré a verlo peroa ti no puedo decirte nada— se levanta y camina hacia el teléfono dejándome conmuchas dudas. Me preocupa pero mientras tenga la confianza de decirle a nuestropadre que es lo que le está pasando, puedo estar más tranquilo, tengo muchascosas en la cabeza para estar detrás de mi pequeña hermana siguiéndola para verdónde se mete.    

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¡Nuevo capítulo! Espero pronto podamos ver el final de esta historia. 

Gracias por leer

PATITO

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