Capítulo 30: Decisiones apresuradas
KATNISS POV
— ¿Le pasa algo señorita?— preguntó una sobrecargo.
—Sí. ¡Quiero bajarme!— le dije entre sollozos.
— ¿Necesita algo para la altura? ¿Tiene ansiedad?— volvió a preguntar.
— ¿Puedo bajar?— volví a preguntar, esta vez mirándola.
—Supongo que sí, no va en contra de ninguna regla. Los pasajeros son libres de bajarse si así lo quieren. Si va a hacerlo dese prisa porque estamos por terminar el abordaje—me sonrió.
Era la primera sonrisa que devolvía.
"Lo siento papá" pensé mientras me bajaba de esa jaula de metal que quería llevarme lejos. "Ojala me perdones algún día Frank"
Salí corriendo a buscar el primer teléfono y llamar a uno que recordaba bien.
— ¿Johanna? Me puede comunicar con Johanna por favor— pedí a la empleada.
—Lo siento la señorita ha salido, no volverá hasta la noche— me contestaron.
— ¿Charlotte? ¿Eres Charlotte verdad?—apenas recordaba el nombre de su ama de llaves.
—Sí soy yo ¿Con quién hablo?— dijo amablemente.
—Soy Katniss Everdeen. Por favor, me urge un número pero estoy sin celular ni agenda, tal vez Johanna tenga alguna agenda por allí, quiero el número de Finnick Odair— dije tan rápido que tuve que repetírselo otra vez más despacio.
—Un momento por favor— me hizo esperar más de cinco minutos, estaba desesperándome. –Aquí lo tengo señorita, es el celular del niño Finnick— me dictó los números, apenas terminó le dije lo mucho que la quería y lo feliz que estaba, eso debió sonarle ridículo pero ya no me importaba.
Mis monedas se terminaron, sólo tenía un billete de cincuenta dólares en la cartera. Qué estúpida soy, no saqué más de mi caja de seguridad.
Busqué un cajero para retirar algo de efectivo pero me di con la sorpresa que ninguna de mis tarjetas funcionaba. ¡Estaban bloqueadas!
Le marqué a Finnick, después de cambiar mi billete en monedas. Jamás había tenido que hacer algo así. Mis nervios estaban al borde. El guapetón se demoró en contestarme.
— ¿Si?— dijo. Su voz era gruesa y fuerte, él jamás respondía así.
—Finnick ¿Eres tú?— pregunté dudosa.
— ¿Katniss? ¿Qué quieres?— me sorprendió que me respondiera así de brusco.
— ¡Finnick ayúdame por favor!— rogué.
— ¿Qué te pasa?—preguntó asustado.
—Me acabo de escapar de un avión, ven por mí, no tengo auto, ni celular, mis tarjetas están bloqueadas. ¡No sé qué hacer!— grite.
— ¿Katnis? ¿Dónde estás mi amor?— era la voz de Peeta. Reí y lloré a la vez al oírlo.
— ¡Peeta! Estoy en el aeropuerto. Mi papá sabe lo nuestro, intentó mandarme a Londres para separarnos... ¡Todo lo que te dije! ¡No es verdad! ¡Perdóname por favor!— lloré como una niña con el teléfono en la mano.
—Tranquila amor. Vamos por ti. Explícale a Finnick tu ubicación.
Me pasó con Finnick y me mantuve al teléfono mientras nos poníamos de acuerdo el lugar donde pasarían a recogerme. Después corrí hasta la salida de una de las rampas. Esperé unos minutos hasta que vi aparecer el auto de mi amigo. Apenas detuvo el auto, la puerta se abrió y Peeta salió corriendo. Nos fundimos en un abrazo que duró una eternidad, como si hubiéramos dejado de vernos por años. Reíamos y llorábamos al mismo tiempo.
Por amor a él, sin pensarlo mucho he decidido dejar todo lo que conozco atrás. Por la necesidad de estos brazos, de la calidez que me transmite, he abandonado a Frank. Papá no va a perdonármelo, lo sé. Lo sentí en su voz. Estará tan decepcionado de mí actuar, que no volverá a aceptarme en su vida otra vez. No sé si eso me deje ser feliz pero lo voy a intentar.
—Te amo, te amo mi amor— repetía Peeta sin dejar de repartir besos.
—Perdón, no sabía qué hacer. Papá está muy enfadado, casi me envía a Londres. ¡Yo no quería!— volví a llorar.
—Tranquila, todo está bien. Todo va a estar bien Katniss, estamos juntos— su cariño era más que suficiente para sentirme a salvo.
— ¿Pueden continuar sus arrumacos en el asiento trasero?— nos gritó Finnick soltando una carcajada. Lo miramos avergonzados y felices. Nos subimos con las manos unidas y sin dejar de mirarnos o tocarnos intenté explicarle lo que pasaba.
— ¿Entonces Katniss?— escuché la voz de Finnick, Peeta no dejaba de acariciarme para tranquilizarme.
—Fue Gale, le dejó a mi papá una foto que nos tomó ayer en el jardín trasero de la casa de Cashmere. Hoy quiso que terminara con Peeta, acepté creyendo que podría escapar pero de inmediato me puso en un avión. Ahora no sé qué pasará. No creo que pueda volver a casa. Papá me dejó bien en claro que si prefería a Peeta, me olvidaba de él. Incluso amenazó con hacer que lo echen del trabajo y no pueda emplearse en otro lugar.
—No puede hacer eso, no puede dañarte— sus brazos me cobijaron con el amor que me profesaba. Ahora él era mi única familia en el mundo.
—Creo que a Frank le va a tomar tiempo darse cuenta de su error. ¿Qué harán mientras tanto? ¿Se quedarán en su nidito de amor? Peeta, ve a tu trabajo, creo que necesitas mantener tu empleo, amigo— aconsejó Finnick.
—Tengo las tarjetas bloqueadas, ni una muda de ropa. Sólo ésta que traigo puesta y mis documentos. La maleta grande se fue en el avión— miré mi pantalón de mezclilla y mi blusa blanca de punto. Era muy ligera.
—No necesitarás más mi amor, saldremos de esto juntos. Mientras estés conmigo podemos enfrentar al mundo entero— Peeta besó mi mano, le sonreí, sus palabras me confortaban. Es cierto, si estamos juntos podemos salir adelante, confío en él.
—Ya llegamos al nidito de amor. Peeta, no te olvides de hablar con los Templesmith, al menos cobra lo que has trabajado y si Frank Everdeen no te permite conseguir empleo van a tener que buscar el modo de sobrevivir— Finnick tenía razón. Si mi padre daba malas referencias de Peeta le iba a costar conseguir trabajo. Yo debo ayudar de alguna forma ¿Pero cómo? No sé hacer nada, solo ver televisión, ir de compras. No sé ni hervir el agua.
—No hay problema amigo, mañana arreglaré esto. Gracias por toda tu ayuda— descendimos del coche tomados de la mano. Así quería que nos mantuviéramos de ahora en adelante. Juntos y unidos.
Entramos en nuestro pequeño lugar, dejé mi bolso a un lado y antes que Peeta me tomara en sus brazos.
—Gracias. Gracias, gracias...— repetía sin parar.
— ¿Por qué? ¿Qué te pasa mi amor?— pregunté.
—Por haberme elegido. Sé que debió ser difícil, te vi muy decidida cuando me dejaste. Creí que no podría soportarlo— me abrazó. Mi corazón latía muy rápido. Aún tenía las emociones a flor de piel. Gran parte de lo que sentía era miedo del futuro. Sin mi padre para cuidarme, privada de todo lo conocido, de mi casa confortable, de mis estudios que aún no había empezado. ¿Qué vida llevaré aquí?
Me abracé a la espalda de mi novio quien no perdió tiempo en desnudarme y llevarme a la cama para amarnos.
Hice a un lado mis pensamientos y mis miedos para demostrarle a Peeta cuanto lo necesitaba.
Ya era de noche cuando el celular de Peeta vibró. Me sonrió antes de tomarlo de la mesita de noche.
"Sí señor, soy yo. Ella está conmigo" se sentó en la cama, sus músculos se tensaron. Se levantó despacio y caminó hacia la ventana, estaba desnudo. Aunque mi corazón latía a prisa pensando en que podía ser mi padre, no pude dejar de admirar los músculos de mi amado.
"Lo sé señor y le puedo jurar ante Dios que amo a Katniss. ¡No! No es esa mi intensión y no me ofenda con esa propuesta. No es lo que busco. Tengo manos señor, puedo trabajar" Peeta entró en el baño y juntó la puerta. Salté para seguir oyendo. Abrí y me colé abrazando su cintura, él se volvió y me sonrió.
"No, usted no quiere hablar, podemos razonar pero está gritándome. ¿Señor Everdeen?" me miró triste.
—Te dije que no acepta razones. Está convencido que quieres dinero, que estás conmigo por interés. ¡Yo sé que no!— lo abracé más fuerte cuando se removió. –Estoy segura de ti Peeta, te amo como tú a mí. Eres mi todo. Y ahora me siento, triste. Porque también amo a papá y me duele mucho— mis ojos se humedecieron. Peeta dejó a un lado el celular y me llevó de vuelta a la cama. Me acunó entre sus brazos, mientras acariciaba mi cabello.
—Me siento culpable mi amor. Has tenido que elegir, tenías todo y conmigo quizás pases necesidades. Yo te prometo trabajar muy duro para darte todo lo mejor que pueda. Conseguiremos una casita con el tiempo, compraremos nuestras cosas poco a poco. Ya verás que no nos faltará de comer, no te puedo dar lujos pero mi amor y mi devoción los tienes.
—No necesito lujos. Sé que soy inútil para algunas cosas pero creo que también puedo trabajar, hacer algo para ayudar.
—No eres inútil mi vida. Un poco engreída sí pero no inútil— me sonrió. –Debo hablar con el padre Plutarch. Debemos ir a verlo.
— ¿Para qué?— me asusté.
—Tengo que contarle las cosas por mí mismo. Tu padre me dijo que ya habló con él, debo aclararlo.
—No quiero ir— dije asustada. –Es un sacerdote, me da miedo— me encogí.
—Es como mi padre, Katniss. Debo presentarte con él. Quizás se enoje pero va a comprender.
— ¿Y si no lo hace?
—Soy el hijo de su corazón, claro que comprenderá.
—Peeta ¿Nos quedaremos aquí? Si papá logra que te echen de casa de Cashmere ¿Qué harás?
—Delly me habló de un puesto en el orfanato. El maestro panadero se jubila, necesitarán ayudantes, yo trabajé muchos años allí. Cargaba costales de harina desde que era niño, luego me enseñó a hacer las masas y sus recetas más antiguas. Quizás puedan considerarme, si logro que el padre Plutarch se ablande.
— ¿Y yo? ¿Viviremos en un orfanato?— dije asustada.
—No mi amor. Claro que no. Los que trabajan allí no viven dentro. En los alrededores de Middletown hay muchos lugares hermosos para vivir.
— ¿Por el cementerio a dónde fuimos?— mi cuerpo se estremeció. Peeta soltó una carcajada cuando casi me caigo al piso.
—No Katniss, no viviremos cerca del cementerio, te doy mi palabra.
— ¿Qué haremos mañana?— pregunté volviendo a acomodarme.
—Me levantaré temprano e iré a casa de los Templesmith. Cómo dijo Finnick debo quedar bien allí o que al menos me paguen los días trabajados.
— ¿Y si no quieren?— pregunté.
—No importa. Ya el cielo proveerá. ¿Tienes hambre amor? ¿Quieres salir a comer algo?
— ¡Oh sí! Las tripas me suenan— rompimos a reír mientras buscábamos nuestra ropa.
Mañana empezaremos una nueva vida juntos, no puedo negar que tengo miedo. Y también algo de tristeza. Papá ya no me quiere en su vida. No es capaz de perdonarme por estar enamorada de un hombre sin dinero.
PEETA POV
— ¿Cómo que se fue?— me grita Finnick al teléfono, después que le he dicho que Katniss me dejó para marcharse a estudiar.
—Se fue a Londres...
— ¿Dónde estás Peeta? Tenemos que hablar— quedamos en encontrarnos aquí donde estoy, en una cafetería al lado del centro comercial.
No demora mucho en llegar, salgo a esperarlo a la calle, si sigo sentado voy a romper a llorar en cualquier momento. Aparece su coche y toca la bocina para que suba, apenas entro, percibo su mirada de compasión. Él conoce mis sentimientos por Katniss, hemos hablado muchas veces de ello. Sabe lo enamorado que estoy, debe intuir que por dentro, me siento destrozado.
Maneja mientras me hace preguntas que contesto sin ganas. Se me hace un nudo en la garganta cuando tengo que explicarle.
—Se fue a estudiar, no hay más. Esto tenía que pasar ¿No? Sé consecuente Finnick, yo no soy nada y ella merece lo mejor. Quizás cuando vuelva...
—Pero yo no sabía que se iba. ¿Cuándo decidió eso?
—Yo tampoco lo sabía. Quizás se lo guardó en secreto. Ya estamos terminando el verano, las clases van a comenzar.
—Bueno eso es cierto amigo. Yo decidí estudiar Negocios, aquí mismo en Indiana. Pude haber intentado ir a Harvard pero no iba a soportar tanto tiempo lejos de mi Annie— sonríe con tristeza. –Ya voy a entrar a segundo año, uno más y podré independizarme para mis prácticas.
—Katniss me dijo que la universidad no le había contestado.
— ¿Y se presentó? Perdóname Peeta pero Everdeen nunca fue buena en los estudios. Repitió cuando íbamos en primaria— me dice estacionando.
—No, lo sé. No hablaba mucho de lo que haría en un futuro lejano.
—Katniss es... ¿Cómo te lo digo para que no suene mal?
—Sólo dilo— suspiro.
—Perezosa. Holgazana. En una palabra es una niña mimada que hace lo que quiere. Pagaba para que le hagan las tareas, con ese grupito de Cashmere y Portia. Yo no creo que con sus notas la acepten en una universidad pública. Obvio con el dinero de su padre puede estudiar lo que se le antoje y cuando quiera.
—No hablaba mucho de su escuela— intento que sus palabras no me afecten.
—Yo sé que la amas Peeta. Pero reconoce que se iba a marchar sino ahora, más adelante. No digo que no te ame. Yo la he visto enamorada de ti pero quizás quiere cambiar de aires.
— ¿Cambiar de aires?— pregunto aún sin comprender.
—Mira amigo, yo sé que nos hemos criados en mundos diferentes. Tú eres alguien sin malicia, tienes un buen corazón. La sociedad "presiona" más a las mujeres, no sé si me entiendes.
—No, la verdad no— digo con poca paciencia. Si intenta decirme que por ser huerfanito no sé nada, se equivoca.
—Las niñas de "buenas familias" están pendientes de verse bien, vestirse a la moda y acumular cosas que puedan presumir. Yo sé que te quiere sólo, quizás tiene miedo de quedarse contigo.
—Creo que me lo deja claro. Terminar conmigo y poner un océano de por medio y miles de kilómetros, me da una idea que quiere cambiar de aires— intento sonreír.
— ¿Sabes? No necesitas mis consejos. Necesitas una buena borrachera, alguien que te escuche y luego te lleve a casa. Vamos hermano, olvida las clases sociales, que yo traigo un coche y soy súper guapo. Anímate, déjalo salir. Y mañana te levantas a seguir adelante pase lo que pase— me palmea el hombro.
—Nunca me he emborrachado pero creo que a tu lado será una buena experiencia— desciendo para darme cuenta que estamos en un lugar populoso. La zona comercial de Indiana, veo un bar con gente, casi es medio día ¿Quién bebe a esta hora?
—Vamos Peeta, necesitas soltarlo— me abraza mientras caminamos hacia aquel antro. Yo nunca he entrado en un bar. Al menos no para beber. Una vez cuando estaba aprendiendo a componer coches finos llegué a un lugar a tomar un soda. Era un bar pero estaba vacío.
Nos sentamos y mi amigo pide dos cervezas heladas. Veo cómo nos atienden, nos traen botanas.
—Te contaré que yo también estoy pasando un periodo no tan bueno— empieza a contarme. Intento mantener mi concentración en sus palabras para olvidarme de lo que siento.
"Quiero sacar a Annie del barrio dónde vive pero no puedo pedir dinero a mis padres para eso. Y ella no lo aceptaría. Cuando pueda trabajar, ganar mi dinero, lo primero que haré es rentar un apartamento para nosotros. Su ex está por salir de la cárcel otra vez y empezarán sus acosos. Debo llevarme a mi pelirroja de ese lugar" bebe un gran sorbo de su bebida. Yo acerco la mía a mi boca, doy un pequeño sorbo. No me parece agradable pero el frio aplaca la sed.
—Nuestras historias son parecidas pero inversas— doy otro sorbo, esto no parece una borrachera como me la describía el padre Plutarch, sólo somos dos amigos compartiendo penas.
—Annie no tiene papá. Su madre hacía lo que podía pero no le fue bien, tuvo una hemiplejia el año pasado por eso mi bonita tiene que trabajar tanto. Mi suegra está internada en un hospicio, no se recuperó bien en su casa, a mí me da pena verla tullida— bebe otro largo sorbo. Parece que la vida de Finnick no es tan estupenda como parece. Siempre está de buen humor lo que no quiere decir que deje de tener preocupaciones.
—Entiendo como es crecer sin padre y con una madre enferma. Yo tuve mamá hasta los ocho pero me dejó en el orfanato y falleció. Desde entonces me crié con otros huérfanos— creo que la bebida ayuda a hablar. Cómo dice mi amigo "Déjalo salir"
— ¿Nunca conociste a tu padre?
—No. No tengo la menor idea de quién es o fue.
—A Annie la abandonaron. Su padre nunca quiso hacerse cargo, tiene otra familia. Sé que no lo ve desde que tenía 5 años.
Mantenemos una conversación constante y fluida, empiezo a abrirme, a hacerle partícipe de mis penas.
—Me enamoré de Katniss apenas la vi— digo recordando.
—Igual me pasó a mí. Y no es porque mi Annie sea tan hermosa. Sus ojos tienen algo, ese brillo. Y su sonrisa me derrite— bridamos por nuestras musas y seguimos bebiendo.
—Yo he tenido que tumbar muchas ideas para poder estar con Katniss— sonrío. –En el orfanato me criaron de otra forma. Es distinto vivir en comunidad a estar sólo. Tenía esas ideas tan antiguas— río al recordar cómo me sentí cuando nos entregamos por primera vez.
—Se nota Peeta. Tienes la mirada de un hombre de bien. ¿Te violó?— rompo a reír.
— ¡No! ¿Cómo crees? Pero sí me hizo romper muchos prejuicios. Y ahora... No sé qué voy a hacer sin ella— me bebo todo el contenido de mi vaso sin respirar. Si lo hago sé que lloraré.
—Vas a seguir adelante. Vas a continuar con tu vida y esperarla. ¿Es lo que harás verdad?— pregunta dejando a un lado su vaso. –No debo beber más o no podré regresar a casa y si dejo el auto aquí quizás me lo desmantelen— dice preocupado
—Oye no tienes que hacer esto Finnick. Vamos a almorzar, tengo hambre— miento para salir del bar.
—Vamos a comernos un menú en alguna fonda— me anima marcharnos.
Después de almorzar y que el licor se haya diluido un poco de nuestro organismo, me lleva de regreso a mi habitación. Creo que me derrumbaré, no puedo volver en este estado a dar excusas e casa de los Templesmith, sería vergonzoso.
Al pasar por el río White suena su celular. Finnick lo saca sin más ante mi reclamo.
—No contestes mientras manejas— le aconsejo.
—Dale, ponlo en el parlante— me señala el lado derecho de su stereo. Ubico el aparato en aquella ranura y él contesta. Cierro los ojos para sumirme en mis pensamientos y evitar prestar atención a la conversación.
La voz de Katniss inunda el espacio, me levanto agitado. Aún está aquí ¿Se ha escapado? ¿Todo fue por su padre?
No tardamos mucho en llegar al aeropuerto, le pido a Finnick que se apure.
Cuando puedo tenerla entre mis brazos nuevamente, la felicidad que me había abandonado, vuelve. Con ella todo vuelve, mis sueños, mis esperanzas y todo aquello hermoso que existe en el mundo.
No dejo de mirarla, de tocar sus manos, su rostro, de verme reflejado en sus ojos grises. Katniss ha vuelto por mí, ha regresado para quedarse a mi lado y aunque una parte de mi conciencia me diga, con la voz del padre Plutarch, que hago mal en alejarla de su padre, no puedo ni quiero pedirle que reconsidere su decisión. Es mía, yo soy suyo y no hay fuerza en este mundo que pueda apartarnos. De ahora en adelante viviré para demostrarle cuanto la amo.
Su padre llama por la noche, me grita improperios y me restriega mi falta de dinero. Soy optimista, tenemos amor de sobra, no somos pobres, solo carecemos de dinero, el cual puede ganarse trabajando duro.
Mi Katniss, no tengo lujos que brindarte pero si mi amor sincero. No puedo bajarte las estrellas pero te daré el sol de cada mañana, mi corazón, mi alegría y mi esfuerzo.
Tal vez sólo soy un pobre soñador, no tengo más que mis manos y mi cariño pero tengo tu amor y esa es la riqueza más grande que me dio en la vida.
*****************
¡Juntos! ¿Será el final? ¿Qué dicen?
PD. Si alguien leyó la primera versión para crepúsculo, que escribí antes que esta, pues lamento decirles que a partir de aquí la historia cambia por completo. La historia de Peeta y Katniss es ahora completamente distinta, con nuevos problemas y dificultades.
Gracias por leer
PATITO
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro