Capítulo 24: ¡No lastimen a Peeta!
KATNISS POV
Peeta no vino a buscarme y claramente me evitaba. ¿Cómo podía ponerse de parte de Clove? Me daba tanta rabia, obviamente no iba a correr tras él. Si alguien debía dar el primer paso era Peeta.
Pero era lógico, ahora que sabía que lo amaba se aprovechaba de la situación. ¡Convenido!
Traté de no pensar en ese problema y empecé a salir con Johanna. Mi recuperada amiga y yo teníamos una especie de tregua silenciosa, ella no preguntaba por Peeta y yo no le daba detalles de mi vida personal aunque me moría por hacerlo, no quería perderla.
Quedamos en salir una tarde, hacía tiempo que no íbamos de compras.
— ¿Es cierto que aceptaste ser novia de Gloss Crane?— me preguntó directamente apenas nos encontramos.
—Sí, pero no por mucho tiempo— sonreí.
—"Te acepto Gloss pero solo por unas semanitas"— dijo burlándose de mí. — ¡Explícame eso de no por mucho tiempo!— exigió.
—Quiero terminar con él. ¡No lo aguanto!— grité.
— ¿Muy inteligente para ti descerebrada? Ah es broma Kat, a mí me parece un tipo creído. Lo he tratado la semana pasada. Qué se habrá creído el muy estúpido, me preguntó ¿Mason de las gasolineras?
— ¿Qué te molesta?— pregunté porque no le veía nada malo.
— ¿No te das cuenta?— gritó. –Te mira, te pregunta tu apellido y te clasifica por el dinero de tu familia. Tu que vas a saber que de eso, siempre fuiste rica.
— ¿Eso que tiene que ver? Es lógico que quiera saber de dónde vienes.
—Pero el dinero de tus padres no te hace mejor persona. Gloss se niega a conocer a los que menos tienen o a los nuevos ricos como yo.
—Visto así suena bastante feo ¿No?— pregunté.
— ¿Y por qué crees que te escogió a ti?— me preguntó.
—Dijo que estaba enamorado...
—No inventes descerebrada, en serio a veces creo que te caíste de cabeza al nacer. Si no tuvieras dinero ni te hubiera mirado. Pero eres la hija del empresario más rico de la ciudad. Buen apellido, la edad perfecta y además estás guapa.
No pude contestarle, era la primera vez que me planteaba la idea de que a Gloss sólo le importaba el dinero de mi padre. Pensaba que el señor Crane tenía tanto o más que Frank pero eso no podría asegurarlo. Apenas lo conocíamos. En mis 19 años siempre he pensado que atraía a los chicos porque soy guapa, tengo un cuerpo bastante exuberante. Cualquier hombre sin distinción económica o de edad voltea al verme pasar. Pensar que me quieren por mi dinero se siente bastante deprimente.
Bueno de todas formas iba a dejar a Gloss, así que quizás nunca lo sepa.
Mi amiga, intuyendo mi estado de ánimos me sugirió entrar a hacernos la uñas. Encontramos un spa nuevo, no cómo los que acostumbramos visitar pero estaba tan bien decorado que decidimos entrar.
— ¿Cuándo vas a cortar con Gloss?— pregunto Johanna.
—Apenas lo vea. No tiene caso andar con alguien que no quiero. Además Finnick me hizo reflexionar. Aunque lo odié al principio.
— ¿Finnick dándote consejos del corazón? Por dios es como si tu dieras cátedra de ingeniería nuclear— soltó una carcajada. Le hice una mueca para que se callara pero al parecer su chiste incluso hizo sonreír a la manicurista.
— ¿Cuál de los diseño escoge?— la pelirroja que me iba a atender me ofreció un catálogo. Me miraba raro.
— ¿Te imaginas a Finnick como el doctor corazón?— le pregunté a Johana sonriendo. —Bueno él ya se había autoproclamado Dios del sexo pero no me imagino... ¡auch!— grité. La chica esa me había hundido uno de esos palitos con los que se limpia la cutícula.
—Discúlpeme— dijo avergonzada.
— ¡Ay fíjate niña!— retiré mi mano para verla, al menos no había sangrado.
—Yo pensaba que iban a seguirle fingiendo a Sophie y Oliver esa tontería que salían juntos— se rió Johanna.
—Bueno, no me los presentó como su novia, ya te dije que solo fue para que no lo atraparan, nada más.
— ¿Eres Katniss?— escuché decir a la chica que me limaba las uñas.
—Sí. ¿Quién pregunta?— achiqué los ojos. ¿Manicurista? ¿Pelirroja? Oh si seré boba... la novia pobre del guapetón.
—Soy Annie— dijo con timidez.
— ¡Ah! Tu sales con Finnick ¿verdad?— sonreí.
—Si— aceptó. –Gracias y perdone todo lo que te hemos hecho pasar— sonrió.
—Ay no lo creo ¿Ella es la que anda con Finnick?— saltó Johanna.
—Sí. Él me había dicho que era manicurista. ¡Johanna ya tenemos quien nos haga las manitas!— dije muy feliz.
—Cuando quieran— sonrió la pelirroja. —Ahora trabajo aquí porque... la señora Sophie estaba molesta y pues, me corrieron de mi antiguo empleo— nos dijo.
— ¿Por qué? Sophie es lindísima— protestó Johanna que la conocía bien.
—No fue por mala... es que... he tenido problemas y la verdad creo que ella tiene razón no soy buena para Finnick— dijo con tristeza.
— ¡Ay! ya me dan envidia— gritó Johanna. —Finnick con una manicurista y tú con un jardinero. Creo que me voy a enamorar del lechero— se rió Johanna.
—No digas tonterías descerebrada— le grité. —Tu ni sabes lo complicado que es andar con alguien que tu familia va a despreciar... lo siento Annie—me excusé.
—Yo sé lo que se siente no poder estar con quien quieres— suspiró mientras limpiaba mis uñas.
—Oye ¿podrías ir a hacerme las manos en mi casa una vez a la semana? A mí, a mamá, a mis tías. ¡Tengo mucha familia!— le sonrió Johanna.
—Sería estupendo, aquí sólo me han contratado medio tiempo, tengo las mañanas libres— dijo contenta.
—Yo también quiero manicura a mi casa ¿Haces pedicura?— pregunté.
—Sí, además estoy tan agradecida contigo que iré con gusto— parecía una buena chica, no me imaginaba que problemas tan graves tendría para que una señora tan dulce como Sophie Odair no la quiera.
—Hecho, yo voy a querer atención toda la mañana de los lunes, desde las nueve, nadie en casa se levanta antes— Johanna empezó a sacarle cita y Annie tomó su agenda para anotar todos nuestros requerimientos.
—Creo que seremos buenas amigas— dije contenta.
Luego que nuestras manos quedaron hermosas, regresé a casa. En mi auto, porque ya no quería usar el de papá. Si el jardinero—chofer engreído, seguía molesto no iba ser yo quien lo busque. Ya se daría cuenta de la mentira de Clove y me daría la razón. Voy a hacerlo sufrir un poquito para perdonarlo.
Al llegar a casa vi el auto estacionado. Peeta traía puesto su uniforme, estaba recargado en la puerta del mercedes, parecía un modelo de revista. Así de guapo era mi lindo jardinero.
—Hola Peeta, dichosos los ojos que te ven— dije con sarcasmo.
—Hola— respondió secamente. ¡Ay! No entendía lo que le pasaba, ni que estuviera menstruando. Ni siquiera debí hablarle.
— ¿Y mi papá?— pregunté.
—Está adentro, vino por unos papeles que olvidó— evadía mi mirada.
Dicen que quien se enamora más pierde y creo que esta vez yo llevaba las de ganar. Quería estar con él y si era necesario seducirlo o violarlo, lo iba a hacer, sabía que sólo necesitaba un empujoncito para que caiga.
—Bueno, adiós— dije pasando tan cerca que pude sentirlo agitarse.
¡Eso Katniss! Eres dueña de la situación.
Miré por la ventana como Peeta trataba de evitar mirar al balcón. Sabía que me extrañaba.
Papá no regresó hasta la madrugada y creo que me quedé dormida esperando que Peeta llegara para salir a buscarlo.
Bueno será hoy...
Pero papá volvió a llevarse a mi jardinero (porque era mío) muy temprano. Caray, ni siquiera podía reclamarle, yo misma le había sugerido contratarlo.
Esperé como tonta todo el día, hasta que por fin a media tarde Peeta regresó y guardó el auto. Yo estaba en la puerta, mirando.
Pero siguió de largo rumbo a su casita.
¡Condenado orgulloso! ¡Me va a oír! Como que me llamo Katniss Everdeen, Peeta va a ser mío esta noche.
Me vestí con un short corto que resaltaba mi cola y una blusa a tiras. Salí a caminar, mirando las plantas para que nadie sospechara, a veces me parecía que me espiaban.
Apenas llegué a los árboles corrí atravesando el claro. Al pasar vi que no había ninguna de las flores que Peeta había plantado. ¿Tan molesto estaría que las quitó? O a lo mejor como ahora tenía el trabajo de chofer se le secaron.
Su puerta estaba cerrada, me dio mucha rabia tener que tocarle, digo ¿Quién le va a robar aquí?
Me abrió, estaba poniéndose la camisa. Oh rayos, esos pectorales.
— ¿Qué quieres Katniss?— carambas, sí que se hacía el difícil. ¿Cómo podía tratarme así? Si no fuera porque estoy de excelente humor lo mandaría a la mie... y creo que después me echaría a llorar.
—No. ¿Qué te pasa a ti Peeta? No te entiendo. ¿Me vas a ignorar por un problema doméstico que tengo en casa? ¡No que me amabas y que te volvías loco cuando no me veías!— ahora si estaba empezando a enfadarme y de verdad.
—Katniss, puedo soportar tus desplantes, tus caprichos... incluso tu forma de ser tan déspota... pero lo que hiciste no tiene nombre— no podía creer que le afectara tanto que le gritara a Clove. Tal vez me había equivocado con él y era un resentido social.
—Ya deja de ser melodramático Peeta, ni que hubiese matado a alguien. Eres tan... exagerado— quería que de una vez me tome entre sus brazos y olvidemos todo.
— ¿Melodramático? ¿Exagerado? Si me hubieses hecho algo a mí me dolería menos... pero...— no podía creer lo que escuchaba y no valía la pena seguir aquí ofreciéndome a este idiota que le importaba tanto una cocinera.
—Si tan mal te sentó lo que hice... bueno... no la despido y punto. ¿Pero sabes qué? Vete a la mierda Peeta— quería llegar a casa a refugiarme en mi habitación y no salir hasta haber roto algo o al menos descargado mi furia. Mis manos temblaban de rabia.
Sentí su mano en mi brazo y me deshice con un movimiento brusco.
— ¡Katniss! ¿De qué estás hablando?— gritó. Ay desgraciado y todavía se hacía el loco.
— ¡Suéltame! Si tanto defiendes a la cocinerita esa, quédate con ella. Yo no quiero nada contigo.
—Katniss... ¡Katniss!— trató de tomarme del brazo otra vez pero lo evadí, caminé rápido para que no notara que estaba empezando a llorar. Estúpido jardinero.
Corrió hasta ponerse en frente y me detuvo con ambas manos en mis hombros.
—Esto no es por Clove... sino por lo que hiciste... mira— me señaló al espacio donde antes estuvieron las plantas. No entendí, ni que yo fuera la encargada de cuidar las flores.
—No inventes Peeta ¿qué quieres que mire?— traté de seguir mi camino.
—Katniss, ¿Por qué destruiste este jardín?... lo hice con todo mi amor para ti... siempre he pensado que las personas que tratan así a las plantas no son buenas... — lo miré como si tuviera tres cabezas. ¿De qué me estaba hablando? Sólo fue una flor y no lo hice a propósito.
— ¿Destruir? Eres exagerado... me tropecé con una flor, no destruí tu jardín—volví a zafarme.
— ¿No fuiste tú?— dijo preocupado.
—De que hablas Peeta...— no lo entendía por más que me esforzaba.
—Ese día que viniste y peleamos... bueno, al día siguiente encontré el jardín destruido...todas las plantas estaban removidas, las flores pisoteadas... pensé... Dios pensé que habías sido tú porque estabas molesta.
— ¿Cómo crees que voy a matar plantas por muy molesta que esté contigo? Me gustaban esas flores... tropecé con una y traté de plantarla pero no pude... ¿Crees que yo destruí el jardín?— me dio tanta rabia que le di un empujón.
—Amor... preciosa— trató de impedirme el paso. Si claro, ahora era su amor y su preciosa.
—Apártate Peeta, ya me malograste el día— volví a deshacerme de sus brazos sin mucha convicción, en verdad deseaba que siguiera intentando abrazarme y apaciguar mi molestia... y que termináramos en su casita haciendo el amor.
—No te vas ir... perdóname— me tomó con más fuerza hasta pegarme a él, sentí su pecho en el mío, no se había abotonado la camisa... ya estaba perdida.
Después de terminar de reconciliarnos aclararíamos que miserable destruyó el jardín y ya tenía una idea por dónde empezar a buscar.
Quise ponerle más condimento a la situación y empecé a forcejear con él, pero en mi rostro se estaba formando una sonrisa, sus ojos también habían recuperado ese brillo que tanto me gustaba.
Sentí un grito ahogado y pronto Peeta me soltó.
—Suelta a mi novia. ¡Idiota!— la potente voz de Gloss me asustó. Empujó a Peeta hasta tirarlo a la hierba. Pero no parecía que fuera a dejarlo así.
— ¡Gloss!— grité para detenerlo.
—Vete Katniss, yo me encargo de esto— me gruñó.
Con horror vi que antes de dejar que Peeta se pusiera de pie y se defendiera volvió a empujarlo, lo levantó del piso y lo tomó del cuello. El corazón se me iba a salir.
— ¡Basta! ¡Detente Gloss!— grité.
Pero parecía no escucharme, volvió a lanzar a Peeta más lejos y corrió a poner su pie sobre la garganta de mi jardinero.
Apenas llegué para ver a Peeta casi morado por la falta de aire. Con todas las fuerzas que tenía traté de empujar a Gloss, quien me miró asombrado.
—Katniss...— murmuró sin dejar a Peeta libre. Me estaba desesperando ver a Peeta así, empecé a llorar.
— ¡Déjalo ya! No lo lastimes, por favor ¡Suéltalo!— yo misma quité el pie de Gloss de la garganta de mi Peeta.
Vi marcas grandes, tenía muchos moretones y parecía malherido, lo había arrojado dos veces, rogaba porque no tuviera una costilla rota.
No me pude contener, traté de limpiar la tierra de su piel, tomé su cabeza y lo besé, acaricié sus cabellos rubios llenos de tierra.
—Peeta, amor háblame... plis, plis, dime que estas bien— sollocé.
—Katniss...— lo escuché decir.
— ¿Katniss que significa esto?— gritó Gloss.
No sabía que decirle, ni la forma de excusarme. Me había delatado, justo con él. Ahora papá lo sabría. ¡Maldición no!
Pero tampoco podía ver como golpeaba a Peeta sin hacer nada.
—Lo siento Gloss...— traté de encontrar las palabras adecuadas para disuadirlo.
— ¿Estás con él? ¿Con un sirviente?— de veía muy ofendido. Respiré profundamente.
—Sí. Discúlpame, iba a decírtelo cuando volvieras— en realidad sólo iba a terminar con él sin entrar en detalles.
—Cómo puede una muchacha de tu clase fijarse en un insignificante personal de servicio. Katniss... estoy decepcionado. Yo soy mucho mejor que él, y no me voy a rebajar pidiéndote que lo reconsideres— en su voz podía sentir el desprecio.
— ¡No lo voy a reconsiderar! Me quedo con Peeta— dije molesta.
—Si esa es tu decisión... no puedo hacer nada por ti. ¿Qué futuro esperas tener con este pobre diablo?— me dio la espalda para irse... debía la menos intentar que no me delatara.
— ¡Gloss! Por favor... no le digas a nadie— grité en un último intento de no ser descubiertos. Mi ex novio se detuvo aún de espaldas.
—Yo no cotilleo, no soy lo que ustedes llaman "chismoso" Pero la verdad siempre se sabe Katniss, no lo olvides— dijo antes de irse a grandes zancadas.
Ayudé a Peeta a levantarse y caminamos hasta su casa, tosía y se movía con dificultad. Lo ayudé a recostarse en la cama, puse un poco de agua a calentar y fui por un paño húmedo para limpiar sus heridas y su cuello.
—Katniss... no debiste interferir...— volvió a toser.
— ¿Y dejar que te golpee más? Debes estar loco— terminé de pasarle el paño y le preparé un té. Madge siempre me traía uno cuando me ocurría algo extraordinario, malo o bueno.
—Está caliente ¿Puedes incorporarte un poco?— traté de acomodarlo. —Se ve muy feo ese moretón... ¿Te sientes mejor? ¿Qué te duele?— me estaba desesperando no escucharlo hablar.
—Estoy bien— sonrió. Yo no le veía la gracia a esto. —Te amo— susurró.
—Yo también te amo ¡Tonto!— le di un beso muy suave en los labios y le alcancé el té.
—Katniss ¿Eres consciente que esto puede traernos consecuencias?— preguntó sorbiendo un trago del líquido.
—Sí. Ya no tengo novio— le sonreí en son de broma. Pero no le hizo gracia.
—Sabes a qué me refiero amor— no quería pensar en eso.
—Él dijo que no era chismoso. Siempre ha sido un tipo bien portado, no creo que le diga nada a papá— respondí insegura.
— ¿Y si lo hace?— me miró triste.
—Lo negaré... yo soy muy obediente, nunca le doy problemas a papá. Me va a creer... espero...— sólo imaginarme que Frank decepcionado de mi me hacía sentir triste.
—Debo reconocer que ese tipo tenía razón... No te puedo ofrecer ningún futuro Katniss— dijo mientras trataba de levantarse.
—Yo no te pido nada Peeta, solo que estés conmigo. ¿Es eso mucho para ti?— dije tratando de parecer molesta.
—Sabes a lo que me refiero.
—No, no lo sé, aun no es tiempo de pensar en eso. Ahora vístete que quiero que te saquen placas por si tienes una costilla rota— le busqué el uniforme y salimos.
Tenía miedo, no podía apartar mi mente de pensamientos oscuros.
PEETA POV
—Sí Peeta las plantas sienten dolor— responde el padre Plutarch.
—Lo siento mucho— me disculpo con tristeza al ver las dos matas de hierba que había arrancado. Estaba jugando con unos niños y no teníamos con que camuflar nuestras casitas. Era una de las primeras veces que me quedé en el orfanato.
Intenté volver a plantarlas pero ya no volvieron a revivir. Me sentí mal por eso, no me gustaba causar daño a nadie pero no sabía que las hierbas, los árboles y las flores podían sentir dolor.
Recordar esto me hace sentir impotencia. Esta mañana al salir rumbo a la cochera encontré arrancadas todas las flores que planté ayer. Estan pisoteadas y sacadas de raíz. Tuve ganas de correr a su habitación y levantarla para reclamarle por lo que hizo.
Yo sé que Katniss es tan caprichosa pero lo que ha hecho no es sólo una pataleta. Este acto está lleno de maldad.
Le doy vuelta al asunto todo el día, el señor Everdeen me envia a recoger a uno de sus socios que llega de New York. Otra vez hice de guía para llevar y traer al señor Beetee. Luego de tres días de un constante recorrido por la ciudad me ofrece trabajo en Montana como su chofer. Le agradezco mucho, se ve buena persona pero no puedo aceptar. Tengo tantas cosas aquí por las que quedarme.
No veo a Katniss en varios días. A veces llego antes que oscurezca y su auto no está en el garaje. Tampoco la veo en las mañanas. No me queda más que cumplir con mi trabajo, intentar no pensar tanto en ella y dejar que esta tristeza pase.
Me sorprende una tarde, llego a guardar el auto y ella está en la puerta de su casa, mirándome. No quiero quedarme a hablarle, aún estoy molesto. Paso de largo y me voy a mi casita. Necesito un tiempo más para poder mirarla sin querer reclamarle su actitud.
Poco tiempo después llaman a mi puerta. Debe ser Katniss. Abro rápido seguro de quien es mi visita.
Va vestida muy sugerente, casi se me forma una sonrisa al verla así porque se nota lo que quiere. La conozco bien.
— ¿Qué quieres Katniss?— digo para bajarle la calentura.
—No. ¿Qué te pasa a ti Peeta? No te entiendo. ¿Me vas a ignorar por un problema doméstico que tengo en casa? ¡No que me amabas y que te volvías loco cuando no me veías!— grita. La maldad no es un problema doméstico hasta donde yo sé.
—Katniss, puedo soportar tus desplantes, tus caprichos... incluso tu forma de ser tan déspota... pero lo que hiciste no tiene nombre— digo recordando las flores pisoteadas.
—Ya deja de ser melodramático Peeta, ni que hubiese matado a alguien. Eres tan... exagerado.
— ¿Melodramático? ¿Exagerado? Si me hubieses hecho algo a mí me dolería menos... pero...— me trabo de la rabia. Trato de pensar que ella no sabe que las plantas o los animales sienten. Que la educaron de una forma más materialista.
—Si tan mal te sentó lo que hice... bueno... no la despido y punto. ¿Pero sabes qué? Vete a la mierda Peeta— me da la espalda para irse. ¿De qué estaba hablando?
— ¡Katniss! ¿De qué estás hablando?— pregunto. Pero no quiere oírme. Algo está mal aquí, yo hablo de una cosa y ella de otra... pero ¿Por qué?
La sigo e intento detenerla.
— ¡Suéltame! Si tanto defiendes a la cocinerita esa, quédate con ella. Yo no quiero nada contigo— sigue gritando. ¿Cocinera? ¿Qué tiene que ver Clove?
—Katniss... ¡Katniss!— la llamo.
Tengo que hacer que me escuche de alguna forma, me paro frente a ella para evitar que se vaya, debemos aclarar bien las cosas.
—Esto no es por Clove... sino por lo que hiciste... mira— le muestro el espacio de tierra, vacío y removido, donde antes estuvieron las flores.
—No inventes Peeta ¿Qué quieres que mire?— dice molesta.
—Katniss, ¿Por qué destruiste este jardín?... lo hice con todo mi amor para ti... siempre he pensado que las personas que tratan así a las plantas no son buenas... — quiero que me dé una explicación, aunque sea una explicación tonta y egoísta pero al menos que acepte su culpa.
— ¿Destruir? Eres exagerado... me tropecé con una flor, no destruí tu jardín.
— ¿No fuiste tú?
—De que hablas Peeta...
—Ese día que viniste y peleamos... bueno, al día siguiente encontré el jardín destruido...todas las plantas estaban removidas, las flores pisoteadas... pensé... Dios pensé que habías sido tú porque estabas molesta— confieso.
— ¿Cómo crees que voy a matar plantas por muy molesta que esté contigo? Me gustaban esas flores... tropecé con una y traté de plantarla pero no pude... ¿Crees que yo destruí el jardín?
Mientras intento pensar quien pudo ser el que destruyó el jardín, siento un empujón en el hombro, Katniss se va furiosa.
Otra vez corro para detenerla, todo este tiempo habíamos estado enfadados el uno con el otro sin motivo. Al principio fue su dureza con respecto a Clove. Luego creí que había destruido el jardín...
—Amor... preciosa— le ruego.
Intento abrazarla, acariciar sus manos pero está tan molesta conmigo. No me doy a dar por vencido.
En cuanto veo una pequeña sonrisa en su actitud defensiva, sé que solo era cuestión de tiempo para que me deje acercarme. La abrazo, buscando sus labios, su cabello alborotado no me permite mirar nada alrededor, solo su sonrisa coqueta. Tengo tantos deseos de hacerle el amor.
Algo tira de mí hacia atrás y sin darme cuenta el cielo está de cabeza. Voy a dar contra el suelo sin saber cómo. Quiero levantarme pero la misma fuerza vuelve a elevarme y a lanzarme a unos metros.
La espalda me duele muchísimo, una figura me bloquea la vista del cielo. Es el rostro de Gloss, el novio de Katniss. Antes que pueda decirle algo, me ahoga, algo me aprieta la garganta. Intento quitármelo pero no puedo, poco a poco me quedo sin aire mientras veo a Katniss mover los brazos sobre el pie de mi atacante.
Tengo miedo por ella, espero que él crea que yo la estaba forzando, no que ella mantiene una relación clandestina conmigo. Nadie debe saberlo, el señor Everdeen puede enterarse y castigar a Katniss.
Intento decirle que se calme pero sus lágrimas me hacen desesperarme. Ella está llorando a mi lado, pidiendo por mí.
— ¡Déjalo ya! No lo lastimes, por favor ¡Suéltalo!
Logra que Gloss quite su pie, eso me vuelve el aire a los pulmones, toso intentando incorporarme, Katniss me limpia, acomodar mi cabello y me besa. En frente de su novio, me besa mientras me dice que me ama.
— ¿Katniss que significa esto?— escucho gritar a Gloss. — ¿Estás con él? ¿Con un sirviente?— le reclama.
Eso soy yo, un sirviente para la gente como él. Alguien invisible que solo se necesita para las labores domésticas.
—Cómo puede una muchacha de tu clase fijarse en un insignificante personal de servicio. Katniss... estoy decepcionado. Yo soy mucho mejor que él, y no me voy a rebajar pidiéndote que lo reconsideres— dice encolerizado.
La clase proletaria, la insignificante clase obrera, siempre inferior a los que tienen dinero. Llevo años escuchando eso. Nosotros los pobres no tenemos alma para los ricos. No sentimos, solo trabajamos. Limpiamos, lavamos, y recogemos lo que ellos no desean hacer.
¡No estoy de acuerdo con eso! ¡Podemos sentir! Y no somos insignificantes.
— ¡No lo voy a reconsiderar! Me quedo con Peeta— escucho decir a mi Katniss.
La miro asombrado. Hasta el momento era la mayor muestra de amor hacia mí. Realmente me demostraba su amor de esta manera
—Si esa es tu decisión... no puedo hacer nada por ti. ¿Qué futuro esperas tener con este pobre diablo?
Aquellas palabras se quedarían grabadas en mi mente para siempre. ¿Qué futuro le puedo dar? Ella no conoce lo que es la vida de un pobre. No sabe lo que es pasar frio, trabajar duro, ganarse el pan con esfuerzo. Jamás le ha faltado nada. Y yo no puedo darle lo que no tengo.
Pienso tanto en eso que no me di cuenta en qué momento se va Gloss, Katniss está desesperada por saber si me había roto algo.
Me lleva al hospital público. Sólo me vendan el torso, recetan pastillas para el dolor y cremas para las magulladuras.
No dejo de pensar en las palabras del joven Crane mientras que un secreto miedo nace dentro de mí. El temor a que Katniss un día se dé cuenta que no soy bueno para ella. Que mi amor no sea suficiente.
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¡Pobra Peeta! Por suerte no es nada grave pero ya empiezan los problemas ¿Hablará Gloss? ¿Seguirán juntos?
Gracias por leer :D
PATITO
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