Capítulo 17: Un nuevo galán
Katniss POV
Escuché llamar a mi puerta y abrí un ojo. Me removí un poco buscando a Peeta pero la cama era blanda, eso quería decir que estaba en mi habitación... sola.
—Señorita Katniss— escuché la voz de Madge.
—Adelante— dije molesta ¿Cómo se le ocurre levantarme tan temprano?
—Señorita, su padre acaba de llamar, dice que le ha estado marcando a su celular pero que está desconectado. Me dijo que llegaba hoy en la noche y que se arregle porque traerá visitas.
— ¿Visitas?— sólo a mi padre se le ocurría llegar de improviso y encima traer invitados.
—Si señorita, dijo que traería dos invitados nada más. Que le preparemos una cena formal y usted esté muy arreglada.
—Está bien. Gracias Madge, puedes retirarte.
Entré a la ducha para quitarme la flojera. ¿Invitados? ¡Lo que me faltaba!
Me fui al centro a comprarme un vestido nuevo, papá dejo dicho "muy bien arreglada" eso en su lenguaje era un vestido nuevo y un peinado. Con lo que odio que me jalen el cabello y me pongan esas tenazas.
Encontré un precioso vestido verde y estuve un par de horas en la peluquería, esperaba complacerlo con eso.
Llegué a casa cuando todavía no oscurecía, me sorprendí al encontrar dos camiones enormes que me cerraban el paso.
—Cato ¿Qué pasa?— le grité al chico de la puerta.
—Son de una compañía de Kentucky señorita, vienen a traer algo que usted pidió.
¡Mi glorieta! Casi di un salto. Esperé a que salieran los que traían mi encargo y entré.
Pude ver a Peeta delante de todas las cajas donde seguramente estaba mi glorieta en pedazos. Me alarmé, mi padre llegaría pronto con visitas.
— ¡Peeta, hay que quitar todo esto de aquí pronto!— dije llegando a su lado. Él me miró y no dijo nada. — ¿Peeta me oíste?— volví a hablarle porque parecía mudo.
—Sí. Lo siento. Estas... hermosa... muy hermosa— esbozó una tímida sonrisa.
—Gracias— le sonreí. — Mi papá llega en un rato y trae invitados. Me pidió que todo estuviera en orden, vamos a tener una cena de gala. Todas estas cajas se ven horribles, bloquean el jardín. Por favor hay que quitarlas— él todavía estaba recorriéndome con la mirada.
—Sí. No te preocupes, las quitaré pero va a tomar tiempo.
— ¿Cuánto? Calculo que llegarán en una hora.
—No lo sé. Voy a llamar al guardián para que me ayude, trataré de terminar lo antes posible— salió corriendo a cumplir lo que le pedía.
Entré a supervisar todo. La mesa estaba lista y puesta para cuatro. El champaña enfriándose. La comida lista para servirse, Clove y Madge tenían puesto el uniforme para días especiales. Y yo estaba muy presentable.
Pero afuera Peeta todavía luchaba por quitar esas horribles cajas de allí y traía una ropa terrible.
—Clove por favor, búscale un uniforme presentable a Peeta y que se lo ponga, no va a terminar a tiempo— pedí a la cocinera.
Minutos después escuché la bocina del auto de papá y me preparé para salir a la puerta a recibirlo. Pasé al lado de Peeta.
—Lo siento Katniss, son muchas cajas— se excusó.
—No te preocupes, yo le diré que es culpa mía. Por cierto, esa ropa te queda muy bien— le sonreí mirando su uniforme.
—Tu pareces una verdadera princesa— dijo muy serio porque papá ya había entrado. Caminé hasta la puerta para recibirlos.
Papá bajó de su mercedes y con él un tipo raro con una barba extraña. ¿De dónde lo habrá sacado? ¿De Pakistán o algún país de oriente? Luego de fijarme quién más los acompañaba, quedé sorprendida con el joven que venía detrás. Era alto y muy bien parecido. Más alto incluso que Finnick y mucho más fuerte, al menos en apariencia. Traía un traje negro de diseñador. ¿Quién sería?
—Hija— llamó Frank.
—Papá— di unos pasos para abrazarlo. Parecía que me había extrañado.
—Déjame presentarte a un socio, Seneca Crane— el hombre de barba y bigote raros, avanzó hacia mí.
—¿Katniss Everdeen? un gusto cheri— tenía un acento francés muy chistoso.
—El gusto es mío señor Crane— hice una reverencia y le ofrecí mi mano a lo que él respondió dándome un beso en el dorso. Me pareció sumamente anticuado. Su barba me picó la mano.
—Llámame sólo Séneca. Déjame presentarte a mi único hijo, Gloss— el joven imponente avanzó hacia mí y me dio besos, uno en cada mejilla. Me quedé pasmada ante esas muestras de saludo. Casi rompo a reír pero papá se molestaría conmigo por ser tan descortés.
—Es un placer conocerte Katniss, tu padre nos habló de ti pero jamás mencionó que fueras tan hermosa— me estremecí al escuchar tales palabras de Gloss, su voz era muy varonil.
—No soy un padre vanidoso, aunque mi hija sea una belleza— sonrió papá.
—Gracias Gloss, también es un gusto conocerte— le sonreí.
Sí que era un gusto. No todos los días conocía a alguien tan elegante y refinado. –Pasen por favor y disculpen el desorden, acaban de llegar una glorieta que mandé a hacer para el jardín— les sonreí y ninguno reparó siquiera en aquellas cajas.
—Por favor, después de ustedes— dijo mi padre. Gloss me ofreció su brazo galantemente y acepté.
La cena estuvo deliciosa y más la conversación, Seneca y Gloss eran franceses muy cultos.
—Espero poder almorzar mañana contigo y con mi viejo amigo Oliver— escuche decir al señor Crane. Mi padre me miró y entendió mi duda.
—No te he contado Katniss, conocí a Seneca precisamente por Oliver Odair. Le dije que vivíamos en Indianapolis y él me dijo que tenía un familiar aquí, resultó ser Oliver y pues así iniciamos conversaciones y luego se dio lo de hacer un negocio juntos.
—Fue una agradable coincidencia— dijo Seneca.
—Yo no creo en las coincidencias padre, es el destino— Gloss levantó su copa mientras me miraba otra vez de esa forma que me daba escalofríos, no era de miedo pero sí extraño.
—Por el destino— escuché decir al señor Crane, mi padre y yo levantamos nuestras copas y repetimos a coro lo mismo.
—Estuviste encantadora pequeña, gracias. Nuestros invitados han quedado fascinados— papá estaba muy feliz cuando las visitas se marcharon.
— ¿De dónde son?— pregunté.
—De Bellet, en Niza. Seneca es dueño de más de la mitad de todo ese lugar, sus propiedades son enormes. Después de la conferencia en Alemania fui a conocer sus viñedos por eso no te llamé el día de tu cumpleaños, no había línea allí por una tormenta que duró dos días— bueno eso me alegró un poco, al menos si se había acordado de mí.
—Papá ¿Ahora te dedicas a los vinos?— pregunté.
—Hay que moverse e innovar. El carbón me ha dado muchos problemas en estos últimos años. Demasiados activistas molestando. Algunos accidentes. Creo que es momento de aprovechar cualquier negocio rentable— me sonrió.
— ¿Y van a quedarse mucho tiempo? ¿Los Crane?— pregunté.
—Sí, le ofrecí introducir sus vinos en el país, vamos a hacer buenos negocios— sonrió.
De eso modo durante toda la semana almorcé y cené varias veces con los Crane y los Odair. No había podido ver a Peeta, llegaba rendida directo a la cama y me despertaba tarde.
La glorieta iba tomando forma. ¡Qué ganas de ir a ayudarle! O al menos verlo trabajar pero mi padre tenía sus planes y debía acompañarlo.
Gloss era un joven muy interesante, estudiaba filología y negocios internacionales. Practicaba equitación, era un deportista destacado y hablaba cinco idiomas. Toda una navaja suiza.
Pero parecía llevarse de patadas con Finnick.
—Qué tipo más despreciable— se quejaba mi amigo un día durante la cena, mientras nuestros padres seguían haciendo sus negocios, nosotros estábamos en una mesa y Gloss se había ofrecido a ir por una bebida para mí.
— ¿Qué es lo que te molesta exactamente? Que es más alto, más fuerte o más guapo que tú— le dije en tono de burla.
—Oye yo soy más guapo y te lo pruebo donde sea. Pero me revienta esa pose de europeo perfecto y exquisito que demuestra.
— ¿No crees que tal vez sea su forma de ser?
— ¿Te gusta?— preguntó molesto.
—Me parece interesante— confesé.
— ¿Más interesante que tu jardinero?—me miró sonriente.
—Eso... es algo completamente diferente.
— ¿Diferente? No entiendo porque debe ser diferente, ambos son hombres.
—Pero son muy diferentes.
—Vamos Katniss, quítale a Gloss los millones de su padre ¿Qué te queda?
— ¿Alguien más guapo que tú?— no estaba dispuesta a que Finnick me arruinara la noche.
—Sólo un hombre engreído. Sé que detrás de ese Armani no hay alguien confiable y de principios— tomó su bebida de un trago.
— ¿Y detrás de Peeta que es lo que ves?
—Dentro. Dentro de Peeta veo a alguien a quien podría confiarle mi vida. Esa es la diferencia. Sé que Peeta es auténtico, dice la verdad y no se anda con tonteras.
—Hablas como si fueras su amigo.
—Soy su amigo. Me lo he encontrado un par de veces en el pueblo comprando cosas para tu casa. Hemos hablado.
— ¿Hablaron? ¿De qué podrían hablar ustedes? No tienen nada en común.
—Cosas de hombres. Él te ama Katniss, que tú te lo merezcas es otra cosa— por primera vez vi a Finnick hablando en serio. Y eso me hacía sentir mal.
Peeta sí me amaba pero no podía dejarlo entrar en mi vida, no teníamos futuro, era algo del momento. Gloss sería alguien aceptable a los ojos de mi padre y de toda la gente de nuestra sociedad. Pero aún era muy pronto para pensar en esas cosas, apenas tengo 19 años hay mucho tiempo para decidir eso, equivocarme, enamorarme y volver a caer. No hay apuro.
— ¿Cómo te va con tu Annie?— pregunté.
—Bien. Le hablé a mamá de ella. No estuvo muy feliz pero dice que hablará con papá.
— ¿No temes que te deshereden o algo parecido?
—No. Oliver no haría eso. Sophie no lo soportaría.
— ¿Katniss bailarías conmigo?—Gloss hizo un gesto muy elegante al agacharse hasta mi nivel y ofrecerme su mano. No me gustaba mucho bailar pero podría hacer un esfuerzo.
—Si claro— miré de reojo a Finnick que ponía su peor cara.
— ¿Ese joven es algo tuyo?— preguntó Gloss mirando con desprecio a Finnick.
—Sí. Es uno de mis mejores amigos.
—Es muy infantil. El otro día intentó... ni siquiera sé lo que pretendía.
— ¿Qué te pidió?
—Si podía conseguir una cita con cualquier mujer...
— ¡Quería probar quien es más guapo!— solté una carcajada.
—Eso me imaginaba...
— ¿Y quién ganó?— pregunté interesada, a lo mejor Finnick había perdido por eso estaba tan enojado.
—La razón. Yo no tengo nada que demostrarle. No estamos compitiendo. Somos adultos civilizados— dijo con total calma. Con razón le caía mal a mi amigo. Era demasiado civilizado. Sonreí un poco mientras me daba algunas vueltas, sabía llevar bien a su pareja.
—Eres demasiado adulto para entender a Finnick— sonreí.
—Dime Katniss y perdona que sea tan directo ¿Tienes novio?— esa era una buena pregunta.
Pues no tenía novio. Lo que tenía era un amante. Si, Peeta era mi amante para todos los efectos. Me amaba y teníamos sexo con frecuencia, con muy poca frecuencia para mi gusto. Porque últimamente no podíamos encontrar el momento.
—No. No tengo novio— dije todavía pensando en Peeta y en qué estará haciendo. Podía imaginármelo leyendo en su casita, tan sólo.
—No entiendo cómo puedes estar libre siendo tan hermosa— su rostro se acercó un poco a mí y me hice para atrás. Gloss era muy guapo e imponente pero aún no estaba lista para que me besara. ¿Estaría lista alguna vez?
La pieza terminó y volví a mi asiento.
—Ese tipo tiene intenciones contigo— dijo Finnick al verme.
—Eso parece. Mejor me voy casa.
— ¿Quieres que te lleve? Creo que viniste con tu padre.
—No gracias. Puedo esperar un rato más.
Gloss no me dejó libre ni un momento, me abrumaba con halagos y frases hermosas. Citaba a grandes poetas y hablaba un español impecable. Eso me gustaba, un poco.
Quizás un poco más de lo que debería.
Peeta POV
Los días pasaban rápidamente, desde que amanece hasta que vuelvo a acostarme no dejo de pensar en ella. Mi Katniss. Y en mis sueños estaba más presente todavía. No dejaba de soñarla noche tras noche. Algunos sueños eran hermosos, retazos de un futuro posible. Lejano pero confiaba en que podría ser... algún día. Otros sin embargo estaban plagados de nuestros encuentros íntimos. Escenas tan eróticas que me despertaba directo a tomar una ducha fría.
Y es que esa mujer me había hechizado. Cada célula de mi cuerpo la llamaba a gritos. Es como mi combustible, me quemaba la piel y la sangre al recordarla. Yo la amo y también la deseo. Es algo que va tan unido que no puedo separar. Tampoco sé cuál de los dos va primero... mi amor o mi deseo.
¡La necesito tanto!
Lamentablemente debido a sus recientes visitas la actividad en la casa de incrementó. Entraba y salía gente, ella iba a reuniones por la noche y no sabía a qué hora regresaba.
El señor Everdeen aparecía en casa a cualquier hora. Con sus socios o sólo. Así que no me atrevo a buscarla. Sigo armando la glorieta, mirando constantemente hacia su ventana.
Salgo al pueblo cuando tengo oportunidad, me proporcionaron una vieja camioneta del servicio. Necesitaba herramientas y mucho material extra.
— ¿Peeta?— escuché que me llamaban una mañana. Lo recordé de inmediato. Era Finnick Odair, el amigo de Katniss. Le tenía aprecio, el día de la fiesta de cumpleaños fue el único que me defendió.
—Hola joven— saludé respetuosamente.
—Ey llámame por mi nombre. Apuesto a que tenemos la misma edad— sonrió. Era agradable y tenía unos hoyuelos muy marcados. Parecía un bebé grande.
—De acuerdo. ¿Qué haces por aquí?— pregunté.
—Vengo a ver a mi novia— sonrió. —Trabaja aquí al lado.
Me fijé en una estética bastante normal. Al parecer entendió mi duda. —Annie no es como Katniss. No proviene de una familia con dinero. A mí no me importa, yo la amo por quien es, no por lo que tenga— dijo algo más serio.
Me conmovieron sus palabras, aquel hombre tenía principios y era honesto. Inmediatamente se ganó mi amistad.
Entablamos conversación hasta que su novia, una pelirroja pequeña y delgada salió. No se le veía muy feliz, en cuanto apareció él se disculpó conmigo y se la llevó en su auto.
¿Qué le pasaría a esa niña? Por su vestimenta pude darme cuenta que es de condición muy humilde.
Me volví a encontrar con él unos días después y el tiempo se fue volando. Llegamos a cierto entendimiento cómplice. Yo nunca antes había tenido un amigo a quien pudiera revelarle mis dudas acerca de ciertos temas privados. Finnick era muy buen consejero para eso y me recomendó leer algunos libros. Casualmente traía uno en su automóvil y gentilmente me lo prestó. Que cara habré puesto, mi amigo no paró de reír hasta que se fue. Hablamos por más de dos horas seguidas y yo me retrasé en los mandados. Cada vez que salía de la casa la señora Sae aprovechaba para endosarme una larga lista de cosas para comprar. Afortunadamente soy bueno en eso. Solía ir a comprar el abastecimiento semanal del orfanato con el padre Plutarch.
Vi a Katniss una tarde, el auto de su padre vino por ella. Traía puesto un vestido rojo que le quedaba hermoso. Su cabello rubio estaba atado en un alto moño y su piel brillaba como si le hubieran aplicado purpurina. O tal vez eran mis ojos los que la hacían brillar. Antes de subirse al auto me miró y me regaló una preciosa sonrisa.
¡Cuánto te amo Katniss!
Desde el día que te vi, una silenciosa fuerza me atrapó, me nubló los sentidos. Mi amor cada día se hace más fuerte, vive de tus sonrisas, de tu mirada. Aquellos ojos donde puedo ver el cielo. Lo que daría por tenerte entre mis brazos otra vez.
Pero debo tener paciencia... debo serenar mis deseos y controlar mis ansias.
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Ay Peeta pobrecito, mientras él sueña la otra bien que baila con el nuevo galancito.
Gracias por leer
PATITO
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