El club de los enamorados
Sal
Contesta.
No.
Contesta.
No.
¡Que contestes, narr!
¡Que no puedo, tengo miedo!
¿Cómo vas a tener miedo? ¡Es solo un chico!
¡Un chico muy guapo, amigable, simpático y con el que nunca he hablado por llamada!
Salustina, ya te a visto borracha y tú a él, ¿A ti precisamente, la más sinvergüenza de todas te va a dar miedo hablar con él?
Sí, sí, tienes... tienes razón.
Lo sé, ¡Ahora contéstale!
Echo un suspiro al aire y con la mano temblorosa vuelvo a tomar mi móvil, ver esa llamada entrante me asustó al punto de que arrojé mi móvil al otro lado del sofá. No me lo esperaba en lo absoluto, ¡Nuestras conversaciones siempre son por mensaje! ¿Por qué habría de cambiar eso?
¿Quizá porque quiere hablar de una forma diferente contigo?
¡Absurdo!
Veo la pantalla, que aún pone el:
Llamada entrante de Damiano
Salustina, contesta.
Hincho mi pecho para tomar valor, (y retrasar un poquito el momento) antes de deslizar el botón verde para contestar.
Hay un silencio de al menos un minuto dónde ninguno dice nada, solo escucho su respiración ligeramente acelerada y los latidos nerviosos de mi corazón en mis oídos. ¿Qué podía decirle? ¿Qué tono tenía que usar? ¿Debía de esperar a que el hable, puesto que él inició la llamada?
Cuando el silencio se prolonga más de lo que puedo soportar, decido que debo dejar los nervios absurdos a un lado. Yo no soy así, no me gusta ser así otra vez. Asentí para mí misma y, usando mi tono más natural, dije:
—Buenas noches, Damiano.
Decir esas tres simples palabras es todo un alivio para mí, no expulso el aire en mis pulmones porque no quiero que piense nada raro.
Él por su lado se aclara la garganta.
—Buonanotte, Sal.
Muerdo mi labio inferior para evitar el chillido que quiere escapar de mi garganta, la última y única vez que escuché su voz fue en la fiesta del Thinking Cup, recordaba muy a detalle esa voz con acento italiano que balbuceaba cosas. Escucharlo en un estado lucido hace que todo dentro de mí se derrita.
Lo admito, tengo debilidad por el acento italiano, y más si es el de este chico.
—Eh... ¿Qué tal estás? —pregunto, yéndome por lo seguro.
Hay una risa de su parte, corta y ronca, suficiente para desestabilizar mi sistema. Debería ser prohibido tener una risa así de atractiva.
—Muy bien, vengo llegando de mi trabajo.
Miré la hora, 01:53 am, casi las dos de la mañana. ¿Quién termina un turno de trabajo a esa hora?
—¿Pero pues y en qué trabajas?
—¿No te lo conté? —hice un sonido negativo con mi garganta—. Oh, bueno, soy chef tercero en un restaurante de comida italiana, y algo así como un aprendiz de chef.
Vaya... eso no me lo esperaba. Sé que él estudia diseño gráfico, pero no esperé a que se le diera también la cocina.
Es italiano, ¿Qué esperabas?
Eso es muy esterotípico.
Y se cumplió el cliché.
Meneé la cabeza, volviendo a concentrarme en mi conversación con Damiano, no quería decir una idiotez. Tal vez haya dicho muchas por mensajes, pero en llamada es diferente. Es la primera vez que ambos hablamos en un estado de lucidez completa, una verdadera primera impresión, no quería arruinarlo.
—Eso es genial, ¿Qué restaurante es? A ver si puedo ir algún día de estos.
Otra vez él vuelve a reírse y yo vuelvo a sentir que me hago charquito.
—Si vas a comer de la comida que yo haga, será en el momento en que te invite personalmente, no porque fuiste a mi lugar de trabajo.
Mis mejillas se colorearon como un par de estúpidas y mi corazón da un vuelco dentro de mi pecho. ¿Acaso él... me está avisando que me invitará a salir? ¿Eso acaba de pasar?
Eso acaba de pasar.
Una risita nerviosa se me escapa, me siento como una puberta hablando con su crush de la escuela. El colmo de la situación es que ni cuando fui una puberta me comportaba así.
—Eso... eso estaría bien —aclaro mi garganta para que mi voz vuelva a su tono normal—. Es una idea muy agradable.
—Me alegra saber que te guste —conviene, de seguro él a de estar muy tranquilo mientras que yo, bueno, me está dando de todo en este momento y me he resistido a gritar contra los cojines del sofá por la llamada—. Cuéntame, Sal, ¿Qué fue de tu día hoy?
Oh, con que esto es lo que siente Dave cuando Mónica le hace esa pregunta. Vale, sí, es un sentimiento muy bonito.
—No estuvo nada mal, la universidad un poco pesada, pero nada de lo que quejarse realmente. Mis amigos... —niego con la cabeza, sonriendo y pensando en ese par de chalados. No hay quien niegue que a esos dos Cupido los flechó—, cada uno en sus cosas raras.
—Nunca hablas mucho de ellos —nota, interesado.
Eso es algo que he venido notando de Damiano, me presta atención, mucha más de la que alguna vez he recibido de alguien que no sean mis amigos o familia.
—No hay mucho que decir —me siento idiota por haber encogido los hombros—, son grandes chicos, los amo como no tienes idea.
—¿Los amas?
—Sí, es que... —resoplo, pensando en los momentos con esos idioten—. Nos conocemos desde los seis, han sido largos quince años de amistad con esos idiotas que no amarlos... no se me hace correcto, son como mis hermanos.
Muchas veces se los he dicho y ellos me responden con abrazos diciendo que piensan lo mismo, pero es que hay una diferencia en la forma en que ellos lo dicen a como yo la digo. Ellos tienen hermanos, Cooper tiene a Eneas; Dave tiene a Henry y Asia, saben el sentimiento de hermandad y toman mis palabras como algo más. Para mí no es así, yo soy hija única de un largo matrimonio, mis padres no pudieron tener más hijos, así que solo fui yo. Aprendí lo que es tener hermanos con ellos.
Los amaba como mis mejores amigos, pero los amaba mucho más como mis hermanos no conectados por la sangre.
—Eso es muy lindo, Sal —dijo Damiano—, te entiendo, yo también tengo amigos que conozco desde hace mucho, comprendo que a cierto punto llegas a amarlos más en un sentido de hermandad.
—Honestamente, no sé qué sería de mi vida sin ese par, y ellos no habrían conocido el hospital a los seis años de no ser por mí.
Eso lo hace reír, a mí me hace sentir como una especie de ganadora dónde el mejor premio es escuchar la risa de ese chico.
—Los amigos son geniales... —no paso por alto que se oye cansado, lo afirmo cuando suelta un bostezo.
—Hey, ¿No quieres descansar? Has de estar agotado.
—Sí, un poco... quizá... —otro bostezo—, pero me gusta hablar contigo, no te quiero colgar.
Ahí estaba yo, otra vez sonrojada, otra vez sonriendo como una niñita.
—Podemos hablar otro día por llamada si quieres, a sido bastante agradable.
—Esa idea me agrada —hay un tercer bostezo de su parte—. Creo que será mejor dormir, buenas noches, Sal.
Apoyo mi espalda del reposa brazos del sofá donde hay un par de cojines, descubro que mis labios pueden ampliar más una sonrisa justo ahora.
—Buenas noches, Damiano.
***
Lo peor de ser la soltera del grupo es ver cómo las parejas que evidentemente se tienen ganas ignoran todo lo que tienen en medio.
Despido un suspiro con discreción y niego con la cabeza, viendo como cada uno de mis mejores amigos mira como un total enamorado a las chicas con las que hablan.
Esas mejores amigas vinieron a enamorar a mis amigos.
Si bien Dave ha afirmado que le gusta Mónica, no es algo que le haya dicho a ella, espero que lo haga pronto porque disimular lo que siente por ella no se le da explícitamente bien. Y Cooper... Cooper no a negado o afirmado nada, pero conozco a ese rubio mal teñido, esa sonrisita que tiene mientras charla con Amapola no se la había visto desde hace un buen tiempo.
Anastasia estaría feliz por él.
Estoy muy segura.
No solo mis amigos son obvios respecto a lo que sienten, las chicas también. Puede que no tenga una larga amistad con Mónica y Amapola como la tiene Dave, pero vamos, ese ligero sonrojo en las mejillas pecosas de Mónica se debe a una persona: Dave Robert Wyle. Y esa sonrisita de Amapola solo la hace cuando está con Cooper.
Ser la soltera te hace también observadora.
Verlos otra vez en esta faceta de chico enamorado hace que me quiera reír en sus caras del pasado, Dave en muchas ocasiones dijo que «no se volvería a enamorar» que «sería el tío soltero y cool» entre más babosadas que ahora ha de arrepentirse. Y Cooper, bueno, después de lo de Anastasia, el dolor de haberla perdido y su recuperación, se volvió ese tipo fiestero y que estaba con algunas chicas los fines de semana, ahora lo considero incapaz de quitarle la mirada de Amapola. Digo que lo de ellos, (o más bien, de él) fue un flechazo a primera vista. Esas bromitas que le gastaba a la ojiverde tenían otro motivo más que hacerla molestar.
Conocía el modus operandi de Cooper Elois Parker.
Dave por su parte es más de... ¿Ponerse cómodo en el ambiente? Es decir, el pasar tiempo con una persona a la que le tiene confianza y especial cariño, lo hace desarrollar sentimientos amorosos. Él es ese tipo de persona que se empeña en conocer y pasar tiempo con ese alguien que le puede llamar la atención.
Vaya, de verdad que le conocía hasta los pecados a esos chicos.
Literalmente estuviste presente en algunos de sus pecados.
Aburrida, paso la mirada al vaso de plástico vacío frente a mí, me había terminado mi jugo de manzana hace un buen rato y ahora solo queda el agua del hielo que se a ido derritiendo con el pasar de los minutos. Tomo el vaso y acerco el sorbete a mi boca, tomando el agua de hielo derretido.
Se supone que esta reunión en nuestros descansos sería para hablar, no para que me dejen a un lado por sus noviecitas.
Celosa.
En mi defensa, antes de ellas solo era yo, así que tengo todo mi derecho.
Aún eres celosa.
Miro de Dave y Mónica frente a mí a Cooper y Amapola a mi lado, estos dos últimos hablando de lo mismo de siempre: animales. Los de enfrente ya no los entendía, sus conversaciones iban de un tema a otro que ni alguien tan metiche como yo podía llevarles el hilo.
¿Por qué no hablas con Damiano?
Oye, esa idea me gusta. Gracias.
De nada.
Saco mi móvil del bolsillo de mi chaqueta, decidida a escribirle al chico italiano, cuando de improvisto y como si lo hubiera invocado, entra una llamada suya. Sin querer mi corazón aceleró su latido, mi estómago cosquilleó nervioso, pero contradictoriamente mis labios sonrieron.
—Hey, chicos, iré a atender una... —corto mis palabras cuando noto que nadie me está escuchando—. ¿Chicos?
Nada.
—Hey...
Ni un pío.
Recojo mis cosas y salgo por la puerta que da hacia afuera, me siento en una de las mesas vacía y contesto la llamada, saludando con un:
—Muy buenos días, Damiano.
Él del otro lado se echa una corta risita, una bastante tierna.
—Muy buenos días para ti también, Sal.
—Que sorpresa tu llamada, entonces mi hechizo sí funcionó —bromeo, riendo.
Había analizado mi comportamiento de la madrugada de hace dos días, ese nerviosismo absurdo, no me gustaba volver a ponerme así por un chico, por muy simpático que él sea. Además, ya he hablado un montón de veces con Damiano, teníamos confianza aún cuando apenas estemos hablando por llamada.
—Mmm, eso explica porque tenía tantas ganas de llamarte.
Götter.
Vale, eso no me lo esperaba.
¡¿Y te crees que yo sí?!
Ese chico debía dejar de hacer eso, ¡Hacía bromas para relajar el ambiente, y él no debía de seguirmelas porque me ponía nerviosa! ¡No quiero estar nerviosa!
Y ya lo estaba otra vez.
Genial.
Pensé en una respuesta ingeniosa, de esas que Cooper tanto se queja, mi cerebro no pudo concebir nada, por lo que terminé aclarandome la garganta.
—Sí, y, bueno, ¿Qué tal estás?
—Descansando después de estar dos horas frente a una computadora, mis ojos pedían clemencia.
Me reí.
—¿Y en tu descanso decidiste llamarme?
—Me apetecía hablar contigo —aprieto los labios, evitando sonreír—, ¿Tú qué tal estás?
—Nada de lo que quejarme, también estoy en un descanso hago una mueca y llevo mi mano a mi sien—, muchos procesos químicos para mí por hoy.
—Lo que un estudiante de biología marina debe de esforzarse, y yo que creí que el diseño gráfico era complicado.
—Hey, cada carrera es complicada a su manera.
—Pero unas más que otras, yo no veo física o química, mucho menos geología.
—Tampoco pasas horas escuchando procesos de comunicación de animales marinos —agrego, recordando aquella clase de condenadas dos horas, aún sueño escuchando cantos de ballenas y focas.
—Exacto, tu carrera es más compleja.
—Al menos yo no debo pasar horas frente a una pantalla —refuto—, supongo que los dos tenemos nuestra complejidad en lo que decidimos estudiar.
—Y aún nos gusta, ¿Qué tan masoquista es eso, eh?
—Supongo que mucho —los dos nos reímos—, a veces es un asco, pero algo lindo se le encuentra a veces.
—Es la manera perfecta de describir cómo te sientes acerca de tu carrera —hice un sonido afirmativo, siempre decía lo mismo. Por muy pesado que se ponga todo, algo lindo hay a veces, y eso es lo que nos motiva a quedarnos—. Ahm, Sal, yo... quería hacerte una pregunta.
Me acomodo en mi asiento, viendo por un segundo a través del ventanal hacia adentro, aún los chicos estaban en la mesa, todos aún embobados por la flecha de Cupido.
—Te gusta hacerme preguntas, eh —bromeo, viendo al frente. Las mesas de afuera no estaban tan llenas como de costumbre, supongo que el clima nublado ha de influenciar en eso.
Damiano rió, y no sé si fueron ideas mías o fue una risa nerviosa.
—Sí, bueno, es que... quería saber si... no lo sé, ¿Te apetecía... vernos en persona?
—————————————
Nota de la autora:
¡Feliz navidad, gente bonita y hermosa! ¿Qué tal la pasaron el domingo pasado? Espero y esas mesas estuvieran llenas de comida y muchas bendiciones <3
Actualización hoy de estos dos porque ayer se me olvidó por completo, jkjkjk.
Tenemos una nueva narración de Sal, también me agrada como piensa, nos estamos llevando bien.
¡Volvimos a ver a Dave, Mónica, Cooper y Amapola! Su romance visto en otros ojos, son demasiado obvios, todos lo sabemos.
Ahora, este final estuvo... gua, ¿Tan rápido ya, Leoni? Pues sí, no olvidemos que estos llevan ya hablando su tiempo.
Así que tendremos ese primer encuentro pronto.
Hasta aquí dejo mi notita, nos leemos este miércoles en Una Noche Sin Luna <3
Besos y abrazos con flechas de Cupido, llamadas y hechizos cumplidos
MJ.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro