La Boda
Bueno, no todo fue tan tranquilo como había dicho en un principio. Realmente todo fue un caos, sobre todo cuando Mía volvió para alistarse junto a nosotras.
— ¡Ya deberías estar en la ducha porque la maquillista no tarda en llegar! — me grita.
— ¡Ya voy, ya voy!
Lo siguiente que sé es que Kate casi entra a la ducha conmigo para apurarme, Mía me jaloneó con la toalla hasta sentarme en la silla de la recámara.
Después una mujer muy arreglada llegó con una enorme caja de maquillaje y se acomodó frente a mí para hacer mi maquillaje y peinado. Dos horas...
— ¿Lista? — pregunta Mía.
— Si — digo ansiosa — ¡ya quiero verme!
— Bien, pero ten cuidado con el vestido. No queremos que se llene de maquillaje antes de tu momento.
Asiento con mucha emoción mientras me giro hacia el espejo. ¡Santa madre! ¡Mis ojos lucen geniales con la sombra negra! Veo a Mía y Kate aplaudir en el reflejo del espejo.
— Estás lista, casi es hora de ir a Bellevue.
— Ahora, es una gran tradición para las novias tener cuatro objetos: ya tienes algo nuevo, que es el vestido — señala Mía — te daré algo prestado.
Ella toma un pequeño prendedor de su vestido y lo coloca en el mío, por dentro de la tela del escote.
— Este prendedor es de mi abuela, ella se lo dio a mi mamá y ella a mí. Yo te lo presto hoy.
— Gracias — nos abrazamos.
— Y yo te daré algo azul — sonríe Kate.
Ella saca un listón azul cielo y lo pone en mis manos. Cuando la miro confundida, es que ella habla.
— Lo voy a poner en tu ramo de rosas blancas, para que lo lleves contigo.
— Gracias Kate.
— Y yo seré ese "algo viejo".
Las tres nos giramos hacia mi papá, que está parado en la puerta entreabierta.
— ¡Papá!
— Te ves hermosa Annie.
— Papá, no me hagas llorar — intento echarme aire con mi mano.
— ¿Listo para dejarla ir, Ray? — pregunta Kate.
— Nunca — sonríe triste — pero es lo que la hará feliz.
Me acerco a él a abrazarlo con cuidado, ya lleva un elegante traje gris y luce bastante nervioso.
— Bien, basta, no más lloradera hasta después de la boda — Mía se limpia una lágrima.
— Estoy lista — sonrío feliz.
Bajamos todos a la sala en espera de nuestro turno para marchar hacia el altar pero los minutos se me hacen eternos.
— ¿Deberíamos echar un vistazo para ver cómo va todo? — Pregunto.
— No, hija. Debes esperar.
— Bien.
Un minuto después, música suave comienza a sonar.
— ¿Ya papá?
— Aún no, Annie.
— ¿Entonces cuando?
— Cuando suene la canción de la novia... ¿Cómo se llama?
— Marcha nupcial — dice Mía con la ceja arqueada.
— ¡Si, esa!
— Pero... Pero... — balbuceo.
— Hija, ¡tranquila! Christian está ahí, no desesperes.
Estamos ya acomodados junto a la puerta esperando para salir. Christian, Elliot y Taylor ya salieron junto a Grace y Carrick.
— Bien, ¿todos listos? — pregunta Kate.
— ¡Si! — tomo el brazo de papá y sonrío.
Mantengo mi vista al frente, lista para encontrarme de frente a Christian para ver su reacción. ¡Oh rayos! Espero que le guste el vestido.
— Confirmado, todo en orden. Listo para seguir.
Escucho una voz ronca hablar a mi espalda, así que volteo hacia él. Parado detrás de mí, entre las damas de honor y yo, está Wayne.
— ¡¿Tú qué haces aquí?!
— Soy tu guardaespaldas, voy detrás de ti — dice.
— ¡No! — Digo con un gritito — ¡¿Estás bromeando?!
— Pues no — balbucea — la indicación es estar junto a ti, así que...
— ¡Pero no aquí, Wayne! — él debe estar realmente bromeando — En todo caso, irás detrás de Mía y Kate, ¿está bien?
— De acuerdo.
Él da dos pasos atrás, para dejar que las damas de honor se ubiquen de nuevo detrás de mí. Ray palmea mi mano para llamar mi atención cuando la melodía correcta suena.
Cuando por fin es momento de avanzar, papá aprieta mi mano y sonríe. Lo primero que distingo es a Christian en su esmoquin negro, viéndome. Ambos sonreímos emocionados.
Por detrás de él, Elliot se frota las manos y luego apoya las palmas en los hombros de mi ojos grises. Enseguida de ellos, Taylor permanece en posición de descanso tan habitual en él. Trajes negros para combinar con el de Christian.
Mi vista vuelve a mi prometido mientras me acerco. Sonríe emocionado, así que me esfuerzo en mantener las lágrimas de felicidad en mis ojos para no arruinar mi maquillaje.
Realmente es una ceremonia pequeña. Distingo del lado de Christian a sus padres, sus abuelos, la señora Bailey, el señor de la gala con su esposa, un hombre moreno que creo es Bastille.
Pero de mi lado la primera que veo es a Maddie con un chico pelirrojo y Mike al otro lado de ella. ¡Oh, por Dios! ¡Henry está aquí con Maddie! Delante de ellos, Gail está sentada observándome con ojos llorosos.
Le sonrío para que sepa que me alegra verla, luego mi vista se mueve hacia delante, al chico rubio que sonríe. ¡Mierda! ¿Debí decirle antes a Christian que invité a Ethan? Es mi amigo, no podía solo evitarlo y ser grosera.
Afortunadamente sigue al frente sonriendo. Mi papá suelta mi mano para abrazarlo rápidamente, incluso creo escuchar un "cuídala bien" muy bajito. Por fin extiendo mis manos hacia él.
Ambos sonreímos mientras caminamos hacia el padre. No puedo dejar de ver sus ojos grises y su hermosa sonrisa que me contagia. Estoy tan absorta en mi felicidad que solo reacciono cuando el padre me mira fijamente.
— ¿Ana? — volteo a verlo algo confundida.
— ¿Si?
— ¿Es esa tu respuesta? — escucho el murmullo de risas.
— ¿Disculpe? — balbuceo.
— ¡Ya se arrepintió! — escucho la voz de Elliot.
Christian aprieta mis manos y volteo para verlo con el ceño fruncido. ¡Oh mierda, me distraje!
— Dije que si aceptas a Christian cómo tu esposo, para amarlo y respetarlo en las buenas y en las malas, hasta que la muerte los separe...
— ¡Si! ¡Si! ¡Si acepto! — de nuevo se escuchan risas.
— Bien, ahora tú Christian, ¿aceptas a Anastasia como tu esposa, para amarla y respetarla en las buenas y en las malas, hasta que la muerte los separe?
— Si, acepto — él sonríe de nuevo y yo lucho con el impulso de besarlo.
El padre hace una seña para que nos coloquemos los anillos, así que él se gira hacia Elliot y extiende la mano.
— ¿Qué? — suelta el rubio.
— ¡Los anillos!
— ¡Oh, sí! ¡Espera!
Elliot abre su saco para buscarlos y mete la mano en el bolsillo. Luego baja la vista muy rápido y hace un gesto de sorpresa. Sigue rebuscando en el interior de su saco cuando Christian suelta mis manos.
— ¡Elliot! — le gruñe.
— Tranquilo, aquí deberían estar — dice con voz nerviosa.
Christian se gira hacia su hermano resistiendo las ganas de insultarlo frente a todo mundo, y lo sé porque sus labios están tan apretados que forman una línea.
— ¡Eh! ¡Te engañe! — Sonríe Elliot sacando la cajita del bolsillo de su pantalón — ¡te dije que yo los cuidaría!
— Eres un id... — lo interrumpo jalándolo del brazo hacia mí.
Le hago una seña hacia mi mano y él se apresura a colocar un precioso anillo dorado. Yo tomo el otro y lo deslizo por su dedo.
El padre menciona algo más y luego Christian toma mi rostro para besarme. ¡Por fin! ¡Lo hicimos!
— Señora Grey.
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