Capítulo 81
Christian me hace una seña mientras saca el teléfono de su bolsillo. Aún estamos en la casa de Broadview, así que supongo llama a Elliot para ver lo de las remodelaciones.
— Ray — lo escucho decir y volteo a verlo.
— ¡Christian! — dice mi papá.
— ¿Qué tan pronto puedes conseguir un vestido? — escucho a Ray reír muy fuerte.
— ¿Ya la convenciste? Bueno, no me sorprende tanto, ahora sé cuál de los dos es más obstinado.
— Así es, ahora hay que hacerlo todo rápido antes de que se arrepienta.
Frunzo el ceño solo de escucharlo. ¿En qué momento hablaron de esto y de qué más no me he dado cuenta? Él parece leer mi mente, porque sonríe.
— Le mostré la casa y le gustó.
— ¡¿Qué?! — ¿Ray ya lo sabía?
— ¡Me alegro! Entonces... ¿El vestido? No lo sé, tal vez un par de semanas, o dos — Ojos grises lo interrumpe.
— De hecho Ray, quisiera que lo tuvieras listo para la próxima semana.
— ¿Estás loco muchacho? ¿Una semana?
— Si, Ana dice que solo te necesita a ti, así que tú y el vestido es lo que requiero ahora.
— ¡Vaya! ¿Por qué la prisa? ¿Annie no estará...?
— ¡No! — chillo. Él frunce el ceño.
— No, pero no quiero esperar y ella está de acuerdo. Voy a mandar por ti y resolveremos lo del vestido aquí — escucho a papá suspirar.
— Supongo que está bien, puedo hacerlo si tú vas a encargarte de todo lo demás.
— Sabes que lo haré Ray. Te llamaré más tarde.
Cuando termina la llamada, lo miro confundida. Pero antes de que pueda hablar, Christian hace una seña con la cabeza y Jason se acerca.
— Necesito que vayas a Montesano por Ray Steele, lleva el Charlie Tango y haz los arreglos. Que Sawyer y Dixon te cubran.
— Si señor.
Taylor se da la vuelta y comienza a hacer llamadas a Dios sabe quién. Todo está pasando tan rápido que tengo que esforzarme por reaccionar.
— ¿Quién rayos es Charlie Tango? — es lo primero que digo.
— Mi helicóptero — sonríe orgulloso — Ir hasta Montesano tomará solo unos minutos.
— Pero...
— Llamaré a mi madre para que se encargue del resto, seguramente Mía querrá ayudar si eso le da la oportunidad de gastarse mi dinero.
— ¿Estás seguro de esto? Tal vez deberíamos esperar más...
— No, no esperaremos nada. Lo haremos pronto y será perfecto para nosotros. Me haré cargo.
— Bien — digo en voz baja.
Caminamos de vuelta hacia el auto para regresar a Escala. Me recargo en el hombro de Christian cuando Taylor toma de nuevo la autopista hacia el centro de Seattle.
— ¿Ana? ¿Estás bien?
Escucho la voz de Ojos grises y abro los ojos. ¡Rayos! ¿En qué momento me quedé dormida? Cuando me enderezo, veo que estamos en el garaje de Escala.
— Lo siento, estoy bien. Solo cansada.
— Puedes seguir durmiendo en la habitación, tengo que llamar a mi madre — dice cuando bajo del auto.
Entramos al ascensor y Connor nos recibe. Me dirijo a la habitación para dejarme caer en la cama, exhausta. Veo que Christian se aleja por el pasillo hacia su estudio.
Creo que han pasado demasiadas cosas en poco tiempo y eso me tiene algo aturdida. Kate dijo que seré su dama de honor aunque no entiendo bien cuáles serán mis responsabilidades. ¿Solo la despedida de soltera?
Una hora más tarde despierto, aún es temprano así que me levanto para tomar una ducha con agua caliente. Me vuelvo a vestir para ir a la cocina a preparar algo de comer.
Voy a los estantes y encuentro pasta para espagueti, en el refrigerador hay tomates y filetes de pollo con especias. Eso me servirá para preparar una comida rápida.
Busco en los cajones de la isla de la cocina un cuchillo para los filetes y lo encuentro en el tercer cajón. El último cajón de la izquierda llama mi atención, ¿qué guardará Gail ahí?
Lo deslizo con cuidado y lo que encuentro me sorprende. No son utensilios de cocina. El cajón tiene divisiones con llaves de autos, un manojo de llaves que supongo son de las habitaciones y la última es una llave muy extraña.
La tomo para observarla mejor, ¿una llave extraña para una cerradura extraña? ¿Como la... Puerta de arriba?
El sonido de mi móvil me sobresalta y lanzo la llave de vuelta al cajón. Volteo a los lados para asegurarme que nadie me vió y contesto el teléfono.
— Kate.
— ¿Ana? ¿En dónde estás? ¡Te dije que vinieras al departamento para que habláramos de la boda!
— Si Kate, no lo olvidé. En un rato más voy para allá, ¿seremos solo nosotras?
— Y Mía Grey, que será mi otra dama de honor.
— Bien, entonces ahí te veo. ¡Adiós Kate!
— ¡Bye Ana!
Respiro hondo para alejar la sorpresa y los nervios de ser descubierta curioseando. Tomo de nuevo el cuchillo para cortar los filetes mientras se cocina la pasta.
Cuando tengo todo listo, voy al estudio de Christian. Me detengo en su puerta para observarlo hablar por teléfono con su madre.
— Si, lo sé, no te preocupes por eso — dice.
Me hace una seña para que me acerque, así que me siento frente a él.
— Si, hablaré con papá mañana. Solo ayúdame a organizar la cena, no confío del tono en los gustos de Mía.
¿Ya le dijo a Grace? Seguramente ella también piensa que es demasiado rápido. Pero si algo he aprendido en estos meses es que cuando Christian tiene una idea, no hay nada que lo convenza de lo contrario.
— Sí, claro mamá. Hablaré con ella, nos vemos.
Cuelga el teléfono y me mira con una sonrisa extraña. No sé cómo reaccionar, así que solo lo miro hasta que hable primero.
— Todo está listo. El próximo sábado tú y yo nos casaremos en una pequeña ceremonia en la casa de mis padres. Algo bastante íntimo y familiar.
— Bien, me parece perfecto. ¿Qué hay con Ray?
— Taylor ya debió haber ido por él, lo ayudaré a encontrarte un vestido perfecto.
— No, por favor no interfieras. Deja que él y yo nos encarguemos de esto, ¿si? No quiero hacer sentir mal a mi papá.
— Como desees Ana, pero si necesitas algo sabes que puedes pedirlo. De hecho, tienes que saber que la fortuna que poseo será tuya también.
— Oh yo no necesito nada Christian, tengo justo lo que necesito — sonrío.
— Una cosa más, dice mi madre que nos espera el lunes para los exámenes médicos.
— Claro. Ven a comer, ya está todo listo. Luego tengo que salir al departamento de Kate.
— ¿Para qué?
— Soy la dama de honor — sonrío — tengo que organizar la despedida de soltera y amenazar al novio para que no huya.
— Amenazar a... Espera, ¿qué? ¿Despedida de soltera?
— Si, es algo que la dama de honor hace y Mía y yo somos las de Kate.
—Mierda, no — frunce el ceño — conozco a Mía y sé la clase de despedida quequiere hacer ¡y eso es un jodido NO!
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Hermosas!!!
Estoy de vuelta! :D
Gracias por sus buenos deseos! No es ningún secreto que en países como los nuestros, las autoridades encargadas de protegernos tienden a abusar de ese poder. Afortunadamente todo se ha resuelto y espero no volver a pasar por esa experiencia.
Así que "a lo que nos truje chencha"... continuamos con esta historia que está cerca de su final.
He estado pensando en hacer una segunda parte, tal vez más breve pero que cubra un aspecto que queda por ahí sueltillo...
Espero sus comentarios!!! Bendiciones!!!
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