Capítulo 74
— ¿Qué tan rápido puedes correr con las costillas rotas?
— No entiendo — dice cuando se endereza en la cama.
— Le voy a decir a Ray que vivo contigo — Sonrío — aunque mejor espero a que estés en el auto.
— Mierda — susurra y se deja caer de nuevo en la cama — yo se lo diré.
— No, lo haré yo. Tuviste un accidente y te apuntó con su rifle... No hay que tentar más a la suerte.
Le doy un beso antes de levantarme y salir de la habitación. Él necesita dormir un rato, tal vez debería quedarse hasta mañana.
Ray y Taylor siguen sentados en la sala platicando del juego de béisbol en la pantalla. Papá me mira y señala el lugar junto a él mientras Taylor sonríe.
— Papá — ruedo los ojos — no necesitas vigilarme.
— No te vigilo hija — palmea mi hombro — pasamos tiempo de calidad, que es diferente.
Lo miro con los ojos entrecerrados y él sonríe. Me siento a ver el juego aunque no estoy realmente prestando atención.
Christian tiene razón, lo dijo la vez que me arrastró al bote en el lago Sylvia: tengo la odiosa costumbre de correr y en cada ocasión el viene a buscarme.
— Papá, ¿puedo hablar contigo? — él me mira confundido.
— Si — voltea a ver a Taylor — vamos a la cocina por una cerveza.
Me levanto detrás de él hasta el refrigerador y saca dos cervezas. Se voltea para mirarme y me hace una seña para que hable.
— ¿Te agrada Christian? — muerdo mi labio por nervios.
— Si, me parece un buen muchacho — frunce el ceño — ¿por qué preguntas?
— ¿Sabes que somos novios? ¿Te lo dije?
— Bueno, no me lo dijiste pero lo supuse. ¿Qué quieres decirme?
— Él de verdad me gusta mucho, soy feliz, me apoya, se preocupa por mí y ya lo viste, aún tenemos que trabajar en algunos detalles.
— Si — dice serio.
— Y te quiero mucho papá, no quiero que te preocupes por mí porque cada cosa que hago la he pensado y analizado para asegurarme que es una buena decisión.
— ¿Exactamente qué estás tratando de decirme Anastasia Rose Steele?
La mirada de Ray se vuelve intensa y me remuevo nerviosa. Mierda, tal vez no debería decírselo pero ya es muy tarde.
Le hago una seña con el dedo para que me espere y regreso de prisa a la sala. Me planto frente a Taylor y le pido que se levante del sillón. Cuando lo hace, lo tomo del brazo para llevarlo a la puerta de mi habitación.
— Quédate aquí, no te muevas, protege a tu jefe.
Taylor me mira con el ceño fruncido y luego sonríe divertido. Respiro hondo para regresar a la cocina donde Ray aún observa mis movimientos.
— Hace una semana vivo con Christian en su departamento — le suelto.
— ¿Qué?
— Dije que hace...
— Ya escuché — me interrumpe — Por Dios Annie, ¿estás segura?
— Si papá, muy segura.
— ¿Se quedó dormido? Creo que debería hablar con él ahora — trata de esquivarme.
— No papá, habla conmigo — lo sujeto del brazo — es mi decisión.
— ¿Entonces es serio? ¿Hay alguna otra cosa que quieras decirme? ¿Otra sorpresa?
— ¡Dios, no! — Exhalo aliviada — solo eso. Así que no tiene caso que me vigiles, ya hemos...
— Si — me interrumpe — ni lo digas.
— Me refiero a que ya dormimos juntos, en la misma cama y no lo digo en el sentido se... — balbuceo — en ese sentido, aunque sí ha pasado, pero me refiero en este momento a literalmente dormir juntos.
— ¿Solo dormir? — me apunta con el dedo.
— ¡Lo prometo! — le muestro la palma de mi mano como si jurara.
— Bien, pero aún estoy sobre ustedes vigilando — se cruza de brazos.
— Si papá — me acerco a besar su mejilla — gracias papá.
Tomo una de las cervezas que Ray dejó en la encimera y camino hacia donde Taylor sigue parado sonriendo. Le entrego la cerveza y le guiño un ojo para que pueda regresar a ver el juego con mi papá.
— Aún quiero hablar con él Annie — grita.
— ¡Si papá! — le sonrío antes de cerrar la puerta.
Me deslizo de nuevo debajo de las cobijas para acurrucarme a su lado. Duerme tranquilamente así que me acerco y apoyo mi brazo en su abdomen, debajo de sus costillas lastimadas.
Me despierto cuando Christian intenta levantarse de la cama. Abro los ojos para ver el reloj en mi pared indicando que es media tarde.
— ¿Cómo te sientes?
— Mejor — se sienta en la cama — el analgésico me desorienta, prefiero dejar de tomarlo.
— Hablaremos con el doctor cuando regresemos a Seattle.
— ¿Volverás conmigo? — dice serio.
— Claro que sí, ¿cuándo?
— Podemos quedarnos el resto del día y nos vamos mañana en la mañana. ¿Hay algún lugar aquí? ¿Algún hotel?
— Estoy segura que pueden quedarse aquí, Taylor puede dormir en la sala.
— ¿Y yo? — Arquea la ceja — ¿vamos a dormir?
— Solo dormir, lo prometí — me río — tú aquí conmigo.
— ¿Quieres que entre a escondidas de tu papá? ¿Para que pueda sorprenderme y volver a apuntarme con su rifle?
— No a escondidas, ya le dije que vivimos juntos — sus ojos se abren con sorpresa — no puedo asegurar que no te apunte con el rifle.
— ¿Taylor sigue aquí? — me río.
— Si, ya le dije que cuide tu espalda. Ahora ven aquí, tenemos tiempo para tontear hasta que acabe el juego.
Sonríe y se acerca de nuevo junto a mí. Tengo que admitir que me encanta cuando sonríe, sobre todo porque no lo hace muy seguido.
Le doy suaves e inocentes besos para mantener todo bajo control, pero empieza a morderme los labios con intensidad.
Un gemido se me escapa, así que presiona más sus labios sobre los míos. Pongo mis manos en su cabello cobrizo y lo revuelvo cuando lo mantengo más cerca de mí.
Rápidamente nos quedamos sin aliento, y regresamos a los besos cortos y rápidos.
— No creo que podamos mantenerlo en solo besos — se ríe.
— Tendrá que ser así, no puedo faltar a mi promesa.
— Yo no prometí nada — se inclina para besar mi cuello.
— ¿Podrías por lo menos esperar a que se vayan adormir él y Taylor?
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