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Capítulo 72

Veo a papá acercarse hasta el auto de Christian por el lado del conductor, toca en el vidrio de la ventana lo suficientemente fuerte para que él levante la cabeza.

Sigo pegada a la ventana observando cómo Christian baja del auto y se para frente a Ray. Mi padre levanta la escopeta hacia él y Christian levanta las manos al aire. ¡Sus costillas, papá!

Me alejo de la ventana y regreso a la sala caminando nerviosamente de un lado a otro. ¿Debería salir? Papá no va a lastimar a Christian, ¿cierto?

Como si mis nervios no fueran suficientes, las imágenes de los titulares del Seattle Times aparecen en mi cabeza:

"Millonario asesinado en Montesano"

"Hombre más rico del estado cazado por accidente"

"Es un malentendido: Raymond Steele"

"Mi padre es inocente: la hija de Steele"

¡No! Corro de vuelta a la puerta y antes de que pueda gritarles algo, los veo a ambos recostados en el auto de espaldas a mí. Ahora charlan tranquilamente.

Voy a la cocina a preparar el desayuno, necesito distraerme en algo más antes de que Christian entre por esa puerta con mi padre. Pero no lo hace, solo Ray entra a la casa.

— ¿Y? — le pregunto sirviendo el café.

— ¿De qué? — dice papá tranquilo.

— ¿Hablaste con él? ¿Dónde está?

— Está afuera en su auto, no se va a ir hasta hablar contigo — sirvo su plato.

— Bien, lo haré, hablaré con él — sirvo uno más — háblale ahora para que vengan desayunar.

Ray me observa en silencio sonriendo. Camina hacia la puerta y la abre para hacerle una seña antes de regresar al comedor.

— Buenos días — dice desde la puerta.

— Buenos días — señalo la mesa — siéntate.

Cierra la puerta y camina sin dejar de mirarme, hasta que se sienta junto a Ray. Me acerco con un plato para él y un vaso de jugo.

— Desayuna, ¿trajiste tus medicinas?

— No — Ray nos observa — le diré a Taylor que las traiga.

— ¿Vienes solo? ¡Cómo se te ocurre! ¡¿Tuviste un accidente hace una semana y ya andas por ahí solo?!

— ¿Vas a gritarme por eso también?

— Chicos, calma, coman algo primero y luego hablan de lo que quieran — Ray me señala la silla junto a él.

Camino de vuelta a la cocina por mi plato y mi taza para sentarme del otro lado de papá. Aunque esté molesta con Christian por lo de la bruja, él no debió arriesgarse así.

— ¿Podemos hablar ahora? — dice cuando acabamos de comer.

Papá se levanta de la mesa con su plato y va a la cocina. Aún es temprano y no quiero sacarlo de la casa solo para que Christian y yo hablemos.

— Papá, dame las llaves de tu camioneta.

Ray arquea una ceja y me señala las llaves sobre la encimera. Le hago una seña a Christian para que me siga afuera hasta la camioneta.

— Sube — le ordeno antes de ir por el lado del conductor.

Puedo ver qué quiere protestar pero se detiene y sube en el asiento del copiloto. Conduzco unos pocos minutos hacia la orilla del lago Silvia, donde habíamos venido antes a pescar.

— Ahora sí, te escucho — digo cuando salimos del vehículo.

— No sé qué escuchaste de mi conversación con Elena, pero quiero aclarar que ella no me interesa.

— Creo que ella no lo sabe — respiro hondo para alejar el enojo — dijo que te ama Christian, dudo mucho que ella se aleje de ti solo porque sí.

— Lo hará, lo prometió y la obligaré a cumplirlo — dice serio y la sangre me hierve de nuevo.

— ¡¿De verdad lo crees?! Ella no me quiere cerca de ti porque te quiere para ella, ¿no puedes verlo? Ha hecho muchas cosas para separarnos ¡¿y sigues confiando en ella?!

— Es mi culpa, mucho tiempo le permití meterse en mi vida personal, yo buscaba su consejo para todo. Antes de conocerte.

— ¿Y cómo te fue con eso? — Me río — Ella busca su propia felicidad, ¡no la tuya! ¡Tú eres un juguete en sus manos! ¡Haces lo que ella diga sin cuestionarla!

— ¡Eso no es cierto! — Me grita — yo la escuchaba, pero ya no. Si tengo que elegir, te elijo a ti.

— Esto es muy difícil para mí, porque no quiero presionarte de la forma en que ella lo hace. Quiero ser honesta y decirte que no creo que entiendas por qué está mal la relación de ustedes dos. Tal vez no es obvio para ti, pero si para los demás.

— Ana, por favor no te alejes de mí.

— No quiero alejarme Christian, de verdad yo quiero estar contigo. Pero siento que ocupo un lugar que tú tienes reservado para Elena. Entiendo que has confiado en ella durante mucho tiempo y no pretendo decirte quienes son las personas en las que deberías confiar, pero ella es una persona horrible que sabe exactamente como manipularte.

Christian me observa atentamente pero puedo ver la confusión en sus ojos, su expresión me parte el corazón.

— Ni siquiera sabes por qué estoy molesta — me acerco para mirarlo — ¿de verdad piensas que ella es una buena persona? Déjame ponerlo de esta forma: si te dijera que José me llamó para decirme que debería darle una oportunidad a él porque me ama y no a ti, ¿que harías?

— ¿Qué? ¿Es un juego? — Frunce el ceño — ¿Ese idiota de Rodríguez aún está detrás de ti?

— Si así fuera, ¿qué harías?

— ¿Intentas ponerme celoso? — dice molesto.

— Quiero que veas esto desde mi perspectiva: imagina que llegas a mi oficina y escuchas a José pidiéndome que te deje y le dé una oportunidad porque me ama.

— ¡Lo muelo a golpes! Jodido Rodríguez, dime si te ha buscado.

— Pero Christian — digo con fingida sorpresa — él es mi mejor amigo, ¿por qué quieres lastimarlo?

— ¡Bien! — Dice con frustración — ya entendí, deja tu juego.

— ¿Entonces? — Le sonrío — ¿puedo seguir siendo amiga de José?

— ¡Mierda, no! — Gruñe — ese idiota quiere...

Arqueo una ceja y él deja de hablar. ¿Lo entendió? ¡Lo entendió! Cruza los brazos sobre su pecho pero sonríe.

— ¿Entiendes ahora por qué no la quiero cerca de ti?

— Si — sonríe — ella está fuera de nuestras vidas, lojuro.

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