¡Estoy furiosa! Debí haberlo imaginado, ¡esa maldita bruja está enamorada de él y por eso me odia!

El taxi me deja justo en la puerta de una hermosa casa al sur de Seattle y me bajo para atravesar el caminito de piedra hasta la puerta.

— ¿Si? — me dice una mujer rubia.

— Buenas tardes, ¿está Madeleine?

— Si, ¿quien la busca?

— Ana Steele — escucho una voz conocida detrás de la mujer.

— ¡Ana! ¡Qué sorpresa! — me jala del brazo para que entre — ¿Qué pasó? ¿Estás bien?

— Siento mucho venir así sin avisarte, pero no sabía a dónde más ir — Maddie nos sienta a ambas en el sofá.

— No te preocupes Ana, eres bienvenida cuando gustes — su madre aún nos mira desde la puerta — ¿Qué pasó?

— Me enojé con mi novio y no quiero verlo, sé que va a buscarme así que no puedo ir a mi departamento.

— Quédate aquí Ana, estarás segura, ¿verdad mamá?

— Claro que sí, quédate el tiempo que necesites — me sonríe.

— Gracias señora Keene.

Maddie me lleva hasta su habitación y me deja unos minutos sola. Creo que ambas sabemos que tengo que tranquilizarme, pero es tan difícil con el coraje que siento.

— Esto es divertido — dice Maddie entrando con un tazón de palomitas — Mike va a pasar por nosotras mañana para ir juntas al trabajo.

— ¿Trabajo? — ¡Oh mierda!

— Si, tu tranquila y duerme aquí, yo estaré en la antigua habitación de Mike — se ríe — Mamá la conserva intacta esperando a que él quiera volver.

— Eso es bueno — sonrío — a mi me encantaría estar en mi habitación, en la casa de mi papá. Tal vez debería visitarlo este fin de semana.

— Bien, te dejo para que descanses, avísame si necesitas algo.

Maddie sale cerrando la puerta, yo me tumbo en la cama tratando de conciliar el sueño. Lo único que logro es repasar en mi cabeza los fragmentos de esa estúpida conversación.

Mike pasa por nosotras muy temprano en la mañana. Sé por Maddie que él vive en su propio departamento, así que su hermana lo llamó para que viniera a recogernos.

Podría asegurar que Maddie le contó a Mike lo de la pelea con "mi novio", ya que él me da miradas tiernas y amables. ¿Así se sentirá tener un hermano mayor?

— Por favor — tomo la mano de Maddie — no me dejes sola, pase lo que pase.

— Está bien — dice ella confundida.

Bajamos del auto y caminamos hasta la editorial. Puedo ver en el vestíbulo a Leo Baker con su traje negro impecable hablándole a la manga de su saco. ¡Chismoso!

Maddie sigue aferrada a mi brazo cuando subimos las escaleras hasta la oficina del editor, que ahora es mía y cierra la puerta con pasador. Apenas nos hemos sentado cuando se escucha que tocan.

— ¿Ana? — Es la voz de Wayne — ¿Puedo hablar contigo?

— No Wayne, no quiero hablar con nadie, por favor vete.

— Ana, por favor, ¡unos minutos! Es importante — Maddie me mira confundida.

Camino hacia la puerta y la abro un poco, solo para ver la cara ojerosa de Wayne del otro lado.

— Este no es problema tuyo, por favor no te involucres — le digo bajito.

— Sabes que estoy en medio de esto Ana, él viene para acá — dice igual de bajito que yo.

— ¡No! ¡Dile que ni se le ocurra presentarse! ¡Dile que no quiero verlo!

— No puedo decirle eso, es mi jefe y el tuyo, ¿cómo puedo prohibirle el ingreso?

— Dile que me importa una mierda que él sea el jefe, ¡si se presenta aquí voy a gritarle frente a todos y tendrá que despedirme!

Wayne me da una mirada suplicante pero no hay forma en este momento que Christian y yo estemos en el mismo lugar. Si él se presenta, yo me largo. Mi amigo suspira y se aleja para marcar un número en su móvil, lo escucho repetir mis palabras y luego asiente. Después del "Sí, señor", cuelga.

— ¿Sabes lo que haces? — Se acerca de nuevo — Tiene un humor de mierda que nos está volviendo locos a todos, ¿qué fue lo que hizo?

— Lo único que puedo decir es que necesito estar sola, no te pongas en mi camino Wayne porque te estimo y no quiero lastimarte por algo que no es tu problema.

— Eso lo entendí perfecto — sonríe — lo que sea que esté pasando seguro lo tiene bien merecido, pero no digas que yo lo dije. Y no va a desistir, así que prepárate.

— Lo sé, gracias — cierro de nuevo la puerta.

Maddie y yo decidimos no salir a almorzar, así que Tom y Mike vienen a la oficina con sándwiches para nosotras. La mirada comprensiva de Tom me hace entender que Mike ya le contó lo de mi problema.

Maddie toma de nuevo mi brazo cuando es hora de irnos. Tom y Mike nos esperan como siempre en el vestíbulo, pero la presencia de Wayne me hace pensar que algo no está bien.

— Está aquí — dice bajito cuando pasa por mi lado.

— ¿Donde? — me hace una seña con la cabeza hacia afuera.

A través de la ventana puedo ver el Audi de vidrios polarizados estacionado afuera en la calle. Maddie y yo caminamos detrás de Tom y Mike por la acera.

— Señorita Steele — dice Taylor cuando pasamos junto a él.

— No — digo bajito y niego con la cabeza.

— Ana — vuelve a llamarme Taylor.

Maddie sigue llevándome del brazo, pero Tom se da la vuelta para encarar a Taylor.

— Dijo que no — se planta frente a él.

Puedo ver la cara de Tom roja de coraje y la expresión impasible de Jason. La puerta trasera del Audi se abre y cierro los ojos para no verlo.

— Vámonos, por favor — con mi mano libre estiro el brazo de Tom.

Mike observa en silencio mientras Tom vuelve a caminar detrás de nosotras. No quise verlo, pero sé que Christian está aquí para hablar conmigo pero mi orgullo herido no lo permite.

Subimos al auto de Mike y rápidamente conduce entre las calles para alejarse de la editorial. Creo que sabe más de lo que pensé, ya que me mira por el espejo retrovisor y continúa zigzagueando por las calles.

— ¿Vamos de vuelta a casa? — Le habla a Maddie — ¿o vamos a mi departamento?

— Podemos ir a casa — ella me mira — O dime qué deseas hacer tú Ana.

— ¿Podrías llevarme a la parada de autobús? Quiero ir a mi casa.

— ¿Segura? — Pregunta Tom y yo asiento — Bien, entonces te dejaremos en la última parada en las orillas de Seattle.

— Gracias chicos.