Ordenamos comida china y nos tomamos unas copas de vino tinto. Como siempre Kate me ayuda a alistarme y nos reunimos con José en la sala para terminar nuestra última copa antes de irnos.

Cuando tocan a la puerta, Kate se encamina rápidamente. José y yo seguimos sentados en la sala pero nos giramos al notar a Kate inmóvil en la puerta: no reacciona, no dice nada, su expresión de asombro es tal que creo que se le van a salir los ojos de sus órbitas.

Mi amiga reacciona, levanta un dedo en señal de que espere y cierra la puerta rápidamente.

— ¡Anastasia Rose Steele! — Mierda, solo me habla así cuando está enojada.

— ¿Si, Kate? ¿Qué pasa? — José y yo nos ponemos de pié.

— ¿Podrías decirme qué hace Christian Grey en la puerta? — Estoy en shock.

— ¿Aquí? ¿Qué hace aquí?— Miro por la ventana y un lujoso auto deportivo está parado afuera — ¿Como supo donde vivo? Nunca se lo dije...

— ¿Y bien? ¿olvidaste decirme que tu Christian es el mismísimo "Señor Grey" multimillonario y sexy? — Kate sigue regañándome.

— ¿Y qué quiere? — le digo y ella se dirige otra vez a la puerta y la abre.

— Señor Grey — lo saluda.

— Señorita Kavanagh — escucho la voz de Ojos Grises y un escalofrío recorre mi cuerpo.

— ¿A qué debo el honor de su visita? — dice con naturalidad.

— Quisiera hablar con la señorita Steele — Kate se hace a un lado para dejarlo entrar.

Christian entra y detrás de él entra un chico alto y rubio de ojos verdes. Los dos vienen vestidos informales, con jeans negros. Christian lleva una camisa de vestir verde y su acompañante una azul marino.

— Anastasia — me mira.

— Christian — ahora miro a José — Él es el señor Grey, Señor Grey, nuestro amigo José Rodríguez.

Se miran fijamente el uno al otro y no dicen nada. Puedo ver que su apretón de manos es fuerte pero ninguno cede.

— Él es mi hermano Elliot Grey — dice finalmente presentado a su acompañante — Elliot, la señorita Kavanagh, el señor Rodríguez y la señorita Steele.

— Un gusto conocerlos — dice mientras estrecha nuestras manos — Así que tu eres la razón por la que estamos aquí. Me guiña un ojo.

— Anastasia, ¿podría hablar contigo? — le dice Christian mirándolo con el ceño fruncido. Le señalo la cocina y me sigue.

— ¿Qué haces aquí Christian? — me encanta como suena su nombre saliendo de mi boca.

— Estaba preocupado, esta mañana te fuiste y no sabía si habías vuelto a tu casa — ¿Se preocupa por mí? ¿O es sentimiento de culpa por romper mi corazón?

— Ya te dije que soy una chica grande, puedo cuidarme sola — Si no está interesado en mí, preferiría que me dejara en paz — ¿Cómo supiste donde vivo? ¿Me seguiste?

— Yo lo sé todo señorita Steele — me dice sonriendo pero sigue sin mirarme — y tú me mentiste.

— ¿Te mentí? ¿En qué? — volteo hacia donde él está mirando y veo a José mirándolo fijamente. Si las miradas mataran, este par ya estaría muerto.

— Me dijiste que él era solo un amigo, y no lo creo por la forma en que te mira — aprovecho su distracción para mirar sus hermosos ojos grises. Está molesto y eso lo hace ver sexy, soy consciente de que muerdo mi labio inferior para reprimir mis ganas de besarlo.

— ¿Y eso te molesta? ¿Por qué? — me mira a los ojos y se me corta la respiración. Se acerca más y siento su respiración sobre mí. Estoy sonrojada porque siento el calor irradiando de mi cara.

— Chicas, ¿nos vamos? — Dice José levantando la voz para que todos lo escuchemos. No me había dado cuenta que Kate está muy entretenida con Elliot.

— Elliot — dice Christian sin apartarse de mí — ¿te parece si los acompañamos por unos tragos?

— ¡Yeah! Claro que si — Elliot le guiña un ojo a Kate y ella irradia felicidad. Por otro lado, la cara de José es una mezcla aterradora de enojo y sorpresa.

— Pues vamos — Dice mi amiga tomando sus llaves y empujándonos a todos para afuera.

— Hermano, creo que a la señorita Kavanagh le encantaría que fueras en su auto — dice Christian deteniéndome del brazo — yo llevaré a la señorita Steele.

— Si tu lo dices — Elliot mira a Kate como preguntándole y ella asiente. Vaya, ¿Qué le pasó a mi amiga?

— Pero yo quiero ir con Kate — le digo soltándome de su mano.

— No Anastasia, tú vienes conmigo, ahora sube ¿o quieres que yo lo haga?

Me subo al auto de Christian y él se incorpora al tráfico siguiendo el auto de Kate. Se ve tan joven sin su traje de jefe. Pero ahora estoy confundida, ¿qué hace en mi casa? ¿Cómo supo dónde encontrarme? ¿Qué quiere de mí? Ya me dijo que él no es de tener novias, ni citas, ¿soy un capricho? ¿Solo quiere tenerme una noche y ya?

Él me gusta, realmente me gusta y sé que si sigoviéndolo terminaré con el corazón roto, y aún así aquí estoy, en su auto y nopuedo dejar de mirarlo.