— ¡Maddie!

— ¡Ana! — Corre a abrazarme — Por Dios, estás aquí, ¿volviste?

— Sí, estoy de vuelta — sonrío — acaban de ofrecerme el puesto de editor, así que estaremos juntas de nuevo.

— Oh, ¡me alegro tanto! Yo sabía que algo estaba pasando cuando el señor Marcus subió a la oficina del señor Roach esta mañana.

— ¿Marcus? — la miro confundida.

— Ronald Marcus, el abogado del señor Grey — Maddie sonríe.

— ¡Oh! No lo conozco, aunque seguramente lo he visto antes. ¿Y qué fue lo que pasó? ¿A qué vino?

— Creo que despidieron a la señora Morgan, porque pasó furiosa por aquí y luego la vieron salir con sus cosas.

Sí, todo obra de Christian. ¿Cómo se supone que explique ahora mi regreso?

— Bueno, te aviso que todo lo que dejaste sigue justo ahí, Mills no se ha involucrado en nada y Hanna dice que Roach está molesto con ella.

— Pero tenemos muy buenos escritos, ¿nadie se encargó de ellos? Debemos lanzarlos en electrónico cuanto antes...

— Ana — Wayne toca la puerta antes de entrar — traigo algo para ti.

— ¿Qué es? — Lo miro confundida — lo siento, Wayne ella es mi amiga Maddie, Maddie él es Wayne mi... Amigo.

— Mucho gusto Wayne, ¿eres nuevo aquí también?

— Si, algo así, estoy en la oficina del jefe de seguridad.

— ¡Oh sí! ¿Lo sabes Ana? Tenemos un nuevo jefe de seguridad en SIP, aunque me parece bastante exagerado ya que somos muy pocos empleados — se encoje de hombros — supongo que se debe a que ahora el señor Grey es el dueño.

— Si, yo creo que es eso — sonríe burlón Wayne.

— ¿Y qué es? — señalo la caja en sus manos.

— No lo sé, es para ti — mira hacia Maddie dudando — de mí.

Lo miro con los ojos entrecerrados, la cara confusa de mi amiga me hace mucha gracia y Wayne luce un poco nervioso.

Tomo la caja y la apoyo en el escritorio para abrirla. Lo primero que veo es un teléfono móvil en color rojo de los más recientes, pero debajo de él una laptop como la de Christian.

— No — digo sorprendida — no puedo aceptarla, ¡es mucho! Es...

— No la devuelvas, por favor — suplica Wayne — no es nada.

— Bien, entonces gracias Wayne — hago una pequeña reverencia.

El reencuentro con Mike y Tom es igual de divertido, sobre todo porque tengo que explicar la presencia constante de Wayne con nosotros.

Descubrí que las llamadas de mi antiguo móvil han sido desviadas al nuevo, así que no me sorprendo cuando recibo un mensaje de ojos grises.

* ¿Recibiste mi regalo? *

* No, ¿cuál? Aunque me encantó el precioso móvil rojo de Wayne *

* Muy graciosa Ana, te veo más tarde *

* Bien, ¡pero no trabajes mucho! Recuerda que aún necesitas descanso *

Cuando es la hora de irnos, Wayne me espera en el vestíbulo. Mi amiga y su hermano se tomaron bastante bien la intromisión de Dixon en nuestro almuerzo, pero Tom lo miraba con mucha curiosidad.

Afortunadamente, para el jueves ya estaba muy bien integrado en nuestro grupo. Tuve que inventar que Wayne vive cerca de mi departamento y por eso llegamos y nos vamos juntos.

— ¿Sabes si el señor Grey se queda de nuevo hasta tarde? — le pregunto cuando subimos al auto.

— Me parece que si Ana, Taylor dijo algo a Sawyer sobre revisar los documentos en la oficina del jefe.

— Ya veo — suspiro — ¿me llevas a Grey House, por favor?

— Por supuesto.

Dixon conduce hasta el centro financiero de Seattle y me bajo justo en la entrada en lo que él va a estacionar el auto.

Camino por el vestíbulo directo al ascensor ante la atenta mirada de rubias 1 y 2. Espero que no le avisen que estoy aquí para que no arruinen mi visita sorpresa.

Cuando el ascensor se abre en el piso 20, camino directo a Andrea, ya que rubia número 3 solo me mira sorprendida.

— Buen día Andrea.

— Señorita Steele — me sonríe — buen día.

— Solo Ana, por favor — ella asiente — Vine a sorprender a Christian, ¿está ocupado?

— Tiene una reunión con la señora Lincoln — dice viendo su pantalla — ¿quieres que le avise que estás aquí?

¡Esa bruja! ¡¿Él apenas regresa al trabajo y ella ya está aquí con su maldita vibra de acosadora?! Andrea me mira fijamente.

— Aunque no creo que le importe que pases a su oficina Ana.

— Si, gracias — digo antes de caminar a su puerta.

Tomo la manija y la empujó suavemente sin hacer ruido. Lo mejor que puedo hacer es asomarme y esperar su indicación para que entre. Pero me detengo de asomar la cabeza cuando escucho los gritos de la bruja esa.

— ¡¿Perdiste la jodida cabeza Christian?! ¡Es lo único que se me ocurre que pudo haberte pasado para pensar en semejante espectáculo! Esa niña estúpida jamás será lo que tú quieres, ¡por Dios! ¡Ni siquiera te conoce!

— ¿Crees que no lo sé? ¿Qué no me conoce realmente? — dice agitado.

— ¿Entonces? ¿Por qué haces esto? ¿De verdad piensas en esa mierda de ser felices para siempre? Cuando todo tu maldito enamoramiento pase y vuelvas a ser el Christian que conozco, la niña no podrá soportarlo, ¡ella no es como nosotros! ¡Lo sabes!

— ¿Y qué quieres entonces? ¿Que la dejé?

— ¡Si! Tú necesitas a una mujer de verdad, alguien que te conozca y pueda darte lo que te gusta Christian, piénsalo... Tú y yo la pasamos muy bien antes, ¿por qué no volver a intentarlo? Sabes que te amo...

¡Suficiente! No puedo seguir escuchando más a esta bruja sin sentir que mi estómago se revuelve. Cierro la puerta de nuevo con cuidado y camino de vuelta al mostrador de Andrea.

— Creo que sigue ocupado, voy a bajar por un café y regreso — digo tranquila — ¿puedo dejar mi teléfono contigo mientras carga batería?

— Por supuesto Ana, el señor Grey no debe tardar más en su reunión — le entrego mi móvil y el cargador.

Camino de nuevo al ascensor con una presión en el pecho de coraje, frustración y dolor. Detengo el ascensor en el tercer piso y salgo para buscar las escaleras de emergencia.

Quiero salir de aquí lo más pronto posible, y sé que si Taylor o Wayne me ven intentarán detenerme. Busco una salida alterna, así que pregunto a un empleado de ese piso para que me indique la puerta de servicio.

Salgo rápido y sin mirar atrás hasta que subo a untaxi, no puedo pensar en nada más que no sea huir lejos de él y su bruja. Séque me buscaría en el apartamento de Kate, así que le pido al taxi que me llevecon la otra persona que más confío.