Capítulo 67
— ¡Enfermera Steele! — Me grita desde la habitación — quiero tomar un baño.
Gail suelta una risita mientras me levanto de la silla para ir a buscarlo. En algún momento decidió que sería divertido hartarme para que lo deje ir a su estudio.
— Espera aquí, voy a preparar el agua.
Abro la llave de la regadera para templar el agua y regreso junto a él para desvestirlo.
— Levanta primero el otro brazo — saco la camiseta — ahora deslízalo por este otro lado, ¡con cuidado!
— Eres una buena enfermera, debí accidentarme antes — sonríe divertido.
— No juegues con eso — muerdo mis labios para no reír.
Bajo su pantalón de chándal y bóxer ante su atenta y maliciosa mirada.
— A la ducha señor Grey.
— ¿Vas a ayudarme? Puedo resbalar y lastimarme más.
— ¡Bien! — Comienzo a desabotonar mis jeans — pero sin final feliz.
— Eso dices — camina hasta el baño sin cerrar la puerta.
Voy detrás de él y termino de quitarme la ropa antes de entrar a la ducha, una ducha que nos viene bien a ambos. Lavo su cabello con mucho cuidado dando un suave masaje. Tomo la esponja con el gel de baño y comienzo por sus hombros, con cuidado de no presionar los moretones que aún tiene ahí y en su costado derecho.
Permanece bajo el chorro de agua caliente mientras yo me enjabono el cuerpo. Aún luce un poco desorientado por la medicación, pero el doctor retiró todo excepto los analgésicos así que el efecto debería pasar en cuestión de horas.
Me enjuago el jabón y me envuelvo en la toalla antes de hacer lo mismo con él. Salimos hasta la habitación y permanece de pie mientras seco su cabello con otra toalla.
— Cásate conmigo.
— Que no.
— Necia.
— Por Dios, Christian — sigo secando su cuerpo — no te muevas, voy por tu ropa.
Traigo un cambio limpio y cómodo para él, y de nuevo lo visto cuidando su hombro y costillas. Seco de nuevo su cabello antes de pedirle que se acueste en la cama.
— ¿Qué se supone que haga? ¿Estar aquí acostado por dos semanas sin hacer nada?
— Indicaciones del doctor, nada de esfuerzos.
— ¿Y si me quedo aquí acostado y el esfuerzo lo haces tú? — arquea la ceja.
— Nada de sexo, señor Grey — me río — voy a traer la comida que hizo Gail para ti.
— Puedo levantarme, no estoy paralítico — gruñe.
Termino de vestirme y salgo de la habitación cerrando la puerta. Gail ya tiene preparada una bandeja con un plato de sopa, verduras y jugo para él.
Taylor aparece por el pasillo antes de que el ascensor suene. ¿Cuando llegó Taylor aquí? El problema real es que Grace acaba de entrar y parece molesta.
— ¿Por qué está Christian aquí? — le dice a Taylor.
— Doctora Grey — camino hacia ella — Christian...
— No — me interrumpe — él no debe estar aquí, necesita cuidados específicos.
¿Y qué piensa ella que hacemos? ¿Dejarlo a su suerte? Podrá ser su madre y estar preocupada, pero no puede negar que estamos cuidando de él.
— Si quiere hablar con él, está ahí en la habitación.
Camino de vuelta a la barra y me siento a esperar que Christian hable con su madre, él tiene que arreglarlo. Minutos después ella sale con unos papeles en la mano.
— Lo siento Ana, debí suponer que Christian querría volver aquí — intenta disculparse — te dejaré las recetas y el medicamento que el doctor me entregó, pasaré mañana de nuevo a verlo. Si necesitas algo llámame.
Tomo las cosas que Grace me entrega y ella me abraza. Le sonríe a Gail y se despide para caminar de vuelta al ascensor donde Jason baja con ella.
Llevo la charola con la comida hasta la habitación y la dejo en el buró para acomodarle las almohadas. A pesar de ser un paciente terrible, Christian rara vez omite una comida.
— ¿Qué le dijiste a tu madre? Llego muy molesta.
Levanta la cabeza para verme, luego sonríe y sigue comiendo.
— La verdad, que no hay motivo para ir a Bellevue porque ella y Carrick tienen que trabajar y yo terminaré peleando con Mía cuando no soporte su voz chillona.
Antes de que pueda responder, el sonido de la puerta me hace voltear en dirección a Taylor. Christian le hace una seña y él se acerca.
— ¿Me conseguiste un teléfono nuevo?
— Si señor Grey, recuperamos su número y Barney está actualizando el software.
— ¿Y los protocolos de seguridad?
— Aún en código rojo señor.
— ¡Espera! Esto cuenta como trabajo — los interrumpo — Taylor, afuera.
Ignoro el ceño fruncido de ojos grises y salgo de la habitación siguiendo a Taylor. Vamos hasta su oficina, donde se sienta frente al escritorio con los monitores.
— Quiero saber lo que sabes — me mira confundido.
— Ana, el señor Grey no quiere que te involucres — me dice.
— No, no te atrevas a ocultármelo — le gruño — aún no te perdono que hayas dejado a Christian andar solo por ahí, así que no me vengas con que es por mi seguridad.
Sus poco expresivos ojos se entrecierran, provocando que algunas arrugas acentúen sus pronunciadas ojeras de cansancio.
— Mandaste a identificar al hombre del edificio, pediste un retrato hablado y sé que sigues trabajando en eso, ¿quién es?
— Jack Hyde.
— ¿El ex editor, Jack Hyde?
— El mismo, obtuvimos su foto del expediente que tiene Ron Marcus y el vigilante lo señalo como el hombre que entró aquí bajo el nombre de Horacio Briggs.
— ¿Pero por qué querría Jack hacer algo así? ¿Es por el despido de SIP?
— Aún buscamos las razones y los elementos para probar que es él, tiene una demanda sobre SIP y GEH por despido injustificado.
— Jack es más peligroso de lo que pensé... ¿Qué hay con mi amiga?, ¿ella estará bien?
— Se alertó a la policía sobre todo, creo que hay vigilancia para ella.
— Con mayor razón Taylor, por favor, no lo dejes estar solo. Por lo menos hasta que puedan culpar a Hyde del accidente y vaya preso.
— Eso hacemos Ana, pero sabes que a él no le gusta preocuparte — se recarga en su silla — no quiere que corras peligro.
— Es algo muy tonto de decir Taylor, sobre todo cuandoel que ha estado en peligro es él.
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