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Capítulo 49

— El sábado es la fiesta — dice Elliot.

— Entonces el viernes — le digo.

— Pero tienes que decirle, ¿no? Si vas a retenerlo hasta el sábado debería saber que no podrá ir a trabajar — señala Kate.

— Le diré que saldremos a cenar — encojo mis hombros.

— Bien, entonces me encargo de las tiendas de campaña y los sacos de dormir — sonríe Elliot.

— Yo — duda Kate — ¡la verdad yo no quiero ir! ¡Odio los insectos!

— Vamos nena, será divertido — le pide Elliot.

Me alejo de ellos para mandarle un texto a Christian. Estoy haciendo esto para él y más le vale no tener otros planes.

* Señor Grey, el viernes iremos a cenar. Y no acepto un No por respuesta. No hagas otros planes, ¡nos vemos! *

Envío el texto y espero su respuesta mientras Kate y Elliot desaparecen en la habitación. Hago una lista de lo que ocuparemos para el viernes.

El miércoles por la mañana me dirijo con Maddie hacia la sala de juntas para la presentación. Ahora que Jack Hyde no está, mi amiga y yo quedamos a cargo de la presentación.

— Ana — me llama Roach después de la junta — ¿Estás familiarizada con los documentos que dejó pendiente Hyde?

— Si señor Roach.

— Bien, aún no sé si el nuevo dueño contratará a otro editor o si todo pasará hacia la señora Mills, mientras tanto te encargarás de eso.

— Bien, señor.

— ¡Eso es fantástico Ana! — dice Maddie cuando Roach se va.

— ¡Lo sé! — La abrazo — pero ya sabes que necesito tu ayuda, ¿de acuerdo?

— Claro que sí, por cierto, necesito un favor. Van a darme una compensación por lo que pasó con el editor, para que vaya a terapia o algo así... El punto es que tengo que ir a Grey House.

— ¿Quieres que te acompañe?

— Si, anda di que sí, Mike no quiso ir conmigo — dice con un puchero.

— ¡Está bien! Iré contigo, pero tengo que hacer unas compras después.

— Por supuesto, no te preocupes Ana.

Al salir de SIP, Maddie y yo tomamos un taxi hacia Grey House. Tengo que decir que estoy nerviosa, todo lo que tiene que ver con él me causa mucha emoción.

Tan pronto como entramos, vamos al mostrador donde las rubias 1 y 2 nos reciben. Camino detrás de mi amiga, esperando pasar desapercibida.

— Con suerte veremos al señor Grey — sonríe Maddie.

— Yeiii — digo bajito.

— Buenas tardes, vengo a Recursos Humanos — dice mi amiga con tono amable.

— Un momento por favor — dice rubia 2 — ¿su nombre señorita?

— Madeleine Keene — le sonríe.

La rubia teclea algo en la pantalla y luego levanta su vista hacia mí. ¡Sorpresa! Le sonrío esperando que no me recuerde, pero esa idea se esfuma cuando sus ojos se abren completamente.

— Señorita Steele — dice rubia 1.

Le muestro mi amplia sonrisa y asiento levemente con la cabeza. Toma el teléfono y se gira un poco para darnos la espalda. Cuando cuelga el teléfono, vuelve a mirarnos.

— Vengan conmigo, las acompaño — camina fuera del mostrador.

Entramos al ascensor y presiona el botón del piso 18. Maddie y yo permanecemos en silencio hasta que la puerta se vuelve a abrir.

— Señorita Keene, adelante — la rubia le hace un ademán para que salga — la esperan en Recursos Humanos.

Maddie sale del ascensor y me dispongo a seguirla, pero la rubia 1 se atraviesa en mi camino. Mi amiga se gira para verme, pero la puerta se cierra cuando la chica presiona el piso 20. ¡Mierda!

— No vine a ver al señor Grey — le digo tratando de sonar molesta.

— Lo sé señorita Steele, él ha solicitado su presencia — me da una sonrisa falsa.

La miro con los ojos entrecerrados mientras sigue sonriendo. ¿Es que acaso no le duele la cara de sonreír tanto? La puerta se abre en el piso 20.

Mis amigas rubia 3 y 4 me saludan. Rubia 4, a quién identifico como Andrea, se acerca a mí y se hace una seña para que me acerque.

— Puede pasar ahora, Señorita Steele.

— Solo Ana — le digo.

— Bien Ana, adelante. Él te espera — me dice con mucha confianza.

Abro la puerta y lo veo sentado en su escritorio. Voltea a verme y sonríe... Idiota.

— Christian — me acerco.

— Ana — me señala la silla frente a él — que agradable sorpresa.

— Vine a acompañar a mi compañera. ¿Te dijeron las rubias que estaba aquí?

Me mira con los ojos entrecerrados y una sonrisa.

— ¿Las rubias? — dice divertido — Ya que estás aquí, quiero preguntarte por los planes del viernes.

— Ahh si, vamos a ir a cenar. Deja tu agenda libre hasta el sábado a medio día — Él arquea una ceja.

— Eso suena interesante... ¿Podría saber que más vamos a hacer?

— No, tendrás que esperar al viernes — me río.

— No puedo esperar tanto, ven aquí.

Estira su mano hacia mí para que me acerque y camino rodeando su escritorio. Estoy a salvo, ¿cierto? Me jala para quedar sentada en su regazo y entonces me besa.

Un beso suave y lento al inicio, pero que se vuelve intenso rápidamente. Cuando me aparto para respirar, baja por mi cuello dejando besos que me estremecen.

Besa y muerde mi cuello mientras su mano baja por mi pecho y me acaricia sobre la blusa. Su mano se apoya en mi rodilla para comenzar a subir, levantando mi falda en el proceso.

— No, no, tengo que irme, mi amiga me está esperando — digo casi sin aliento.

— Puede esperar un poco más — dice acariciando mi muslo.

— No, Christian, estamos en tu oficina, alguna de las rubias puede entrar — digo tratando de apartarlo.

Pero no me responde. Me empuja para que me levante pero me detiene del brazo. Me toma de la cintura para sentarme sobre su escritorio y pegarse a mí.

— Entonces seré rápido — susurra en mi oído y mi piel se eriza.

— ¡¿Qué?! — digo pero sale como un jadeo.

Mi falda se sube cuando abre mis piernas para pararse en medio. Mi respiración es rápida y entrecortada, me aferro a sus brazos cuando acerca su mano y presiona mi intimidad.

Sus ojos se oscurecen y su respiración se agita. Cierro los ojos cuando una ola de placer recorre mi cuerpo. Los abro de nuevo cuando escucho su voz.

— Te pusiste la inyección, ¿cierto? — jadea en mi oído.

Yo asiento frenéticamente cuando entra en mí. Sus movimientos son profundos y fuertes, llevándonos al borde rápidamente. Aprieto mis labios para evitar que los gemidos escapen de mi boca.

Me acerca mucho más, mientras aprieto sus brazos cuando llego al éxtasis. Mi cuerpo se estremece, seguido de él, cuando susurra mi nombre.

Levanto la vista hacia él, pero tiene los ojoscerrados. Apoyo mi cabeza en su hombro mientras ambos recuperamos el aliento.

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